domingo, 27 de marzo de 2016

Apostasía y las universidades cristianas


 En las pasadas décadas, la disciplina de la “ciencia” no ha sido la única “vaca sagrada”. Una tremenda preocupación en el “Movimiento de Restauración” porque en los últimos ciento cincuenta años la iglesia se ha involucrado por medio de hermanos fieles y devotos en establecer escuelas y colegios. Estos han sido establecidos con el costo de la transpiración, sangre, lágrimas y dinero complicado de conseguir. Pero muchos no han sido fieles a su propósito y han ayudado a poner en tela de duda la causa misma de Cristo, a la cual ellos debían servir desde que fueron establecidos. Este escritor es amigo de escuelas fieles y de confianza que están en comunión con las iglesias de Cristo; aparte de graduarme en una de ellas, también fui maestro por algunos años allí y serví tanto en la enseñanza como en la administración. Sin embargo, abiertamente afirmo  que ante todo mi lealtad final e indivisible está con el cristianismo primitivo, no adulterado, del primer siglo. Este educador cristiano no compra la idea  de que los colegios, los doctorados, los doctorados en Filosofía siempre están en lo correcto, y que son los “verdaderos eruditos” (por admisión propia) y que no deben ser sometidos a cuestionamiento alguno. No estoy intimidado con la pregunta: “¿Dónde obtuvo título éste?”

Esto no es para denigrar en ningún modo el bien inmensurable cumplido por esas escuelas que mantienen su fidelidad al propósito por el cual fueron establecidas. Este artículo considerará las responsabilidades de las instituciones de educación superior entre hermanos que se mantienen fieles a su propósito, examinando primero la naturaleza de su organización; segundo, algunos ejemplos de apostasía, y tercero, algunos peligros presentes y advertencias.

Las universidades cristianas — su propósito

Las varias universidades cristianas en la hermandad fueron establecidas por hombres y mujeres creyentes, maestros leales de la enseñanza bíblica, quienes dejaron en claro que estas universidades debían mantenerse fieles a la Palabra de Dios, sin adición, sustracción o modificación. Para determinar que los jóvenes cristianos y otros no siguieran los pasos de los ateos, agnósticos, “teólogos” liberales, evolucionistas teístas y otros con poco, o ningún aprecio por la iglesia del Nuevo Testamento sino que serían instruidos como cristianos verdaderos, las escuelas serían puestas en manos de una directiva cuando se legalizaran, de acuerdo con las leyes del estado en la cual estuvieran ubicadas. La junta directiva tendría la autoridad de  adquirir y dirigir una propiedad la cual obtendrían mediante la ayuda de testamentos, donaciones y contribuciones personales. El poder de la junta directiva es dado a ese grupo por aquellos dueños de la idea, o los que establecieron la institución, en el caso de una escuela cristiana. Este poder es tan necesario y razonable para hacer posible la ejecución de los deberes de dicha directiva, como se declara en el certificado de propósito, o la misión y visión. En otras palabras, la junta directiva tiene la responsabilidad y la autoridad de llevar cabo los deberes que se les encomendaron.

Debería llegar el tiempo cuando una universidad cristiana deje de funcionar, por la razón que sea, por ejemplo, bancarrota, la doctrina de “lo más cercano posible” [cy pres en inglés] dice que los fondos que queden —después de liquidar la propiedad y las deudas pendientes—deberían ir a alguna organización de caridad que sea lo más cercano posible al propósito original por el que se fundó ese centro de estudios bíblicos, incluso podría ir a otra universidad dirigida por hermanos. Los fondos no deben ir a una congregación (es), ni a las cuentas de los directivos, ni a los patrocinadores. Además, la junta directiva no es más propietaria de esa universidad como lo hacen los bancos.

La mesa directiva se esmera en alcanzar la máxima efectividad y eficiencia de la operación. Ellos formulan las políticas de la institución y nombran un director que se encargue de que esas políticas se cumplan y de mover la institución hacia la meta propuesta. Debe hacerse una distinción entre los directivos que confeccionan las políticas y el presidente ejecutivo, con su personal administrativo. La junta directiva debe ser meticulosa en el ejercicio de sus funciones manteniéndolas fielmente y claramente definidas por aquel propósito declarado y la filosofía que se originó en el establecimiento de dicha institución.

El Colegio Cristiano—Algunos ejemplos de apostasía

Casi al inicio del Movimiento de Restauración, Alexander Campbell estableció el Buffalo Seminary (1818) el cual fue seguido un poco después por el Bethany College (1840). El establecimiento del Bethany por parte del hermano Campbell tardó por la organización del Bacon College (1836), Georgetown, Kentucky. Nombrado así por Francis Bacon, este colegio contaba con la dirección de Walter Scott como presidente, quien dirigió el discurso inaugural pero nunca realizó de lleno su función. Tolbert Fanning era miembro del Colegio. Su mesa directiva incluía nombres como Walter Scott, James Challen, John T. Johnson, P. S. Fall y John Bowman. En 1859, la escuela se convirtió en la Kentucky University. La universidad se mudó a Lexington, Kentucky (1865), y se unió con la Transilvania University, donde J.  W. McGarvey ayudó a formular el currículo para la Universidad de la Biblia y empezó enseñando Historia Sagrada. John B. Bowman era el rector de la universidad, y Robert Milligan asumió la presidencia de la Universidad de la Biblia.

La facultad de Biblia, una de las cinco facultades de la Universidad de Kentucky, es en sí misma un estudio de la apostasía. Con el tiempo, la hermandad perdió el control de la Universidad de Kentucky, y McGarvey fue despedido (1873). En 1875, la Universidad de la Biblia retornó al “control de la hermandad”. Sin embargo, se estableció una universidad totalmente independiente el 27 de julio de 1877, con Robert Graham, presidente, y J. W. McGarvey y I. B. Grubbs como maestros. Más tarde, el hermano McGarvey asumiría la presidencia.

Nubes negras de modernismo ahora estaban en el horizonte. Charles Darwin había montado su teoría de la evolución sobre la teoría naturalista acerca de la historia que expuso Hegel, y los teólogos liberales estaban intentando afirmar que la Biblia no era más que el resultado de un pensamiento religioso en evolución, para nada sagrada, ni la inequívoca palabra de Dios. Ese pensamiento liberal comenzó a ser defendido por hermanos como R. C. Cave, L. L. Pinkerton, George W. Longen,  Isaac Errett, James H. Garrison, y otros.

