jueves, 28 de mayo de 2020

PREGUNTA: “¿Enseña 1 Timoteo 2:11-15 que la crianza de hijos es una condición para la salvación de la mujer?”


No.

Las mujeres tienen prohibido enseñar o tener dominio "sobre el hombre". La razón asignada por la inspiración para esta prohibición es: "Porque Adán fue creado primero, después Eva. Y Adán no fue el engañado, sino que la mujer, siendo engañada completamente, cayó en transgresión. Pero se salvará engendrando hijos, si permanece en fe, amor y santidad, con modestia". Como consecuencia del engaño que Eva sufrió de parte de la serpiente y como castigo por ello se le dijo: "con dolor darás a luz los hijos" (Génesis 3:16), y esta carga ha sido soportada por las mujeres desde ese momento hasta ahora. A pesar de la participación de la mujer en la caída, "se salvará engendrando hijos, si permanece[n] (las mujeres, en general) en fe, amor y santidad, con modestia”.

Se han ofrecido varias explicaciones: (1) Eva, aunque fue engañada, y aunque no se le permitía enseñar sin restricciones, se salvaría por ser la madre de todos los vivientes y, por lo tanto, la madre de Cristo, el Salvador. Sin embargo, esta es una interpretación forzada y que no tiene apoyo en el pasaje. La conclusión que sigue es cierta. (2) Ella será salvada del peligro de la maternidad. Esto aplicaría el pasaje exclusivamente a Eva; mientras que se verá que la aplicación se extiende a todas las mujeres. (3) Ella será salva al tener hijos. Esto haría de la capacidad física de tener hijos una condición previa a la salvación, excluyendo así muchas mujeres de la posibilidad de ir al cielo. Tal punto de vista es obviamente falso. (4) Ella será salvada al cumplir su función, que es la maternidad. Pero, este punto de vista haría que la misión de la mujer en la vida únicamente fuera engendrar hijos, una conclusión que también es obviamente falsa.

El cambio en el número de los pronombres, de singular a plural, en el pasaje, es significativo y arroja luz sobre el significado. "Ella (la mujer) se salvará… si ellas (mujeres en general) permanecen en la fe…" Así que, el significado parecería ser: Eva, representante de la mujer, fue engañada en la transgresión y por eso su sexo tiene restricciones en la enseñanza; esto, sin embargo, no impedirá que las mujeres sean salvas siempre y cuando practiquen los preceptos de fe, amor y modestia, es decir, ¡si viven la vida cristiana!

PREGUNTA: “¿Qué sucedió con todos los discípulos de Juan el bautista después de que el bautismo de Cristo entró en vigencia?”


Simplemente se convirtieron en discípulos de Jesús y fueron automáticamente considerados como parte del único cuerpo: la iglesia. Es absurdo suponer que todos aquellos que cumplieron con el bautismo de Juan antes de la dispensación cristiana estaban obligados a ser "rebautizados" para recibir el perdón de pecados El bautismo de Juan era un bautismo de arrepentimiento "para (con el fin de) el perdón de los pecados”. (Marcos 1:4; Lucas 3:3.) El único bautismo que los apóstoles tuvieron fue el bautismo de Juan. Juan fue el heraldo, el precursor del Mesías; era su obra preparar a la gente para la venida del Señor y esta obra preparatoria consistía (entre otras cosas) en el bautismo para el perdón de pecados. Asumir lo contrario es concluir ¡que los apóstoles estaban en pecado en el día de Pentecostés! Además, el historiador sagrado afirma que aquellos que respondieron a la orden de Pedro de arrepentirse y bautizarse para el perdón de los pecados fueron añadidos por el Señor "a la iglesia" (Reina-Valera de 1960), "al número de ellos" (La Biblia de las Américas). Uno no agrega algo a nada; se deduce, por lo tanto, que el cuerpo de discípulos que se convirtió en el núcleo de la iglesia del Nuevo Testamento en el día de Pentecostés se componía de los discípulos de Juan más los que habían hecho el Señor y los apóstoles antes del día de Pentecostés. Estos formaron la iglesia del Nuevo Testamento cuando el Espíritu Santo vino en ese memorable día de Pentecostés. En pocas palabras, la iglesia comenzó a existir a las 9 a.m. del domingo, del primer día de Pentecostés después de la resurrección de Cristo. Los doce que fueron bautizados otra vez por Pablo en Éfeso (Hechos 19:1 y sig.), eran personas que habían sido bautizadas "en el bautismo de Juan" después de la inauguración de la nueva institución y cuando solo el bautismo de la gran comisión era el bautismo válido. Todos los que fueron bautizados antes de la cruz cuando solo el bautismo de Juan estaba en vigencia tenía un bautismo aceptable ante Dios y no fueron “rebautizados”.

PREGUNTA: “Pablo prohibió asociarse fraternalmente con alguien que ha sido expulsado de la comunión. “Con el tal ni aun comáis” (1 Corintios 5:11). ¿Qué debe hacer una hermana fiel cuando su esposo es expulsado de la comunión?


Parece claro que Pablo no aludía a una relación que involucrara a marido y mujer en el pasaje citado. Las leyes de Dios nunca están en conflicto; toda verdad es armoniosa consigo misma, y ​​los principios bajo los que Dios ordena que vivamos nunca son contradictorios. Las esposas tienen deberes para con sus esposos, sean cristianos o no, y estos deberes armonizan también con sus obligaciones como cristianas. Las relaciones matrimoniales fueron diseñadas por Dios para tener prioridad sobre todas las demás relaciones; cualquier situación que surja más tarde debe entenderse a la luz de este hecho. La esposa cristiana debería continuar viviendo con su esposo y usar su influencia para conducirlo al arrepentimiento. 1 Pedro 3:1, aunque no es directamente aplicable a este asunto, no obstante, establece el principio involucrado.

PREGUNTA: “¿Se habrá bautizado Juan el Bautista?”


La Biblia no lo dice. Por lo tanto, no contamos con información respecto al asunto. Si no fue bautizado, es porque simplemente no era parte de la voluntad y del plan de Dios que él se bautizara. En vista del hecho que se declara específicamente que el bautismo es parte del plan de Dios para salvar hoy (Marcos 16:15, 16); que es "para (con el fin de obtener) el perdón de los pecados" (Hechos 2:38); y que es el acto consumador del plan de salvación (1 Pedro 3:21), es un hecho que hoy no se puede ignorar este mandamiento impunemente. Si Juan mismo fue bautizado no afecta en nada el hecho de que él enseñó a otros a bautizarse, y que aquellos que se negaron a hacerlo estaban en desobediencia a Dios al no hacerlo. Juan predicó el bautismo para el perdón de los pecados (Marcos 1:4; Lucas 3:3), porque Dios así lo ordenó; y rechazar este acto era repudiar a Aquel que lo ordenó: el Señor mismo. La gente y los publicanos, cuando escucharon a Juan predicar el bautismo para el perdón de los pecados, "reconocieron la justicia de Dios, siendo bautizados con el bautismo de Juan. Pero los fariseos y los intérpretes de la ley rechazaron los propósitos de Dios para con ellos, al no ser bautizados por Juan" (Lucas 7:29,30). Si esos judíos que rechazaron el consejo de Dios al negarse a someterse al bautismo que Juan predicó, estaban en rebelión ante Dios por esto, ¡cuánta más culpa tendrán aquellos que consideran poco importante y se niegan a cumplir con el bautismo que Cristo mandó! (1 Juan 2:4).

PREGUNTA: “¿Se habrá bautizado Juan el Bautista?”


La Biblia no lo dice. Por lo tanto, no contamos con información respecto al asunto. Si no fue bautizado, es porque simplemente no era parte de la voluntad y del plan de Dios que él se bautizara. En vista del hecho que se declara específicamente que el bautismo es parte del plan de Dios para salvar hoy (Marcos 16:15, 16); que es "para (con el fin de obtener) el perdón de los pecados" (Hechos 2:38); y que es el acto consumador del plan de salvación (1 Pedro 3:21), es un hecho que hoy no se puede ignorar este mandamiento impunemente. Si Juan mismo fue bautizado no afecta en nada el hecho de que él enseñó a otros a bautizarse, y que aquellos que se negaron a hacerlo estaban en desobediencia a Dios al no hacerlo. Juan predicó el bautismo para el perdón de los pecados (Marcos 1:4; Lucas 3:3), porque Dios así lo ordenó; y rechazar este acto era repudiar a Aquel que lo ordenó: el Señor mismo. La gente y los publicanos, cuando escucharon a Juan predicar el bautismo para el perdón de los pecados, "reconocieron la justicia de Dios, siendo bautizados con el bautismo de Juan. Pero los fariseos y los intérpretes de la ley rechazaron los propósitos de Dios para con ellos, al no ser bautizados por Juan" (Lucas 7:29,30). Si esos judíos que rechazaron el consejo de Dios al negarse a someterse al bautismo que Juan predicó, estaban en rebelión ante Dios por esto, ¡cuánta más culpa tendrán aquellos que consideran poco importante y se niegan a cumplir con el bautismo que Cristo mandó! (1 Juan 2:4).

PREGUNTA: “¿Es una violación de la enseñanza del Nuevo Testamento cantar cánticos religiosos con el acompañamiento de instrumentos de música en otros momentos y lugares que no sean los de la adoración como, por ejemplo, en los hogares privados, en las bodas y en los predios de un centro de estudios?”


Creo firmemente que es así. En mi opinión, la probabilidad de que Dios esté gravemente disgustado con la acción de aquellos que hacen esto es muy grande. Lamento profundamente que nuestros hermanos, ocasionalmente, provean a los enemigos de la verdad con municiones para dispararnos en nuestras batallas con los innovadores, cuando defendemos una fe pura y una práctica impecable. Un folleto escrito por un predicador de la Iglesia Cristiana, en defensa del uso de música instrumental en la adoración, contiene la siguiente declaración: "Mientras debatía con ____________________ en ______________________, él dijo que estaba bien cantar canciones cristianas con el piano en casa si se hacía como un pasatiempo. ¡Oh, pero qué hipócrita sería eso! Sólo piense en eso, usted cantaría "Oh qué amigo nos es Cristo" solo por pasatiempo O "Te alabamos oh Dios", como un pasatiempo… Recientemente la iglesia de Cristo anti-instrumentos en _______________________ llevo a cabo una convención de cantos. No usarían el piano para el servicio de la mañana porque no lo usan en el servicio de adoración, pero llevaron un piano para el resto del día el cual sí lo usaron para cantar en la convención de cantos. Después de que terminó el servicio de alabanzas, lo sacaron de nuevo. ¿Esto es consistencia?"

No, no lo es; y no estoy levantando un informe acerca de estos hermanos, ni trataré de buscar justificaciones o excusas para su práctica. Frecuentemente me encuentro con esta acusación en los debates. Los que hacen esto pueden intentar justificarse; yo no puedo justificarlos, y, por lo tanto, no lo intentaré. Es mi posición que está mal en cualquier momento, en cualquier lugar y bajo cualquier circunstancia, tratar de adorar a Dios con una canción con acompañamiento de instrumentos mecánicos de música. El tercer mandamiento del Decálogo prohibía tomar e nombre del Señor en vano: "No tomarás el nombre del Señor tu Dios en vano, porque el Señor no tendrá por inocente al que tome su nombre en vano" (Ex. 20:7). La frase "en vano" traduce un término hebreo que denota lo que se hace de manera superficial y frívola, sin la debida consideración o atención a la naturaleza sagrada de las cosas o personas. Aquellos que pronuncian los nombres de Dios y de Cristo, y hablan (cantan) de temas sagrados como los que están involucrados en nuestras canciones de alabanza como si fueran “un pasatiempo", violan, en principio, el mandamiento anterior, y son culpables de blasfemia. No puedo escapar de la convicción de que al cantar canciones religiosas con el acompañamiento de instrumentos musicales como "pasatiempo", limita peligrosamente con lo prohibido en el tercer mandamiento. El hecho de que una melodía acompañe a las palabras no hace que cambie el principio ni que mitigue la seriedad del acto.

