La referencia más frecuente a la resurrección de Jesús revela que Él se
levantó de la tumba al tercer día de Su sepultura. Mateo,
Marcos y Lucas registran que Jesús profetizó que se levantaría de la tumba en
ese día (Mat. 17:23; Mr. 9:31; Lc. 9:22; et.al.). El apóstol Pablo escribió en su primera epístola
a los Corintios que Jesús se levantó de la tumba “al tercer día, conforme a las
Escrituras” (1 Cor. 15:4). Y
mientras predicaba a Cornelio y a su casa, Pedro enseñó que Dios levantó a
Jesús “al tercer día” (Hch.
10:40, énfasis añadido). Sin embargo, los escépticos son rápidos en
declarar que estos enunciados contradicen flagrantemente a Mateo 12:40, donde se registra que Jesús dijo a los fariseos que
estaría en el corazón de la Tierra “tres días y tres noches”, como también a Marcos 8:31, donde Jesús declaró que se
levantaría “después de tres días” (énfasis añadido).
Aunque a los ojos de los lectores del siglo veintiuno estos enunciados
puedan parecer contradictorios a primera vista, en realidad armonizan
perfectamente si se entienden los métodos antiguos que se usaron para calcular
el tiempo. En el primer siglo se podía considerar a cualquier parte de un día como
un día completo y la noche que le seguía (comp. Lighfoot, 1979, pp. 210-211). El Talmud de Jerusalén cita
al rabí Eleazar ben Azarías, quien vivió alrededor del año 100 d.C., diciendo:
“Un día y una noche son una Onah [‘una porción de tiempo’] y la porción de una
Onah es como una Onah completa” (Jerusalem Talmud: Shabbath ix. 3,
citado en Hoehner, 1974, pp. 248-249, corcheas en original). Azarías indicó que
se podía considerar a una porción de un periodo de veinticuatro horas como “una
Onah completa”. Por ende, en el tiempo de Jesús, Él hubiera estado en lo
correcto cuando enseñó que Su sepultura duraría “tres días y tres noches”,
incluso cuando no fueran días completos de 24 horas.
Las Escrituras están llenas de referencias que muestran que una parte de un
día a menudo es equivalente al día completo. Note los siguientes ejemplos:
- Según Génesis 7:12, la lluvia del
diluvio de Noé cayó sobre la Tierra “cuarenta días y cuarenta noches”.
El versículo 17 de ese mismo
capítulo dice que cayó sobre la tierra por solo “cuarenta días”.
- En Génesis 42:17 José encarceló a sus hermanos por tres días. Luego, en el versículo 18, él habló con ellos al tercer día, y por el contexto parece que les liberó ese mismo día—es decir, al tercer día.
- Cuando Israel pidió al Rey Roboam que aliviara su yugo, él quiso tiempo para pensar en la petición, así que pidió a Jeroboam y al pueblo de Israel que regresaran “de aquí a tres días” (2 Crón. 10:5, énfasis añadido). El versículo 12 dice que Jeroboam y el pueblo de Israel vinieron a Roboam “al tercer día, según el rey les había mandado diciendo: Volved a mí de aquí a tres días” (énfasis añadido). Es interesante notar que incluso cuando Roboam pidió que el pueblo regresara “de aquí a tres días”, ellos entendieron que esto significaba “al tercer día”.
- En 1 Samuel 30:12-13, se usan intercambiablemente las frases “tres días y tres noches” y “tres días”.
- Cuando la reina Ester estaba a punto de arriesgar su vida al presentarse delante del rey sin ser invitada, ella instruyó a sus compatriotas judíos a seguir su ejemplo al no comer “en tres días, noche y día” (Est. 4:16). El texto continúa diciendo que Ester se presentó ante el rey “al tercer día” (5:1, énfasis añadido).
Al estudiar estos y otros pasajes, se puede ver claramente que la Biblia
usa las expresiones “tres días”, “al tercer día”, “después de tres días” y
“tres días y tres noches” para hacer referencia al mismo periodo de tiempo.
Aunque en el siglo veintiuno algunos puedan pensar que este razonamiento es
un poco confuso, nosotros también usamos frecuentemente expresiones idiomáticas
similares. Por ejemplo, un hombre puede venir a su casa y decir a su esposa que
ha estado en la oficina “todo el día”. Él no quiere decir que trabajó en la
oficina desde la madrugada hasta casi la medianoche, sino quiere decir que ha
pasado la mayor parte de su día en la oficina. Finalmente, considere al
estudiante universitario que dice a su profesor que ha trabajado en un proyecto
de investigación “día y noche por cuatro semanas”. Obviamente él no quiere
decir que trabajó las 672 horas completas (24 horas x 7 días x 4 semanas) sin
dormir. Puede ser que trabajó desde las 6:00 a.m. hasta las 12:00 a.m. por
cuatro semanas en el proyecto, pero no por 672 horas sin dormir. Si solamente
durmió cinco a seis horas en la noche, y trabajó en el proyecto casi todas las
horas que estaba despierto, nosotros le consideramos como alguien que realmente
trabajó “día y noche por cuatro semanas”.
