martes, 28 de febrero de 2012

La verdad acerca de "El Codigo Da Vinci"

La teoría de El Código Da Vinci (tanto el libro como la subsiguiente película acerca del mismo tema), ha generado una significativa publicidad en años recientes. Desde luego los medios sensacionalistas, los presentadores de televisión, y los teólogos liberales están promoviendo vigorosamente estas producciones como la “verdad” acerca del cristianismo. Aun algunos ingenuos colegas, quienes ostensiblemente están asociados a la “cristiandad”, están animando a sus amigos y asociados a que lean el libro y vean la película, y a usar la información como una “herramienta” para el evangelismo.

¡Como “herramienta”, estas producciones tienen el mismo valor que un alicate de una sola pieza! La mayoría de los “cristianos” nominales no tienen dos centavos de discernimiento como para ser capaces de distinguir entre la verdad bíblica y el error.

El autor del libro El Código Da Vinci es Dan Brown, un ex profesor, escritor de canciones y un mediocre novelista. Su libro Da Vinci el cual tiene un lugar en los archivos de ficción de Barnes & Noble, etc., ha hecho de Brown un millonario. Se reporta que para el 2006 el libro de Brown había vendido más de 60.5 millones de copias y había producido más de 60 millones en ingresos.

El volumen es una combinación de elementos fraccionales de verdad, una galaxia de errores heréticos y un esquema ambicioso motivado por el amor al dinero para capitalizar a costa del evangelio del Nuevo Testamento. Esta última argucia es tan vil como para encontrarle una representación apropiada.

En un excelente artículo titulado “The Da Vinci Code vs. The Facts” [El Código Da Vinci vs Los Hechos], el Dr. Steve Morrison ha hecho un catálogo de los errores atroces que caracterizan esta monstruosidad de literatura (n.d. 4.2). Daré un repaso a estos puntos y daré mis propias observaciones.

(1)   Se alega que hasta el Concilio de Nicea (325 d. C.), Cristo había sido considerado un mero profeta humano y no “el Hijo de Dios” (Brown 2004, 233). Cualquier persona con un conocimiento básico del Nuevo Testamento sabe que ésta es una burda mentira. Dios reconoció a Cristo como su Hijo (Mat. 3:17; 17:5), y así lo hicieron los discípulos (Mat. 16:16). Aun aquellos involucrados en su crucifixión se vieron obligados a reconocer que “verdaderamente éste era el Hijo de Dios” (Mat. 27:54), además de aquel vicioso perseguidor, Saulo de Tarso, quien no pudo con la evidencia de la naturaleza divina de Jesús (Hch. 9:20), al punto de que luego recorrió hasta doce mil millas predicando los hechos de Cristo, y murió como mártir por la causa del Salvador.

(2)   Se contiende que hay otros evangelios aparte de Mateo, Marcos, Lucas y Juan hasta ocho más. Y que a éstos se les debe conceder la misma credibilidad que a los documentos del Nuevo Testamento (Ibid., 231). Es cierto que hubo documentos circulando en el segundo siglo y posteriormente a los que se les llamó “evangelios”, por ejemplo, el evangelio de Tomás, el evangelio de Judas, el evangelio de la natividad de María, etc., pero estas obras fantasiosas fueron rechazadas como espurias por los eruditos contemporáneos. El artículo sobre “Evangelios” en la McClintock and Strong’s Cyclopedia of Biblical, Theological, and Ecclesiastical Literature, demuestra la vasta diferencia entre los registros auténticos y los falsos.

(3)   Supuestamente, los libros del Nuevo Testamento no fueron recopilados en un solo volumen hasta el tiempo de Constantino, en el siglo cuarto (Ibid., 231). Lo que realmente importa no es cuándo fueron recopilados en un solo volumen. El punto importante es este: los documentos habían circulado ampliamente desde el segundo siglo. Cada pasaje de todo el Nuevo Testamento (con la excepción de una docena de versículos) se pueden encontrar en los escritos de los padres primitivos mucho antes de los días de Constantino.

