Una de las formas de instrucción
más populares de Cristo fue la "parábola", una historia real diseñada
para ilustrar conceptos espirituales importantes. Quizás los dos más
reconocibles de estos veintinueve depósitos de instrucción del Nuevo Testamento
son las parábolas del Hijo Pródigo y la del Buen Samaritano. En esta ocasion,
reflexionaremos sobre la narrativa samaritana (Lucas 10: 25-37).
El abogado interrogador
El trasfondo comienza con un
episodio en aquellos días en que el Señor había comenzado a dirigirse hacia
Jerusalén y su destino con el Calvario (comp. Lc. 9:51). Durante una de
las sesiones del Salvador con los setenta y dos discípulos que habían estado en
una misión de enseñanza, un "abogado", que obviamente había estado
escuchando (comp. Lc. 10:23), se puso de pie para “tentarlo” (Lucas
10:25).
El abogado no era un especialista
en derecho civil, como podríamos pensar de un abogado, sino que tenía
conocimientos de derecho hebreo, frecuentemente se le designaba como
"escriba", es decir, uno que copió los manuscritos del Antiguo
Testamento (comp. Mt. 22:35; Mr. 12:28). Así que este era un estudioso de
la literatura judía.
La expresión "tentarlo"
podría o no denotar una disposición malévola (comp Mt. 22:35; Mr.
12:34). Sin embargo, el versículo 29 no deja al abogado ante la luz más
favorable. No obstante, hizo la pregunta.
"Maestro,
¿qué haré para heredar la vida eterna?" (Lucas 10:25).
La investigación en sí revela que
el caballero tenía alguna idea sobre el asunto de la salvación.
Quizás empleó el término "maestro"
simplemente para mostrar respeto. Por otro lado, puede haber reconocido la
habilidad del Señor como instructor de información sagrada. Se dio cuenta
de que hay algo que "hacer" para obtener la salvación. Él
entendió que la "vida" está asociada con una "herencia",
que implica una relación padre-hijo. Y abrazó la proposición de que la
"vida" (es decir, la unión con Dios) resulta en una relación eterna. Estaba
mucho más informado que numerosos clérigos de nuestra época.
La respuesta inicial de Cristo
Cristo respondió con dos
preguntas:
“¿Qué está
escrito en la ley? ¿Cómo lo lees?" (Lucas 10:26).
Hay dos puntos muy importantes
aquí.
Primero, Jesús indicó claramente
que la vida eterna está conectada con "lo que está escrito". El
Hijo de Dios le dio un gran valor al testimonio y la autoridad de las
Escrituras.
En segundo lugar, afirmó que hay
una forma correcta de leer (o interpretar) la palabra sagrada. Existen
procedimientos adecuados para interpretar la Biblia. Esta es la ciencia de
la hermenéutica sagrada. Miles pueden citar pasajes que han memorizado, sin
tener la más remota idea de cómo manejar correctamente las Escrituras (2 Tim.
2:15; comp. 2 Cor. 4:2).
El abogado respondió
correctamente. Uno debe amar a Dios como su Señor, y con su corazón
(apasionadamente), alma (con vigor de vida), fuerza (esfuerzo sincero) y mente
(compromiso intelectual) (Lucas 10:27). Esto resume la responsabilidad
vertical de alguien hacia su Creador (comp. Ecl. 12:13).
Además, uno debe amar a su
prójimo como a sí mismo. Esto sugiere una obligación horizontal -
el amor para todas las criaturas hechas a imagen de Dios (Génesis
9:6). Además, existe la afirmación implícita de que existe una forma
adecuada de "amor propio", es decir, un reconocimiento de que uno es
la descendencia de Dios y, por lo tanto, debe valorarse y cuidarse a esa luz,
con miras a eternidad.
El Señor dijo que el hombre había
respondido correctamente, y agregó:
"Haz
esto, y vivirás."