El esfuerzo, que se hace a veces, de establecer un paralelo entre el canto y el uso del jugo de uvas cuando no se usa en la Cena del Señor falla por completo porque carece de relevancia. Es cierto que el jugo de uvas, cuando no se usa en conexión con la Cena, no tiene significado religioso y puede ser utilizado adecuadamente como cualquier bebida, ya que no mantiene, en dicho uso, ninguna relación con la Cena. Pero, esto no es cierto en cuanto a los temas sagrados que caracterizan a las canciones religiosas. Los santos nombres de Dios, de Cristo, el cielo, la doctrina de la gracia, la redención y la salvación; la esperanza del cielo y de la vida eterna— temas frecuentes en nuestros himnarios— poseen significado espiritual y religioso, en todas partes, y todo el tiempo. Cualquier uso de ellos, por lo tanto, debe ser sagrado o profano. Si el uso en cualquier caso es sagrado, acompañarlos con música instrumental es incorrecto, como hemos demostrado en otra parte; si el uso es profano, la acción viola el principio expresado en los solemnes edictos de Dios emitidos desde el Sinaí. Y Dios es sagrado tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, desde siempre y para siempre.

Muchas de las canciones en nuestros himnarios son himnos de oración; y otros son alocuciones y atribuciones de alabanza a Dios y a Cristo. Entre muchos cientos de esas canciones están, "Salvador a ti me rindo", "Oigo la voz del Buen Pastor", "Alabanzas dad a Cristo", "Cerca de ti, Señor", "El Mundo no es mi hogar" y "Valor y Fe". ¿Cómo podría uno cantar aceptablemente estas canciones, cuando no hay dedicación ni consagración en ellas y hacia Dios, y si se cantan simplemente "por pasatiempo"? Es difícil visualizar esto como menos que un uso profano y sacrílego de nombres y cosas sagradas. Seguramente, el curso adecuado y prudente es abstenerse de cantar canciones religiosas cuando se acompañan de instrumentos musicales.

PREGUNTA: "Por favor comente sobre Santiago 1:27. Algunos dicen que este pasaje se dirige solo a individuos y que no es una obligación de la iglesia proveer para los huérfanos y las viudas ".


Santiago 1:27 dice: "La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo". (1) Si esto no es una obligación de la iglesia, entonces la iglesia no puede practicar la religión pura y sin mancha, porque la forma de practicar esa religión, tal como lo ordena Santiago, es "visitar" (con el fin de ayudar) a los huérfanos y a las viudas. (2) Además, si este pasaje es aplicable solo a individuos, entonces para que los individuos practiquen "la religión pura y sin mácula”, cada persona debe proveer para los huérfanos y viudas, y, por lo tanto, aquellos que no pueden hacerlo no pueden practicar esa religión ante Dios. (3) Además, las palabras "huérfanos" y "viudas" son plurales en número; y, por lo tanto, para que cada individuo practique la "religión pura y sin mácula", cada uno estaría obligado a proveer para, al menos, dos viudas y dos huérfanos, y un matrimonio requeriría, al menos, ayudar a cuatro viudas y cuatro huérfanos ¡para cumplir el mandamiento! Así de absurda es la posición que los “antis” defienden, una posición desconocida, hasta que algunos de nosotros comenzaron a oponerse al establecimiento y mantenimiento de tales hogares desde hace algunas décadas.

Examinemos la afirmación de que las acciones de Santiago 1:27 son aplicables solo a individuos. Esto es importante solo si se pretende que sea así de restrictivo como para excluir a la iglesia de cualquier participación en ellas. Debemos estar de acuerdo en que de nada sirve el argumento si se admite que el pasaje es aplicable a la iglesia y a los individuos. Para que el argumento sea en lo absoluto significativo, debe excluir a la iglesia de toda esa actividad. La obra de proveer para los huérfanos y viudas, si se hace, basándose en esta afirmación, debe ser realizada sólo por individuos. Esta interpretación, impuesta sobre este pasaje por aquellos que se oponen hoy a los hogares para huérfanos, pone a Pablo y a Santiago en un conflicto sin esperanza de solución. Porque, en realidad, ¡Pablo ordena a la iglesia que haga este tipo de trabajo! En I Tim. 5:16, establece la obligación de una hija hacia una madre necesitada. Ella debe proveer para su madre de manera que "y no sea gravada la iglesia". Si esto fuera todo lo que el apóstol dijo, podríamos concluir adecuadamente que el deber involucrado es, de hecho, individual y que la iglesia no está involucrada. Pero esto no es todo lo que el escritor inspirado nos dejó en el asunto. ¿Por qué la hija debe asumir esa responsabilidad? Para que la iglesia—la iglesia, tenga esto en cuenta—"para que pueda ayudar a las que en verdad son viudas". ¿Quién puede hacer esto? ¡La iglesia! Por lo tanto, si Santiago excluye a la iglesia, Pablo ciertamente la incluye aquí, y está en conflicto con Santiago. Por supuesto, el conflicto no es entre estos escritores inspirados; el conflicto está en la enseñanza que hacen de estos dos autores del Nuevo Testamento los defensores de la doctrina anti hogares de huérfanos.

En realidad, Santiago nos informa lo que hay que hacer, y Pablo designa quién debe hacerlo Cuando se insiste en que este pasaje (Santiago 1:27) sólo aplica a individuos, la suposición es, por supuesto, que la iglesia, como tal, no puede hacer esa obra. Pero, ¿de qué otra manera la iglesia actúa, sino a través de sus miembros? Lo que sea que la iglesia haga, lo hace a través de los individuos. La iglesia está facultada para predicar el evangelio; pero, realiza esta obra a través de individuos. Los hermanos que se oponen a los hogares admiten que la iglesia actúa a través de individuos, pero niegan que los individuos puedan actuar a través de la iglesia, en asuntos de benevolencia, particularmente a favor de aquellos que no son miembros. Pero si la iglesia actúa solo a través de individuos, y es obra de la iglesia cuando los individuos la realizan, entonces, ¿por qué negar que es la iglesia quien está actuando cuando las personas cumplen Santiago 1:27? La verdad es que Santiago simplemente designa qué se debe hacer, sin especificar quién lo hará, y Pablo aclara que en esa obra la iglesia puede participar.

PREGUNTA: “¿Es inapropiado cantar durante la participación de la Cena del Señor?”


Sí.

¡No solo es inapropiado, está mal! La observancia de la Cena del Señor y el canto son dos actos de adoración separados y distintos. involucrando una participación muy diferente, física, mental y espiritualmente. Hay cuatro cosas que debemos hacer para participar adecuadamente de la Cena. Durante su observancia debemos mirar (1) hacia adentro; (2) hacia afuera; (3) hacia atrás; y (4) hacia adelante. (1) Debemos "examinarnos" a nosotros mismos (I Cor. 11:28), en el acto de observancia; (2) "proclamar" (LBLA) "la muerte del Señor", mediante nuestra participación (I Cor. 11:26), (3) recordar los eventos del Calvario (I Cor. 11:25), y (4) mantener vivo, en nuestros corazones, y ante los demás, su eventual regreso (1 Co. 11:26).

Nosotros que cantamos "con el espíritu y con el entendimiento" para alabar a Dios aceptablemente, debemos (1) prestar atención a las letras tanto como si realmente estuviéramos componiéndolas en ese momento de la alabanza a Dios; y (2) debemos seguir la música a la que se ajustan las letras para cantar correctamente al unísono con los demás. Ninguno de los dos actos—cantar y participar de la Cena—se puede realizar correctamente mientras se intenta pensar en el otro. Solo aquellos que participan mecánica y ritualmente de la Cena querrían intentar cantar en conexión con ella, con el fin de crear una situación emocional durante la observancia de la Cena. La práctica no cuenta con ejemplos apostólicos y es totalmente inaceptable para aquellos que están satisfechos con el orden del Nuevo Testamento.

PREGUNTA: “¿Quiénes o qué eran los demonios tan frecuentemente mencionados en el Nuevo Testamento? ¿Existen personas poseídas en la actualidad como lo fueron las personas del primer siglo?”


Los demonios eran espíritus malignos, que actuaban bajo la dirección de Satanás, se oponían a Dios, y eran capaces de causar mucha miseria al hombre (Mateo 8:28-34, 12:24.) Sus poderes sobre los seres humanos les permitieron afligir a las personas con mudez (Mateo 9:32, 33), ceguera (Mateo 12:22), y locura (Lucas 8:26-36.) Reconocieron la Deidad del Señor, reconocieron su condición maligna, reconocieron su juicio inminente, y temblaron al pensar en eso. (Mateo 8:29; Lucas 4:41; Santiago 2:19.) A los apóstoles se les dio el poder de expulsar demonios y un caso en el cual lo usaron se encuentra en Lucas 10:17, 18, aunque Marcos 9:18-29 muestra que su falta de fe estorbó su capacidad de lograrlo en la ocasión mencionada.

Los esfuerzos para "explicar" la demonología del Nuevo Testamento como (1) superstición popular; (2) la adaptación del Señor a los puntos de vista populares; (3) alguna enfermedad o locura; (4) a los ángeles caídos; o (5) el que es quizás el más absurdo de todos, a la descendencia de los ángeles y mujeres impíos de Génesis 6, todos fallan (a) debido a su falsedad obvia o (b) porque entran en conflicto con hechos conocidos y con la ilimitada bondad y el conocimiento de nuestro Señor.