(4)   Según le teoría, el cristianismo “original” tenía “deidades” femeninas (Ibid., 237-239). Los escritos del Nuevo Testamento son el testimonio del cristianismo “original”, y no hay un solo indicio así sea remoto de diosas en estas narrativas. Había muchas “diosas” en el mundo greco-romano, y eventualmente muchos cultos casi-cristianos intentaron elevar a María al nivel de una diosa, la “Diosa de los cielos” un mito que continúa perpetuándose mediante la Iglesia Católica Romana. La teoría es falsa.

(5)   El Código Da Vinci no es más que otro de esos burdos esfuerzos por lucrar con la influencia mundial de Jesucristo, sin el honor apropiado que reconoce su verdadera identidad, y conlleva a la sumisión a Él como Señor. El Código Da Vinci es una vulgar y fastidiosa manifestación de avaricia. Ω

lunes, 27 de febrero de 2012

La Poligamia

La poligamia es la práctica de estar casado con más de una esposa al mismo tiempo. El primer caso de poligamia registrado en las Escrituras estuvo relacionado con un descendiente del infame Caín, Lamec, quien tomó para sí dos esposas (Gén. 4:19). La manera en la cual se introduce el comentario acerca de esta práctica en el texto sagrado (en contraste obvio con 2:24) revela que esto no tenía la aprobación de Jehová.

Más tarde en la historia del Antiguo Testamento, la poligamia fue practicada hasta cierto punto; por ejemplo, tanto David como Salomón fueron polígamos. Aunque la cohabitación de un hombre con varias esposas fue tolerada bajo el régimen mosaico, no era el ideal divino y nunca trajo verdadera felicidad a quienes se les permitió esta desviación. En la mayoría de los casos, la poligamia aceleró los más grandes niveles de conducta inaceptable (comp. 1 Re. 11:1-3).

Uno debe recordar que muchos males fueron “pasados por alto” (no se aplicó el castigo merecido, Hch. 17:30) en aquellos días en los que la revelación divina era rudimentaria pero no así bajo la economía del Nuevo Testamento (comp. Mateo 19:8, Hch. 14:16).

Jesús enseñó que el patrón divino es, “los dos [no tres o cuatro, o más] serán una sola carne” (Mat. 19:5). La poligamia estropea el ideal de “una sola carne”. Además, el Señor insistió en que aunque el estándar marital original había sido relajado durante un período en el que prevalecía la “dureza” en el corazón de los hombres, bajo su inminente administración el arreglo divinamente diseñado sería restaurado a su formato original un hombre para una mujer (Mat. 19:4ss).

La familia monógama es el plan autorizado por Dios para el matrimonio hasta el fin de los tiempos. El Nuevo Testamento toma como un hecho que el matrimonio es una relación de un solo hombre con una sola mujer (véase 1 Cor. 7:2; 9.5; Ef. 5:23ss).

Pero la poligamia ha sido y continúa siendo practicada en algunos lugares en nuestro tiempo.

El Islam permite a un hombre tener hasta cuatro esposas (Corán, Sura 4.3). Adicionalmente, un musulmán puede tener una concubina. Mahoma tuvo once esposas y dos concubinas. Una de sus esposas, con quien se casó a la edad de cincuenta y cinco años, sólo tenía 9 años de edad (Hadith 7.64).

Es también algo muy conocido que la poligamia era una característica del mormonismo primitivo. José Smith hijo, fundador de la secta mormona, reclamaba haber recibido la doctrina de tener varias esposas por revelación divina. En el libro de texto mormón conocido como La Perla de Gran Precio, se dice que el 12 de julio de 1843 una “revelación” había sido dada “por medio de José Smith, el profeta” con respecto a un “nuevo pacto eterno”. La explicación publicada para esta alegada revelación afirma la noción que el matrimonio es una unión “eterna” (cuando es solemnizada por la autoridad del sacerdocio), y que se permite una pluralidad de esposas y concubinas (Introducción a la sección 132). Aquellos que rechazaran la revelación serían “condenados” (132.4). Tanto Smith como su sucesor, Brigham Young, tuvieron múltiples esposas. Aunque la poligamia fue censurada en 1890, muchos mormones aún la practican en áreas aisladas de Utah.