En el Nuevo Testamento griego hay
un contraste interesante entre el verbo "hacer" del versículo 25, en
la pregunta del abogado, y el término "hacer" en la respuesta de
Cristo (Lucas 10:28). El primer "hacer" está en forma de aoristo,
lo que sugiere un acto solitario de obediencia mediante el cual se puede
asegurar la vida eterna. Así, uno habría terminado con su obligación
religiosa.
La segunda forma del verbo está
en tiempo presente, lo que indica que la obediencia debe ser sostenida, es
decir, "practicada" como una forma de vida. (Plummer,
284-285). Esto ciertamente niega la teoría de que una vez que uno ha
"creído", tiene "vida" eternamente y nunca puede perderla.
La réplica del abogado
El siguiente verso arroja luz
sobre el nivel de espiritualidad del abogado.
"Deseando
justificarse a sí mismo", preguntó, "¿Y quién es mi prójimo?" (Lucas
10:29).
¡Esta no fue una solicitud
genuina de información espiritual! Sin embargo, brindó una oportunidad
para que el Maestro de maestros presentara una parábola que le permitiría al
abogado analizar su propia actitud (si era lo suficientemente honesto como para
hacerlo) y tal vez llegar a una mejor comprensión de las expectativas de su
Creador respecto a las actitudes sociales adecuadas.
Hay que recordar que uno de los
propósitos detrás de las parábolas de Jesús era solicitar un acuerdo sobre
ciertas verdades antes de que el alumno reconociera una aplicación para sí
mismo (comp. Mt. 21:33-46).
Para los judíos, ni los gentiles
ni los samaritanos serían vistos como "prójimo". Los fariseos
incluso desdeñaron a los hebreos que no pertenecían a su secta. El término
prójimo abarcaba un círculo muy estrecho entre muchos en esos días.
La escena del crimen
La escena de la historia se
desarrolla a lo largo de ese camino accidentado y peligroso que conecta
Jerusalén y Jericó. La distancia es de veintisiete kilómetros, y el
descenso desde el monte de Los Olivos hacia la comunidad sacerdotal de
Jericó tenía cerca de 4,000 pies (las cifras varían según los diferentes
escritores). En condiciones ideales, tomaría unas seis horas recorrer la
distancia entre las ciudades; más tiempo si se hacían paradas de descanso.
El viaje en esta área era tan
peligroso que se aconsejaba a los ciudadanos que no hicieran el viaje
solos. J. W. McGarvey y sus compañeros recorrieron este camino a caballo
en 1879, y notaron que a lo largo de este precipitado sendero había varias
áreas donde los ladrones podían esconderse, asaltar a víctimas desprevenidas y
escapar rápidamente (468).
En la ilustración del Señor, un
hebreo se dirigía por este camino cuando fue asaltado por ladrones. La
palabra sugiere alguien que no solo es un ladrón sino un sinvergüenza que está
dispuesto a hacer daño corporal. Los villanos despojaron al desafortunado
hombre, lo golpearon y lo dejaron medio muerto. De la información
posterior nos enteramos de que tenía múltiples heridas que requerirían
atención, con varias semanas de recuperación.
Los religionistas
superficiales
Cuando la víctima hebrea yacía en
el camino en su terrible condición, un sacerdote judío vino por allí, bajando a
Jericó. Es importante tener en cuenta la dirección de su
viaje. Algunos escritores liberales han intentado disculpar su falta de
compasión con el pretexto de que se dirigía a Jerusalén para los deberes
sacerdotales, por lo tanto, se justificaba por no retrasarse con esta delicada
situación. ¡Esta crítica en realidad está dirigida a Jesús! ¡La referencia
que bajaba por allí (es decir, venía de Jerusalén) disuelve
esa objeción!
El sacerdote era descendiente de
Aarón. Como sacerdote, era maestro de la ley, realizó ciertos rituales de
limpieza y presidió algunos asuntos legales (Lev. 10:10-11; Lev. 13-15; Núm.
