jueves, 28 de mayo de 2020

PREGUNTA: “¿Enseña 1 Timoteo 2:11-15 que la crianza de hijos es una condición para la salvación de la mujer?”


No.

Las mujeres tienen prohibido enseñar o tener dominio "sobre el hombre". La razón asignada por la inspiración para esta prohibición es: "Porque Adán fue creado primero, después Eva. Y Adán no fue el engañado, sino que la mujer, siendo engañada completamente, cayó en transgresión. Pero se salvará engendrando hijos, si permanece en fe, amor y santidad, con modestia". Como consecuencia del engaño que Eva sufrió de parte de la serpiente y como castigo por ello se le dijo: "con dolor darás a luz los hijos" (Génesis 3:16), y esta carga ha sido soportada por las mujeres desde ese momento hasta ahora. A pesar de la participación de la mujer en la caída, "se salvará engendrando hijos, si permanece[n] (las mujeres, en general) en fe, amor y santidad, con modestia”.

Se han ofrecido varias explicaciones: (1) Eva, aunque fue engañada, y aunque no se le permitía enseñar sin restricciones, se salvaría por ser la madre de todos los vivientes y, por lo tanto, la madre de Cristo, el Salvador. Sin embargo, esta es una interpretación forzada y que no tiene apoyo en el pasaje. La conclusión que sigue es cierta. (2) Ella será salvada del peligro de la maternidad. Esto aplicaría el pasaje exclusivamente a Eva; mientras que se verá que la aplicación se extiende a todas las mujeres. (3) Ella será salva al tener hijos. Esto haría de la capacidad física de tener hijos una condición previa a la salvación, excluyendo así muchas mujeres de la posibilidad de ir al cielo. Tal punto de vista es obviamente falso. (4) Ella será salvada al cumplir su función, que es la maternidad. Pero, este punto de vista haría que la misión de la mujer en la vida únicamente fuera engendrar hijos, una conclusión que también es obviamente falsa.

El cambio en el número de los pronombres, de singular a plural, en el pasaje, es significativo y arroja luz sobre el significado. "Ella (la mujer) se salvará… si ellas (mujeres en general) permanecen en la fe…" Así que, el significado parecería ser: Eva, representante de la mujer, fue engañada en la transgresión y por eso su sexo tiene restricciones en la enseñanza; esto, sin embargo, no impedirá que las mujeres sean salvas siempre y cuando practiquen los preceptos de fe, amor y modestia, es decir, ¡si viven la vida cristiana!

PREGUNTA: “¿Qué sucedió con todos los discípulos de Juan el bautista después de que el bautismo de Cristo entró en vigencia?”


Simplemente se convirtieron en discípulos de Jesús y fueron automáticamente considerados como parte del único cuerpo: la iglesia. Es absurdo suponer que todos aquellos que cumplieron con el bautismo de Juan antes de la dispensación cristiana estaban obligados a ser "rebautizados" para recibir el perdón de pecados El bautismo de Juan era un bautismo de arrepentimiento "para (con el fin de) el perdón de los pecados”. (Marcos 1:4; Lucas 3:3.) El único bautismo que los apóstoles tuvieron fue el bautismo de Juan. Juan fue el heraldo, el precursor del Mesías; era su obra preparar a la gente para la venida del Señor y esta obra preparatoria consistía (entre otras cosas) en el bautismo para el perdón de pecados. Asumir lo contrario es concluir ¡que los apóstoles estaban en pecado en el día de Pentecostés! Además, el historiador sagrado afirma que aquellos que respondieron a la orden de Pedro de arrepentirse y bautizarse para el perdón de los pecados fueron añadidos por el Señor "a la iglesia" (Reina-Valera de 1960), "al número de ellos" (La Biblia de las Américas). Uno no agrega algo a nada; se deduce, por lo tanto, que el cuerpo de discípulos que se convirtió en el núcleo de la iglesia del Nuevo Testamento en el día de Pentecostés se componía de los discípulos de Juan más los que habían hecho el Señor y los apóstoles antes del día de Pentecostés. Estos formaron la iglesia del Nuevo Testamento cuando el Espíritu Santo vino en ese memorable día de Pentecostés. En pocas palabras, la iglesia comenzó a existir a las 9 a.m. del domingo, del primer día de Pentecostés después de la resurrección de Cristo. Los doce que fueron bautizados otra vez por Pablo en Éfeso (Hechos 19:1 y sig.), eran personas que habían sido bautizadas "en el bautismo de Juan" después de la inauguración de la nueva institución y cuando solo el bautismo de la gran comisión era el bautismo válido. Todos los que fueron bautizados antes de la cruz cuando solo el bautismo de Juan estaba en vigencia tenía un bautismo aceptable ante Dios y no fueron “rebautizados”.