Con la moderna llegada del método “crítico histórico” para interpretar la Biblia, han empezado a surgir nuevos puntos de vista con respecto a la poligamia. Algunos alegan que la Biblia está condicionada culturalmente, y que es adaptable a varios tipos de costumbres maritales incluyendo la poligamia (véase Christianity Today del 11 de febrero de 1991, p. 33). Un escritor dice: “Para quienes ya están en poligamia [en varias naciones] el hecho de romper su pacto matrimonial constituiría adulterio” (John Edwards, An In Depth Study of Marriage and Divorce, St. Louis: Edwards, 1985, p. 33).

Un punto de vista como éste es algo antagónica a las Escrituras. El estándar divino es la monogamia. Cualquier desviación de éste es trasgresión sin importar cuán fluctuantes puedan ser las costumbres de las distintas naciones del mundo. Ω

sábado, 25 de febrero de 2012

Juan 2 y el "vino" que hizo Jesús

Cuando el Señor asistió a la fiesta de bodas en Caná, el suministro de vino para los invitados falló (Jn. 2:1ss). Cristo ordenó que se llenaran seis tinajas de agua, cada una con una capacidad de 20 a 30 galones. Los sirvientes las llenaron “hasta el borde”.

Subrayamos esta última frase, pues muestra que no había posibilidad de que alguien añadiera alguna sustancia extraña como para imitar la apariencia del vino. Además, la prueba de “sabor” claramente calificó el líquido recientemente manufacturado como verdadero vino (9-10).

Muchos amigos, al leer este contexto, automáticamente asumen que el vino mencionado aquí era de un tipo intoxicante. Sin duda esta suposición se hace debido al hecho que cuando ellos escuchan el término “vino” en nuestra cultura moderna, eso es lo que viene a nuestra mente. Sin embargo, en la Biblia es un término genérico y puede indicar o el jugo fresco o la bebida fermentada; el contexto debe determinarlo.

Subraye la palabra “vino” en Juan 2:9 y en el margen de su biblia escriba: Véase Isa. 16:10; Joel 2:24. Isaías habla del “vino en los lagares” y Joel escribe acerca de “los lagares rebosarán de vino”. Obviamente el vino es lo que llamaríamos el jugo de uvas. Por lo tanto, en el lenguaje bíblico el vino no necesariamente es intoxicante.

Aunque, algunas veces se afirma que en los tiempos bíblicos no había manera de preservar el jugo de uvas en un estado no fermentado. Por lo tanto, el “vino” debe tener algún contenido de alcohol. Eso no es cierto. El Zondervan Pictorial Bible Dictionary cita antiguas técnicas para preservar el jugo de uvas todo un año. En el margen de su biblia usted puede escribir: véase ZPBD, pág. 895.

Flavio Josefo, en su libro, “Las Guerras de los Judíos”, tomo 2. Hablando del castillo en Masada, dice:

Aquí estuvo guardado maíz en gran cantidad, tanto para sostener a los hombres por mucho tiempo; aquí estuvo también vino y aceite en abundancia, con toda clase de legumbres y dátiles amontonados juntos; todo del cual Eleazar encontró allí cuando él y su Sicarii tomaron posesión del castillo por engaño. Estos frutos eran también frescos y maduros, y en ninguna manera inferiores a los frutos recién guardados, aunque tenían poco menos de cien años de haber sido guardados por Herodes hasta que el lugar fue tomado por los Romanos; no, de hecho, cuando los Romanos tomaron posesión de esos frutos que fueron dejados, los encontraron sin haberse podrido aún por tanto tiempo; tampoco nos equivocaríamos si supusiéramos que era el aire aquí la causa de la duración de tanto tiempo, este castillo estando [encima de un monte] tan alto y libre de toda tierra y suciedad.–

En su libro, Wines in the Bible (Vinos en la Biblia), Samuel Bacchiocchi cita a un historiador llamado “Columella” quien menciona seis métodos (y dice que habían más) para preservar uvas verdes hasta un año. Puesto que sabían preservar las uvas hasta un año, claro que podrían exprimir el jugo de ellas cuando necesitaban hacerlo. Entre un año, habría otro cosecha de uvas. Así podrían tener jugo de uvas todo el año.

Además de preservar las uvas, sabían preservar el jugo de uvas sin dejarlo fermentar. Según la historia, habían varias maneras para hacerlo. Algunos métodos eran: reducirse hasta la tercera parte hirviéndolo; un método de filtración; guardarlo en un lugar frío; y un método de fumigar con azufre.