La teología modernista, liberal, propagada por los estudiantes  de la teología perteneciente a la manada de universidades germanas ateas donde enseñaban Ritschl, Wellhausen y otros que la trajeron a Estados Unidos, negaba la autoría mosaica del Pentateuco, ridiculizaba el relato de Génesis 1 de la Creación, se mofaba de los milagros de la Biblia, y atacaban la infalibilidad de la Escritura. Otras herejías involucraron ideas tales como: Dios es la evolución de las deidades tribales, los profetas no predecían sino que escribieron después que los eventos ya eran historia, Mateo y Lucas se basaron en Marcos y en un documento más antiguo anterior a éstos, con el que no contamos ahora, llamado la fuente, “la logia” o “el documento Q”, el documento desmitologizado el cual prueba que el Jesús histórico era simplemente un hombre— no el “Unigénito Hijo de Dios”; Cristo no era el Dios-Hombre, nacido de una virgen; la sangre de Cristo no expía el pecado; Cristo no resucitó al tercer día; Él no va a regresar, y el cielo y el infierno son productos fantasiosos de la imaginación del hombre. Por consiguiente, la iglesia no es más que una fraternidad social­— no el cuerpo que Cristo compró con su sangre; su mensaje es el evangelio social— no la salvación por gracia por medio del sistema divino de fe; su líder es “el buen hombre” de Nazareth— no el Señor de la gloria, el Salvador eterno, el Único “declarado Hijo de Dios con poder mediante la resurrección de entre los muertos” (Ro. 1:4). Como el fuego en el rastrojo seco, esta deificación impía, irracional de la mente del hombre arrasó casi todo a su paso en las facultades y universidades estadounidenses. Además su efecto sobre algunos hermanos fue tanto profundo como trágico.

Algunos hermanos llegaron a sentir que si no se sentaban a los pies de los “eruditos teológicos” se convertirían en indoctos e ignorantes. Así que, ellos rápidamente se unieron a rebaños de los liberales tales como la Universidad de Chicago y la Yale University. Los liberales usaban el Christian Century para predicar el liberalismo y la aceptación de los “santos que no han sido bautizados”, mientras que el Instituto Campbell desarrollaba una estrategia para infiltrar en la iglesia la teología modernista. Muchos hermanos, incluyendo directivos fueron tan ingenuos o confiados que no creían que estos brillantes eruditos estaban contaminados con tal propaganda modernista.

Los liberales ganaron más y más influencia en la hermandad, controlando a muchos predicadores y numerosas facultades. McGarvey se convirtió en un poderoso defensor de la Biblia y del cristianismo del Nuevo Testamento. No solamente se opuso a innovaciones tales como la música instrumental sino que llegó a ser quizá el más destacado erudito en Evidencias Cristianas, combatiendo erudición con erudición. Sus numerosos libros como respuesta a los “eruditos” liberales nunca fueron refutados; su prominente liderazgo ayudó a miles que “no habían doblado rodilla ante Baal” a que se mantuvieran en la trinchera. Su departamento de “Crítica Bíblica” en el Christian Standard potenciaba la verdad, defendía la causa de la inspiración verbal plenaria, infalible y totalmente inequívoca. Adán fue el primer hombre, y Eva fue creada a partir de su costilla; Isaías fue escrito por Isaías, y Daniel por Daniel; Abraham ofreció a Isaac, y Jonás fue tragado por un pez gigante; Job fue un personaje histórico, y la esposa de Lot se convirtió en un pilar de sal literal; los carruajes del faraón fueron destruidos y su ejército ahogado en el Mar Rojo—no en el lodo del Mar Rojo, y el ángel del Señor causó la muerte de 185,000 soldados de Senaquerib—no fue el resultado de una plaga de pulga en las ratas que había en sus equipajes.

Cuando el hermano McGarvey partió de esta vida (1911), los liberales se apresuraron para apoderarse de la Universidad de la Biblia. El hermano Hall L. Calhoun (Ph. D., Harvard) había sido preparado por John W. McGarvey para sucederle como presidente. Sin embargo, Calhoun no fue tomado en cuenta por Richard H. Crosswell, un liberal, para presidente de la Universidad de la Biblia y, además, de Transylvania; la directiva fue dominada por A. W. Fortune y otros liberales. Ellos traicionaron su deber. Los conservadores fueron purgados inexorablemente y reemplazados por liberales; su estrategia para la purga fue “vendida” sobre la base de mejorar la calidad de la educación; de considerar todos los lados de una cuestión y permitir que los estudiantes decidieran; de honrar la libertad académica; de presentar la posición sostenida por “los eruditos” [erudición liberal, en oposición a las afirmaciones claras de la Biblia y sus preceptos, la cual gobernaba sus agencias de acreditaciones] y animando un avance hacia el ecumenismo. Aquellos “chapados a la antigua, radicales, extremistas de derecha” que se oponían a la avalancha hacia lo modernista, fueron tildados por los teólogos modernistas rápidamente como “alborotadores de Israel” que se levantan para destruir la paz, la unidad y el espíritu de amor en la hermandad. Cuando eran atacados, los apóstatas apelaban a la simpatía, jugando con las emociones de los hermanos— ¿cómo podía alguien cuestionar a estos dedicados, amorosos y pacificadores hermanos? Por eso muchas veces se permitía al cuestionado que evitara ciertos temas y evadiera el tener que dar una respuesta honesta y directa a quien lo cuestionaba. El diablo ha utilizado con frecuencia esta táctica con gran éxito, como en Lexington, y es así como mantuvieron por un tiempo a los hermanos engañados.

Hall L. Calhoun se convirtió en decano de la universidad en 1912. Sin embargo ya no podía controlar a los liberales de la universidad, quienes eran defendidos por Crosswell; ellos ridiculizaban su defensa de la Biblia como libro de texto y en el salón de clases enseñaban que Cristo era simplemente un hombre, que la inmersión no era necesaria en el bautismo y que Cristo no tiene poder para ayudar en nuestras necesidades. Cuando las prácticas liberales fueron desafiadas, Mark Collis, presidente de la directiva, y los otros directivos, defendieron a los profesores liberales. La última esperanza de la universidad, Hall L. Calhoun, se resignó; se identificó con las iglesias de Cristo  enseñando en Freed-Hardeman College y en el David Lipscomb College hasta 1935, el año de su muerte. ¡Que nadie se engañe! Las universidades pueden y apostatan.

Otras universidades se apartaron del Movimiento de Restauración incluyendo el Betany College, Butler University, Drake University, Eureka College, Hiram College, Texas Christian University, y otros. Estas instituciones y aquellos que las patrocinan tienen muy poco interés en el propósito de sus padres fundadores.