PREGUNTA: “Pablo prohibió asociarse fraternalmente con alguien que ha sido expulsado de la comunión. “Con el tal ni aun comáis” (1 Corintios 5:11). ¿Qué debe hacer una hermana fiel cuando su esposo es expulsado de la comunión?


Parece claro que Pablo no aludía a una relación que involucrara a marido y mujer en el pasaje citado. Las leyes de Dios nunca están en conflicto; toda verdad es armoniosa consigo misma, y ​​los principios bajo los que Dios ordena que vivamos nunca son contradictorios. Las esposas tienen deberes para con sus esposos, sean cristianos o no, y estos deberes armonizan también con sus obligaciones como cristianas. Las relaciones matrimoniales fueron diseñadas por Dios para tener prioridad sobre todas las demás relaciones; cualquier situación que surja más tarde debe entenderse a la luz de este hecho. La esposa cristiana debería continuar viviendo con su esposo y usar su influencia para conducirlo al arrepentimiento. 1 Pedro 3:1, aunque no es directamente aplicable a este asunto, no obstante, establece el principio involucrado.

PREGUNTA: “¿Se habrá bautizado Juan el Bautista?”


La Biblia no lo dice. Por lo tanto, no contamos con información respecto al asunto. Si no fue bautizado, es porque simplemente no era parte de la voluntad y del plan de Dios que él se bautizara. En vista del hecho que se declara específicamente que el bautismo es parte del plan de Dios para salvar hoy (Marcos 16:15, 16); que es "para (con el fin de obtener) el perdón de los pecados" (Hechos 2:38); y que es el acto consumador del plan de salvación (1 Pedro 3:21), es un hecho que hoy no se puede ignorar este mandamiento impunemente. Si Juan mismo fue bautizado no afecta en nada el hecho de que él enseñó a otros a bautizarse, y que aquellos que se negaron a hacerlo estaban en desobediencia a Dios al no hacerlo. Juan predicó el bautismo para el perdón de los pecados (Marcos 1:4; Lucas 3:3), porque Dios así lo ordenó; y rechazar este acto era repudiar a Aquel que lo ordenó: el Señor mismo. La gente y los publicanos, cuando escucharon a Juan predicar el bautismo para el perdón de los pecados, "reconocieron la justicia de Dios, siendo bautizados con el bautismo de Juan. Pero los fariseos y los intérpretes de la ley rechazaron los propósitos de Dios para con ellos, al no ser bautizados por Juan" (Lucas 7:29,30). Si esos judíos que rechazaron el consejo de Dios al negarse a someterse al bautismo que Juan predicó, estaban en rebelión ante Dios por esto, ¡cuánta más culpa tendrán aquellos que consideran poco importante y se niegan a cumplir con el bautismo que Cristo mandó! (1 Juan 2:4).

PREGUNTA: “¿Se habrá bautizado Juan el Bautista?”