La siguiente pregunta es muy interesante: ¿Proveyó Cristo de unos 120 a 180 galones de bebida alcohólica para una fiesta de bodas? Nadie con un mínimo grado de respeto por la moralidad del Nuevo Testamento se atrevería a sugerir eso (comp. 1 Cor. 5:11; Gál. 5:21). Ω

La Lógica y el Plan de Salvación

En su obra clásica Biblical Hermeneutics, Milton S. Terry, profesor hace un tiempo en el Garrett Biblical Institute, declaró que hay “una armonía general” que invade por completo las Escrituras. Consecuentemente, “A ninguna declaración sola o pasaje oscuro de un libro se le puede permitir que se ponga a un lado la doctrina que está claramente establecida por muchos pasajes” (1890, 449). Este procedimiento recibe el nombre de “analogía de la fe”.

Hay otra expresión que lleva la etiqueta “Método Sintético” (comp. “Síntesis”, Juntar paralelamente). Este es un procedimiento de estudio donde uno recopila toda la información bíblica relevante acerca de un mismo tema, luego procede a las conclusiones de acción, basándose en una armonización del material. Esta es una forma de “lógica inductiva”, la cual consiste en razonar desde puntos independientes pero relacionados una conclusión general.

Aunque este método de razonamiento es usado por todo el mundo hasta cierto grado (aunque muchos no sabrían cómo identificarlo formalmente), es una tragedia que este procedimiento de sentido común es lanzado a los cuatro vientos cuando se aplica a la verdad bíblica especialmente a los componentes del plan de salvación que Dios tiene para la humanidad.

En primer lugar consideremos un número de términos que se usan para describir el estado “ya-no-más-perdido”. Hay varios: salvo, perdonado, liberado, limpio, lavado, redimido, vivo, etc.

Ahora reflejaremos un número de pasajes donde estas distintas expresiones están conectadas con las condiciones preliminares a la recepción de la meta asociada. Al mismo tiempo, debemos mantener en mente que estamos buscando una armonía bíblica entre estos pasajes no una contradicción. La Biblia, siendo la palabra inspirada de Dios, es armoniosa. No se puede colocar una “interpretación” sobre un texto que lo fuerce a contradecirse con otro relacionado con el mismo tema. Considere lo siguiente:

·         Creer + bautismo = salvación (Mr. 16:16).
·         Creer = vida eterna (Jn. 3:16).
·         Arrepentimiento + bautismo = perdón (Hch. 2:38).
·         Recibir la palabra + bautismo = salvación (Hch. 2: 41, 47).
·         Arrepentimiento + convertirse = eliminación del pecado (Hch. 3:19).
·         Creer + bautismo = regocijo (Hch. 8:37-39; 16:31-34).
·         Arrepentimiento = vida (Hch. 11:18).
·         Bautismo = lavamiento de los pecados (Hch. 22:16).
·         Fe = Justificación (Ro. 5:1).
·         Resucitar mediante el bautismo = novedad de vida (Ro. 6:3, 4).
·         Obediencia = justicia (Ro. 6:16).
·         Obediencia = liberación del pecado (Ro. 6:17).
·         Creer + confesar = salvación (Ro. 10:9, 10).
·         Lavado + santificación = justificación (1 Cor. 6:11).
·         Bautismo = unirse al Cuerpo (1 Cor. 12:13).
·         Bautismo = estar en Cristo (Gál. 3:27).
·         Fe = Salvación (Ef. 2:8).
·         Lavamiento del agua + palabra = limpieza (Ef. 5:26).
·         Lavamiento + regeneración = salvación (Tito 3:5).
·         Bautismo = salvación y buena conciencia (1 Pe. 3:21)*.

Si alguien sintetiza los datos en estos textos sólo puede llegar a una conclusión. Las siguientes condiciones son inherentes al plan de salvación para la humanidad Creer, arrepentirse, una confesión de fe, y el bautismo en agua. El resultado de sujetarse a estas condiciones inspiradas es salvación, perdón, justificación, novedad de vida, y estar en Cristo y en el Cuerpo.

