En 2004, The Center for Bioethics & Human Dignity en EE.UU. emitió un comunicado de prensa en el que señalaba que la Journal of the American Medical Association había informado sobre los experimentos realizados por el Reproductive Genetics Institute de Chicago. El informe tenía que ver con procedimientos genéticos elaborados para fabricar "niños de diseño" con el fin de proporcionar sangre y/o tejido para uso potencial en beneficio de sus hermanos afectados por alguna patología. Nueve parejas intentaron crear niños que fueran "genéticamente compatibles" con los hermanos donantes enfermos.
Los investigadores crearon 199 embriones mediante
fertilización in vitro. Determinaron que 45 de
estos embriones “eran compatibles con un posible trasplante de células madre
usando sangre del cordón umbilical o de la médula ósea”. De los 45
embriones seleccionados, 28 fueron implantados y 5 nacieron vivos. Los
embriones que no se consideraban un buen "tejido compatible" se
desechaban o se sometían a más investigaciones que resultaron en su muerte.
Sorprendentemente, una encuesta realizada por el Genetics
and Public Policy Center de la Universidad John Hopkins “muestra que la mayoría
de los estadounidenses aprueba el uso de pruebas genéticas y la selección de
embriones para asegurarse de que un bebé sea compatible para donar sangre o
tejido a un hermano, hermana o madre enfermos” (Medical News Today, 4 de
mayo de 2004). El proceso solo puede describirse como la fabricación de
"bebés esclavos".
Este tipo de investigación, que hace carece evidentemente de
cualquier tipo de respeto por la naturaleza sagrada de la vida humana, no es
más que el comienzo de lo que probablemente se convertirá en el ejemplo más
dramático de barbarie, de crueldad e insensibilidad ética, sin rival alguno en
la historia del planeta. Se está sacrificando una variedad de principios
morales fundamentales en el altar de la diosa "Ciencia".
En el centro de esta controversia hay dos cuestiones
cruciales.
¿Qué es una Persona Humana?
¿Qué es exactamente ese “ser” que resulta de la unión de un
espermatozoide humano (simiente masculina) y un óvulo (óvulo femenino)?
No es nada más ni nada menos que una persona humana. Esa
es la naturaleza de su composición al comienzo de la unión; eso es todo lo
que alguna vez será. No es ni planta, ni bestia del campo, ni ave del
aire, ni criatura doméstica. Su ADN lo marca indeleblemente como humano.
Todo lo que necesita esta entidad es agua, comida, aire y
cuidado; todo lo demás es simplemente desarrollo. No
hay diferencia cualitativa entre el cigoto, el embrión, el feto y
el bebé, como tampoco la hay entre niño, adolescente, adulto o anciano. Estos
términos, todos ellos, son indicadores cronológicos; ¡no son expresiones
de valor!
Asumir que hombres y mujeres, bajo el disfraz esterilizado
de la "ciencia" de laboratorio, tienen derecho a destruir a personas
inocentes, indefensas y en crecimiento, refleja el epítome de la arrogancia y
una profundidad insondable de depravación despiadada.
Y si la encuesta citada arriba es correcta, no hay duda de
que la ciudadanía de esa nación está experimentando un “embrutecimiento” respecto
a los conceptos más básicos del valor humano.
Experimentación humana: ¿es esto correcto o incorrecto?
Afirmar que los autodenominados "científicos"
tienen el derecho moral de "experimentar" con otros seres humanos,
sin el consentimiento del individuo, sabiendo muy bien que el procedimiento
puede producir la muerte como resultado del proceso de "aprendizaje",
no es sino una indicación más del rigor mortis que
constantemente está invadiendo la conciencia moderna.
Aquellos que abogan por la prescindibilidad pragmática de
estas diminutas personas humanas son más afines éticamente a los monstruos del
régimen nazi que al legado de los nobles griegos que, mediante el juramento
hipocrático, trajeron un sentido de ethos a la profesión
médica. Ese juramento, en parte, dice:
“Seguiré el método de tratamiento que, de acuerdo con mi
capacidad y juicio, considere en beneficio de mis pacientes, y me abstendré de
todo lo que sea dañino y perjudicial. No daré medicina mortal a nadie si
me la piden, ni sugeriré tal consejo; además, no le daré a una mujer un
instrumento para producir el aborto”.
¿Cómo decide la sociedad que un ser humano “no tiene
derechos” propios? ¿El criterio para ejercer el control de vida o muerte
sobre otro ser humano se basa en la edad (muy joven o muy viejo), la
autoconciencia (consciente, semiconsciente o inconsciente), la capacidad de
respuesta o de otra manera, como ser rico o pobre? ¿cuál es?
Alguna vez, hubo personas fueron privadas de sus derechos a
causa de su origen étnico; ahora se ejerce la misma discriminación por
edad o lugar de residencia (en el vientre materno).
Estados Unidos se está refugiando constantemente a la sombra
de un salvajismo precivilizado que, en última instancia, solo puede desembocar
en el tipo de juicio trágico que ha caído sobre muchas naciones que bebieron de
manera suicida la sangre de sus indefensos.
Un profeta de Dios declaró una vez: “¡Ay del que edifica
la ciudad con sangre, y del que funda una ciudad con iniquidad!” (Hab. 2:12). ¡Hay un principio en esa
advertencia que los innovadores médicos modernos y los legisladores políticos
harían bien en prestar atención!