La Biblia no lo dice. Por lo tanto, no contamos con información respecto al asunto. Si no fue bautizado, es porque simplemente no era parte de la voluntad y del plan de Dios que él se bautizara. En vista del hecho que se declara específicamente que el bautismo es parte del plan de Dios para salvar hoy (Marcos 16:15, 16); que es "para (con el fin de obtener) el perdón de los pecados" (Hechos 2:38); y que es el acto consumador del plan de salvación (1 Pedro 3:21), es un hecho que hoy no se puede ignorar este mandamiento impunemente. Si Juan mismo fue bautizado no afecta en nada el hecho de que él enseñó a otros a bautizarse, y que aquellos que se negaron a hacerlo estaban en desobediencia a Dios al no hacerlo. Juan predicó el bautismo para el perdón de los pecados (Marcos 1:4; Lucas 3:3), porque Dios así lo ordenó; y rechazar este acto era repudiar a Aquel que lo ordenó: el Señor mismo. La gente y los publicanos, cuando escucharon a Juan predicar el bautismo para el perdón de los pecados, "reconocieron la justicia de Dios, siendo bautizados con el bautismo de Juan. Pero los fariseos y los intérpretes de la ley rechazaron los propósitos de Dios para con ellos, al no ser bautizados por Juan" (Lucas 7:29,30). Si esos judíos que rechazaron el consejo de Dios al negarse a someterse al bautismo que Juan predicó, estaban en rebelión ante Dios por esto, ¡cuánta más culpa tendrán aquellos que consideran poco importante y se niegan a cumplir con el bautismo que Cristo mandó! (1 Juan 2:4).

PREGUNTA: “¿Es una violación de la enseñanza del Nuevo Testamento cantar cánticos religiosos con el acompañamiento de instrumentos de música en otros momentos y lugares que no sean los de la adoración como, por ejemplo, en los hogares privados, en las bodas y en los predios de un centro de estudios?”


Creo firmemente que es así. En mi opinión, la probabilidad de que Dios esté gravemente disgustado con la acción de aquellos que hacen esto es muy grande. Lamento profundamente que nuestros hermanos, ocasionalmente, provean a los enemigos de la verdad con municiones para dispararnos en nuestras batallas con los innovadores, cuando defendemos una fe pura y una práctica impecable. Un folleto escrito por un predicador de la Iglesia Cristiana, en defensa del uso de música instrumental en la adoración, contiene la siguiente declaración: "Mientras debatía con ____________________ en ______________________, él dijo que estaba bien cantar canciones cristianas con el piano en casa si se hacía como un pasatiempo. ¡Oh, pero qué hipócrita sería eso! Sólo piense en eso, usted cantaría "Oh qué amigo nos es Cristo" solo por pasatiempo O "Te alabamos oh Dios", como un pasatiempo… Recientemente la iglesia de Cristo anti-instrumentos en _______________________ llevo a cabo una convención de cantos. No usarían el piano para el servicio de la mañana porque no lo usan en el servicio de adoración, pero llevaron un piano para el resto del día el cual sí lo usaron para cantar en la convención de cantos. Después de que terminó el servicio de alabanzas, lo sacaron de nuevo. ¿Esto es consistencia?"

No, no lo es; y no estoy levantando un informe acerca de estos hermanos, ni trataré de buscar justificaciones o excusas para su práctica. Frecuentemente me encuentro con esta acusación en los debates. Los que hacen esto pueden intentar justificarse; yo no puedo justificarlos, y, por lo tanto, no lo intentaré. Es mi posición que está mal en cualquier momento, en cualquier lugar y bajo cualquier circunstancia, tratar de adorar a Dios con una canción con acompañamiento de instrumentos mecánicos de música. El tercer mandamiento del Decálogo prohibía tomar e nombre del Señor en vano: "No tomarás el nombre del Señor tu Dios en vano, porque el Señor no tendrá por inocente al que tome su nombre en vano" (Ex. 20:7). La frase "en vano" traduce un término hebreo que denota lo que se hace de manera superficial y frívola, sin la debida consideración o atención a la naturaleza sagrada de las cosas o personas. Aquellos que pronuncian los nombres de Dios y de Cristo, y hablan (cantan) de temas sagrados como los que están involucrados en nuestras canciones de alabanza como si fueran “un pasatiempo", violan, en principio, el mandamiento anterior, y son culpables de blasfemia. No puedo escapar de la convicción de que al cantar canciones religiosas con el acompañamiento de instrumentos musicales como "pasatiempo", limita peligrosamente con lo prohibido en el tercer mandamiento. El hecho de que una melodía acompañe a las palabras no hace que cambie el principio ni que mitigue la seriedad del acto.