5:11-21). Este hombre debería haber sido un modelo de verdadera espiritualidad. Sin
embargo, cuando vio a la desafortunada víctima, pasó por el otro lado de la
carretera y se alejó rápidamente.
En ese momento, un levita se
encontró con la misma escena sangrienta. Originalmente los levitas se
distinguían de los sacerdotes (Núm. 16:1-33). Eran una clase subsidiaria,
que servía a los sacerdotes para realizar diversas tareas, por ejemplo, cuidar
el transporte y la instalación del tabernáculo (comp. Números 4) en el período
anterior al templo.
Nuevamente, como con los
sacerdotes, los levitas deberían haber sido un ejemplo prístino de
benevolencia. ¡Pero, este no lo fue! De igual manera, "pasó por otro
lado". Ambos hombres estaban tan ocupados con los deberes de la
ceremonia, tal vez abrumados por el miedo, que no tomaron en cuenta el valor de
un prójimo creado a imagen de Dios (comp. Oseas 6:6; Mt. 12:9-13).
El valiente samaritano
Curiosamente, el héroe de la
narrativa es un samaritano.
La identidad de los samaritanos
es un tema de controversia. Algunos alegan que eran gentiles paganos,
traídos a la tierra después de las invasiones asirias al reino del norte de
Israel en el siglo VIII a. C. Otros sugieren que eran renegados israelitas, un
remanente que quedó en Palestina después de las deportaciones asirias y
babilónicas. Sin embargo, estas no son las identificaciones más probables,
ya que los samaritanos se distinguen tanto de la "casa de Israel"
como de los gentiles en la comisión limitada del Señor (Mt. 10:5-6).
La explicación probable es que
eran un grupo mestizo, una mezcla híbrida de judíos y gentiles que se
desarrolló en los períodos posteriores al cautiverio de la historia del Antiguo
Testamento.
Sin embargo, uno no está está
preparado para apreciar esta parábola, sin comprender el rencor entre estos
pueblos.
La hostilidad entre judíos y
samaritanos está ampliamente ilustrada por varios eventos en el ministerio de
Cristo. Cuando Jesús entabló conversación con una mujer samaritana
pecadora porque valoraba su alma, Juan comenta que normalmente, "los
judíos no tienen trato con los samaritanos" (Jn.
4:9). Posteriormente, Cristo pasó dos días con estas personas, y muchos
llegaron a creer en Él (Jn. 4:39-42).
Los líderes judíos, lanzando un
insulto hacia el Hijo de Dios, dijeron: "Eres un samaritano"
(Jn. 8:48). Mientras el Señor se dirigía hacia su destino redentor en
Jerusalén, ingresó a una comunidad samaritana donde buscaba
alojamiento. Pero su necesidad fue rechazada (Lucas 9:53). La intención
de Jacobo y Juan de invocar fuego del cielo para consumir a estas personas
también reflejaba una disposición de larga data.
Un dicho rabínico era: "Que
nunca ponga los ojos en un samaritano" (Edersheim, 1.401). Josefo
menciona que, en una ocasión durante la administración de Herodes, cuando los
judíos celebraban la Pascua, algunos samaritanos entraron a la ciudad y a la
medianoche dispersaron restos humanos muertos en los recintos del Templo,
contaminándolo (Antigüedades, 18.2.2).
El papel del prójimo samaritano
como héroe en esta parábola es, por lo tanto, verdaderamente notable y es un
comentario sobre la singularidad de la enseñanza de Jesús.
Impresionante benevolencia
La disposición y la acción
posterior de este samaritano caritativo es sugerente. Cuando esta alma
benevolente se encontró con la víctima ensangrentada, fue "movido a
compasión" (Lucas 10:33).
El término griego detrás de esta
expresión es interesante. La palabra original denotaba los órganos
viscerales (entrañas). Así como podríamos hablar de un "dolor de
corazón" al expresar angustia emocional, los antiguos describirían el
trauma emocional como "movido en las profundidades de mis entrañas"
(Spicq, 3.273ss). El término se usa para expresar los sentimientos del
Salvador por varias almas desafortunadas que encontró (Mt. 9:36; 15:32; 20:34),
y refleja la compasión amorosa que Dios tiene por los perdidos (Mt. 18:27;
Lucas 15:20).
