domingo, 17 de noviembre de 2013

¿Hay alguna “fórmula” de palabras que deba pronunciarse en el acto del bautismo?

Algunos amigos contienden que Mateo 28:18-20 no aplica para nosotros hoy (en lo referente a bautizar “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”). Ellos afirman que desde el día de Pentecostés en adelante, el bautismo fue administrado solamente en el nombre de Jesús. ¿Qué podemos decir en cuanto a esto?

Hay varias cosas que se pueden decir como respuesta a esta infundada suposición. Estas personas obviamente están teniendo la impresión de que hay una fórmula particular de palabras que debe recitarse cuando se está administrando el bautismo a alguien. Este erróneo concepto es el corazón de la suposición mencionada arriba. Ofrecemos las siguientes observaciones con respecto a este asunto:

1.       Es irresponsable contender que el Señor instruyó a sus apóstoles a bautizar “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (Mat. 28:19), luego contender que ellos nunca lo hicieron así y que practicar precisamente lo que el Salvador les indicó sería un error. ¿Ordenó Cristo el bautismo “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”? Sí lo hizo. ¿Le obedecieron los apóstoles? Uno debe suponer que sí. Si le obedecieron, ¿cuándo sucedió eso? ¿O es que esa instrucción estaba confinada solamente al período de diez días entre la ascensión del Señor y el día de Pentecostés? No hay evidencia en lo absoluto de que la Gran Comisión, tal cual está registrada en Mateo, fuera de naturaleza temporal. La realidad es que la bendición adjunta a la Gran Comisión (“Y yo estaré con vosotros hasta el fin del mundo”) claramente argumenta a favor de que la Comisión iba a ser de una muy larga duración.

2.       Ningún pasaje en el Nuevo Testamento, que  mencione bautizar “en” el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (o “en” Cristo, o “en” su “nombre”) se refiere a lo que se está diciendo en el momento de la inmersión. Cada texto describe lo que se está haciendo con énfasis en pequeños detalles dependiendo de la construcción gramatical. No hay alusión alguna a un “código de lenguaje” que se requiera para poder validar la inmersión.

3.       Es demasiado obvio que no existe una fraseología específica asociada con el bautismo. Los textos relativos a este asunto son variados en el idioma original.

Mateo dice “bautizándoles en (eis) el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (Mat. 28:19). Lucas usa frases tales como “bautícese en (epi) el nombre de Jesucristo” (Hch. 2:38), “bautizados en (eis) el nombre del Señor Jesús” (Hch. 8:16), “bautizados en (en) el nombre de Jesucristo” (Hch. 10:48) o “bautizados en (eis) el nombre del Señor Jesús” (Hch. 19:5).

Si uno asume que el Nuevo Testamento es inspirado por Dios, y por lo tanto no contiene contradicciones, entonces cada uno de estos textos es correcto. Ellos no están en conflicto sino que están discutiendo la relación del bautismo con la Deidad desde ángulos ligeramente diferentes. En ninguno de estos textos hay una “fórmula de palabras” que se esté estableciendo como una regla a seguir (vea la discusión acerca de “nombre” en J.H. Thayer, Greek-English Lexicon, Edinburgh: T.&T. Clark, 1958, p. 447).

El tema ha sido bien sintetizado por Harold Mare y Hobart Freeman.

“El significado del bautismo en el nombre de Jesús varía levemente según la preposición griega que se utilice. En Hechos 2:38 Pedro exhortó a los judíos a arrepentirse y bautizarse en o para (epi) el nombre de Jesucristo, rindiéndose a Su autoridad y dedicándose a Él. Más tarde Pedro instruyó a Cornelio a ser bautizado en (en) el nombre de Jesucristo, actuando por Su autoridad [Hch. 10:48]. Tres pasajes usan eis (Mat. 28:19; Hch. 8:16; 19:5) además de la frase paralela “bautizado en Cristo” (Rom. 6:3; Gál. 3:27). Un estudio de estos versículos en conjunto con el verbo baptizo y eis en 1 Cor. 1:13; 10:2; 12:13 indica que quien es bautizado se identifica con Cristo (o Pablo, o Moisés) y pasa a una nueva propiedad o parentesco con Él, con una nueva relación y comunión” (Wycliffe Bible Dictionary, C.F. Pfeiffer, H. F. Vos, John Rea, eds., Peabody, MA, 2003, p. 1176).

El punto en sí es, si alguien es sumergido “en el nombre de Jesús”, o sea, por Su autoridad, entonces su bautismo debe ser realizado “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”, pues esto es precisamente lo que Cristo autorizó (Mat. 28:19). Aunque, como ya hemos mencionado esto no se refiere a una fórmula con ciertas palabras que haya que pronunciar, sino que enfatiza el objetivo o aspiración del bautismo.