El esfuerzo, que se hace a veces, de establecer un paralelo entre el canto y el uso del jugo de uvas cuando no se usa en la Cena del Señor falla por completo porque carece de relevancia. Es cierto que el jugo de uvas, cuando no se usa en conexión con la Cena, no tiene significado religioso y puede ser utilizado adecuadamente como cualquier bebida, ya que no mantiene, en dicho uso, ninguna relación con la Cena. Pero, esto no es cierto en cuanto a los temas sagrados que caracterizan a las canciones religiosas. Los santos nombres de Dios, de Cristo, el cielo, la doctrina de la gracia, la redención y la salvación; la esperanza del cielo y de la vida eterna— temas frecuentes en nuestros himnarios— poseen significado espiritual y religioso, en todas partes, y todo el tiempo. Cualquier uso de ellos, por lo tanto, debe ser sagrado o profano. Si el uso en cualquier caso es sagrado, acompañarlos con música instrumental es incorrecto, como hemos demostrado en otra parte; si el uso es profano, la acción viola el principio expresado en los solemnes edictos de Dios emitidos desde el Sinaí. Y Dios es sagrado tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, desde siempre y para siempre.

Muchas de las canciones en nuestros himnarios son himnos de oración; y otros son alocuciones y atribuciones de alabanza a Dios y a Cristo. Entre muchos cientos de esas canciones están, "Salvador a ti me rindo", "Oigo la voz del Buen Pastor", "Alabanzas dad a Cristo", "Cerca de ti, Señor", "El Mundo no es mi hogar" y "Valor y Fe". ¿Cómo podría uno cantar aceptablemente estas canciones, cuando no hay dedicación ni consagración en ellas y hacia Dios, y si se cantan simplemente "por pasatiempo"? Es difícil visualizar esto como menos que un uso profano y sacrílego de nombres y cosas sagradas. Seguramente, el curso adecuado y prudente es abstenerse de cantar canciones religiosas cuando se acompañan de instrumentos musicales.

PREGUNTA: "Por favor comente sobre Santiago 1:27. Algunos dicen que este pasaje se dirige solo a individuos y que no es una obligación de la iglesia proveer para los huérfanos y las viudas ".


Santiago 1:27 dice: "La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo". (1) Si esto no es una obligación de la iglesia, entonces la iglesia no puede practicar la religión pura y sin mancha, porque la forma de practicar esa religión, tal como lo ordena Santiago, es "visitar" (con el fin de ayudar) a los huérfanos y a las viudas. (2) Además, si este pasaje es aplicable solo a individuos, entonces para que los individuos practiquen "la religión pura y sin mácula”, cada persona debe proveer para los huérfanos y viudas, y, por lo tanto, aquellos que no pueden hacerlo no pueden practicar esa religión ante Dios. (3) Además, las palabras "huérfanos" y "viudas" son plurales en número; y, por lo tanto, para que cada individuo practique la "religión pura y sin mácula", cada uno estaría obligado a proveer para, al menos, dos viudas y dos huérfanos, y un matrimonio requeriría, al menos, ayudar a cuatro viudas y cuatro huérfanos ¡para cumplir el mandamiento! Así de absurda es la posición que los “antis” defienden, una posición desconocida, hasta que algunos de nosotros comenzaron a oponerse al establecimiento y mantenimiento de tales hogares desde hace algunas décadas.