Presentando una inducción de declaraciones se revelará que (1) eran seres inteligentes (Marcos 1:24; 5:7, 8); (2) eran malvados y finalmente debían enfrentar el juicio (Ap. 9:11); y (3) ellos venían del "abismo". Estas consideraciones han conducido a hombres muy capaces a concluir que eran espíritus incorpóreos de hombres malvados que de alguna manera escaparon del Tártaro en el Hades y de las personas afectadas a quienes se apoderaron. Tan fuerte era la creencia de Alexander Campbell en esto que en su larga e intrincada discusión acerca del tema en su Declaración y Alocución escribió, "Nosotros concluimos que no hay razón ni hecho—no hay canon de crítica—ninguna ley de interpretación; no hay nada en la experiencia u observación humana; no hay nada en la antigüedad—la sagrada o profana, que a nuestro juicio pese en contra de la evidencia ya presentada en apoyo de la posición de que los demonios de los paganos, los judíos y los cristianos eran los fantasmas de hombres muertos y, como tales, habían tomado posesión de los cuerpos de hombres vivos, y los movían, influenciaban e impulsaban a ciertas vías de acción”. Esta era la opinión de los historiadores judíos Josefo y Filón. El primero escribió: "Los demonios son los espíritus de hombres malvados, que entran en hombres vivos y los destruyen, a menos que estuvieran muy felices de encontrarse con un rápido alivio" y el último dijo: "Las almas de los hombres muertos se llaman demonios". Los primeros escritores cristianos, como Justino Mártir, Ireneo, Orígenes, y muchos otros, se pueden citar apoyando esta misma línea. La conclusión de Lardner, después de un examen detallado de estos escritores antiguos sobre este tema, es "La noción de demonios, o de almas de hombres muertos, que tenían poder sobre los hombres vivos, prevalecía universalmente entre los paganos de aquellos tiempos, y así lo creían muchos cristianos" y el hermano McGarvey, en su comentario sobre Mateo y Marcos dice que "el uso judío del término se aplica exclusivamente a los espíritus de hombres malvados ya difuntos. Este uso fue adoptado por Jesús y por los apóstoles, y en consecuencia todo lo que se dice de los demonios en el Nuevo Testamento está en armonía con eso". ¿La gente de nuestros días sufre de posesión demoníaca? Obviamente, no. Incluso un examen casual de los casos relatados en el Nuevo Testamento mostrará que las circunstancias que describen la posesión demoníaca no son características de los supuestos casos de nuestros días. Nuestro Señor ató a Satanás en su propia casa o dominio (Mateo 12:5-29), y el evangelio de hoy es la "cadena" que lo detiene a él y a sus siervos (Apocalipsis 20:1-4). En aquellos días, los que estaban poseídos por estos agentes del diablo eran incapaces de librarse de sus cadenas; pero ahora todos los hombres, con la ayuda del Señor, tienen el poder de repeler las influencias de Satanás. El Señor se enfrentó con Satanás en su propio dominio y triunfó sobre él. Hoy, el poder del diablo sobre los hombres es limitado para engañarlos y tentarlos, y estas acciones pueden resistirse con la ayuda de Dios y la espada del Espíritu (Mateo 4:1-13; I Cor. 10:13). Ahora, si resistimos al diablo, él huirá de nosotros (Santiago 4:7), porque tiene miedo de cualquiera que empuñe la espada del Espíritu: la palabra de Dios (Heb. 4:12).

domingo, 3 de mayo de 2020

PREGUNTA: “Cuando Pablo dijo ‘la letra mata, pero el Espíritu vivifica’, ¿estaba afirmando que deberíamos mirar más allá de las sencillas y literales declaraciones de la Escritura y encontrar la verdad real que, en realidad, podría ser algo opuesto o diferente a lo que la Palabra dice textualmente?”


No. Absolutamente no. No se puede alcanzar una conclusión más falsa y peligrosa.

Aunque frecuentemente se alcanza este tipo de conclusión y aunque frecuentemente se interpreta la Biblia de esta manera, esto es una completa tergiversación de lo que Pablo enseña en la declaración aludida, ¡y simplemente no es así! La declaración debe verse en su contexto para poder descubrir su significado. Dios nos ha hecho (a los cristianos) “El cual también nos hizo suficientes como ministros de un nuevo pacto, no de la letra, sino del Espíritu; porque la letra mata, pero el Espíritu da vida. Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, de tal manera que los hijos de Israel no podían fijar la vista en el rostro de Moisés por causa de la gloria de su rostro, que se desvanecía, ¿cómo no será aún con más gloria el ministerio del Espíritu?” (2 Cor. 3:6-8). De esta manera el apóstol estaba presentando un contraste entre el antiguo y el nuevo pacto—el pacto que se le dio a Israel en el Sinaí, y el pacto bajo el cual viven los cristianos hoy, el que entró en vigencia aquel memorable día de Pentecostés cuando inició la iglesia. La ley antigua era “la letra”, la ley nueva, bajo la cual vivimos, es “el espíritu”.

Usar las palabras “letra” y “espíritu” en el sentido sugerido en las frases “letra de la ley” y “el espíritu de la ley”, y concluir que hay una diferencia entre la intención de Dios, y la expresión de su voluntad en las Escrituras es una doctrina peligrosa, una herejía. En realidad, como se podrá ver cuando se toma en consideración todo el contexto, el “espíritu” realmente significa la letra de la enseñanza del Nuevo Testamento, en contraste con el pacto “grabado en piedra”, bajo el cual vivieron los israelitas. La ley de Moisés era la letra, la ley de Cristo es el espíritu. El primero era un “ministerio de condenación” (muerte), porque no podía dar vida; el último, el del espíritu, es el “ministerio” de la vida, porque a través de él se obtiene vida espiritual. Hoy servimos “en la novedad del Espíritu y no en el arcaísmo de la letra” (Ro. 7:6).

martes, 28 de abril de 2020

PREGUNTA: “Por favor explique 1 Cor. 3:10-15. ¿Pueden los hombres, por ignorancia, enseñar un error que conduzca a la perdición a aquellos que están en su radio de influencia, y aún así salvarse?”


Pablo escribió a los corintios lo siguiente: “Conforme a la gracia de Dios que me fue dada, como perito arquitecto puse un fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno vea cómo sobreedifica. Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesús el Mesías. Si sobre el fundamento alguno edifica oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca; la obra de cada uno se hará manifiesta, porque el día la mostrará, pues con fuego está siendo revelada, y el fuego probará la clase de obra de cada uno. Si la obra de alguno que sobreedificó, permanece, recibirá recompensa. Si la obra de alguno es consumida por el fuego, sufrirá pérdida; si bien él mismo será salvo, aunque así como a través del fuego” (1 Cor. 3:10-15).

Se nos ha pedido comentar la siguiente declaración con respecto al pasaje citado:

La referencia es… a las interpretaciones erróneas de las Escrituras, y la cruda o fanática predicación de hombres sinceros, pero ignorantes… Los esfuerzos de un sincero, pero errado maestro, se mostrarán indignos en sí mismos, pero el maestro mismo será salvo y recibirá la recompensa del carácter personal, pero no la de un buen constructor”.

Desde nuestra perspectiva, sería difícil errar en el significado de las palabras del apóstol más que como lo hace el autor de la declaración anterior en estas observaciones respecto a 1 Corintios 3:10-15. Tal punto de vista no sólo es una aplicación errónea del significado del pasaje; sus implicaciones son bastante peligrosas y perjudiciales para la causa de Cristo. Su clara e inevitable conclusión es que un maestro o predicador realmente puede defender doctrinas que conduzcan a la destrucción de las almas que las crean ¡y aún así salvarse él!

Lo cierto es que, la “referencia” no es a doctrina, sino a discípulos. La palabra “alguno” debe ser considerada dentro del marco de la referencia característica del tema discutido, y está limitado a aquellos que edifican sobre el fundamento—Cristo. Así que, “alguno” es cualquier predicador o maestro. Su “obra” son sus convertidos. Esto convertidos mostrarán diferentes niveles de fidelidad, representados en los materiales mencionados: oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca. Debe observarse que estos materiales, en el orden indicado, muestran una inmunidad en incremento al fuego. El “fuego” los probará. Algunos convertidos serán como hojarasca—su durabilidad es muy limitada, pronto perecen. Otros son como el heno—un poco mejor que el material anterior en su capacidad de resistir el fuego; la madera soporta el fuego mejor que el heno; las piedras preciosas, mejor que la madera; la plata mejor que las piedras preciosas; y el oro, siendo completamente inmune al fuego, no se ve afectado por éste.

La obra de cada uno se hará manifiesta”—los convertidos de cada predicador se mostrarán en su verdadero carácter—y “el día” lo declarará. Por supuesto, el día, es el día del juicio, cuando el registro de todos los hombres se hará manifiesto. La “obra” (del predicador del evangelio) será revelada “por el fuego”, y “el fuego probará la clase de obra de cada uno”. ¿Cuál fuego? El fuego del infierno, según Barnes y otros. El fuego de la persecución, la prueba y las dificultades terrenales, según McKnight. En apoyo del primer punto de vista está la asociación de la frase con “el día” lo cual señala obviamente al Gran Día final. En cualquier caso, se manifestará el carácter de los involucrados, como resultado de la prueba de fidelidad a la que serán sometidos. Aquellos “convertidos” representados por los materiales susceptibles al fuego (madera, heno y hojarasca), se perderán; aquellos representados por el oro, la plata y las piedras preciosas, serán salvos. ¿Qué efecto tendrá esto sobre el predicador o maestro?

Si la obra de algunopermanece, recibirá recompensa”. El “alguno” es el predicador o maestro. Su “obra” son sus convertidos. Ellos “permanecen” si son fieles. El predicador, en este caso, “recibirá recompensa”. ¿Cuál será la recompensa? No simplemente o solamente o únicamente su salvación. La fidelidad de los convertidos del predicador no operará automáticamente para salvar al predicador. Si se salva, será sobre la base de su propia fidelidad, y no por la de alguna otra persona. La recompensa es algo aparte de la salvación.

Si la obra de alguno es consumida por el fuego, sufrirá pérdida; si bien él mismo será salvo, aunque así como a través del fuego”. Aquí, otra vez, “alguno” es el proclamador de la verdad. Su obra son sus convertidos. La incineración de su obra representa la pérdida de estos convertidos debido a su infidelidad. En este caso, el predicador “sufrirá pérdida”. ¿Qué perderá? No su alma. Como la fidelidad de los convertidos del predicador no lo salvará, tampoco la apostasía de ellos operará para privarle de la salvación (suponiendo que él no es el responsable de su apostasía). Además, aunque él “sufrirá pérdida”, ¡”será salvo”! Por esto, la pérdida que sufre no es la de su salvación. Es la recompensa que él hubiera recibido, si ellos hubieran sido fieles. (Aquí, incidentalmente, hay evidencia clara de la doctrina de los grados de recompensa­—un tema frecuentemente enseñado en el Nuevo Testamento).

El comentario que estamos revisando en esta respuesta tergiversa completamente el significado de las palabras del apóstol. La “obra” del predicador, contemplada aquí, no es su doctrina, sino sus discípulos. Las doctrinas no pueden ser probadas ni por el fuego de la persecución ni por el fuego del juicio, en cambio los hombres que predican falsa doctrina, conduciendo a la condenación a sus oyentes se perderán juntamente con aquellos que ellos han desviado. Ciertamente es una teoría engañosa y peligrosa que defendería, como lo vimos en el párrafo que comentamos, que los hombres se pueden salvar, aunque enseñen falsa doctrina y conduzcan a la perdición a otros.

Con los siguientes comentarios de J. W. McGarvey, acerca de 1 Corintios 3:10-15, concordamos plenamente: “Si los discípulos de cierto maestro pasan la prueba del juicio, él recibirá una recompensa, de la cual sus convertidos serán sólo una parte (1 Tes. 2:19; Filp. 2:16), pero si sus discípulos no pasan la prueba, él perderá cualquier propiedad que tuviera en ellos, y quizá más (2 Jn. v. 8). El maestro puede, desde luego, salvarse independientemente de sus discípulos, pues la salvación es un don y no una recompensa; pero se salvará como un administrador que perdió todas las cosas de su mayordomía; como un arrendatario que pierde toda la cosecha quemada, o como un contratista cuya estructura ha sido consumida por las llamas”.