Las Universidades Cristianas —Algunos peligros y advertencias en el presente

Si las universidades cristianas van a mantener su grandioso y fiel servicio a la hermandad y a la sociedad, la directiva, el personal administrativo, y la facultad misma deben conservar el objetivo original de estas instituciones—lealtad a  Cristo y a la enseñanza de la Sagrada Escritura. Deben contender a favor de “la fe una vez dada a los santos” (Jud. 3). Las lecciones de la historia deberían ser una exhortación para los directivos, administradores y electores a que estén vigilantes por aquellos que ridiculizarían las Sendas Antiguas en lugar de animar a los más jóvenes a seguirlas; aquellos que están más atentos a la posibilidad y tragedia de enseñar menos acerca de la “Biblia” y más acerca de las teologías de Bultmann, Tillich, Barth, y otros, y no del Libro Divino [los predicadores van a predicar y enseñar lo que ellos creen saber]; se debe demandar a los maestros a no “repetir cual papagayos” a los sectarios y a al parloteo de los liberales sino que armen a los estudiantes con la Palabra; es de esperarse que aquellos miembros de la facultad que estén en desacuerdo con los ideales y propósitos de la institución tengan el suficiente honor como para voluntariamente desprenderse de la institución [de lo contrario, luego de seguido el debido proceso, los demás miembros deberían despedirlos]; los directivos responsables deben percibir que alguien que conoce bien que la Biblia está en lo correcto sabrá decir cuándo la teología y la filosofía están erradas [el buen estudiante de la Biblia no se dejará seducir por los modernistas]; es de esperarse que esta facultad sostenga el punto de vista de la inspiración— el que “los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Pe. 1:21; comp. 1 Cor. 2:4-13; ; 1 Tes. 2:13; 1 Cor. 14:37). Cuando hay profesores que defiendan un origen evolutivo de la Biblia se les debe exigir que revelen cuál es su punto de vista acerca de la inspiración, si la Biblia está inspirada en el grado bíblico o si en el grado modernista. También debe tomarse en cuenta si tienen un punto de vista modernista de la divinidad de Cristo o un punto de vista bíblico acerca de la Deidad del Señor.

Nadie será tan ingenuo hoy como para negar que los peligros antes mencionados no son reales, pues éstos existen en toda época. Nadie puede lograr el éxito acusando a este autor de no ser amigo de la educación cristiana; tantos años dedicados a la enseñanza voluntaria y sin remuneración hablan elocuentemente acerca del amor que tenemos por este ministerio; ya son dieciséis años de enseñanza en casi todos los niveles y lo más cercano posible de un método profesional y probado. Los sabios no menospreciarán estas advertencias, ellos escucharán.


Una exhortación de Pablo que es aplicable a los individuos y a las instituciones es: “Por tanto, el que cree que está firme, tenga cuidado, no sea que caiga” (1 Cor. 10:12).

domingo, 20 de marzo de 2016

Seamos Cautelosos con la Conducta Desvergonzada

¿QUÉ ES UNA CONDUCTA DESVERGONZADA?

La conducta de un niño parte de su conciencia y sus valores. Muchos niños que se crían en ambientes con muy limitados recursos crecen haciendo el bien y aquellos que nacen y se crían en las mejores circunstancias tienen problemas para vivir una vida buena. Algunos niños a los cuales se les enseña el evangelio de Cristo responden positivamente, otros no. La razón de esto es que los hijos deciden por sí mismos cómo vivirán sus vidas. Hay algunos factores externos que influyen fuertemente sobre su conducta, como los padres, los amigos, la cultura y las circunstancias, pero la decisión final en cuanto a la conducta reposa en la decisión individual.

Los padres cristianos se preocupan con razón acerca de si sus hijos serán fieles a Dios. Lamentablemente no hay garantía alguna en cuanto a que nuestros hijos se desarrollarán como nosotros queremos aun cuando proveamos para ellos el mejor ambiente posible. El proverbio bíblico dice: "Enseña al niño el camino en que debe andar, y aun cuando sea viejo no se apartará de él” (Prov. 22:6), pero parece que es una regla general que no hay regla sin excepciones. Dios proveyó para Adán y Eva un ambiente perfecto para su desarrollo moral y espiritual pero ellos se desviaron de sus caminos. Estoy seguro que la mayoría de nosotros conocemos hijos que se han criado en ambientes similares y sin embargo de adultos son completamente diferentes. Si hubiera una fórmula para criar hijos perfectos, estoy seguro que la mayoría de los padres haría lo que fuera necesario para garantizar un porvenir ideal. Por lo tanto, la conducta está determinada primordialmente por la conciencia y valores del individuo. En general, el ambiente sólo puede influir en la conducta pero no determinarla.

Hay una diferencia entre mala conducta y conducta desvergonzada. Por ejemplo, en Tito 1:6 Pablo dice que un anciano debe tener “hijos creyentes, no acusados de disolución ni de rebeldía”. La palabra griega traducida “disolución” en este versículo es asotia, la cual aparece dos veces en el Nuevo Testamento y se traduce “desenfreno” (Ef. 5:18) y “disipación” (1 Pe. 4:4). Esta palabra parece referirse a la conducta que es sensual, imprudente, y fuera de control. La conducta disoluta de Tito 1:6 no se refiere a los hijos que como es típico dan batalla con su mala conducta. No todos los hijos que forcejean con la fe viven vidas que son disoluta e indisciplinadas, pero un anciano no puede servir efectivamente si sus hijos están fuera de control. La conducta disoluta, entonces, no es típica de los ejemplos que acostumbramos ver de mala conducta. Quizá el uso de disolución en este versículo nos ayude a entender cuándo es el caso que un hombre tiene hijos que no creen.

Una característica de la conducta desvergonzada es la pérdida de la inhibición y la falta de conciencia. Ser consciente de algo es preocuparse de ello. La conciencia es una advertencia interna, un aviso de cuál es una conducta buena y cuál es una mala conducta. Algunas personas suprimen su conciencia al punto de que pierden sensibilidad tocante a lo bueno y a lo malo. Pablo lo expresa de esta manera: “y ellos, habiendo llegado a ser insensibles, se entregaron a la sensualidad para cometer con avidez toda clase de impurezas” (Ef. 4:19).

La conducta de los hijos se puede colocar en un ir y venir de lo bueno a lo malo y viceversa. El peor lado de esto es que con el tiempo puede concluir en una conducta que, a la edad de 18, se diagnosticará por la comunidad de salud mental como Desorden de Personalidad Antisocial (DPA). Según la más reciente edición del Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-IV-TR, por sus siglas en inglés), algunas de las características prominentes de este desorden es la incapacidad de acatar las normas sociales, hipocresía, hábito de mentir, impulsividad, irresponsabilidad, violencia y falta de remordimiento (706). Hay varios libros que se pueden obtener en las librerías y que tratan con detalle el cuadro aterrador que tiene el desenlace de esta condición.
Algunos argumentarán que la conciencia es el resultado de la biología o del ambiente y que los individuos tienen poco o ningún control sobre su conducta, pero la Biblia instruye diferente. Dios dice que es nuestra responsabilidad conducirnos adecuadamente. “El alma que peque, ésa morirá” (Ez. 18:20). Dar libre paso al reino del pecado puede resultar en un estado mental destructivo donde nos engañamos a nosotros mismos. Por ejemplo, Pablo nos advierte acerca de que el mal “con toda perversidad engañará a los que se pierden por haberse negado a amar la verdad y así ser salvos” (2 Tes. 2:10, La Biblia Al Día).