Examinemos la afirmación de que las acciones de Santiago 1:27 son aplicables solo a individuos. Esto es importante solo si se pretende que sea así de restrictivo como para excluir a la iglesia de cualquier participación en ellas. Debemos estar de acuerdo en que de nada sirve el argumento si se admite que el pasaje es aplicable a la iglesia y a los individuos. Para que el argumento sea en lo absoluto significativo, debe excluir a la iglesia de toda esa actividad. La obra de proveer para los huérfanos y viudas, si se hace, basándose en esta afirmación, debe ser realizada sólo por individuos. Esta interpretación, impuesta sobre este pasaje por aquellos que se oponen hoy a los hogares para huérfanos, pone a Pablo y a Santiago en un conflicto sin esperanza de solución. Porque, en realidad, ¡Pablo ordena a la iglesia que haga este tipo de trabajo! En I Tim. 5:16, establece la obligación de una hija hacia una madre necesitada. Ella debe proveer para su madre de manera que "y no sea gravada la iglesia". Si esto fuera todo lo que el apóstol dijo, podríamos concluir adecuadamente que el deber involucrado es, de hecho, individual y que la iglesia no está involucrada. Pero esto no es todo lo que el escritor inspirado nos dejó en el asunto. ¿Por qué la hija debe asumir esa responsabilidad? Para que la iglesia—la iglesia, tenga esto en cuenta—"para que pueda ayudar a las que en verdad son viudas". ¿Quién puede hacer esto? ¡La iglesia! Por lo tanto, si Santiago excluye a la iglesia, Pablo ciertamente la incluye aquí, y está en conflicto con Santiago. Por supuesto, el conflicto no es entre estos escritores inspirados; el conflicto está en la enseñanza que hacen de estos dos autores del Nuevo Testamento los defensores de la doctrina anti hogares de huérfanos.

En realidad, Santiago nos informa lo que hay que hacer, y Pablo designa quién debe hacerlo Cuando se insiste en que este pasaje (Santiago 1:27) sólo aplica a individuos, la suposición es, por supuesto, que la iglesia, como tal, no puede hacer esa obra. Pero, ¿de qué otra manera la iglesia actúa, sino a través de sus miembros? Lo que sea que la iglesia haga, lo hace a través de los individuos. La iglesia está facultada para predicar el evangelio; pero, realiza esta obra a través de individuos. Los hermanos que se oponen a los hogares admiten que la iglesia actúa a través de individuos, pero niegan que los individuos puedan actuar a través de la iglesia, en asuntos de benevolencia, particularmente a favor de aquellos que no son miembros. Pero si la iglesia actúa solo a través de individuos, y es obra de la iglesia cuando los individuos la realizan, entonces, ¿por qué negar que es la iglesia quien está actuando cuando las personas cumplen Santiago 1:27? La verdad es que Santiago simplemente designa qué se debe hacer, sin especificar quién lo hará, y Pablo aclara que en esa obra la iglesia puede participar.

PREGUNTA: “¿Es inapropiado cantar durante la participación de la Cena del Señor?”


Sí.

¡No solo es inapropiado, está mal! La observancia de la Cena del Señor y el canto son dos actos de adoración separados y distintos. involucrando una participación muy diferente, física, mental y espiritualmente. Hay cuatro cosas que debemos hacer para participar adecuadamente de la Cena. Durante su observancia debemos mirar (1) hacia adentro; (2) hacia afuera; (3) hacia atrás; y (4) hacia adelante. (1) Debemos "examinarnos" a nosotros mismos (I Cor. 11:28), en el acto de observancia; (2) "proclamar" (LBLA) "la muerte del Señor", mediante nuestra participación (I Cor. 11:26), (3) recordar los eventos del Calvario (I Cor. 11:25), y (4) mantener vivo, en nuestros corazones, y ante los demás, su eventual regreso (1 Co. 11:26).