Todos los que enseñamos y predicamos la Palabra de Dios deberíamos considerar cuidadosamente con el corazón las implicaciones de este destacado pasaje de los escritos de Pablo. Es una cosa seria sobreedificar con materiales indignos en el edificio de Dios. Que esto se puede hacer es obvio según la ilustración del apóstol. Debemos estar siempre en guardia para enseñar e inculcar de tal manera la verdad que ésta proteja del error a aquellos que la reciben y la obedecen, y los confirme y los fortalezca en la fe de manera que puedan ser clasificados como oro, plata o piedras preciosas, y no como madera, heno y hojarasca. Haciendo esto, aseguramos nuestra “recompensa”, y les aseguramos la salvación.

viernes, 24 de abril de 2020

UN ANÁLISIS DE ROMANOS 14


El capítulo catorce del libro de Romanos es una pieza de literatura intrigante. Generalmente mal entendido, con frecuencia maltratado, ofrece mucha instrucción para el estudiante de mentalidad espiritual que se enfrenta a una variedad de problemas.

El texto surge de una era de transición en la historia religiosa cuando muchos conversos a Cristo estaban pasando de un gran sistema divino (el régimen mosaico) a otro (la era cristiana).

Debido a los diversos antecedentes, religiosos y culturales, tanto de judíos como de gentiles, surgieron muchos problemas que amenazaban la unidad del cuerpo de Cristo. Por lo tanto, se establecen en este capítulo una serie de principios que, si se siguen concienzudamente, ayudarían a mejorar esta situación potencialmente explosiva.

Considere algunas de las circunstancias tratadas en este capítulo y tenga en cuenta las aplicaciones que son relevantes para cualquier época. Sería útil leer el capítulo antes de continuar con este artículo.

Débil contra fuerte

En el contexto más amplio de este discurso, el apóstol contrasta a los que son "débiles" (14:1), con los que son "fuertes" (15:1). Una consideración cuidadosa de los datos relevantes lleva a la conclusión de que los más fuertes son aquellos que tienen un mayor grado de "fe" cristiana (14:1-2, 22-23). La fe más fuerte se caracterizaba por una comprensión más precisa de la doctrina cristiana (comp. 10:17).

La fe más fuerte (más conocedora), por ejemplo, percibe que ciertas carnes, consideradas “inmundas” bajo la economía mosaica (Levítico 11), ya no están prohibidas para aquellos que están en Cristo. Estos cristianos entendieron que ciertos "días", anteriormente estimados como "santos", en adelante no deben ser vistos como tales bajo la ley de Cristo.

Compasión por los débiles

El cristiano fuerte debe ejercer paciencia para comprender que el débil no ha alcanzado el nivel de conocimiento que poseen los más maduros (vv. 2-3). Por lo tanto, el fuerte debe extender la compasión y la paciencia, permitiendo que la persona débil crezca, alcanzando así un nivel de comprensión en el que pueda avanzar en Cristo sin violar su conciencia (vv. 5-6, 13, 15-16).

Unidad entre cristianos

Pablo advierte firmemente a los hermanos que se unan en asuntos que no afectan la integridad de la fe cristiana, por ejemplo, comer ciertos alimentos o honrar días particulares.

Aquellos que se abstienen por motivos de conciencia de comer carnes "inmundas" no deben ser condenados. Aunque su conocimiento era incompleto, tenían buenas intenciones; y sus esfuerzos, aunque equivocados, estaban dirigidos a traer gloria a Dios. Del mismo modo, el hombre que se negaba a trabajar el sábado, a pesar de que esa restricción fue abolida en Cristo (Efesios 2:13ss; Colosenses 2:14-17), lo hizo con los motivos más puros: honrar a su Creador (v. 6).

Estos cristianos con diferencias sinceras, con diferentes niveles de conocimiento y con distintos grados de sensibilidad de conciencia fueron amonestados a luchar por la unidad en Cristo. La causa de Jesús y el valor de un alma deben ser primordiales, y en muchos casos los hermanos en Cristo deben estar dispuestos a ceder el uno al otro en lugar de causar angustia y división.

¿Significa esto que las verdades doctrinales fundamentales pueden hacerse a un lado por el simple hecho de hacer sentir bien a los herejes o aplacar cada "desviación" en la iglesia? De ninguna manera. Tal visión básica de este texto destacado forzaría a las Escrituras a contradecirse en muchos detalles. Anularía todos los pasajes que requieran disciplina y, cuando sea necesario, la separación de la comunión de aquellos que persiguen vidas disolutas y/o que defienden enseñanzas destructivas y anticristianas.

Los cristianos deben seguir las cosas que contribuyen a la paz; debemos esforzarnos por edificarnos unos a otros, no lo opuesto (v. 19). Todo esto, por supuesto, debe lograrse en una atmósfera de lealtad a la verdad.

El valor de un alma

El apóstol inspirado advierte a cada hijo de Dios que no sea un obstáculo ni que ponga uno en el camino de su hermano (v. 13). No vivimos la vida de manera aislada (v. 7). Lo que uno hace afecta a los demás.

Si el cristiano tiene un desprecio insensible por la debilidad de su hermano, hiere a propósito su conciencia, no le importa el alma de esa persona, y esto resulta en la "destrucción" del hermano más débil (v. 15), ¿la obra misma de Cristo a favor de esa preciosa alma no ha sido en vano? ¿Y quién compartirá la culpa de esa apostasía?

Manteniendo la sensibilidad de la conciencia

Pablo advierte que cuando un cristiano procede con cierta acción, debe "estar completamente convencido en su propia mente" (v. 5) de que lo que está haciendo no viola su conciencia. La conciencia es un instrumento sensible y es la dotación más valiosa de una persona para "empujarlo" en la dirección adecuada a medida que crece en conocimiento.

La conciencia no es el árbitro final de lo correcto y lo incorrecto (Proverbios 14:12); Debe ser educada. Sin embargo, en su lugar apropiado, es un preciado regalo de Dios, y el cristiano debe evitar que se endurezca (comp. Efesios 4:19; 1 Timoteo 4:2).

Es por eso que, al concluir el capítulo, Pablo advierte que hacer algo en violación de la conciencia (aunque el tema sea religioso o éticamente neutral) es pecado. Uno debe poder (en el caso de comer "carne", por ejemplo) comer o beber "de fe", es decir, con la conciencia tranquila (v. 23). Una conciencia limpia no hace que un acto incorrecto sea correcto, pero una conciencia violada puede hacer que un acto correcto (en términos de su naturaleza básica) sea incorrecto para ese individuo.

El juicio final le pertenece a Dios

Ningún cristiano tiene la capacidad de mirar el corazón de otro hijo de Dios y juzgar los motivos detrás de sus acciones (1 Samuel 16:7; 1 Corintios 2:11). Por lo tanto, en muchos asuntos debemos dejar el juicio final a Dios, quien siempre hará lo correcto (Génesis 18:25). En última instancia, somos responsables ante el Señor, no ante nuestros hermanos (vv. 4, 8-12, 22).

Siendo ese el caso, no estamos obligados a conformar toda nuestra vida a las convicciones personales de nuestros hermanos menos informados en Cristo. Si ese fuera el caso, no tendríamos edificios para adorar, ni bautisterios, ni clases bíblicas en el día del Señor, ni literatura bíblica, ni copas de comunión individuales, ni predicadores a tiempo completo, ni casas hogares, ni benevolencia de la iglesia para los no cristianos, A lo largo de los años, hermanos bien intencionados, pero equivocados, se han opuesto a estas conveniencias.

Sin embargo, como se señaló anteriormente, tenemos la responsabilidad de no herir deliberadamente sus espíritus y participar en actos públicos y frívolos que podrían poner en peligro la salvación de otros. Aquí hay un delicado equilibrio, y se requiere mucha sabiduría para lograrlo.

El ejemplo de Pablo

Pablo era judío en el sentido supremo de ese término. Su lealtad al sistema mosaico fue irreprochable. Mientras instruía a sus hermanos judíos en los elementos más avanzados del evangelio, reconoció el diseño temporal de la Ley. Sus cartas están llenas de afirmaciones de la abolición de la ley. El código mosaico no proporcionó ningún medio de justificación final. Uno solo tiene que leer la argumentación en varias de sus epístolas (por ejemplo, Romanos, Gálatas, Efesios, 2 Corintios y Colosenses) para ver una imagen clara sobre este asunto.

Y, sin embargo, el gran apóstol siempre fue sensible a las necesidades espirituales de sus hermanos judíos, esforzándose por resolver sus malentendidos hasta que pudieron llegar a una comprensión más rica de la verdad.

Aunque Pablo sabía que no había salvación asociada con la circuncisión (Gálatas 5:2, 6), no obstante tenía a Timoteo, un compañero de predicación cuyo padre era gentil, circuncidado para no ofender a los posibles conversos hebreos (Hechos 16:3).

Sabía que no había virtud redentora en el ceremonialismo del templo, pero accedió a una ceremonia de purificación para calmar una situación volátil en Jerusalén (Hechos 21:26). Ese acto desinteresado le costó cuatro años de prisión (Hechos 24:27; comp. 28:30). El apóstol afirmó abiertamente su disposición a subordinarse a aquellos de menor conocimiento por el bien de sus almas (1 Corintios 9:19-23). ¡Qué hombre!

Aplicaciones prácticas

En las secciones anteriores de este artículo, he intentado exponer los principios enunciados por el gran apóstol de Dios en el capítulo catorce de la carta a los romanos. A veces, sin embargo, es una tarea mucho más difícil aplicar los principios divinamente prescritos a situaciones de la vida diaria en el mundo moderno, pero se debe ejercer un esfuerzo estudioso y espiritualmente experimentado en interés de la verdad.

A este respecto, debo decir esto: en demasiados casos, los cristianos no quieren ejercer el estudio personal y la destreza analítica individual para buscar aplicaciones sabias para la resolución de las tensas relaciones cristianas que encuentran.

Con demasiada frecuencia, es el caso de que quieran presentar a los ancianos o al predicador los "hechos" de su situación, y pedirles que tomen una decisión que ya esté perfectamente empaquetada. Y cuando uno les insta a considerar los principios bíblicos y descubrir las aplicaciones en el mejor interés de todas las partes involucradas, a veces se resisten, atacando de vez en cuando al que busca ayudarlos a crecer en sus hábitos de estudio.

Además, no son pocos los que simplemente no pueden tolerar ningún grado de flexibilidad entre los hermanos con quienes no comparten un acuerdo perfecto (¿y quién lo logra alguna vez?). Por el contrario, están preparados para "escribir", "marcar" y/o "expulsar" a cualquiera que no cumpla con su estándar. El "cazarrecompensas" profesional no puede sobrevivir por mucho tiempo si no sigue el rastro de una víctima. Es una situación muy lamentable cuando un hombre es más feliz si está desollando a un hermano en Cristo.

Pero pongamos un ejemplo muy real que en ocasiones ha enfrentado a hermanos cristianos devotos:
Una familia encantadora se convierte a Cristo de una secta del séptimo día, con la que estuvieron afiliados durante varios años, y en la que estuvieron más que superficialmente involucrados. Son estudiantes honestos y dedicados de las Sagradas Escrituras, y pronto aprenden que la ley de Moisés, con sus obligaciones sabáticas, no está vigente hoy. Están convencidos de eso y pueden argumentar ese caso admirablemente.

Sin embargo, tienen un par de problemas. Simplemente no pueden sentirse cómodos haciendo el trabajo de jardinería el sábado; por costumbre, prefieren reservar el día para el estudio de la Biblia u otras actividades principalmente espirituales. ¿Deberían ser ridiculizados si así lo eligen? Si prefieren no asistir a un juego de pelota o alguna otra actividad recreativa el séptimo día de la semana, ¿no deberían ser amados y respetados?