En vista del orden secuencial de datos en estos pasajes, por qué en nombre de la razón alguien seleccionaría un punto, por ejemplo, “la fe” y contendería que la creencia es la condición solitaria de salvación; o peor aún, alegar que no hay condiciones para la salvación (como hacen los calvinistas).

En contraste con “el método sincrético de interpretación existe aquel procedimiento que sólo puede ser descrito como el “método asilado”. Este desviante esfuerzo es muy común entre aquellos que tienen no más que una habilidad rudimentaria para interpretar. Doquiera una situación pareciera justificarlo, ellos apelarán a un texto en lo más recóndito de su biblioteca teológica mental y lo “citarán” sea cual sea la aplicación que deseen asignarle, por ejemplo, la salvación por “fe solamente”.

Si alguien va a argumentar que la salvación es “por fe solamente” ¿por qué no se podría por la misma “lógica” “probar” que la redención se puede obtener solamente por medio del arrepentimiento, sin ninguna convicción acerca de Jesucristo? ¿O que el perdón se concede por el bautismo solamente , sin arrepentimiento ni fe (como en el caso de aquellos que practican el bautismo de niños)? Tales métodos de pésima interpretación son serios errores que sólo pueden conducirlo a uno al desastre. Ω

La Reprobación de Pablo hacia el "Culto voluntario"

La iglesia en Colosas era perturbada por un movimiento herético que comprometía seriamente la integridad del evangelio de Cristo. Era un conglomerado que consistía en la mezcla de judaísmo, ascetismo (abuso radical del propio cuerpo) y proto-Gnosticismo. Para una discusión más extensa, lea Lightfoot (71-111).

Un aspecto de la herejía, descrita por Pablo, era este: “Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne.” (Col. 2:23, Reina-Valera 1960). De especial interés es el término “culto voluntario”. Viene de la palabra griega compuesta ethelothreskeia, la cual tiene dos raíces, ethelo, “a voluntad”, y threskeia, “lo que tiene que ver con un culto religioso”.

Primero nos enfocamos en el término ethelo, “a voluntad, voluntario”. Algunos sugieren que éste transmite la idea de ser “sorprendido con la mente” a tener que resolver o determinar en un dado asunto, quizá con una inclinación impulsiva lo opuesto a una deliberación bien calculada (comp. Thayer, 285-286). En el griego clásico ethelo se usaba como prefijo para varios componentes que sugerían la idea de una acción voluntaria, como un agente voluntario, o la voluntariedad ante el peligro (Vincent, 912). El escritor interpreta el término como “culto de auto-elección”.

Los afamados eruditos en papiros griegos, Moulton y Milligan sugirieron que la forma particular usada en el texto de Colosenses fue acuñada por el mismo Pablo (181). Pareciera haber un consenso general entre los eruditos en cuanto al significado del término. Citamos el siguiente testimonio para aquellos que no tienen acceso a muchas herramientas que tratan este asunto.

La traducción Génova (1557) traduce la palabra como “voluntarie worshipping” [“adoración voluntaria”], con el texto usando “voluntaria” en el sentido de “arbitraria”. La misma versión en  la edición de 1560 tiene esta nota al margen: “aquella que los hombres habían elegido según sus fantasías” (Hastings, IV.923). En otras palabras, es una “adoración inventada”. Es una “adoración que se origina en la voluntad del hombre, en oposición a la voluntad divina, son actos religiosos arbitrarios, indignos a pesar de lo dificultoso de su realización” (Orr, V.3085).

J. B. Lightfoot lo llamó un “servicio autoimpuesto, más allá de lo que requiere el deber, oficioso” (204), y F. F. Bruce declara que tal servicio “contrasta con el servicio espiritual que los verdaderos cristianos disfrutan en armonía con la voluntad de Dios, que es ‘buena, agradable y perfecta’ (Ro. 12:1-2), esta “supuesta religión” es un “culto inventado” (128). Hasta Juan Calvino llamó a esta adoración “la que los hombres escogen como su opción sin autorización de parte de Dios” (202).