Nosotros que cantamos "con el espíritu y con el entendimiento" para alabar a Dios aceptablemente, debemos (1) prestar atención a las letras tanto como si realmente estuviéramos componiéndolas en ese momento de la alabanza a Dios; y (2) debemos seguir la música a la que se ajustan las letras para cantar correctamente al unísono con los demás. Ninguno de los dos actos—cantar y participar de la Cena—se puede realizar correctamente mientras se intenta pensar en el otro. Solo aquellos que participan mecánica y ritualmente de la Cena querrían intentar cantar en conexión con ella, con el fin de crear una situación emocional durante la observancia de la Cena. La práctica no cuenta con ejemplos apostólicos y es totalmente inaceptable para aquellos que están satisfechos con el orden del Nuevo Testamento.

PREGUNTA: “¿Quiénes o qué eran los demonios tan frecuentemente mencionados en el Nuevo Testamento? ¿Existen personas poseídas en la actualidad como lo fueron las personas del primer siglo?”


Los demonios eran espíritus malignos, que actuaban bajo la dirección de Satanás, se oponían a Dios, y eran capaces de causar mucha miseria al hombre (Mateo 8:28-34, 12:24.) Sus poderes sobre los seres humanos les permitieron afligir a las personas con mudez (Mateo 9:32, 33), ceguera (Mateo 12:22), y locura (Lucas 8:26-36.) Reconocieron la Deidad del Señor, reconocieron su condición maligna, reconocieron su juicio inminente, y temblaron al pensar en eso. (Mateo 8:29; Lucas 4:41; Santiago 2:19.) A los apóstoles se les dio el poder de expulsar demonios y un caso en el cual lo usaron se encuentra en Lucas 10:17, 18, aunque Marcos 9:18-29 muestra que su falta de fe estorbó su capacidad de lograrlo en la ocasión mencionada.

Los esfuerzos para "explicar" la demonología del Nuevo Testamento como (1) superstición popular; (2) la adaptación del Señor a los puntos de vista populares; (3) alguna enfermedad o locura; (4) a los ángeles caídos; o (5) el que es quizás el más absurdo de todos, a la descendencia de los ángeles y mujeres impíos de Génesis 6, todos fallan (a) debido a su falsedad obvia o (b) porque entran en conflicto con hechos conocidos y con la ilimitada bondad y el conocimiento de nuestro Señor.

Presentando una inducción de declaraciones se revelará que (1) eran seres inteligentes (Marcos 1:24; 5:7, 8); (2) eran malvados y finalmente debían enfrentar el juicio (Ap. 9:11); y (3) ellos venían del "abismo". Estas consideraciones han conducido a hombres muy capaces a concluir que eran espíritus incorpóreos de hombres malvados que de alguna manera escaparon del Tártaro en el Hades y de las personas afectadas a quienes se apoderaron. Tan fuerte era la creencia de Alexander Campbell en esto que en su larga e intrincada discusión acerca del tema en su Declaración y Alocución escribió, "Nosotros concluimos que no hay razón ni hecho—no hay canon de crítica—ninguna ley de interpretación; no hay nada en la experiencia u observación humana; no hay nada en la antigüedad—la sagrada o profana, que a nuestro juicio pese en contra de la evidencia ya presentada en apoyo de la posición de que los demonios de los paganos, los judíos y los cristianos eran los fantasmas de hombres muertos y, como tales, habían tomado posesión de los cuerpos de hombres vivos, y los movían, influenciaban e impulsaban a ciertas vías de acción”. Esta era la opinión de los historiadores judíos Josefo y Filón. El primero escribió: "Los demonios son los espíritus de hombres malvados, que entran en hombres vivos y los destruyen, a menos que estuvieran muy felices de encontrarse con un rápido alivio" y el último dijo: "Las almas de los hombres muertos se llaman demonios". Los primeros escritores cristianos, como Justino Mártir, Ireneo, Orígenes, y muchos otros, se pueden citar apoyando esta misma línea. La conclusión de Lardner, después de un examen detallado de estos escritores antiguos sobre este tema, es "La noción de demonios, o de almas de hombres muertos, que tenían poder sobre los hombres vivos, prevalecía universalmente entre los paganos de aquellos tiempos, y así lo creían muchos cristianos" y el hermano McGarvey, en su comentario sobre Mateo y Marcos dice que "el uso judío del término se aplica exclusivamente a los espíritus de hombres malvados ya difuntos. Este uso fue adoptado por Jesús y por los apóstoles, y en consecuencia todo lo que se dice de los demonios en el Nuevo Testamento está en armonía con eso". ¿La gente de nuestros días sufre de posesión demoníaca? Obviamente, no. Incluso un examen casual de los casos relatados en el Nuevo Testamento mostrará que las circunstancias que describen la posesión demoníaca no son características de los supuestos casos de nuestros días. Nuestro Señor ató a Satanás en su propia casa o dominio (Mateo 12:5-29), y el evangelio de hoy es la "cadena" que lo detiene a él y a sus siervos (Apocalipsis 20:1-4). En aquellos días, los que estaban poseídos por estos agentes del diablo eran incapaces de librarse de sus cadenas; pero ahora todos los hombres, con la ayuda del Señor, tienen el poder de repeler las influencias de Satanás. El Señor se enfrentó con Satanás en su propio dominio y triunfó sobre él. Hoy, el poder del diablo sobre los hombres es limitado para engañarlos y tentarlos, y estas acciones pueden resistirse con la ayuda de Dios y la espada del Espíritu (Mateo 4:1-13; I Cor. 10:13). Ahora, si resistimos al diablo, él huirá de nosotros (Santiago 4:7), porque tiene miedo de cualquiera que empuñe la espada del Espíritu: la palabra de Dios (Heb. 4:12).