¿Y qué pasa si es el caso de que no pueden, en buena conciencia, en una comida de la iglesia, comer el jamón horneado de alguna hermana o el plato de bagre frito de un deportista? ¿No pueden considerarse con honor sus hábitos alimenticios de larga data, en lugar de que alguien sugiera cuán “tonta” es esa abstinencia?

La protección de las conciencias de los débiles es de mucho mayor valor que aplacar las críticas insensibles de sus hermanos farisaicos que intentan colar mosquitos mientras los camellos se alojan en sus propias gargantas "ortodoxas".

Conclusión

Que Dios nos ayude a cada uno de nosotros a inhalar los vapores fragantes de Romanos 14, a digerir los principios de esta magnífica narrativa, y así estar dispuestos a deshacernos de nuestras pequeñas inclinaciones de interés propio para conseguir el objetivo final de una población más grande en el cielo. El lema del cristiano debería ser: "Compasión sin comprometer la verdad".

PREGUNTA: “En Romanos 14:23 la Biblia dice que un hombre que duda es condenado si come. ¿Significa esto que, si un hombre tiene serias dudas respecto a una acción particular, él no debería realizar dicha acción?”


Sí. Nunca debemos seguir una ruta que viole nuestra conciencia. Cuando un hombre viola su conciencia, está haciendo deliberadamente lo que él cree que está mal y que no tiene la aprobación de Dios; y, esto conduce a la corrupción de la conciencia y, eventualmente, a su destrucción. En un capítulo, cuyo tema es “las cosas sacrificadas a los ídolos”, Pablo escribió: “Sabemos que un ídolo nada es en el mundo, y que ninguno es Dios, sino unoPero no en todos está el conocimiento; más bien, algunos habituados hasta ahora a los ídolos, comen como sacrificado a ídolos, y su conciencia, siendo débil, es contaminada” (1 Cor. 8:4-7). La adoración idólatra abundaba entre los paganos en el primer siglo; y, en los templos de los ídolos de aquel tiempo, se ofrecían sacrificios de animales. Generalmente, la carne era llevada al mercado y puesta a la venta para comer. Algunos hermanos sentían que era algo malo comprar y comer carne que había sido usada de esa manera; otros, sabiendo que los ídolos no eran nada, comían esta carne sin remordimiento. Los hermanos más débiles, al observar esto, se sentían tentados a comerla, aunque creían que era pecaminoso hacer eso. Pablo escribió, con respecto a esto: “Si bien la comida no nos hace más aceptos ante Dios, ni por no comer somos peores, ni por comer somos mejores. Pero mirad que esta libertad vuestra no sea en alguna manera tropezadero para los débiles. Porque si te viera alguno, a ti que tienes conocimiento, reclinado a la mesa en un lugar de ídolos, ¿no será estimulada la conciencia del que es débil a comer de lo sacrificado a los ídolos? Entonces, por tu conocimiento, se echa a perder el débil, el hermano por quien el Mesías murió. Y así, pecando contra los hermanos, y golpeando fuertemente sus débiles conciencias, contra el Mesías pecáis” (1 Cor. 8:8-12).

Si el hermano “fuerte” puede comer esta carne, sin problemas, ¿por qué se “perderá” el hermano “débil” si la come? Porque él está siguiendo un camino que viola su propia conciencia. Para ser correctos, no solamente debemos hacer lo que es correcto, también debemos creer que estamos en lo correcto. El simple hecho de creer que es correcto lo que hacemos no hará que eso sea correcto—Pablo tenía una conciencia tranquila mientras perseguía a los cristianos (Hch. 23:1; 24:16)—pero no podemos ser personas correctas, a menos que creamos que estamos en lo correcto. “Yo sé, pues he sido persuadido por el Señor Jesús, de que nada es inmundo en sí mismo, pero el que piensa que alguna cosa es inmunda, para él es inmunda” (Ro. 14:14). Esto nos muestra que nunca deberíamos hacer lo que creemos que está mal. Cuando hacemos esto, es que estamos motivados por otras razones que no son hacer lo correcto y agradar a Dios. Ese tipo de motivación destruye el carácter y la conciencia, porque lo lleva a uno a hacer aquello que consideramos opuesto la verdad y en conflicto con la voluntad de Dios. Una buena persona no violará su conciencia en ningún asunto. “El propósito de este mandamiento es el amor nacido de un corazón puro, de buena conciencia y de una fe no fingida” (1 Tim. 1:5).

Si debemos respetar nuestra conciencia en todos los asuntos de este tipo, ¿significa esto que la conciencia es un monitor infalible de lo que es correcto? De ningún modo. Ella puede ser retorcida, estar prejuiciada o completamente mal informada. La conciencia es el monitor de nuestro juicio. Cuando seguimos un camino que aprueba nuestra conciencia, simplemente estamos haciendo lo que aprueba nuestro juicio; si hacemos lo que nuestra conciencia nos dice que está mal, entramos en un conflicto con nuestro juicio de lo que es correcto. En esos casos, necesitamos poner nuestro juicio en armonía con la voluntad de Dios, el Nuevo Testamento, y entonces nuestra conciencia nos aprobará cuando actuemos en conformidad con esto, y nos reprenderá cuando no lo hagamos.

Debemos ser sumamente cuidadosos para no extender el principio enseñado por Pablo en 1 Cor. 8, y Ro. 14, más allá de su alcance. En estos capítulos, él trata con el tema de comer carne sacrificada a los ídolos—una acción que no involucraba ningún principio moral ni religioso. Alegar que es correcto involucrarse en la bebida social, en prácticas inmorales, en el uso de narcóticos, y cuestiones similares si uno cree que estas cosas son permisibles, es aplicar erróneamente el principio enseñado, y degradarlo. Estas cosas, y cuestiones semejantes, son esencialmente pecaminosas; está mal involucrarse en ellas sin importar lo que uno crea, porque se oponen a la voluntad de Dios.

Pablo nos enseña en Ro. 14:23 que nos sujetemos a la verdad, en aras de la verdad; debemos, como hijos de Dios, ser fieles a nuestras conciencias, y fieles a Su voluntad; un buen hombre con una mala conciencia es una anomalía. La lealtad a Dios demanda una buena conciencia.

martes, 21 de abril de 2020

PREGUNTA: “Por favor explique Romanos 3:25. ¿Se perdonaron pecados antes de que Cristo muriera en la cruz?”


Por cuanto todos pecaron, y están privados de la gloria de Dios, siendo justificados por su gracia, sin merecimiento alguno, mediante la redención que tienen en Jesús el Mesías; a quien Dios ha propuesto públicamente como sacrificio expiatorio por su sangre a través de la fe, como evidencia de su justicia, a causa de haber pasado por alto, Dios en su paciencia, los pecados pasados, con el propósito de demostrar su justicia en el tiempo presente, a fin de que Él siga siendo justo también cuando declara justo al que es de la fe de Jesús” (Biblia Textual).

Este maravilloso pasaje conecta la profunda pecaminosidad del hombre con la inmensa estatura del plan de redención de Dios para la humanidad. Este pasaje habla de la necesidad que el hombre tiene de un Salvador, de la redención que está en Cristo; de la propiciación que es efectuada a través de Su sangre, de Su justicia y paciencia; y de la justicia mezclada con misericordia característica de Sus tratos con el hombre. Además, aquí se ve la actitud de Dios hacia aquellos que habían pecado antes del Calvario, y la manera en la que trató con los que pecaron en esa condición—un hecho desafortunadamente confuso en la versión Reina Valera de 1960.

La palabra aphesis es la palabra griega usual para “remisión”, y aparece frecuentemente en las Escrituras, particularmente en los escritos de Lucas. Significa ser liberado de algo, dejar ir algo, antiguamente se refería a deudas, y más tarde se vino a utilizar en su aplicación superior de liberar del pecado. Una forma de esta palabra aparece en Hechos 2:38, “Arrepentíos y sea bautizado cada uno de vosotros en el nombre de Jesús el Mesías para perdón de vuestros pecados (eis aphesin hamartioon)”. Aphesis es la palabra usual para “remisión” en las Escrituras. Sin embargo, esta palabra no es la palabra traducida “redención” (RV-60) en este pasaje. La palabra así traducida en este pasaje es el término griego paresin, ¡y no aparece en ninguna otra parte del Nuevo Testamento! Éste no conlleva la idea de liberar o quitar pecados. Thayer lo define como “permitir que pase, pasar por alto, dejar pasar, descuidar, ignorar” los pecados. Los revisadores, reconociendo esta diferencia esencial en los dos términos, no siguieron a los traductores de la Reina-Valera. Tradujeron el término adecuadamente como “pasar por alto”. Así que Dios, simplemente y por un tiempo, “pasó por alto” los pecados de aquellos que murieron en la fe bajo el antiguo orden, sin una completa y final absolución de estos. De manera que no había un perdón absoluto en los pactos anteriores. “Porque la ley, teniendo meramente una sombra de los bienes destinados a venir, no la imagen misma de las cosas, nunca puede perfeccionar a los que se acercan por medio de los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año. De otra manera, ¿no habrían cesado de ser ofrecidos, puesto que los que adoran, una vez purificados, no tendrían ya más conciencia de pecado? Pero en ellos se hace memoria de los pecados cada año, porque es imposible que la sangre de toros y de machos cabríos pueda quitar pecados” (Heb. 10:1-4). Así que, hasta que no muriera Cristo, los ríos de sangre que fluían de los altares judíos nunca habían funcionado para quitar los pecados. Su eficacia se debía únicamente al hecho de que ellos anticipaban el “manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalem, para la purificación”, provisto por el Cordero de Dios.

Además, el viejo orden de “pasar por alto”, de ignorar los pecados había operado tan bien como podía. Dice Thayer en esta párrafo: “Debido a que Dios había pasado por alto los pecados cometidos previamente (a la muerte expiatoria de Cristo)—es decir, los había tolerado, no los había castigado (y así, la concepción del hombre de Su santidad estaba en peligro de debilitarse, si no extinguirse). En la misma línea Trench dice: “Era necesaria, diría San Pablo, una manifestación como señal de la justicia de Dios a causa de la larga omisión, o el pasar por alto los pecados, en su infinita tolerancia, sin la adecuada expresión de su ira contra ellos, durante todos esos largos años que precedieron la venida de Cristo; en cuya manifestación de Dios la justicia encontró lugar, cuando no expuso a otro y no menos que a su propio Hijo para ser el sacrificio propiciatorio por el pecado”.

Por lo tanto, Dios simplemente pasó por alto los pecados de los que eran dignos; esos pecados no fueron perdonados. La palabra utilizada aquí, paresis, indica ignorar temporalmente el pecado, y existe una alusión definida respecto a que aquel cuyos pecados se pasan por alto, durante un tiempo, tiene el privilegio de volver con la demanda original, si así lo desea. Así el pueblo del antiguo pacto se mantuvo en una relación con Dios. Todos ellos habían pecado; Dios misericordiosamente ideó un arreglo mediante el cual ellos pudieran postergar el día de rendir cuentas; pero este arreglo no dejaba de anunciar la promesa de una absolución final y completa. Esto era solamente una anticipación; éste debía su eficacia únicamente a la virtud del hecho de que tipificaba la muerte de Cristo en la cruz. Así que la creencia que declara que Cristo fue el Cordero inmolado desde la fundación del mundo y que Su sacrificio fue efectivo durante el antiguo pacto, no tiene fundamento alguno.

domingo, 19 de abril de 2020

PREGUNTA: “¿Por qué Jesús alaba al mayordomo injusto de Lucas 16:1-8?”