CAMBIANDO VALORES Y NORMAS

No hay duda en cuanto a que los valores y normas de nuestra cultura han cambiado en los últimos cincuenta años. Hoy, estos cambios están teniendo un impacto significativo en el ambiente que rodea a nuestros hijos. Nuestra sociedad ha hecho tres cambios significativos en el pensamiento de las personas en cuanto a las normas y los valores. PRIMERO, ha habido un cambio desde un punto de vista moral bíblico hacia un punto de vista secular. Esto ha desviado a nuestra sociedad de las normas y valores de la Escritura hacia una forma de conducta que es la correcta ante sus propios ojos. La Biblia dice que esto es una tendencia de la humanidad: "Hay camino que al hombre le parece derecho, pero al final, es camino de muerte” (Prov. 14:12). No tenemos la sabiduría en nuestro interior para establecer nuestras propias normas y valores. Jeremías dice que… "no depende del hombre su camino, ni de quien anda el dirigir sus pasos” (Jer. 10:23). Muchos de los malos de la sociedad de nuestros días son resultados de la incapacidad de nuestra nación de establecer normas y valores que funcionen.

Un SEGUNDO cambio decisivo en el pensamiento de las personas dentro de nuestra cultura ha sido aquel que les ha guiado hacia un punto de vista postmodernista. Para el postmodernista, la verdad no es objetiva o separada del individuo. Ninguna literatura o filosofía tiene un contenido inalterable sino que todo está determinado por la perspectiva del individuo. Esto ha guiado a nuestra sociedad a tomar un punto de vista multicultural  donde el valor de todas las culturas, punto de vista y tradiciones se ven como si poseyeran el mismo valor. De modo que, en nuestra cultura hoy todas las creencias y conductas  son consideradas iguales, no importa cuán desvergonzadas puedan ser éstas. Desde luego, la única excepción a esto sería la actitud de los postmodernistas hacia aquellos que creen en el estándar moral objetivo de la Biblia. Por lo tanto, un punto de vista bíblico mundial es considerado malo por muchos hoy, lo cual nos recuerda las palabras de Isaías: “los que llaman al mal bien y al bien mal” (Isa. 5:20).

El TERCER principal cambio que ha ocurrido dentro de la sociedad es cómo vemos la conducta. El punto de vista postmoderno es que la conducta de alguien es tan buena como la de los demás, pero esto no funciona cuando es obvio aun al postmodernista secular que una conducta es mala. De manera que han hecho un ajuste  el cual permite que la conducta de alguien se le llame enfermedad, para poder decir: “No es que eres malo, ¡es que estás enfermo!” Las raíces de esta teoría son tan antiguas como la década de 1930 cuando la religión de los Alcohólicos Anónimos (AA) se alió con la comunidad médica y nació el modelo que considera la adicción como una enfermedad. Desafortunadamente, los AA tienen sus orígenes en el determinismo religioso de Juan Calvino. Es por esto que el primer paso de los Doce Pasos de los AA es que debemos admitir que nosotros no podemos cambiar nuestra conducta a menos que haya algún tipo de intervención divina.

¡AYÚDAME PORQUE NO PUEDO AYUDARME A MÍ MISMO!

La idea de que alguien no tiene poder alguno sobre su conducta encaja magníficamente en el punto de vista de la comunidad médica de enfermedad; es decir, no elegimos estar enfermos, no somos malos sino que estamos enfermos, y cuando estamos enfermos, necesitamos tratamiento. Además de esto, para lo que sea que la comunidad médica identifique como enfermedad, las compañías de seguros pagarán los gastos. Así que no me acusen de actuar irresponsablemente, sólo tolérame durante mi enfermedad. Si llego ebrio al trabajo, no puedes despedirme. En cambio, sufraga los gastos de mi tratamiento.

El problema con el modelo de enfermedad es que no sólo se confina al abuso del alcohol, sino que se expande a otras drogas, y eventualmente a todo tipo de conductas. Hoy, si una persona tiene problemas con los juegos de azar, el sexo, la comida o las compras, entonces se puede decir que ella tiene una enfermedad. Sin embargo, uno debe siempre reconocer la diferencia entre una conducta problemática y una enfermedad física. Por ejemplo, beber alcohol y fumar son conductas, donde la cirrosis del hígado y el cáncer de pulmón son enfermedades.

Vi un reportaje en televisión donde un juez de Ohio era cuestionado por algunos reporteros en cuanto al por qué dejó libre a un hombre que había sido encontrado culpable de violar a dos niños. Su respuesta fue que la cárcel no le haría ningún bien a este hombre porque lo que él tenía era una enfermedad. La base para esta decisión desvergonzada era la creencia del juez en el modelo de “la conducta es una enfermedad”. El juez mismo había tenido serios problemas por causa del abuso del alcohol y había sido diagnosticado algunos años atrás como objeto de tratamiento por adicción. Con respecto al pedófilo que había violado a los niños él sólo podía decir: “Es que tiene una enfermedad como me pasó a mí”. Lo cierto es que ni el juez ni el convicto violador de niños tenían una enfermedad, y ambos eran responsables de sus propios crímenes, y no obstante el juez utilizó el modelo de “la conducta es una enfermedad”  para justificarse a sí mismo y también al convicto. Nuestros genes no nos convierten en adictos, y no hay enfermedades biológicas que provoquen que perdamos la capacidad de saber cómo debemos comportarnos.

ESTRATEGIAS DE INTERVENCIÓN

Por una variedad de razones, nosotros tomamos nuestras propias decisiones en cuanto a cómo comportarnos basados en lo que valoramos en el momento de hacer una elección. La conducta de un niño siempre se va a encontrar entre ese ir y venir entre lo bueno y lo malo. Un ejemplo de conducta desvergonzada no significa que su hijo va a convertirse cuando adulto en un psicópata. Sin embargo, si usted está notando una serie de conductas problemáticas en su hijo, aquí hay algunas cuantas cosas que puede hacer. (1) Sosténgase del modelo bíblico de lo bueno y lo malo. Puede que su hijo no lo entienda ahora, y puede que nunca lo haga, pero esto es lo que Dios espera que usted haga como padre. (2) No sea un facilitador. No siempre tiene que estar limpiando el desorden de su hijo, porque llega el momento en que terminas haciéndolo de por vida. Al hacer esto, el niño nunca experimenta las consecuencias de portarse mal. El principio bíblico es “Cosechas todo lo que siembras” (Gál. 6:7). (3) Ayude a su hijo a descubrir lo que es lo mejor para él/ella. Algunos hijos no se convencen mediante argumentos morales, o consejos o mandamientos, pero ellos podrían estar de acuerdo en hacer algo que ven que les conviene. (4) Demuestre a su hijo que tenemos el control sobre nuestra propia conducta. Nunca ceda en este punto. No permita que la conducta sea atribuida a los genes, padres, maestros, circunstancias, ambiente, drogas, alcohol, amigos, televisión o alguna otra excusa.

Obras Citadas

American Psychiatric Association: Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders. 4th rev. ed. Washington, DC: APA, 2000.

Hare, Robert D. Without Conscience: The Disturbing World of the Psychopaths Among Us. New York: Guilford, 1993.


Myers, J B. Elders and Deacons. Nashville: 21st Century, 2003.

lunes, 14 de marzo de 2016

¿”Muere” el error cuando decidimos “dejarlo existir”?