Una evidencia adicional que indica que los enunciados de Jesús
concernientes a Su sepultura no fueron contradictorios tiene que ver con el
hecho que Sus enemigos nunca le acusaron de auto-contradecirse. De hecho,
hablando acerca de Jesús, los sacerdotes y fariseos incluso dijeron a Pilato el
día posterior a la crucifixión: “Señor,
nos acordamos que aquel engañador dijo, viviendo aún: Después de
tres días resucitaré” (Mat. 27:63-64,
énfasis añadido). La frase “después de
tres días” debe haber sido equivalente “al tercer día”, de otra manera los
fariseos hubieran pedido una guardia de soldados hasta el cuarto día. ¿Por qué
los escépticos acusan a Jesús de contradecirse, pero no a los fariseos
hipócritas?
La expresión idiomática “tres días y tres noches” que Jesús empleó cuando
comparó Su sepultura a la “sepultura” de Jonás en el vientre de la ballena, no
significa que Él estuvo sepultado literalmente 72 horas. Si interpretamos el
relato de la crucifixión, sepultura y resurrección de Jesús a la luz del marco
cultural del primer siglo, y no según el (mal) entendimiento moderno de los
escépticos, no encontraremos errores en todas las expresiones que Jesús y los
escritores del evangelio usaron.
Pero, algunos que aún quieren añadir más hierro a la cuestión citan la
expresión que se traduce de maneras diferentes en algunas versiones de la
Biblia con respecto al relato del día de la resurrección en Mateo. Veamos este
caso.
Mateo 28:1 dice, “Al
final del día de reposo” (KJV), o “Después
del día de reposo” (ASV, LBLA). Pareciera decir que las mujeres vinieron a
la tumba y la encontraron vacía en la tarde del ‘Sabath’, lo cual indicaría que
Jesús resucitó el sábado y no el domingo.
Pero no, esto no
significa que Jesús se levantó de la tumba el sábado. El problema está en
algunas traducciones del griego original al español.
Primero, el otro
relato de evangelio claramente muestra que esta visita aconteció el primer día
de la semana (Mr. 16:11-2; Lc. 24:1; Jn.
20:1).
Segundo, la
traducción de Mateo 28:1 debería ser así: “Después del día sábado, cuando iniciaba el
primer día de la semana…” El
sábado finalizaba a las 6:00 de la tarde, y el amanecer del día domingo estaba
por llegar. El griego del pasaje es οψε δε σαββατων, que significa “después del sábado” (Arndt &
Gingrich 1967, 606). La Revised Standard
Version lo traduce correctamente de la siguiente manera: “Ahora,
después del sábado…” La New American Standard Version también lo
traduce así.
Tercero, es el testimonio universal tanto de la Escritura como
de la historia de la iglesia que los cristianos primitivos consideraban el
domingo como el día de la resurrección de Cristo.
·
Los
discípulos se reunieron en el día de la resurrección (Jn. 20:19), y luego otro domingo después de ese, la siguiente
semana (20:26).
·
La
iglesia fue establecida en el día de Pentecostés, el cual siempre caía domingo
(Lev. 23:15-16; Hch. 2:1).
·
Los
cristianos primitivos, bajo el liderazgo de hombres inspirados, adoraron en el día domingo (Hch. 20:7; 1 Cor. 16:2).
·
Ese día posteriormente
recibiría el nombre del “Día del Señor” (Apo.
1:10).
Con toda esta evidencia también concuerdan los testimonios de
los escritores de la era post-apostólica, es decir, del 100 al 325 d. C. Para
ellos el domingo era el día de la resurrección.
El Señor se levantó de entre los muertos no el día sábado,
sino en la mañana del domingo. Ω
Referencias
- Arndt,
William and F. W. Gingrich. 1967. A Greek-English Lexicon of the
New Testament and Other Early Christian Literature. Chicago, IL: University of Chicago.
·
Hoehner,
Harold W (1974), “Chronological Aspects of the Life of Christ—Part IV: The Day of Christ’s Crucifixion,” Bibliotheca Sacra, 131:241-264, July.
·
Lightfoot,
John (1979 reimpresión), A Commentary
on the New Testament from the Talmud and Hebraica (Grand Rapids, MI: Baker).