¿Qué podemos
decir acerca
De “la bebida
social”?
Generalmente no tratamos con preguntas que son
meramente una pantalla de una duda sincera. Todo cristiano debe tener una
“intuición espiritual” para responder a esta pregunta sin titubeos. Sin
embargo, debido al prevaleciente interés en el tema, y debido a las
conclusiones comúnmente erróneas a las que llegan algunos, nos hemos preparado
para hacer una excepción. Responderemos a los viejos "argumentos" defendiendo
esta práctica sin colocarlos en orden de importancia.
JESÚS CONVIRTIÓ AGUA
EN VINO
No hay prueba alguna de que el “vino” en la
fiesta de Caná fuera un vino fermentado. La palabra griega para “vino” en este
texto es OINOS, la cual puede referirse a una bebida fermentada (comp. Ef. 5:18), o puede indicar el
jugo recién exprimido de la uva (comp.
Isa. 16:10, LXX). Ya que la palabra para “vino” es genérica, el estudiante
de la Biblia no tiene derecho a importar el concepto de una bebida alcohólica a
este pasaje sin alguna justificación textual —la cual de hecho no existe.
Además, lo que es un “consumo social” en
nuestros días, no nos dice nada acerca de la práctica del siglo primero. El
jugo de uvas era una bebida común en aquella tierra repleta de viñas.
Finalmente, el hecho de que el maestresala pudiera
distinguir la calidad del vino comparándolo con el anterior, ¡sugiere que sus
sentidos no estaban alterados por una previa embriaguez! Será útil recordar
también que las bodas en esa época y cultura podía durar hasta una semana así
que la cantidad de vino creada por Jesús no era para sustentar la sed de un
solo día (comp. Alfred Edersheim, en sus “Bocetos de la vida social judía” [Sketches of Jewish Social Life]).
TIMOTEO TOMÓ VINO POR CAUSA DE SU ESTÓMAGO
El hecho de que Pablo instruyó a
Timoteo a “tomar un poco de vino” por causa de sus constantes enfermedades
estomacales involucra varias cosas.
Primero, demuestra que el joven
evangelista estaba renuente a beber vino antes de que recibiera este consejo. Si
beber vino fermentado era algo común entre los cristianos primitivos, esta
amonestación no habría sido necesaria.
Segundo, obviamente Timoteo
sufría de alguna enfermedad estomacal que requería atención médica. El agua en
Asia Menor podía ser muy peligrosa, por esto el joven evangelista es aconsejado
a “tomar
un poco de vino” junto con su agua. La oración es elíptica. “No bebas agua [sola] sino [añádele] un poco
de vino…” (1 Tim. 5:23).
Este texto debe verse a la luz de
la situación de salud que atravesaba Timoteo, y las condiciones de la época.
Por consiguiente, el consejo de Pablo en ninguna manera alienta a la práctica
moderna de la bebida social como la prescripción de una pastilla no es pretexto
para consumir narcóticos prohibidos.
LA TONTA OBJECIÓN DEL REQUISITO DE UN ANCIANO
Con referencia a las cualidades
de un anciano, Pablo afirma que el candidato para obispo no debe ser “dado
a la bebida” (1 Tim. 3:3; Tito
1:7, LBLA).
La expresión griega, PAROINOS,
significa “dado al vino, borracho”
(Thayer, Greek Lexicon, p. 490). Leer
en eso alguna clase de licencia para la bebida moderada es una ampliación
irresponsable. ¿Si la medida hubiera sido en contra de ser un adicto a las
drogas entonces estaría permitiendo “fumar un poquito” de manera recreativa? ¿Lo
interpretaríamos como un permiso para consumir cocaína “moderadamente”?