J. H. Thayer describió el término “culto voluntario” como: “Es una adoración que alguien concibe y prescribe para sí mismo, contraria a los contenidos y naturaleza de la fe que debiera estar dirigida a Cristo…” (168). W. E. Vine caracterizó la acción ambiciosa como “adoración adoptada voluntariamente, aunque no esté ordenada o esté prohibida” (IV.236). Vine estaba siguiendo la obra de Cremer (733). En las palabras de otro, “es una forma de adoración que el hombre inventa por sí mismo” (Carson, 79), “una religión inventada por sí misma” (Mounce, 1131). Everett Harrison la describió como una adoración “no prescrita por Dios sino solamente por (la voluntad) del hombre” (72).

En la obra editada por Kittel, Schmidt dice que la adoración voluntaria es: “Un culto que se escoge libremente, el cual ni ha sido ordenado ni prohibido” (Kittel, III.159). En otras palabras, puede que no haya sido ordenado (es decir, autorizado), y que no esté explícitamente prohibido, de manera que si se realiza es una innovación. Lenski dice que es “una adoración auto-impuesta que es llevada a cabo por quienes la quieren y no es el tipo de adoración que quiere Dios” (144). La “devoción no estaba autorizada u ordenada por Jesucristo sino que era estimulada por los dictados de un corazón degenerado” (Pinnock, IV.195).

El erudito británico, Nigel Turner, sugiere que es una forma de religión “que falla en mantener el verdadero objeto de adoración y en lugar de Cristo selecciona sus propios objetos”. Él la llama una “adoración descontrolada”. Es una adoración de “libre elección” en lugar de ser una elección divina (493). La respetada obra de Balz y Schneider define ethelothreskia como “culto auto-impuesto , adoración superflua” (I.381). otra fuente erudita describe el error como “religión auto fabricada, una religión hazla-tú-mismo, religión idiosincrática” (Danker, y otros, 276; véase también Hendriksen, 132). Ellicott asevera que el término claramente refleja “un servicio auto-impuesto, arbitrario” (181).

LOS INNOVADORES MODERNOS
Contrario a la censura del “culto voluntario” por un escritor inspirado, existen los sectarios modernos arengan que “Dios no ha pronunciado una fórmula para su adoración” (F. Blakely, 14). O también hay la absurda noción  que “en ningún caso ellos (los apóstoles) dieron directrices para la adoración congregacional” (G. Blakely, 37). Debido a esto se han propuesto una variedad de “cambios” absurdos para acomodarse a las nuevas “tendencias” en los tipos de culto “cristiano”, por ejemplo, las muchas innovaciones del catolicismo, del protestantismo y de ciertos apóstatas dentro del cuerpo de Cristo.

Por ejemplo, un escritor afirma que “NO sería pecado o algo antibíblico tener ’carne y frijoles, ‘dulce y helado’, o cualquier otro alimento sano y útil en ‘la Cena del Señor’ como ayuda durante la adoración (Winder, 123). Otros han argumentado que la comunión puede ofrecerse cualquier día de la semana; el tema es algo banal (Hook, 17). Más recientemente (Diciembre 2006) ha habido aquellos sermones descarados e infames presentados por Rick Atchley de la Richland Hills Church (Richland Hills, Texas) en los cuales se hacían el anuncio, en el caso afirmado, que la Cena del Señor y el uso de la música instrumental sería incorporado al servicio dominical para aquellos que adoran de esa manera. Su filosofía es: ¡Sencillamente escoge tu propio formato para el servicio de comunión y la música congregacional! (Para una refutación, véase Miller).

Innovadores como ese podríamos mencionar hasta el aburrimiento. Tales desviaciones de la verdad bíblica ignoran el mandato del Salvador que la adoración debe hacerse en armonía con el patrón sagrado de la verdad (Jn. 4:24; 17:17).

CARACTERÍSTICAS DEL CULTO VOLUNTARIO
Tras la apostasía del “culto voluntario” hay varias disposiciones impías: (1) El culto voluntario es arrogante y autocrático. Refleja la actitud auto-inflada de Jeroboam el hijo de Nabat quien diseñó un formato de culto “según su corazón” por medio del cual “hizo pecar a Israel” (1 Re. 14:16). (2) El culto voluntario es una forma de rebelión. Es una reminiscencia de aquellos días de los jueces de Israel cuando todos hacían “lo que les parecía bien ante sus propios ojos” (Jue. 17:6). (3) El culto voluntario es esclavizante. Un sentido de autodeterminación es corruptor, intoxicante y finalmente autodestructivo.