Parece claro que hay entre nosotros quienes, aunque creen que la Biblia no autoriza el uso de música instrumental en la adoración a Dios, piensan también que no debería hacerse nada para oponerse a los esfuerzos actuales de algunos de nuestros hermanos para mezclarse con la Iglesia Cristiana. Aparentemente ellos creen que si “lo dejamos existir” el error morirá por sí solo en una muerte silenciosa.

Pero el error no “morirá” si simplemente lo “dejamos existir”. Y es claro que Jesús espera que entendamos que no será así. Él exige —por medio de la clara enseñanza del Nuevo Testamento—que debemos “contender ardientemente por la fe” (Jud. 3), debemos poner resistencia a los expositores del error (Gál. 2:11-14), debemos entender que hemos sido advertidos de lobos que entrarán y querrán arrastrar discípulos detrás de ellos (Hch. 20:29-30), debemos reprobar, reprender y exhortar (para dar a entender que nos oponemos a la falsa doctrina y que nos ponemos del lado de la verdad, 2 Tim. 4:1-5; Jn. 8:32).

Las personas no piensan así con las demás cosas en su diario vivir

Cuando la casa de una persona se está incendiando, ella no se sienta tranquilamente a esperar que el fuego se apague ‘solo’ (como decía el hermano Jack Meyer, “el fuego morirá cuando haya quemado todo hasta el suelo”). Cuando las personas se percatan que dentro de su casa hay una serpiente de cascabel, ellos no la dejan “sola” hasta que decida irse o que muera en algún momento. No, la buscan y la matan. Cuando las personas se enteran que tienen cáncer, no dicen: “Lo dejaré allí quieto porque tarde o temprano morirá solo y todo estará bien”. No, buscan ayuda médica en un sincero esfuerzo por hacer lo que esté a su alcance para batallar con el cáncer y “ganarle” si es posible.

¿Y qué con los asuntos religiosos?

¿Qué pasaría si varios miembros de la iglesia empezaran a defender el ateísmo y comenzaran a “predicar” a otros cristianos que Dios no existe? ¿Dirían los miembros fieles, “Bueno, sólo déjenlos allí, y esa teoría morirá por sí sola”? Sin duda hay miembros de la iglesia que dirían eso, pero los miembros fieles dirían: “Debemos hacer algo para detener esto porque el Señor (Jud. 3) nos enseñó a contender por la fe”.

Desde hace ya algunos años ha habido un movimiento apropiadamente denominado el “movimiento liberal” (es decir, que defiende lo que la Biblia no autoriza) el cual está diciendo cosas tales como: “Es ridículo oponerse a los instrumentos de música en la adoración a Dios”, “Hay algunos cristianos que nunca han sido bautizados”, “Hay cristianos de verdad, instruidos, en las muchas denominaciones”.

Al tiempo que esto ha estado sucediendo, ha habido otros miembros de la iglesia quienes—aunque creen que las posiciones mencionadas están erradas—en lugar de contender ardientemente por la fe (Jud. 3) oponiéndose a dichos errores, están alegando que “¡sólo déjenlos en paz y eso va a morir por sí mismo!”

Algunos hermanos están cometiendo un grave error al pensar que la iglesia de Cristo debería mezclarse o tener comunión con la Iglesia Cristiana (sea la llamada Iglesia Cristiana “conservadora” o los liberales “Discípulos de Cristo”). La llamada Iglesia Cristiana conservadora (usualmente se refieren a sí mismos como la Iglesia Cristiana Independiente) es una secta porque esta rechaza la ley de Dios de la autoridad. Sus miembros contienden que uno no necesita autorización bíblica para lo que haga en religión y—ellos contienden que—todo lo que está prohibido específicamente por la Biblia entonces es que está permitido. Este principio abre par en par las puertas a la apostasía. Los predicadores de la Iglesia Cristiana han dejado claro que ellos pelearán por el uso de la música instrumental y no dejarán de usarla en su adoración a Dios aun cuando algunos de ellos admiten que no hay autoridad bíblica para el uso de esos instrumentos. Es claro que ellos no—aunque algunos de nuestros hermanos crean que sí lo harán—abandonarán estas cosas por causa de la unidad. Y aunque lo hicieran, sería bajo la condición de que los miembros de las iglesias de Cristo admitan que el no-uso de música instrumental en la adoración es simplemente un asunto opcional, y no una obligación. Esto—y un número de errores de la Iglesia Cristiana no van a “morir” porque los dejemos existir. Los hermanos fieles deben levantarse y contender por su fe (Jud. 3; 2 Jn. 9-11; Col. 3:17; etc.)

Aun cuando estamos profunda y vitalmente interesados en la unidad que está basada en la verdad, ¡ningún cristiano fiel estará de acuerdo con la “unidad” que está basada en el error! Hacemos una seria y amorosa apelación a todos nuestros hermanos en cualquier lugar a que practiquen y defiendan la verdad. El error NO “morirá” porque lo dejemos “solo” (1 Tim. 6:12; Hch 7; 9:20-22). Debemos oponernos al error amorosamente —aunque valiente y vigorosamente— junto con una proclamación persuasiva de la verdad (Ef. 4:15; Jud. 3; Hch. 9:20-22; 2:21-47). La iglesia de Cristo es el ejército de Cristo. Él espera que cada miembro sea un buen soldado en ese ejército (2 Tim. 2:3; 1 Tim. 612; Ef. 6:10-20). Que Dios nos ayude a hablar “con denuedo” y como “debemos” hablar (Ef. 6:20). 

domingo, 13 de marzo de 2016

Un vistazo general al “Liberalismo” y al “Antiismo"

Nunca me ha gustado el uso de términos tales como “liberalismo” y “antiismo” porque me parece que las personas se podrían prejuiciar contra un punto de vista (simplemente por la terminología empleada) antes de examinar la evidencia relevante. Pero realmente no conozco otra mejor manera de hacer lo que se tiene que hacer (Me gustaría recibir sugerencias de los demás, de cómo lo expresarían).

En todo caso, estoy convencido de que las dos cosas a las cuales me refiero como “liberalismo” y “antiismo” han sido problemas muy muy serios a lo largo de la historia de la humanidad. El objetivo básico de este tema de introducción es tratar de explicar por qué este es el caso. Esto nos lleva al prerrequisito de presentar las definiciones de ambos términos.

¿Qué es el “Liberalismo”?

La Biblia es muy clara en cuanto a que Dios demanda que los hombres hagan únicamente lo que Él autoriza en Su palabra. Hemos discutido acerca de este tema en otras controversias y a lo largo de estos veinte años de ministerio. El cristianismo es la religión de la autoridad bíblica. Son cientos los libros y tratados enseñando el tema de la autoridad bíblica.

Liberalismo, en el sentido que estamos usando el término aquí, puede tomar una de dos formas: (1) sostener que nadie está bajo la obligación de tener autorización de la Biblia para lo que haga en religión o (2) sostener que, para poder agradar a Dios uno debe tener autoridad bíblica para lo que haga en religión pero defender que algunas creencias/prácticas están autorizadas por la Biblia cuando ese no es el caso.