Debemos ser muy cuidadosos para observar lo que se dijo exactamente, en esta parábola, y no suponer cosas que no están en ella. En realidad, la alabanza no la da Jesús, sino el amo (dueño, empleador), del mayordomo, aunque Jesús relacionó y aplicó los detalles. Ni la alabanza ni la aplicación de la lección tienen que ver con el método que utilizó el mayordomo, sino con la sagacidad y la previsión que usó para prepararse para el futuro. Rahab, la ramera, está inscrita en el salón de la fama de la inspiración, no porque ella mintió, sino porque creyó en el triunfo final del plan de Dios, y corrió un grave peligro personal apoyándolo (Jos. 2:1-24; Heb. 11:31). Abraham y Sara, a quienes el relato sagrado adscribe los más altos honores, pecaron gravemente en el tema de Agar, aunque otras acciones suyas evidenciaron su dedicación y devoción a Dios. La mentira de Rahab y la sustitución de Sara, ambas se oponían a los mandamientos explícitos de Jehová, y ninguna de ellas gozó de la aprobación de Dios por estas acciones, sino por otras.

No fue el método manipulado al que recurrió el mayordomo injusto lo que provocó un cumplido, sino su sabia anticipación de la necesidad futura y su preparación para ella, lo que atrajo los buenos comentarios del amo y el uso que nuestro Señor dio al incidente. El punto es simplemente este: el mayordomo injusto planeó para el futuro; en esto, él hizo uso de sabiduría y buen juicio. Los seguidores de Cristo deben ejercitar la misma sagacidad y previsión y prepararse para el mundo venidero. En demostración de que Dios mira con agrado al que se prepara para el futuro y que usan sus oportunidades presentes para incrementar y mejorar sus oportunidades futuras, el Señor dijo: “El que es fiel en lo muy poco, también es fiel en lo mucho, y el que en lo muy poco es infiel, también en lo mucho es infiel. Así que, si en el injusto Mamón no fuisteis fieles, ¿quién os confiará las riquezas verdaderas? Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo vuestro?” (Lc. 16:10-12). El mayordomo injusto manejó los asuntos de su señor de tal manera que incrementaran su bienestar futuro. Nosotros somo administradores de Dios aquí en la tierra. Si no mejoramos nuestras oportunidades mediante el uso adecuado de las cosas de esta vida no tendremos el privilegio de disfrutar de las “verdaderas riquezas” de la vida venidera.


sábado, 18 de abril de 2020

PREGUNTA: “¿Enseña Mateo 18:15-17 que un hermano, que defiende y enseña públicamente una falsa doctrina, debe ser contactado personalmente antes de que sea apropiado y justo refutar sus errores públicamente?”


No.
Es perturbador que ciertos hermanos hoy en día no titubeen para tomar textos fuera de sus contextos, y usarlos sin considerar en lo absoluto el propósito de esas declaraciones, llegando así a conclusiones totalmente ajenas a las originales. Obviamente ese es el caso aquí.

Incluso el examen más casual de Mateo 18:15-17, mostrará que el Señor tenía bajo consideración ofensas de una naturaleza personal, ocasiones donde un hermano ha sufrido algún perjuicio de una clase u otra a manos de otro hermano en la congregación. Éste no hace la más leve referencia a, ni puede aplicarse correctamente a casos donde hermanos apóstatas han propagado una falsa doctrina para el detrimento de la causa de Cristo. “Si tu hermano peca contra ti, ve a solas con él y hazle ver su falta. Si te hace caso, has ganado a tu hermano. Pero, si no, lleva contigo a uno o dos más, para que “todo asunto se resuelva mediante el testimonio de dos o tres testigos”. Si se niega a hacerles caso a ellos, díselo a la iglesia; y, si incluso a la iglesia no le hace caso, trátalo como si fuera un incrédulo o un renegado” (LBLA).

(1) La ofensa involucrada es un “pecado” (amarteesee) de un hermano contra otro hermano. (2) El hermano ofensor debe ser visitado por el ofendido y debe ser reprendido (elegdson auton). Es significativo que la palabra griega aquí no es el término usual para reprender (epitimoo), sino una palabra que significa reprender con propósito, y de una manera que conduzca a la persuasión. (3) Si esto conduce al hermano ofensor al arrepentimiento, se restaura la comunión y se ha “ganado” un hermano. (4) Sin embargo, si el hermano está en rebeldía y no corregirá sus malas obras, se deben llevar “uno o dos” hermanos suponiendo que su intervención hará que éste recapacite. Si este intento también falla, el asunto debe ser llevado ante la iglesia, y considerar este tema públicamente. Y si esto, tampoco influye en el hermano para que confiese y corrija su mal camino, entonces debe ser expulsado de la comunión y ser considerado de allí en adelante como un gentil y publicano. Los paganos y los recaudadores de impuestos eran visto como hombres impíos y corruptos, fuera de la comunión de los santos, y bajo la desaprobación de Dios. Así debía considerarse a este hermano ofensor y rebelde mientras persistiera en esa condición.

Por lo tanto, es obvio que este pasaje es aplicable solamente a aquellos casos, que involucran ofensas personales, donde un hermano ha pecado contra otro hermano. Generalmente, en otras partes del Nuevo Testamento, cuando los hermanos son culpables de otro tipo de pecados, se siguen pasos bastante distintos a estos para tratar con ellos. Por ejemplo, ¿quién podría creer, en serio, que Pablo, el apóstol, debía contactar al hermano incestuoso de 1 Cor. 5:1, antes de escribir sus instrucciones a la iglesia con respecto a las obligaciones que ellos tenían en este asunto? ¿Debemos suponer que él violó las instrucciones de nuestro Señor en Mateo 18:15-17 cuando advirtió a Timoteo de Himeneo y Fileto debido a los errores que estos estaban propagando con respecto a la resurrección (2 Tim. 2:15-18)? Y, ¿qué decir de su reprensión a Figelo y Hermógenes quienes eran responsables de que los hermanos de “Asia” abandonaran a Pablo? ¿Debió conversar con estos erroristas antes de dar a conocer públicamente sus acciones (2 Tim. 1:15)?

Es un grosero malentendido de Mateo 18:15-17 ofrecerlo como una regla de procedimiento para tratar con casos donde se está defendiendo una falsa doctrina que perturba la causa y destruye las almas de los hombres; y quienes hacen esto caen ellos mismos en un grave pecado. La disposición de excusar o proteger a cualquiera que esté enseñando error, hace partícipes a estas personas de esa acción y el Señor los juzgará de esa manera en el día final. La exhortación de Pablo a la iglesia en Roma deja claro el tema para aquellos que verdaderamente respetan a Dios y a su Palabra: “Os ruego, hermanos, que pongáis atención a los que causan disensiones y tropiezos contra la doctrina que vosotros aprendisteis, y apartaos de ellos” (Ro. 16:17, LBT).

PREGUNTA: “¿La ‘adivina de Endor’ realmente llamó a Samuel de entre los muertos, o ella engañó a Saúl con ilusionismo?”


Ninguna de las dos. No obstante, indudablemente Samuel apareció desde el mundo espiritual, y conversó con Saúl en aquella ocasión. Saúl, rey de Israel, fuera de la gracia de Dios y del favor del hombre, habiendo abandonado a Dios y siendo abandonado por Él, busca ayuda en una fuente que antes él había tratado con todo el desprecio: una mujer con “un espíritu familiar”—una bruja. La profundidad de su desesperación se puede notar en el hecho de que por su propia orden muchos de los que practicaban el arte de la brujería y cosas semejantes, habían sido castigados con la muerte, debido a su mala influencia sobre el pueblo; y ahora, al no tener a quién recurrir en la tierra, recuerda al buen Samuel cuya sabiduría él había descartado en vida, ¡y ansiaba un consejo suyo! Y, para obtenerlo, busca ayuda de una bruja. Qué sorprendente ironía hay en esto. El que había expulsado a todos de la tierra, o había provocado que murieran, ahora consulta a uno de ellos para que le brinde la ayuda que ni Dios ni el hombre le podían dar. Además, también hay una fuerte ironía en el hecho de que él anhela una oportunidad más para escuchar las palabras de su amigo y consejero de aquellos días más felices. Cuán frecuentemente vemos esta situación en nuestro día a día. Ciertamente es una de las grandes tragedias de la vida que las palabras de bien y los consejos muchos las valoran cuando ya no está disponible.

La mujer hizo su encantamiento usual, lo común en esas sesiones, y Samuel apareció. Que esa fue una aparición real y no una aparición lograda con ilusionismo por la mujer, es claro por el hecho de que ella no esperaba que apareciera Samuel y, por consiguiente, no estaba preparada en lo absoluto para ese suceso. ¡Es claro en la narrativa que Saúl tenía más fe en la capacidad de ella para invocar a Samuel, que ella misma! Samuel realmente apareció; esta aparición no se dio ni por los poderes de la mujer, ni por la agencia de Satanás; fue una aparición real con el propósito de reprender tanto a la mujer como a Saúl.

La prueba positiva e irresistible del milagro, porque eso fue, se ve en el mensaje que Samuel entregó a Saúl en esa ocasión: “Además YHVH entregará a Israel contigo en manos de los filisteos, y mañana tú y tus hijos estaréis conmigo” 1 Samuel 28:19). Adicional al anuncio del final del reino de Saúl, Samuel hizo dos predicciones: (1) los filisteos triunfarían en batalla contra Israel; (2) Saúl y sus hijos morirían al día siguiente de esa entrevista. Estos detalles ni la mujer, ni Satanás ni sus agentes los podían saber y, por lo tanto, debieron darse por inspiración. Así que Samuel realmente vino ante Saúl, no por brujería, sino por intervención divina y, por ende, el relato puede considerarse como una descripción auténtica de lo que aconteció ese día.

viernes, 17 de abril de 2020

PREGUNTA: “Dios le dijo a Moisés: ‘Pero yo endureceré el corazón de Faraón para multiplicar mis señales y mis prodigios en la tierra de Egipto’ (Éx. 7:3). ¿Por qué Dios hizo esto? Y en vista de esto, ¿por qué Dios instruye a Moisés a exigir que faraón liberara a los hijos de Israel de la esclavitud si Él había endurecido el corazón del rey en contra de esto? Se dice en Éx. 8:15 que faraón endureció su propio corazón. Si Dios lo hizo, ¿por qué dice que faraón lo había hecho? Por favor, armonice estas declaraciones”.


La verdad, cualquier verdad, toda verdad, siendo parte de un todo armonioso, nunca está en conflicto consigo misma. Así que, cuando nos confronta un caso donde pareciera existir un choque entre la verdad y la justicia, no es más que simple justicia concluir que la dificultad sólo aparenta serlo y que esta se puede resolver por medio de un estudio cuidadoso de los términos utilizados y de las circunstancias involucradas en el tema en cuestión. En vista del hecho que la enseñanza uniforme de las Escrituras conduce a la conclusión de que Dios nunca motivaría a una persona a violar su enseñanza y luego castigarla por hacerlo, se debe seguir que hay una explicación que es consistente con los tratos de Dios con el hombre, y que al mismo tiempo exhibe la veracidad de la declaración hecha.