Albert Barnes, el erudito presbiteriano, comentó acerca de la disposición de quienes están a favor del culto voluntario.

Una gran parte de las corrupciones en religión han surgido de este plausible pero engañoso argumento. Dios sabía mejor qué cosas [eran] más conductivas a la piedad para que su pueblo las observara; y estamos mucho más seguros cuando estamos lo más cerca de lo que Él ha designado, y no observar más día u ordenanzas que aquellas dadas por Él (271).

¡Prepárense para el juicio, todos aquellos que laboran bajo la ilusión que pueden ajustar el patrón de adoración de Dios para acomodarla a sus pasiones carnales! Ω

BIBLIOGRAFIA
  • Balz, Horst & Gerhard Schneider. Exegetical Dictionary of the New Testament. Grand Rapids: Eerdmans: 1990.
  • Barnes, Albert. Ephesians, Philippians, and Colossians. Grand Rapids: Baker. 1957.
  • Blakely, Fred. The Banner of Truth. June. 1987.
  • Blakely, Given. Highers-Blakely Debate. Denton: Valid Publications. 1988.
  • Bruce, F. F. Colossians, Philemon, & Ephesians. Grand Rapids: Eerdmans. 1984.
  • Calvin, John. Paul’s Epistles to the Galatians, Ephesians, Philippians, & Colossians. Grand Rapids, Eerdmans, 1965.
  • Carson, Herbert. The Epistles of Paul to the Colossians and Philemon. Grand Rapids: Eerdmans. 1979.
  • Cremer, Hermann. Biblico-Theological Lexicon of New Testament Greek._ Edinburgh: T. & T. Clark. 1895.
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  • Moulton, J. H. and George Milligan. Vocabulary of the Greek New Testament. London: Hodder & Stoughton. 1930.
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  • Vincent, Marvin. Word Studies in the New Testament. Wilmington: Associated Publishers & Authors. 1972.
  • Vine, W. E. See: “Worshipping.” Expository Dictionary of New Testament Words. Grand Rapids: Zondervan, 1952.
  • Winder, F. J. Music of the Saints. Milwaukie, OR: Restoration Press. n.d.

Aquel Misterioso Discípulo

“Juan le dijo: Maestro, vimos a uno echando fuera demonios en tu nombre, y tratamos de impedírselo, porque no nos seguía. Pero Jesús dijo: No se lo impidáis, porque no hay nadie que haga un milagro en mi nombre, y que pueda enseguida hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, por nosotros está”.
(Mr. 9:38-40)

En años recientes, este pasaje en el Evangelio según Marcos se ha convertido en el centro de una tormenta doctrinal. Ha sido frecuentemente citado como texto de prueba para alegar que hay individuos en prácticamente todos los cuerpos denominacionales que son auténticos cristianos (Shelly, 123ss). Esto incluye a líderes religiosos tales como Billy Graham, John Stott y James Dobson (Cope, 7).

Aquellos que rechazan este dogma de los santos-en-las-sectas son acusados de exhibir una actitud arrogante y exclusiva— similar a la de aquellos discípulos del Señor, y por la cual éstos fueron reprendidos.

El Testimonio de Juan
¿Cuáles son los hechos reales de este caso? Una consideración cuidadosa de los datos disponibles revelará que este intrigante incidente no proporciona ningún confort para aquellos mantienen una orientación ecuménica antibíblica.

Juan, un testigo presencial de la controversia, claramente expresa que este hombre estaba “expulsando demonios” en el nombre de Cristo. Hay varias consideraciones cruciales que deben considerarse.

·         Juan, quien reclamó respecto a este hombre, concedió que realmente el caballero estaba expulsando demonios; no hay indicio de fraude. El hecho es que los demonios eran perfectamente capaces de distinguir entre aquellos que poseían la verdaderas habilidades para exorcizar, y aquellos que meramente fingían saber (Hch. 19:13-16).

·         El discípulo anónimo estaba haciendo la obra “en el nombre [del Señor]”.

·         No hay evidencia de que el hombre haya estado enseñando alguna clase de error religioso, y no fue esa la acusación de los discípulos.