Para facilitar una referencia al lector, cuando me refiera a “Liberalismo” me estaré refiriendo a la defensa/práctica de hacer lo que la Biblia no autoriza, y que por eso mismo hecho lo que se hace está prohibido.

¿Qué es “Antiismo”?

En tajante contraste con el liberalismo, el antiismo prohíbe lo que la Biblia autoriza. El antiismo no niega que uno deba tener autoridad bíblica para lo que se hace en religión. El error básico del antiismo es prohibir lo que la Biblia autoriza. Lo que está prohibido varía dependiendo de las formas del antiismo. Por ejemplo, aunque la Biblia autoriza que las iglesias tengan un predicador “local”, algunos hermanos antis niegan esto, afirmando que las congregaciones deberían practicar lo que ellos llaman “ministerio recíproco” (o mutuo). Otros hermanos antis sostienen que una iglesia local no debe usar sino una sola copa para servir el jugo de uvas durante la Cena del Señor. El uso de varias copas está autorizado, pero sin importarles eso estos hermanos lo prohíben. Otros hermanos antis se oponen a la realización de varias clases simultáneas antes del servicio de adoración. Y cosas semejantes a las mencionadas.

Una ilustración de la Diferencia entre Liberalismo y Antiismo

Supongamos que el señor Smith, un agricultor, tiene tres hijos. También tiene una vaca y un gran pastizal donde esta puede alimentarse. Smith tiene una comprensión vasta acerca de lo que la vaca necesita para comer y estar saludable. También conoce el suelo y las plantas muy bien. Debido a este conocimiento, el señor Smith ha determinado que su vaca debe estar atada en un lugar específico en el pastizal y con una soga de no más de cien pies de largo. Así que, cuando usó a sus tres hijos de manera alternada para la tarea de atar la vaca, los instruyó a atarla con una soga que le permitiera un espacio de cien pies (permitiendo así que la vaca caminara y comiera de todo dentro de un círculo que tenía un radio de cien pies—y por ende, un diámetro de doscientos pies).

De manera que el señor Smith le dice el lunes a su hijo Juan que ate la vaca. “Cuando ates la vaca, asegúrate de que usas una soga de 100 pies”. Juan responde a su padre: “Papá, lo haré como usted dice”. Pero luego va al pastizal y ata la vaca con una soga de 150 pies. Juan actuó, en respuesta a las instrucciones de su padre, en la misma forma básica que los liberales tratan con la Biblia. Atar la vaca con una soga de 150 pies (50 más que los autorizados por su padre), le permite a la vaca comer hierba/plantas que el padre del joven no quiere que ella coma (comp. 2 Jn. 9-11; Col. 3:17).

El martes, el señor Smith le pide a su hijo Bill, “lleva la vaca y átala con una cuerda de 100 pies”. En respuesta Bill le dice: “Así lo haré padre”. Pero Bill va y ata la vaca con una soga de 50 pies. Al hacer esto, él evitó que la vaca comiera hierba/plantas  que el padre sabía que la vaca necesitaba y que él quería que ella comiera. Bill actuó, en respuesta a las instrucciones de su padre, en la misma forma básica en la que un anti reacciona a la enseñanza bíblica. Juan permitió lo que el padre no había autorizado; Bill prohibió lo que el padre había autorizado (comp. 1 Tim. 4:1-5; Gál. 2:3-5).   

Luego, el miércoles, el señor Smith dijo a su hijo Joe, “Lleva la vaca al pastizal y átala con una soga de 150 pies”. En respuesta Joe le dice: “Lo haré tal como me lo ha pedido, Padre”. Y Joe hizo exactamente como su padre le había autorizado hacer: Ató la vaca con una soga de 150 pies.

Pudiera ser de gran utilidad que el lector se beneficie con el libro del hermano Thomas B. Warren, “LECTURES ON CHURCH COOPERATION AND ORPHAN HOMES”. En él aprenderá muchas cosas acerca de los temas obligatorios y los temas de opinión.

La alegación básica del Liberalismo (por lo menos en la rama de liberalismo en la cual enfoco este estudio) es: todo lo que no está específicamente (explícitamente) prohibido (o señalado como malo) está permitido. Esta alegación es defendida por la Iglesia Cristiana. Si esta alegación es verdadera (¡no es verdadera!) entonces se sigue que: (1) la Biblia no es realmente autoritativa, (2) una congregación podría usar (como algo adicional o como un sustituto del pan que el Nuevo Testamento autoriza) bistec en la Cena del Señor, (3) denominacionalismo, (4) el uso de música instrumental en la adoración a Dios, etc.

El  Antiismo prohíbe lo que está autorizado por el Nuevo Testamento. Esto incluiría cuestiones tales como: (1) la existencia de escuelas bíblicas en los cuales se enseña la Biblia como parte del currículum, (2) que una iglesia ayude a otra en asuntos espirituales, (3) que una iglesia dé ayuda económica a alguien que no sea cristiano, (4) que una iglesia tenga un predicador “local” quien predica el evangelio regularmente tanto a la iglesia como a los inconversos recibiendo un salario estipulado y regular, (5) que una hermana enseñe una clase de niños y/o mujeres como parte de la obra de una iglesia local, (6) que una iglesia tenga, como parte de su obra, varias clases simultáneas antes o después de la adoración, etc.

La “soga de la verdad” representa a las personas que ni permiten (ni practican) lo que el Nuevo Testamento no autoriza ni prohíben lo que la Biblia autoriza. Estos fieles ni tratan los asuntos de obligación como si fueran asuntos opcionales ni tratan asuntos opcionales como si fueran una obligación.

Hay en el presente en la iglesia de Cristo hermanos que claramente están trabajando para lograr una fusión con la Iglesia Independiente Cristiana—o por lo menos lograr una situación en la cual los miembros de la iglesia de Cristo tengan “comunión” con la Iglesia Cristiana. Pero la Iglesia Cristiana está mal tanto en su punto de vista básico como en su práctica. Al sostener que uno no necesita la autorización del Nuevo Testamento para lo que haga en religión, ellos rechazan la autoridad de Cristo. Al hacer esto se convierten —en el mejor de los casos— en una secta. Ellos sostienen que tenemos permitido hacer en asuntos religiosos toda y cualquier cosa que no esté específicamente prohibida (condenada por). Al sostener este punto de vista, ellos abren de par en par las puertas que permiten cualquier cosa concebible. Para unos breves ejemplos de esto, ¿dónde está el pasaje que prohíbe explícitamente la existencia de una “Papa”? ¿Dónde está el pasaje que explícitamente prohíbe a alguien hacerse miembro de la iglesia mormona? ¿De la iglesia luterana? ¿De la religión musulmana? ¿De la Iglesia Bautista? ¿De la Iglesia Católica Romana? ¿De la religión budista? ¿Dónde está el pasaje del Nuevo Testamento que explícitamente prohíbe que se acompañe el pan de la Cena del Señor con bistec? Y así podríamos continuar con más asuntos como estos si uno acepta la premisa básica de la Iglesia Cristiana.