Así, en este contexto, la palabra
sugiere que el Samaritano fue capturado con una oleada de dolor por esta alma
miserable que yacía medio muerta. Él era una persona sensible.
Cinco verbos en Lucas 10:34
describen la acción que tomó el samaritano al cuidar al judío gravemente
herido. El registro de estas palabras debe haber sido significativa para
Lucas, el "médico amado" (Col. 4:14).
Él "ató", es
decir, vendó las "heridas" del hombre (tenga en cuenta el plural),
"vertiendo" (el tiempo presente representa el flujo) aceite y
vino. El aceite de oliva (muy probablemente) calmaría la herida (comp. Is.
1:6) y el vino (en el que se había producido la fermentación) serviría como
antiséptico.
Con frecuencia los dos se mezclaban
con fines de medicación (Plummer, 288). Hipócrates, el "padre de la
medicina", dio esta receta: "Ate con lana suave y espolvoree con vino
y aceite" (Robertson, 2.153). Cuán maravillosamente preciso es el
registro bíblico.
Él "colocó" al hombre
herido en su propio animal. La palabra "bestia" es genérica y
sugiere un animal domesticado utilizado para empacar mercancías o para montar
(comp. Hechos 23:24). Probablemente este último en este caso. Finalmente,
el amable extraño "trajo" al hebreo herido a una posada.
El término griego para posada
significa "todos los que reciben". Tradicionalmente, estos eran
espaciosos edificios cuadrangulares de dos pisos con un patio cerrado (que
contenía un pozo en el centro) y una puerta fuerte para mantener a los ladrones
afuera. Los invitados se quedarían arriba o abajo con animales alojados en
puestos fuera del patio. Se pueden vender alimentos y
suministros. Vincent (182) describió las antiguas ruinas de dos de estos
alojamientos en la carretera de Jericó. Un paso de montaña en este camino
aún hoy se llama el "Ascenso de Sangre" como resultado de los
violentos robos que han ocurrido allí. El área está vigilada incluso en
tiempos modernos (Báez-Camargo, 221).
En la posada, el amable
samaritano "cuidó" al judío peligrosamente herido. El
término griego es tierno, "usado especialmente para el cuidado y la
devoción mostrados por los padres y las enfermeras a los niños" (Spicq,
2.50). Aparentemente lo vigiló durante toda la noche, porque reanuda su
viaje temprano al día siguiente (así lo sugiere el original).
Antes de partir, toma dos denarios de
su bolsa de dinero para pagar el alojamiento adicional (Lucas 10:35). Esto
era el equivalente a dos días de salario para un trabajador (comp. Mt.
20:2). El lector moderno puede calcular lo que serían dos días de salarios
para él o ella. El costo de una habitación en esos tiempos era
aproximadamente 1/12 de un denario (Jeremias, 1950). Por lo tanto, el
samaritano proporcionó un poco más de tres semanas de alojamiento. En una
habitación de precio moderado hoy, eso sería el equivalente a más de $735. La
generosidad del samaritano anónimo de esta parábola es asombrosa.
Más allá de esto, está el curioso
encargo del samaritano al dueño de la posada.
“Cuídalo, y
todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese”.
No podemos resistirnos a plantear
estas preguntas:
- ¿Cómo sabía el samaritano que podía confiar en el dueño
de la posada con los fondos que le dejaba?
- ¿Cómo estaría seguro el dueño de la posada de que,
si los cargos posteriores fueran más allá de los dos denarios, el
samaritano cumpliría su promesa?
- ¿Se conocían los dos de tiempos pasados?