domingo, 3 de mayo de 2020

PREGUNTA: “Cuando Pablo dijo ‘la letra mata, pero el Espíritu vivifica’, ¿estaba afirmando que deberíamos mirar más allá de las sencillas y literales declaraciones de la Escritura y encontrar la verdad real que, en realidad, podría ser algo opuesto o diferente a lo que la Palabra dice textualmente?”


No. Absolutamente no. No se puede alcanzar una conclusión más falsa y peligrosa.

Aunque frecuentemente se alcanza este tipo de conclusión y aunque frecuentemente se interpreta la Biblia de esta manera, esto es una completa tergiversación de lo que Pablo enseña en la declaración aludida, ¡y simplemente no es así! La declaración debe verse en su contexto para poder descubrir su significado. Dios nos ha hecho (a los cristianos) “El cual también nos hizo suficientes como ministros de un nuevo pacto, no de la letra, sino del Espíritu; porque la letra mata, pero el Espíritu da vida. Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, de tal manera que los hijos de Israel no podían fijar la vista en el rostro de Moisés por causa de la gloria de su rostro, que se desvanecía, ¿cómo no será aún con más gloria el ministerio del Espíritu?” (2 Cor. 3:6-8). De esta manera el apóstol estaba presentando un contraste entre el antiguo y el nuevo pacto—el pacto que se le dio a Israel en el Sinaí, y el pacto bajo el cual viven los cristianos hoy, el que entró en vigencia aquel memorable día de Pentecostés cuando inició la iglesia. La ley antigua era “la letra”, la ley nueva, bajo la cual vivimos, es “el espíritu”.

Usar las palabras “letra” y “espíritu” en el sentido sugerido en las frases “letra de la ley” y “el espíritu de la ley”, y concluir que hay una diferencia entre la intención de Dios, y la expresión de su voluntad en las Escrituras es una doctrina peligrosa, una herejía. En realidad, como se podrá ver cuando se toma en consideración todo el contexto, el “espíritu” realmente significa la letra de la enseñanza del Nuevo Testamento, en contraste con el pacto “grabado en piedra”, bajo el cual vivieron los israelitas. La ley de Moisés era la letra, la ley de Cristo es el espíritu. El primero era un “ministerio de condenación” (muerte), porque no podía dar vida; el último, el del espíritu, es el “ministerio” de la vida, porque a través de él se obtiene vida espiritual. Hoy servimos “en la novedad del Espíritu y no en el arcaísmo de la letra” (Ro. 7:6).