Toda persona que habiendo creído en Jesús y habiéndose arrepentido de sus pecados, se ha bautizado en Su nombre (por Su autoridad) es un hijo de Dios (alguien salvo por la sangre de Cristo, es un miembro de la iglesia por la que Jesús murió [pues Jesús es el que añade a Su iglesia]). Pero es posible que las personas que son miembros de la iglesia de Cristo se conviertan en apóstatas—es decir, que caigan de la gracia (Gál. 5:4; 2 Pe. 2:20-22; etc.).

Cuando los hombres se muestran en infidelidad a Cristo y son impenitentes absolutos en su infidelidad aun cuando otros amorosamente les han exhortado a lo contrario (en armonía con lo que la Biblia enseña con respecto a esto), entonces ya no pueden ser considerados para tener comunión con el fiel pueblo de Dios. Aquellos que rechazan la ley de Dios de la autoridad y quienes, en consecuencia, hacen cosas que no están autorizadas como utilizar instrumentos mecánicos de música en la adoración a Dios, no deberían ser considerados como hijos de Dios fieles.

Que se note que los hombres que han estado—y se mantienen— al frente de la batalla contra el antiismo son ahora los que están en el frente de la batalla contra “el nuevo liberalismo”.

lunes, 7 de marzo de 2016

El Caso del Ladrón en la Cruz

Por lo visto el ladrón arrepentido que fue crucificado con nuestro Señor se salvó. “Hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lc. 23:43). Pero Jesús enseñó en Juan 8:21 que si una persona muere en sus pecados no puede ir a donde está el Señor. Los evasivos evangelistas denominacionales han engañado a los que no están informados bíblicamente al aplicar erróneamente el relato acerca de este ladrón en la manera en que lo han razonado: “El ladrón en el cruz no fue bautizado; por lo tanto, no hay en lo absoluto la necesidad de bautizarse”. Pero, ¿ése es el caso? En nuestro estudio, observemos los siguientes cinco puntos:

I. Primero, ningún hombre puede probar que el ladrón no fue bautizado.

Pero, nos dicen, “no hay mención alguna de que él haya sido bautizado”. Y admitimos que no la hay. Sin embargo, sobre esta base también probaríamos que la fe en Cristo no es necesaria para la salvación, pues no hay declaración alguna en cuanto a que Lázaro, quien fue al paraíso (Lc. 16:19-31), creyera en Cristo. Lo que prueba demasiado en realidad no prueba nada.

II. Segundo, es totalmente razonable y posible que el ladrón haya sido bautizado.

(1) Considere la amplia cobertura y aceptación del bautismo de Juan. Hechos 13:23-25 nos informa, “Juan predicó, antes de su venida [la de Jesús], un bautismo de arrepentimiento a todo el pueblo de Israel”. Cuando Juan predicó el bautismo de arrepentimiento para la remisión de pecados, “… acudía a él toda la región de Judea, y toda la gente de Jerusalén, y confesando sus pecados, eran bautizados por él en el río Jordán” (Mr. 1:4-5). Mateo 3:5-6 nos dice, “Acudía entonces a él Jerusalén, toda Judea y toda la región alrededor del Jordán”. En Lucas 3:7 leemos, “las multitudes que acudían para que él las bautizara”. Lucas 3:21 añade: “Y aconteció que cuando todo el pueblo era bautizado…” Luego, Juan 4:1 nos informa: “los fariseos habían oído que Él hacía y bautizaba más discípulos que Juan”. Es indudable que la cobertura y aceptación del bautismo de Juan era sumamente considerable. Y, no olvidemos que el bautismo de Juan era para el perdón de pecados (Mr. 1:4; Lc. 3:3). Por supuesto que esto era en anticipación al derramamiento de la sangre de nuestros Señor, sangre sin la cual la remisión de pecados no podía hacerse realidad (Mat. 26:28; Heb. 9:22). Es completamente razonable y posible que el ladrón hubiese estado en este vasto número de personas.

(2) Observe lo bien informado que estaba el ladrón. Mientras agonizaba, “decía: Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino” (Lc. 23:42). Este texto implica: (a) que él sabía que Cristo tenía un reino, y (b) que se establecería después de la muerte de nuestro Señor. Además, la declaración también implica (c) que él entendía que el Señor tenía el poder para bendecir con la vida. Pero el bautismo de Juan, que era para la remisión de pecados, estaba conectado con la predicación del reino (Mat. 3:1-3; Mr. 1:1-5). Ciertamente es del todo posible que el ladrón haya sido bautizado.

(3) “¡Pero él era un ladrón!, nos dicen. Esto no niega que haya podido ser alguien bautizado. Él pudo haber estado entre aquellos muchos discípulos del Señor que “se apartaron y ya no andaban con El” (Jn. 6:66). Después de todo, al apostasía es posible (Lc. 8:11-15; 2 Pe. 2:20-22; 1  Cor. 10:12).

III. Tercero, considere que el Nuevo Testamento no estaba en vigencia cuando el Señor le hizo esa promesa al ladrón.

(1) Hebreos 9:15-17. Este texto declara, “Y por eso Él es el mediador de un nuevo pacto, a fin de que habiendo tenido lugar una muerte para la redención de las transgresiones que se cometieron bajo el primer pacto, los que han sido llamados reciban la promesa de la herencia eterna.  Porque donde hay un testamento, necesario es que ocurra la muerte del testador. Pues un testamento es válido sólo en caso de muerte, puesto que no se pone en vigor mientras vive el testador”. La siguiente ilustración, ideada por un anónimo, es muy expresiva. Había un hombre rico llamado John. Su última voluntad estaba preparada: pero, aún no tenía vigencia porque él no había muerto. Una pobre viuda viene a él pidiéndole una ayuda, y él le brinda una muy generosa ayuda. Y así lo sigue haciendo durante algunos años. No hay nada fuera de orden con esto ya que él puede disponer de su riqueza como quiera mientras esté vivo. Pero, de pronto muere, sale a la luz su última voluntad, se prueba su autenticidad, y el administrador va a disponer de sus bienes, de acuerdo con los términos que establece el documento. La viuda necesitada que mencionamos al principio viene y pide ayuda, pero se la niegan. Ella reacciona: “Pero si el señor John estuviera vivo, él me ayudaría”. El administrador le responde: “No tengo duda de eso, pero ahora él está muerto y yo no tengo autoridad para quebrantar su voluntad. Solamente puede administrar sus bienes tal como él lo dispuso en su testamento”. Así sucede con la voluntad de nuestro Señor. Mientras estaba en la tierra, Cristo podía decir al ladrón: “Hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lc. 23:43). Podía decir al paralítico: “Tus pecados te son perdonados” (Mr. 2:5). A la mujer pecadora que estaba en la casa de Simón podía decirle, “Tus pecados han sido perdonados” (Lc. 7:48). Podía decirle a la adúltera: “Ni yo te condeno, vete y no peques más” (Jn. 8:11). Todos estos casos acontecieron antes de que la última voluntad de Cristo entrara en vigencia. ¿Y qué con eso? Bueno, “donde hay un testamento, necesario es que ocurra la muerte del testador” (Heb. 9:16). Al morir Cristo, su última voluntad ha entrado en vigencia, y nosotros solamente somos salvos cuando cumplimos con los términos de su voluntad. Y, su voluntad dice: “El que crea y sea bautizado será salvo; pero el que no crea será condenado” (Mr. 16:16). Además, Pedro dijo de parte del Señor: “Arrepentíos y sed bautizados cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de vuestros pecados” (Hch. 2:38). De manera incidental, supongamos que existía el señor John, un hombre muy rico, quien murió y en su última voluntad dijo: “El que creyere y fuere bautizado recibirá mil dólares”. ¿Cuántas personas tendrían problemas para entender que el bautismo es esencial para poder recibir esos mil dólares?