Moisés, el agente de Jehová, fue enviado ante el faraón con la demanda de que al pueblo de Israel se le permitiera abandonar la tierra de Egipto e ir al desierto a adorar al Señor. Se proveyó de amplia evidencia al monarca de la autenticidad de la misión de Moisés, y del ejercicio del poder de Dios que lo respaldaba. Esto debió ablandar el corazón del rey ya que estas cosas mostraban claramente ante él cuál era la voluntad de Dios en el asunto. Debería recordarse que faraón endureció su corazón después contempló las manifestaciones divinas de la desaprobación de Dios; y, cuando las plagas fueron suspendidas por un tiempo, él aún exhibía un corazón endurecido. Esta suspensión no influyó en él y aún se rehusaba a cumplir la voluntad de Dios y dejar ir al pueblo esclavizado. Así endureció faraón su propio corazón contra el deseo de Jehová.

Pero, ¿por qué se dice que Dios endureció el corazón de faraón? No es raro, en las Escrituras, que se diga que Dios hace algo porque lo permite o porque deja que otros lo hagan. En una ocasión cuando el pueblo de Israel se apartó de Él para volverse a las deidades idólatras de las naciones que la rodeaban, Dios dijo que les dio el deseo de su corazón—“estatutos que no eran buenos” y “decretos por los cuales no podrían vivir” (Eze. 20:25). Él les permitió tener las consecuencias naturales de sus demandas.

La conjugación de los verbos Hif’il en hebreo generalmente significa permitir o acceder como también causar, de modo que todo lo que significa es que Dios permitió que el rey asumiera una disposición de mantener su naturaleza y voluntad obstinada. La demanda que Dios hizo al monarca le condujo a la dureza de corazón que éste exhibió; y, aunque Dios puso en movimiento los eventos que condujeron a esta situación, la culpa era completamente de faraón.  

jueves, 16 de abril de 2020

1 Juan 2:18—¿Quién es el anticristo?


El dispensacionalismo, que actualmente es la forma más popular de premilenialismo, tiene mucho que decir sobre "el Anticristo". Según estos teólogos, el Anticristo es un hombre, que ahora vive, y que pronto ascenderá a la posición de un dictador mundial.

En su libro, The Late Great Planet Earth, Hal Lindsey afirma que el Anticristo llegará al poder justo antes del regreso de Cristo (1970, 140), lo que, afirma, ocurrirá durante esta generación (133).

Este punto de vista no encuentra absolutamente ningún apoyo en la Biblia. El término antikristos se encuentra cinco veces en cuatro pasajes del Nuevo Testamento, todos en las epístolas de Juan (1 Juan 2:18, 22; 4:3; 2 Juan 7). Es bastante significativo que Lindsey, aunque dedique un capítulo entero al Anticristo, nunca alude a estos versículos (87-102). La razón es obvia; la información bíblica sobre este tema no está en armonía con su teoría fantasiosa.

Considere los siguientes factores:

Primero, no hay una persona específica denominada "el anticristo" en el Nuevo Testamento. Más bien, Juan declara que han surgido "muchos anticristos" (1 Juan 2:18; 2 Juan 7).

En segundo lugar, la Biblia no afirma que un anticristo misterioso sea un personaje siniestro que aparecerá a fines del siglo XX. Hubo muchos anticristos en el primer siglo. "También ahora", afirma el apóstol, "han surgido muchos anticristos" (1 Juan 2:18; 4:3).

Un análisis cuidadoso de las referencias de Juan al "anticristo" revela que el término es una designación general empleada para señalar un espíritu de incredulidad que puede manifestarse de varias maneras, tanto en el pasado como en el presente.

Por lo tanto, en 1 Juan 2:18, subraye el término "anticristo", y en su nota de margen: Ver v. 22; 4:3; 2 Juan 7. Una disposición general de incredulidad; no es una persona específica.

viernes, 3 de abril de 2020

¿Quién era El Buen Samaritano?


Una de las formas de instrucción más populares de Cristo fue la "parábola", una historia real diseñada para ilustrar conceptos espirituales importantes. Quizás los dos más reconocibles de estos veintinueve depósitos de instrucción del Nuevo Testamento son las parábolas del Hijo Pródigo y la del Buen Samaritano. En esta ocasion, reflexionaremos sobre la narrativa samaritana (Lucas 10: 25-37).

El abogado interrogador

El trasfondo comienza con un episodio en aquellos días en que el Señor había comenzado a dirigirse hacia Jerusalén y su destino con el Calvario (comp. Lc. 9:51). Durante una de las sesiones del Salvador con los setenta y dos discípulos que habían estado en una misión de enseñanza, un "abogado", que obviamente había estado escuchando (comp. Lc. 10:23), se puso de pie para “tentarlo” (Lucas 10:25).

El abogado no era un especialista en derecho civil, como podríamos pensar de un abogado, sino que tenía conocimientos de derecho hebreo, frecuentemente se le designaba como "escriba", es decir, uno que copió los manuscritos del Antiguo Testamento (comp. Mt. 22:35; Mr. 12:28). Así que este era un estudioso de la literatura judía.

La expresión "tentarlo" podría o no denotar una disposición malévola (comp Mt. 22:35; Mr. 12:34). Sin embargo, el versículo 29 no deja al abogado ante la luz más favorable. No obstante, hizo la pregunta.

"Maestro, ¿qué haré para heredar la vida eterna?" (Lucas 10:25).

La investigación en sí revela que el caballero tenía alguna idea sobre el asunto de la salvación.

Quizás empleó el término "maestro" simplemente para mostrar respeto. Por otro lado, puede haber reconocido la habilidad del Señor como instructor de información sagrada. Se dio cuenta de que hay algo que "hacer" para obtener la salvación. Él entendió que la "vida" está asociada con una "herencia", que implica una relación padre-hijo. Y abrazó la proposición de que la "vida" (es decir, la unión con Dios) resulta en una relación eterna. Estaba mucho más informado que numerosos clérigos de nuestra época.

La respuesta inicial de Cristo

Cristo respondió con dos preguntas:

¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lo lees?" (Lucas 10:26).

Hay dos puntos muy importantes aquí.

Primero, Jesús indicó claramente que la vida eterna está conectada con "lo que está escrito". El Hijo de Dios le dio un gran valor al testimonio y la autoridad de las Escrituras.

En segundo lugar, afirmó que hay una forma correcta de leer (o interpretar) la palabra sagrada. Existen procedimientos adecuados para interpretar la Biblia. Esta es la ciencia de la hermenéutica sagrada. Miles pueden citar pasajes que han memorizado, sin tener la más remota idea de cómo manejar correctamente las Escrituras (2 Tim. 2:15; comp. 2 Cor. 4:2).

El abogado respondió correctamente. Uno debe amar a Dios como su Señor, y con su corazón (apasionadamente), alma (con vigor de vida), fuerza (esfuerzo sincero) y mente (compromiso intelectual) (Lucas 10:27). Esto resume la responsabilidad vertical de alguien hacia su Creador (comp. Ecl. 12:13).

Además, uno debe amar a su prójimo como a sí mismo. Esto sugiere una obligación horizontal - el amor para todas las criaturas hechas a imagen de Dios (Génesis 9:6). Además, existe la afirmación implícita de que existe una forma adecuada de "amor propio", es decir, un reconocimiento de que uno es la descendencia de Dios y, por lo tanto, debe valorarse y cuidarse a esa luz, con miras a eternidad.
El Señor dijo que el hombre había respondido correctamente, y agregó:

"Haz esto, y vivirás."

En el Nuevo Testamento griego hay un contraste interesante entre el verbo "hacer" del versículo 25, en la pregunta del abogado, y el término "hacer" en la respuesta de Cristo (Lucas 10:28). El primer "hacer" está en forma de aoristo, lo que sugiere un acto solitario de obediencia mediante el cual se puede asegurar la vida eterna. Así, uno habría terminado con su obligación religiosa.

La segunda forma del verbo está en tiempo presente, lo que indica que la obediencia debe ser sostenida, es decir, "practicada" como una forma de vida. (Plummer, 284-285). Esto ciertamente niega la teoría de que una vez que uno ha "creído", tiene "vida" eternamente y nunca puede perderla.

La réplica del abogado

El siguiente verso arroja luz sobre el nivel de espiritualidad del abogado.

"Deseando justificarse a sí mismo", preguntó, "¿Y quién es mi prójimo?" (Lucas 10:29).

¡Esta no fue una solicitud genuina de información espiritual! Sin embargo, brindó una oportunidad para que el Maestro de maestros presentara una parábola que le permitiría al abogado analizar su propia actitud (si era lo suficientemente honesto como para hacerlo) y tal vez llegar a una mejor comprensión de las expectativas de su Creador respecto a las actitudes sociales adecuadas.

Hay que recordar que uno de los propósitos detrás de las parábolas de Jesús era solicitar un acuerdo sobre ciertas verdades antes de que el alumno reconociera una aplicación para sí mismo (comp. Mt. 21:33-46).

Para los judíos, ni los gentiles ni los samaritanos serían vistos como "prójimo". Los fariseos incluso desdeñaron a los hebreos que no pertenecían a su secta. El término prójimo abarcaba un círculo muy estrecho entre muchos en esos días.

La escena del crimen

La escena de la historia se desarrolla a lo largo de ese camino accidentado y peligroso que conecta Jerusalén y Jericó. La distancia es de veintisiete kilómetros, y el descenso desde el monte de Los Olivos hacia la comunidad sacerdotal de Jericó tenía cerca de 4,000 pies (las cifras varían según los diferentes escritores). En condiciones ideales, tomaría unas seis horas recorrer la distancia entre las ciudades; más tiempo si se hacían paradas de descanso.

El viaje en esta área era tan peligroso que se aconsejaba a los ciudadanos que no hicieran el viaje solos. J. W. McGarvey y sus compañeros recorrieron este camino a caballo en 1879, y notaron que a lo largo de este precipitado sendero había varias áreas donde los ladrones podían esconderse, asaltar a víctimas desprevenidas y escapar rápidamente (468).

En la ilustración del Señor, un hebreo se dirigía por este camino cuando fue asaltado por ladrones. La palabra sugiere alguien que no solo es un ladrón sino un sinvergüenza que está dispuesto a hacer daño corporal. Los villanos despojaron al desafortunado hombre, lo golpearon y lo dejaron medio muerto. De la información posterior nos enteramos de que tenía múltiples heridas que requerirían atención, con varias semanas de recuperación.

Los religionistas superficiales

Cuando la víctima hebrea yacía en el camino en su terrible condición, un sacerdote judío vino por allí, bajando a Jericó. Es importante tener en cuenta la dirección de su viaje. Algunos escritores liberales han intentado disculpar su falta de compasión con el pretexto de que se dirigía a Jerusalén para los deberes sacerdotales, por lo tanto, se justificaba por no retrasarse con esta delicada situación. ¡Esta crítica en realidad está dirigida a Jesús! ¡La referencia que bajaba por allí (es decir, venía de Jerusalén) disuelve esa objeción!