Además, la restricción de Pablo
en cuanto a los diáconos —que no deben ser “dados a mucho vino” (1 Tim. 3:8, LBLA; Thayer, p. 546) — de
manera similar no prueba ningún permiso para el uso moderado de la bebida
alcohólica en el mundo del vino destilado en el que vivimos —las cuales son
muchísimo más fuertes que las bebidas de la era primitiva. La realidad es,
dentro del mismo contexto, se les encarga a los oficiales de la iglesia a ser “sobrios”
(NEPHO), lo cual significa “libre de la
influencia de bebidas intoxicantes” (Vine, Expository Dictionary, p. 746).
Josefo emplea la palabra
NEPHALEOS (“sobriedad”) en cuanto a los sacerdotes, y con respecto a los roles
en los cuales éstos funcionaban, comentando que “no se les permitía beber vino”
(Antiquities, 3.12.2). La palabra
literalmente significa “mantenerse sin
vino” (Bromiley, ed., Theological Dictionary of the New Testament, p.
634).
En el contexto, denota un “estilo
de vida abstemio” requerido por la instrucción apostólica (Verbrugge, Theological
Dictionary of New Testament Words, p. 863).
Es enteramente posible que el uso
de “vino” en los contextos de Timoteo y Tito pueda ser un ejemplo de la figura
de lenguaje conocida como sinécdoque, una forma de la cual es poner un objeto
para representar una verdad general. Por ejemplo, “pan” (Mat. 6:11) representa a la comida de
cualquier tipo. Sin embargo, se menciona específicamente ya que es lo ingerido
comúnmente con los alimentos.
Siguiendo esta línea de
razonamiento, la moderación en cuanto al “vino” podría simplemente representar
el dominio propio en general. Es interesante notar como un término parece ser
el balance del otro. El obispo debe ser “sobrio” (1 Tim. 3:2), y “los diáconos de la misma manera… no dados a
mucho vino” (3:8);
similarmente, “las mujeres de la misma manera… [sean] sobrias” (3:11). En Tito 2:2, los hombres deben ser “sobrios” y asimismo las
mujeres “no esclavas de mucho vino” (2:3).
Así que “vino”, debido a que era
una bebida común, puede ser una ilustración específica para la moderación en
general —sin alusión alguna a si éste era o no fermentado.
El Nuevo Testamento representa
los abusos del vino en una serie de palabras que describen las etapas de la
transgresión.
Primero, está la palabra POTOS
(traducida “embriagueces” LBLA —1 Ped. 4:3). Esta denota una fiesta
donde hay bebida, pero como R. C. Trench observó: “no necesariamente de forma excesiva…pero dando ocasión al exceso” —
¡Y aun así es condenada por el apóstol! Esta escena describe perfectamente los
cocteles modernos.
Segundo, está la palabra
OINOPHLUGIA, la cual se traduce “bebedor
de vino” (Berry, Greek-English Interlinear, 1 Pet. 4:3), o “borracheras” (LBLA). Trench
dice que esta palabra “marca un paso más
avanzado para el METHE [bebedor] (Synonyms of the New Testament, p.
lxi).
Ningún cristiano consciente
estaría dispuesto a aventurar con la bebida alcohólica —en ninguno de estos
grados.
EL ARGUMENTO DE LA CREACIÓN
Es verdaderamente impresionante
que un hermano esboce el argumento de que si el placentero consumo de una
bebida alcohólica estuviera mal, Dios no la hubiera creado. La implicación es
esta: ya que el licor existe, entonces al Señor debe agradarle.
¿Tendría este caballero el
cuidado de hacer el mismo argumento en cuanto a la cocaína, el opio o la
marihuana? Aunque es cierto que “todo lo que Dios creó es bueno” (1 Tim. 4:4), es bueno mientras cumpla
el propósito por el cual fue creado;
Dios hizo al hombre bueno pero luego él se pervirtió (Ecl. 7:29).
Dios nunca pretendió que las
uvas, el maíz, la amapola, la planta de marihuana, etc., fueran utilizadas como
sustancias recreativas para alterar los sentidos. Ω