Un hermano argumenta que Deuteronomio 14:26 prueba
que el uso de la bebida alcohólica no es pecaminoso, de lo contrario el Señor
no la hubiera autorizado. ¿Qué podríamos comentar al respecto?
Con ese dinero podrás también
comprar todo lo que desees: vacas, ovejas, vino, sidra, o cualquier otra cosa
que tú desees, y lo comerás delante del Señor tu Dios, y tú y tu familia se
regocijarán.
¡Mi primera impresión es que una
afirmación como esa refleja la disposición de la mente carnal que está buscando
una justificación para la mundanalidad! Sin embargo, debo hacer la observación
de que este punto de vista no es común, aun entre comentaristas de la Biblia. Por
ejemplo, C. H. Walker escribió: “De esto
queda claro que la bebida fuerte no es pecaminosa en sí misma” (Ellicott’s
Commentary, pp. 11,45). Aunque hay varios factores que deben tomarse en
consideración.
Primero, deberíamos considerar el
contexto. El mismo tiene que ver con la obligación hebrea de traer sus “diezmos”
al templo en ciertos tiempos indicados (vv.
22-23). Si un judío vivía a una gran distancia del santuario, haciéndose
así contraproducente el transporte de sus productos, él podía vender sus bienes
en casa y traer el dinero obtenido hasta Jerusalén (vv. 24-25). En relación con este evento, él podía comprar los
artículos mencionados en el versículo 26
para “comerlos delante de Jehová”. Esta
era una celebración religiosa.
¿Aquellos que argumentan que este
es un precedente para nosotros hoy contenderíamos que podemos comer y beber
licores como parte de nuestra adoración? Además. Al final de cada tres años,
los hebreos debían poner estas festividades a disposición de “los
extranjeros, los huérfanos y las viudas” (vv. 28-29). ¿Cuidaremos a nuestros huérfanos y viudas
emborrachándolos? (Comp. Stgo. 1:27).
Segundo, deberíamos dar alguna
consideración, pues siempre es ventajoso, a las palabras originales empleadas
en el texto. Los términos hebreos traducidos vino (YAYIN) y sidra (SHECHAR) son
más genéricas de lo que algunos suponen.
YAYIN se encuentra 141 veces en
el Antiguo Testamento. Puede significar:
·
Una
vid de uvas (Núm. 6:4);
·
Productos
de la viña que pueden ser recogidos, bebidos o ingeridos (Deut. 28:39; comp. Jer. 40:10, 12);
·
El
líquido que sale del lagar (Isa. 16:10;
Jer. 48:33); o
·
Jugo
de uvas fermentado (Prov. 23:31).
Así que YAYIN es un término general
refiriéndose a una variedad de productos del jugo de la vid (comp. “toda clase
de vino” — Neh. 5:18), y el contexto
en el cual se emplea el término determinará su significado en una dada
circunstancia.
Similarmente, SHECHAR (23 veces como sustantivo
en el Antiguo Testamento) fue utilizado por los escritores de la antigüedad para
denotar:
·
Siropes
dulces (el término está relacionado con nuestras palabras “azúcar” y “azucarado”)
tal como la miel de dátiles o el sirope de palma. Este se empleaba para bebidas
dulces y artículos de comer;
·
“Dátil o palma de vino en su estado fresco, aún
no fermentado” (Frederick Lees, Ph.D., inCyclopedia of Biblical
Literature, John Kitto, Ed. , 1880, I, p. 585; este material es
indispensable para el estudiante responsable); y
·
Bebidas
intoxicantes de productos distintos a la uva (por
ejemplo, el jugo de palma y granos — comp. Isa.
5:11).
Así que, con referencia al pasaje bajo discusión,
el Dr. Lees comenta que “shechar también podría incluir el fruto dulce, como en Deut. 14:26, donde éste y yayin son situados entre las ofrendas de diezmo que podían comerse”
(p. 584). Aunque no es el punto de vista general de este versículo
controversial, ciertamente no está más allá del campo de la posibilidad. En vista
de las numerosas advertencias en contra del peligro de las bebidas fuertes en el
Antiguo Testamento, ¿parecería probable que Moisés alentara su consumo en una
celebración ante Jehová?
Tercero, aunque se concede que la abstinencia
total no fue requerida durante el régimen mosaico, eso no provee ninguna comodidad
para el bebedor social moderno. La economía mosaica trata con el hombre en su
estado rudimentario de desarrollo espiritual. Testifica esto los asuntos
permitidos tales como la esclavitud, el concubinato, la poligamia, el divorcio
por capricho, etc. El sistema mosaico era uno de preparación necesaria que con
el tiempo sería sustituido por un sistema moral de mucha más responsabilidad
(comp. Hch. 17:30).
Quizá una ilustración ayudará a esclarecer aún
más esta cuestión. Bajo el sistema levítico, a los sacerdotes se les prohibió
el uso de bebidas embriagantes mientras estuvieran ejerciendo sus funciones sacerdotales
(Lev. 10:9). Sin embargo, ahora, bajo
el régimen de Cristo, todos los cristianos son sacerdotes (1 Pe. 2:9; Apo. 1:6) y nosotros estamos en todo momento funcionando
en el ofrecimiento de sacrificios espirituales a Dios (Ro. 12:1, 2; Heb. 13:15; 1 Pe. 2:5). ¿Cómo deberían los cristianos
conducirse como ministros de un pacto superior?
Considere esta interesante cita de la Encyclopedia
of Christianity (pp. III.457).
El estudio moderno de los efectos del alcohol muestra que es un anestésico,
lo cual significa que éste afecta los más altos centros de funcionamiento del
cerebro que regulan la moral y el juicio antes de que éstos afecten la percepción
o la capacidad motora. El cristiano debería saber y estar consciente de que aun
el uso más mínimo tendrá cierta influencia sobre estos altos centros del
cerebro. Además, las bebidas alcohólicas se usan generalmente para los mismos
propósitos de las drogas peligrosas. Ya que el hombre tiene la tendencia
inherente a excusarse a sí mismo, estos factores deberían causar que los
cristianos se cuestionen fuertemente cualquier reclamo de libertad en cuanto a
su uso”.
Cuando todos estos factores se
toman en consideración, e individuo espiritualmente maduro no tendrá dificultad
con hacer una elección con respecto al consumo de bebidas alcohólicas. Ω