La Respuesta de Cristo
El Señor instruyó a sus discípulos: “No se lo impidáis”, o como lo expone el griego, “Dejen de estorbarle”. Luego el Señor explicó por qué no debían oponerse a este compañero. “no hay nadie que haga un milagro en mi nombre, y que pueda enseguida hablar mal de mí”.

Jesús reconoció que:

·         Este hombre estaba realizando milagros auténticos.

·         Lo estaba haciendo en el nombre de Cristo, es decir, basándose en la autoridad del Señor (Vea “Nombre”, W. E. Vine, Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo Testamento).

Si el hombre estaba realmente expulsando demonios, entonces obviamente estaba enseñando el evangelio, porque las señales sobrenaturales tenían el propósito de confirmar la verdad del mensaje del hacedor de milagros. Las señales nunca fueron concedidas como un fin en sí mismas; su propósito era acompañar y validar la instrucción divina (Mr. 16:17-20; Heb. 2:2-4). Los dones sobrenaturales nunca fueron dados para validar una enseñanza falsa.

¿Cómo puede este caso servir como un precedente para hoy, justificando la comunión con aquellos que están propagando el error?

Conclusiones
¿Qué aprendemos de este episodio? Estamos obligados a concluir que este discípulo desconocido había estado, un tiempo anterior, asociado con Cristo, y que el Señor le había asignado una misión divina.

Los discípulos ignoraban la identidad del hombre; sin embargo, él era uno de los obreros del Salvador. Él poseía un don espiritual ¿De quién más recibiría este poder si no del Hijo de Dios? Jesús claramente afirmó que aunque este hombre no estaba en la compañía inmediata de los doce, él estaba “por nosotros”. Así que los discípulos no debían estorbar su labor.

¿Qué relación tiene este episodio con la situación moderna en la que personas que nunca han obedecido el evangelio están indudablemente enseñando doctrinas antibíblicas? Nada en absoluto. Ciertamente es una amonestación para aquellos discípulos que mantienen una actitud de rechazo hacia otros que están fielmente sirviendo al Señor, pero no autoriza la enseñanza del error.

El Problema Actual
Lo que la gente teológicamente liberal necesita para poder justificar su comunión interdenominacional es un caso donde Jesús haya reprendido a los discípulos por no fraternizar con los que defendían el error.

Nuestro problema actual es: tenemos hombres dentro de la iglesia (que representan un número considerable) quienes han perdido todo respeto por la autoridad del Nuevo Testamento. Ellos se han convertido en sectarios desde el mismo núcleo de sus almas. Desean desesperadamente estar afiliados a las denominaciones, pero varios factores los previenen de abandonar la iglesia del todo y unirse a las sectas. Algunos de ellos han prevalecido sobre el rebaño en el cual trabajan— almas ingenuas cuyo conocimiento superficial les ha hecho vulnerables a los encantos de los técnicos en lenguaje labioso que se disfrazan de predicadores del evangelio.

Algunos de ellos sienten que son “reformadores”. Fantasean conque han sido llamados de forma especial por Dios para traer a la “denominación Iglesia de Cristo” de su sofocante sectarismo al conglomerado de la moderna “Cristiandad”. Realmente ven sus nombres escritos en los libros que narrarán las obras de la época de la historia eclesiástica.

Hay un par de principios  cruciales que deben mantenerse a la vista al considerar los puntos de la presente controversia.

1.      La enseñanza precisa, el genuino entendimiento y la verdadera obediencia son esenciales en el proceso de la salvación (Jn. 8:32; 1 Tim. 2:4; Heb. 5:9). Sólo porque alguien ha experimentado alguna forma de “bautismo” eso no significa que ya sea un cristiano.

2.      Aun si alguien ha conocido la verdad, si él se aparta yéndose al error (quizá identificándose con alguna secta religiosa), ya no tiene garantizada una aprobación de ese estado.

Aquellos que desean mantenerse fieles al Señor no serán sacudidos por esta nueva mentalidad sectaria. Ω

BIBLIOGRAFIA
  • Cope, Mike. 1997. Wineskins (April/May).
  • Shelly, Rubel. 1984. I Just Want to Be a Christian. 20th Century Christian: Nashville, TN.
  • Vine, W. E. 1991. Expository Dictionary of New Testament Words. World Bible Publishers: Iowa Falls, IA.

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