Argumentar que el bautismo no es esencial para el hombre hoy, “ya que el ladrón nunca se bautizó” es análogo a afirmar que no necesitamos pagar impuestos hoy porque Manuel Amador Guerrero no los pagó. Como usted bien sabe el presidente murió antes de que entrara en vigencia la ley de los impuestos actuales.

(2) Los requisitos de un testamento efectivo y cómo Cristo los cumplió. (a) El individuo que hace un testamento debe tener una edad responsable. ¿No tenía Cristo más de treinta años cuando murió? (b) El individuo que hace un testamento debe tener pleno uso de sus facultades mentales. Cristo dejó mudos y avergonzados a los hombres más sabios de su tiempo, sí, desde que era tan sólo un niño (Lc. 2:46-47). (c) El individuo que hace un testamento debe tener bienes o propiedades que otorgar. Efesios 1:7 dice, “En El tenemos redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados según las riquezas de su gracia”. (d) El testamento debe contar con testigos. Los apóstoles del Señor realizaron esta función (Hch. 1:8; 5:32). (e) El testamento entra en vigor únicamente después de la muerte del testador. Esto se explica claramente en Hebreos 9:15-17.

(f) Los testamentos tienen albaceas cuya responsabilidad es velar que los términos del testamento sean respetados y se cumplan debidamente. Los apóstoles del Señor cumplieron esta función porque fueron inspirados por el Espíritu Santo (Jn. 14:26; 16:13; Ef. 3:1-12). (g) Luego de que un testamento ha sido verificado adecuadamente no hay apelación posible ante los términos y condiciones del mismo. Ya que el Señor fue confirmado por la corte celestial, y ya que su testamento expone el plan de salvación, no puede haber cambios en los términos o condiciones de la salvación. Intentarlo lo pondría a uno en la condición de anatema para Dios (Gál. 1:6-9). No podemos añadir ni quitar algo de la ya confirmada divinamente y permanentemente establecida voluntad de nuestro Señor (Apo. 22:18-19). No podemos ir más allá de lo que está escrito (1 Cor. 4:6; 2 Jn. 9-11) ni podemos poner menos requisitos que el Señor; ni yendo más allá de lo que está escrito podemos añadir más requisitos que los que el Señor ha pedido. Balaam estaba en lo correcto cuando dijo: “yo no podría traspasar el mandamiento del Señor mi Dios para hacer ni poco ni mucho” (Núm. 22:18). Ahora, cuando “el caso del ladrón” se estudia a la luz de estos principios que rigen los testamentos, el argumento de “como el ladrón se salvó sin bautizarse así los hombres hoy pueden salvarse sin ir al bautismo” cae en una completa insignificancia y por ende queda invalidado.

IV. Cuarto, consideremos que el ladrón en la cruz no constituye un ejemplo para nosotros hoy.

(1) Cuando se prometió el paraíso al ladrón el Nuevo Testamento no estaba en vigencia (Heb. 9:15-17).

(2) Cuando se prometió el paraíso al ladrón, la Gran Comisión aún no se había dado (Mat. 28:18-20; Mr. 16:15-16; Lc. 24:46-49; Jn. 20:20-23).

(3) Cuando se prometió el paraíso al ladrón el reino del Señor aún no había sido establecido (Mr. 9:11; Hch. 1:8; 2:1-4).

(4) Cuando se prometió el paraíso al ladrón los apóstoles del Señor aún no habían empezado a utilizar las llaves del reino (Mat. 16:18, 19; Hch. 2:36-38).

(5) Una nota especial. Es manejar maliciosamente la palabra de Dios el pasar por alto todos los casos de conversión que hay en el libro de los Hechos (2, 8, 9, 10, 16, 18, 19, 22, 26) y en cambio buscar antes de eso hasta encontrar el caso del ladrón. Verdaderamente tiene una gran presión en su empeño por establecer que el bautismo no es esencial cuando tiene que manejar así la palabra de Dios.

V. Finalmente, una palabra acerca del otro ladrón.

El otro ladrón se mantuvo obstinado, rebelde, blasfemo y sin remordimientos hasta el final. Ese fue el caso (1) aunque él sabía que quien estaba agonizando junto a él era el  Cristo, la evidencia de ese hecho era abrumadora. (2) aun cuando él estaba experimentando la agonía de los crucificados y (3) aun cuando él sabía que su muerte era inevitable, inminente. ¿Cómo podía suceder algo así? ¿Cómo lo explicaría usted? Solamente hay una respuesta: un hombre puede pecar despreciando la gracia. Puede persistir en el pecado al punto de que el arrepentimiento se le hace imposible. “El hombre que después de mucha reprensión endurece la cerviz, de repente será quebrantado sin remedio” (Prov. 29:1). La conciencia de una persona podría estar tan cauterizada como un acero soldado, convirtiéndose en algo insensible a la gracia, misericordia y amor de Dios (1 Tim. 4:2). Efesios 4:19 dice, “y ellos, habiendo llegado a ser insensibles, se entregaron a la sensualidad para cometer con avidez toda clase de impurezas”. Benjamín Franklin, uno de los líderes del Movimiento de Restauración, consideraba que es cierto que nadie puede convertirse al Señor después de la muerte; pero, también es cierto que algunos no pueden convertirse al Señor antes de la muerte. Un corcho sumergido cien veces bajo el agua volverá a emerger las mismas veces. Sin embargo, si es sumergido doscientos pies bajo el agua, no podrá emerger de nuevo. ¿Por qué? La presión de agua encima contrarresta la flotabilidad y provoca que éste se hunda. Sí, usted puede hundirse más allá de su capacidad de levantarse de nuevo.

Conclusión

(1) Recapitulando. En este estudio hemos observado que: (1) Ningún hombre puede probar que el ladrón no fue bautizado, (b) es razonable que el ladrón haya sido bautizado, (c) el Nuevo Testamento no estaba en vigencia cuando el Señor prometió el paraíso al ladrón, (d) que el ladrón en la cruz no constituye un ejemplo para nosotros hoy, y (e) una consideración acerca del otro ladrón.


(2) Ese día, allí, murieron tres. El ladrón arrepentido murió al pecado. El ladrón rebelde murió en pecado. El  Señor murió por el pecado.