- ¿O el dueño de la posada estaba tan impresionado
con la compasión y el cuidado de este hombre que era conocido por ser un
enemigo natural de su víctima hebrea, que él mismo fue "movido a
compasión" para satisfacer la solicitud?
¡Estas son posibilidades
emocionantes que despiertan la imaginación!
Un maestro hábil
Los estudiosos que han hecho un análisis
especial sobre el asunto han notado cuán hábil era el Señor Jesús para guiar a
las personas a la verdad mediante el uso de preguntas
"principales". Un escritor ha catalogado 225 preguntas
diferentes que el Salvador empleó durante su ministerio (Zuck,
235-276). Otros sienten que hubo aún más. La narración bajo
consideración en este estudio proporciona un excelente ejemplo del uso hábil
del Señor de este método de instrucción.
Recordemos brevemente cómo se
inició este intercambio. De una forma u otra, un abogado (un experto
hebreo en derecho religioso) "se puso de pie y tentó" a Cristo (Lucas
10:25).
Primero, por decir lo menos, hay
un motivo cuestionable en el interrogatorio del
erudito. Segundo, su intento de evitar la responsabilidad personal por sus
acciones (Lucas 10:29), lo convirtió en un candidato ideal para una pregunta
inquisitiva del Maestro de maestros. Jesús entonces preguntó:
"¿Cuál
de los tres [sacerdote, levita o samaritano] demostró [se le reconoce
como] ser el prójimo [uno que es amable, servicial, etc.] de la víctima del
robo?" (Lucas 10:36).
¡La pregunta era una prueba de
opción múltiple, y la respuesta no fue difícil!
El escriba respondió:
"El
que mostró compasión".
Robertson dice que tragó saliva
al decir la palabra "samaritano", ¡prefiriendo la expresión más
distante y genérica, "el que"! Aun así, al menos alcanzó una
conclusión lógica y la expresó.
Pero Cristo aún no había
terminado. Se dirigió a su retador:
“Ve y haz
tú lo mismo.” (Lucas 10:37).
Hay un par de puntos importantes
restantes.
- Hay énfasis en el pronombre "tú". Esta
no es una recomendación abstracta. Es un encargo personal.
- Ambos verbos, "ir" y "hacer"
son formas imperativas presentes. Son mandamientos que
requieren una acción consistente.
Si podemos tener la licencia para
parafrasear: "¡Empieza a practicar esto, como un deber de por
vida!" (comp. Geldenhuys, 314).
Tres reglas de las relaciones
humanas
Hay un punto final que me
gustaría hacer. T. B. Larimore (1843-1929) fue uno de los predicadores
elocuentes de la segunda generación de predicadores estadounidenses de la "restauración". En
1949, B. C. Goodpasture, entonces editor de Gospel Advocate,
publicó un volumen titulado Cartas y sermones de T. B. Larimore. Uno
de los maravillosos sermones en este libro se titulaba, "La regla de hierro,
plata y oro". En su lección, Larimore utilizó la parábola del buen
samaritano para ilustrar tres "reglas" de la actividad social que
prevalecen en las relaciones humanas.
La regla de hierro es la
filosofía que "el poder hace lo correcto". Esta era la práctica
de los ladrones. ¡Toma de los demás lo que quieras! (comp. Hab.
1:11b). La regla de plata es esencialmente esta: “no hagas daño a los
demás, pero cuida principalmente tus propios intereses. La difícil
situación de los demás no puede ser motivo de preocupación ". Esta
era la práctica del sacerdote y del levita.
La regla de oro era simplemente
esto: "Trata a los demás como te gustaría que te trataran" (comp. Mt.
7:12). Esta era la disposición del samaritano. Puso a un adversario
natural herido por encima de su propia seguridad y de su interés financiero.
Esta parábola ha hecho eco de su
compasión y responsabilidad durante los últimos veinte siglos. Nos ha
emocionado y desafiado. Estamos humildemente agradecidos con nuestro Señor
Jesucristo por su instrucción que cambia la vida. ¡Nadie ha podido
rivalizar con Él!