Servil. “Bajo, rastrero,
indigno, despreciable…” Así son las opciones en Sinónimos de Word 2013 de
la palabra “servil”. Esto no se parece a lo que Dios nos ha pedido; Dios espera
que seamos “servidores”, dignos y admirables administradores de sus bienes,
“especialmente con los de la familia de la fe” (Gál. 6:10). El cristianismo se
trata de servicio, no de servilismo. “Si yo todavía estuviera tratando de agradar
a los hombres, no sería siervo de Cristo” (Gál. 1:10).
¿Qué es servilismo? ¿Quiénes son los
serviles? Antes de aventurarme a dar una definición y aplicación actuales,
quizá sea de ayuda recordar quiénes eran los serviles en los tiempos del Nuevo
Testamento. Quienes eran las personas encargadas de imponer un orden abusivo en
nombre del pueblo extranjero que los puso en el poder por encima de sus
hermanos: Los publicanos o recaudadores de impuestos. Las sanguijuelas judías,
en una gran mayoría, que succionaban a sus compatriotas para enriquecer al
Imperio y a sí mismos. ¡Los serviles por excelencia! Venían de ser esclavos o
de estratos muy bajos de la sociedad. Algunos de ellos eran muy onerosos y
elevaban la tasa de impuestos a dos veces y media y al cinco por ciento, y en
artículos de lujo incluso del doce y medio por ciento. Estos hombres, amparados
por el poder gobernante y la clase rica que supervisaba y se beneficiaba de su
labor, inventaban valores de las propiedades para cobrar un más alto cargo
fiscal o aun adelantaban la fecha de cobro de manera que cuando el atropellado
pueblo no pudiera pagar, aplicar inmediatamente intereses usureros y
desmedidos. El pueblo los odiaba, los rabinos los consideraban como seres
excomulgados y sólo Roma los veneraba. Cicerón llegó a hablar de ellos como “el
adorno del estado y la fuerza de la República” y en otra parte como “los más
rectos y respetados de los hombres” (Edersheim, 74-79).
Contra sus continuos abusos no
había opción de lograr justicia ante los tribunales superiores pues todos
aquellos en posiciones de autoridad recibían de ellos muchos de sus grandes
beneficios. Proteger a los publicanos era un asunto de estado, una prioridad, y
éstos arropados por semejante respaldo, hacían como querían y lo más
lamentable, en perjuicio de su propia nación. Eran intermediarios implacables
que no sentían ningún respeto por la dignidad humana, sin consideración hacia
los menos favorecidos, y que eran capaces de vender como esclavos a la mujer y
a los hijos de un deudor con tal de que éste pagara su inexistente deuda (Mat.
18:25). ¿Le suena familiar?
Hoy día, en la extensa y “pobre”
Latinoamérica, donde el evangelio se ha extendido hasta rincones insospechados,
[gracias a la hermosa labor de predicación ideada y patrocinada por iglesias de
otras latitudes privilegiadas económicamente], y en donde se ha multiplicado el
número de obreros que trabajan en estas nuevas congregaciones, se ha hecho
necesaria la presencia y funciones de intermediarios que han sido nombrados en
cada país para “servir” a su pueblo, representándolos ante aquellos que no los
conocen y que no hablan su idioma. La labor de estos hermanos es clave para la obtención
de muchos objetivos que deben ayudar a la obra a crecer. Ellos deben, entre
otras cosas: solicitar campañas evangelísticas, promover obreros para que éstos
reciban sostenimiento y se dediquen por completo al ministerio, pedir apoyo con
la compra de terrenos o arriendo de locales para adorar, recomendar estudiantes
para la escuela bíblica, solicitar ayuda para la compra de vehículos de trabajo
y materiales de enseñanza, etc. En otras palabras, deben ser “la voz” de los
latinoamericanos ante sus vecinos del norte y la voz del norte ante sus
compatriotas. Solamente ser la voz, NO el contenido. Ser intermediarios y NO
gerentes entre las nuevas obras y sus patrocinadores. Convertirse en un puente que haga eficiente y transparente la relación
patrono-obrero. SERVIR a sus conciudadanos desinteresadamente y por amor, sobre
todas las cosas a Dios y a su iglesia. ¿Y esto es lo que ha sucedido? Muy pocas
veces… lamentablemente y con el riesgo que implica, tengo que decir que muy
pocas veces.