El sacerdote era descendiente de Aarón. Como sacerdote, era maestro de la ley, realizó ciertos rituales de limpieza y presidió algunos asuntos legales (Lev. 10:10-11; Lev. 13-15; Núm. 5:11-21). Este hombre debería haber sido un modelo de verdadera espiritualidad. Sin embargo, cuando vio a la desafortunada víctima, pasó por el otro lado de la carretera y se alejó rápidamente.

En ese momento, un levita se encontró con la misma escena sangrienta. Originalmente los levitas se distinguían de los sacerdotes (Núm. 16:1-33). Eran una clase subsidiaria, que servía a los sacerdotes para realizar diversas tareas, por ejemplo, cuidar el transporte y la instalación del tabernáculo (comp. Números 4) en el período anterior al templo.

Nuevamente, como con los sacerdotes, los levitas deberían haber sido un ejemplo prístino de benevolencia. ¡Pero, este no lo fue! De igual manera, "pasó por otro lado". Ambos hombres estaban tan ocupados con los deberes de la ceremonia, tal vez abrumados por el miedo, que no tomaron en cuenta el valor de un prójimo creado a imagen de Dios (comp. Oseas 6:6; Mt. 12:9-13).

El valiente samaritano

Curiosamente, el héroe de la narrativa es un samaritano.

La identidad de los samaritanos es un tema de controversia. Algunos alegan que eran gentiles paganos, traídos a la tierra después de las invasiones asirias al reino del norte de Israel en el siglo VIII a. C. Otros sugieren que eran renegados israelitas, un remanente que quedó en Palestina después de las deportaciones asirias y babilónicas. Sin embargo, estas no son las identificaciones más probables, ya que los samaritanos se distinguen tanto de la "casa de Israel" como de los gentiles en la comisión limitada del Señor (Mt. 10:5-6).

La explicación probable es que eran un grupo mestizo, una mezcla híbrida de judíos y gentiles que se desarrolló en los períodos posteriores al cautiverio de la historia del Antiguo Testamento.

Sin embargo, uno no está está preparado para apreciar esta parábola, sin comprender el rencor entre estos pueblos.

La hostilidad entre judíos y samaritanos está ampliamente ilustrada por varios eventos en el ministerio de Cristo. Cuando Jesús entabló conversación con una mujer samaritana pecadora porque valoraba su alma, Juan comenta que normalmente, "los judíos no tienen trato con los samaritanos" (Jn. 4:9). Posteriormente, Cristo pasó dos días con estas personas, y muchos llegaron a creer en Él (Jn. 4:39-42).

Los líderes judíos, lanzando un insulto hacia el Hijo de Dios, dijeron: "Eres un samaritano" (Jn. 8:48). Mientras el Señor se dirigía hacia su destino redentor en Jerusalén, ingresó a una comunidad samaritana donde buscaba alojamiento. Pero su necesidad fue rechazada (Lucas 9:53). La intención de Jacobo y Juan de invocar fuego del cielo para consumir a estas personas también reflejaba una disposición de larga data.

Un dicho rabínico era: "Que nunca ponga los ojos en un samaritano" (Edersheim, 1.401). Josefo menciona que, en una ocasión durante la administración de Herodes, cuando los judíos celebraban la Pascua, algunos samaritanos entraron a la ciudad y a la medianoche dispersaron restos humanos muertos en los recintos del Templo, contaminándolo (Antigüedades, 18.2.2).

El papel del prójimo samaritano como héroe en esta parábola es, por lo tanto, verdaderamente notable y es un comentario sobre la singularidad de la enseñanza de Jesús.

Impresionante benevolencia

La disposición y la acción posterior de este samaritano caritativo es sugerente. Cuando esta alma benevolente se encontró con la víctima ensangrentada, fue "movido a compasión" (Lucas 10:33).

El término griego detrás de esta expresión es interesante. La palabra original denotaba los órganos viscerales (entrañas). Así como podríamos hablar de un "dolor de corazón" al expresar angustia emocional, los antiguos describirían el trauma emocional como "movido en las profundidades de mis entrañas" (Spicq, 3.273ss). El término se usa para expresar los sentimientos del Salvador por varias almas desafortunadas que encontró (Mt. 9:36; 15:32; 20:34), y refleja la compasión amorosa que Dios tiene por los perdidos (Mt. 18:27; Lucas 15:20).

Así, en este contexto, la palabra sugiere que el Samaritano fue capturado con una oleada de dolor por esta alma miserable que yacía medio muerta. Él era una persona sensible.

Cinco verbos en Lucas 10:34 describen la acción que tomó el samaritano al cuidar al judío gravemente herido. El registro de estas palabras debe haber sido significativa para Lucas, el "médico amado" (Col. 4:14).

Él "ató", es decir, vendó las "heridas" del hombre (tenga en cuenta el plural), "vertiendo" (el tiempo presente representa el flujo) aceite y vino. El aceite de oliva (muy probablemente) calmaría la herida (comp. Is. 1:6) y el vino (en el que se había producido la fermentación) serviría como antiséptico.

Con frecuencia los dos se mezclaban con fines de medicación (Plummer, 288). Hipócrates, el "padre de la medicina", dio esta receta: "Ate con lana suave y espolvoree con vino y aceite" (Robertson, 2.153). Cuán maravillosamente preciso es el registro bíblico.

Él "colocó" al hombre herido en su propio animal. La palabra "bestia" es genérica y sugiere un animal domesticado utilizado para empacar mercancías o para montar (comp. Hechos 23:24). Probablemente este último en este caso. Finalmente, el amable extraño "trajo" al hebreo herido a una posada.

El término griego para posada significa "todos los que reciben". Tradicionalmente, estos eran espaciosos edificios cuadrangulares de dos pisos con un patio cerrado (que contenía un pozo en el centro) y una puerta fuerte para mantener a los ladrones afuera. Los invitados se quedarían arriba o abajo con animales alojados en puestos fuera del patio. Se pueden vender alimentos y suministros. Vincent (182) describió las antiguas ruinas de dos de estos alojamientos en la carretera de Jericó. Un paso de montaña en este camino aún hoy se llama el "Ascenso de Sangre" como resultado de los violentos robos que han ocurrido allí. El área está vigilada incluso en tiempos modernos (Báez-Camargo, 221).

En la posada, el amable samaritano "cuidó" al judío peligrosamente herido. El término griego es tierno, "usado especialmente para el cuidado y la devoción mostrados por los padres y las enfermeras a los niños" (Spicq, 2.50). Aparentemente lo vigiló durante toda la noche, porque reanuda su viaje temprano al día siguiente (así lo sugiere el original).

Antes de partir, toma dos denarios de su bolsa de dinero para pagar el alojamiento adicional (Lucas 10:35). Esto era el equivalente a dos días de salario para un trabajador (comp. Mt. 20:2). El lector moderno puede calcular lo que serían dos días de salarios para él o ella. El costo de una habitación en esos tiempos era aproximadamente 1/12 de un denario (Jeremias, 1950). Por lo tanto, el samaritano proporcionó un poco más de tres semanas de alojamiento. En una habitación de precio moderado hoy, eso sería el equivalente a más de $735. La generosidad del samaritano anónimo de esta parábola es asombrosa.

Más allá de esto, está el curioso encargo del samaritano al dueño de la posada.

Cuídalo, y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese”.

No podemos resistirnos a plantear estas preguntas:

  1. ¿Cómo sabía el samaritano que podía confiar en el dueño de la posada con los fondos que le dejaba?
  2. ¿Cómo estaría seguro el dueño de la posada de que, si los cargos posteriores fueran más allá de los dos denarios, el samaritano cumpliría su promesa?
  3. ¿Se conocían los dos de tiempos pasados?
  4. ¿O el dueño de la posada estaba tan impresionado con la compasión y el cuidado de este hombre que era conocido por ser un enemigo natural de su víctima hebrea, que él mismo fue "movido a compasión" para satisfacer la solicitud?
¡Estas son posibilidades emocionantes que despiertan la imaginación!

Un maestro hábil

Los estudiosos que han hecho un análisis especial sobre el asunto han notado cuán hábil era el Señor Jesús para guiar a las personas a la verdad mediante el uso de preguntas "principales". Un escritor ha catalogado 225 preguntas diferentes que el Salvador empleó durante su ministerio (Zuck, 235-276). Otros sienten que hubo aún más. La narración bajo consideración en este estudio proporciona un excelente ejemplo del uso hábil del Señor de este método de instrucción.

Recordemos brevemente cómo se inició este intercambio. De una forma u otra, un abogado (un experto hebreo en derecho religioso) "se puso de pie y tentó" a Cristo (Lucas 10:25).

Primero, por decir lo menos, hay un motivo cuestionable en el interrogatorio del erudito. Segundo, su intento de evitar la responsabilidad personal por sus acciones (Lucas 10:29), lo convirtió en un candidato ideal para una pregunta inquisitiva del Maestro de maestros. Jesús entonces preguntó:

"¿Cuál de los tres [sacerdote, levita o samaritano] demostró [se le reconoce como] ser el prójimo [uno que es amable, servicial, etc.] de la víctima del robo?" (Lucas 10:36).

¡La pregunta era una prueba de opción múltiple, y la respuesta no fue difícil!

El escriba respondió:

"El que mostró compasión".

Robertson dice que tragó saliva al decir la palabra "samaritano", ¡prefiriendo la expresión más distante y genérica, "el que"! Aun así, al menos alcanzó una conclusión lógica y la expresó.

Pero Cristo aún no había terminado. Se dirigió a su retador:

Ve y haz tú lo mismo.” (Lucas 10:37).

Hay un par de puntos importantes restantes.

  1. Hay énfasis en el pronombre "tú". Esta no es una recomendación abstracta. Es un encargo personal.
  2. Ambos verbos, "ir" y "hacer" son formas imperativas presentes. Son mandamientos que requieren una acción consistente.
Si podemos tener la licencia para parafrasear: "¡Empieza a practicar esto, como un deber de por vida!" (comp. Geldenhuys, 314).

Tres reglas de las relaciones humanas

Hay un punto final que me gustaría hacer. T. B. Larimore (1843-1929) fue uno de los predicadores elocuentes de la segunda generación de predicadores estadounidenses de la "restauración". En 1949, B. C. Goodpasture, entonces editor de Gospel Advocate, publicó un volumen titulado Cartas y sermones de T. B. Larimore. Uno de los maravillosos sermones en este libro se titulaba, "La regla de hierro, plata y oro". En su lección, Larimore utilizó la parábola del buen samaritano para ilustrar tres "reglas" de la actividad social que prevalecen en las relaciones humanas.

La regla de hierro es la filosofía que "el poder hace lo correcto". Esta era la práctica de los ladrones. ¡Toma de los demás lo que quieras! (comp. Hab. 1:11b). La regla de plata es esencialmente esta: “no hagas daño a los demás, pero cuida principalmente tus propios intereses. La difícil situación de los demás no puede ser motivo de preocupación ". Esta era la práctica del sacerdote y del levita.

La regla de oro era simplemente esto: "Trata a los demás como te gustaría que te trataran" (comp. Mt. 7:12). Esta era la disposición del samaritano. Puso a un adversario natural herido por encima de su propia seguridad y de su interés financiero.

Esta parábola ha hecho eco de su compasión y responsabilidad durante los últimos veinte siglos. Nos ha emocionado y desafiado. Estamos humildemente agradecidos con nuestro Señor Jesucristo por su instrucción que cambia la vida. ¡Nadie ha podido rivalizar con Él!