Algunos se han olvidado que son
servidores de Dios y de sus hermanos. Se han hecho siervos de los hombres y de
sus propios intereses, por lo tanto se han convertido en los nuevos SERVILES de
la iglesia y, aunque no en toda su extensión, en los nuevos publicanos en medio
del pueblo de Dios. Los que se han rodeado de beneficios personales y han
favorecido a sus allegados, a costa del trabajo y sacrificio de muchos otros
ministros que “con las uñas” laboran cada día esperando que algún día ese
hombre-clave se acuerde de ellos y les tienda una mano. Los que han amado más
el “poder” y la popularidad que la dignidad de los obreros del Señor. ¿Ejemplos
concretos? Escucho de ministros fieles del evangelio que viajan a lugares
distantes, invitados por sus patrocinadores, dejando atrás sus familias,
congregaciones y comodidades básicas, durmiendo a la intemperie, comiendo
inapropiadamente, en extenuantes jornadas de trabajo, tratados con menos
dignidad que la de cualquier trabajador secular (siendo la nuestra una labor
infinitamente superior), y que esto lo tienen que sobrellevar porque “eso es
amor a la obra”, al igual que llevan las cargas de salarios de lástima, sin
viáticos ni seguridad social. Lo que me lleva a preguntar: Si dormir y comer
así, tan precariamente, es “amor a la
obra”, entonces por lógica pura, los patrocinadores, coordinadores y allegados
que duermen en el mismo hotel que los visitantes extranjeros, ¿ellos no aman la
obra? ¿La definición de “amor por la obra” cambia dependiendo de a quién se le
aplica? ¿O es que solamente velamos por nuestros intereses, olvidando que esos
obreros maltratados y menospreciados son precisamente la causa por la que
llegamos a esa posición que no debe ser de poder sino de servicio? Es tan
triste e indignante que muchos “recortes” y aun despidos se hayan dado por un
informe malintencionado o mal informado por parte de estos “ministros”. Es anti
ético que mientras les negamos muchas facilidades a los obreros de condición
menos favorecida “porque no hay presupuesto”, se dispendien fuertes sumas de
dinero en actividades que si bien son necesarias deberían tener igual valor que
la necesidad de aquel que no está pidiendo más de lo que es justo y necesario
para llevar a cabo la obra encomendada.
¡Cuántas veces estas cosas pasan
y no se puede esperar ninguna justicia ya que las personas que supervisan a
estas solamente creen lo que los nuevos publicanos les informan! ¡Cuánto daño
se ha hecho y se seguirá haciendo por la confianza CIEGA de los patrocinadores
y la ambición desvergonzada de muchos de sus intermediarios! A estos se les
olvida que pronto regresará “el Príncipe de los pastores” (1 Pe.
5:4) y Él no perdonará a los que se hayan “enseñoreado” del rebaño, trabajando
“por
la avaricia del dinero” (v. 2). ¡Oh ministros intermediarios, de
personas como ustedes hablaba Ezequiel! Él decía, de parte de Dios, “¡Ay
de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿No deben los pastores
apacentar el rebaño? Coméis la grosura, os habéis vestido con la lana,
degolláis la oveja engordada, pero no apacentáis el rebaño. Las débiles no
habéis fortalecido, la enferma no habéis curado, la perniquebrada no habéis
vendado, la descarriada no habéis hecho volver, la perdida no habéis buscado;
sino que las habéis dominado con dureza y con severidad… He aquí, yo estoy
contra los pastores y demandaré mi rebaño de su mano y los haré dejar de
apacentar el rebaño. Así los pastores ya no se apacentarán a sí mismos, sino
que yo libraré mis ovejas de su boca, y no serán más alimento para ellos”
(Ez. 39:2-4, 10).
Tomen nota de eso, hay cosas de
las cuales los propietarios del “dólar” no los pueden proteger. Sean
“servidores” de sus hermanos, no hombres “serviles” de un poder del tipo que
sea. Dios es un Dios justo y dará a cada uno lo que merecen sus obras. Cuida de tus hermanos y Dios cuidará de ti. Recuerda que Jesús advirtió: “En
verdad os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de los más pequeños de
éstos, tampoco a mí lo hicisteis” (Mat. 25:45).
No soy enemigo de los
patrocinadores de Norteamérica que con mucho amor viajan hasta nuestras
comunidades para hacer posible la difusión del evangelio, tampoco tengo alguna
queja personal como afectado por algún intermediario, sin embargo sí tengo el
derecho y aprovecho la oportunidad de señalar una realidad que no es nueva pero
que a medida que pasa el tiempo se hace cada vez más y más dañina y popular.
Estas cosas hay que decirlas, y hay que decirlas con sinceridad y siempre con
el propósito de que las cosas malas cambien, y las cosas buenas sigan y sean
mejores. Escribo desde la privacidad de mi hogar y con la libertad que Cristo
me ha otorgado siendo alguien que busca su sustento con estas mismas manos.
Procuremos presentarnos a Dios
como obreros aprobados, que no tienen de qué avergonzarse. No repitamos la
parte mala de la historia y así no se repetirán las funestas consecuencias que
tuvieron aquellos que pensaron que siempre se saldrían con las suyas. No hay
impunidad permanente ni con el hombre ni mucho menos con Dios. Bendita sea la
obra de los buenos obreros, de los que realizan esa labor para ayudar, para
luchar en favor de los más necesitados y quienes se ven a sí mismos como
instrumentos de Dios y nada más. Nada más.
NOTA: Si alguien puede traducir
esto y hacérselo llegar a los hermanos patrocinadores, respetando el mensaje y la intención original, sería una obra excelente. Añada mis
saludos y agradecimientos “póstumos”.
Con amor,
ROLANDO ROVIRA
Supervisor comercial de Logytech
Mobile Panamá S. A. para CLARO Panamá
BIBLIOGRAFÍA
·
Edersheim, Alfred. Usos y Costumbres de los Judíos en los Tiempos de Cristo. Editorial
CLIE, Barcelona, España.
·
La Biblia de las Américas by The Lockman
Foundation