Finalmente, si “en el nombre de” representaba un patrón verbal que era requerido para pronunciarse en esas palabras exactas, entonces todos tendríamos que pronunciar exactamente esas palabras cada vez que hagamos cualquier cosa, pues Pablo ordena que “Y todo lo que hacéis, de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias por medio de El a Dios el Padre” (Col. 3:17).

lunes, 11 de noviembre de 2013

¿Están prohibidos los múltiples “contenedores” En la distribución de la Cena del Señor?

¿Enseña Mateo 26:26-29 que la iglesia debe usar solamente (contenedor) cuando se sirve la comunión en el servicio de adoración de la iglesia local en el día del Señor?

El sagrado texto mencionado arriba dice lo siguiente:

“Mientras comían, Jesús tomó pan, y habiéndolo bendecido, lo partió, y dándoselo a los discípulos, dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. Y tomando una copa, y habiendo dado gracias, se la dio, diciendo: Bebed todos de ella; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que es derramada por muchos para el perdón de los pecados. Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día cuando lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre”.

BEBAN ESTA COPA

Algunos cristianos alegan que sólo se puede utilizar un solo contenedor en la distribución del fruto de la vid durante la celebración de la Cena del Señor. Los abogados de esta posición contienden que hay una gran importancia en el hecho de que Jesús tomó “una copa” cuando Él instituyó el fruto de la vid como recordatorio de Su sangre. Este solitario contenedor, dicen ellos, fue un precedente para todos los tiempos. Supuestamente, también era el emblema del único pacto vigente de Dios con los hombres, el Nuevo Testamento.

En la raíz de esta doctrina hay una falta de reconocimiento en cuanto al hecho de que el contenedor realmente no tiene importancia alguna; en cambio, el uso de la palabra “copa” en este párrafo es una figura de lenguaje conocida como Metonimia, es decir, “cuando se pone el nombre de una cosa pero refiriéndose a otra”. Una discusión detallada de dicha figura puede hallarse en los cientos de textos sobre hermenéutica que circulan por la hermandad y que son útiles para adiestrarse en la ciencia de la interpretación bíblica.

Una forma de metonimia se da cuando “el contenedor es mencionado en lugar de su contenido”. Nosotros empleamos comúnmente esta figura cuando expresamos frases tales como: “¿Le gustó el té? ¡Sí, claro, me tomé dos tazas!”, o “Deme un vaso de agua, por favor”. Cuando Moisés declaró que “la tierra se había corrompido delante de Dios” en los días de Noé (Gén. 6:11), no estaba refiriéndose al orbe de tierra, sino a la gente que lo habitaba. Similarmente, cuando Juan escribió que “de tal manera amó Dios al mundo” (Jn. 3:16), tampoco se estaba refiriendo al globo terrestre sino a su población. El “contenedor” representa a su “contenido”.

Que Jesucristo no estaba poniendo énfasis en el contenedor material debe ser obvio tomando en cuenta los siguientes hechos:

1.       El mismo lenguaje se usa para referirse tanto al “pan” como a la “copa”. Uno debe ser comido y la otra debe ser bebida. Ya que el pan (no el plato) fue el que recibió el énfasis como el elemento primario, similarmente, “el fruto de la vid” (no un contenedor) llevaba el enfoque de segundo elemento. Observe que en 1 Corintios 10:21 hay una referencia a la “copa” y a la “mesa”. No debe tomarse uno literal y el otro figurado. Si la “copa” es literal, la “mesa” lo sería también. Y si la “mesa” es figurada, entonces debe ser figurada la “copa” también.

2.       Los discípulos fueron instruidos inicialmente a “beber la copa”, cuya expresión significa: “suplirse de(sde) aquello que tomamos (en las manos), lo que recibimos, lo que nos es dado” (J.H. Thayer, Greek-English Lexicon of the New Testament, Edinburgh: T.&T. Clark, 1958, p. 191; Considere también que poterion (cup) se usa en Lucas 22:20, donde Thayer observa que “copa” representa a su contenido — p. 533). La referencia es a la sustancia bebida, no a su contenedor.

3.       La “copa” fue “derramada” (Lc. 22:20); “repartida” (“dividida”, en la expresión griega original, Lc. 22:17); y “bebida” (Mat. 26.27). Todos estos términos se refieren al líquido y no a un contenedor sólido.

4.       La consecuencia lógica de la doctrina de “Una Sola Copa” revela la falacia de la teoría. Si el uso del término “copa” demanda que una iglesia esté restringida al uso de un solo “contenedor” en su práctica de la comunión, y sin embargo, esa “copa” representa al Nuevo Testamento entonces cada iglesia debería igualmente restringirse a usar “una sola copia” del Nuevo Testamento en su programa de enseñanza. Por supuesto que sus defensores no aceptan esta conclusión. La realidad del asunto es que “la copa” representaba la “sangre” del Salvador, no al Nuevo Pacto. El nuevo pacto se menciona simplemente porque fue mediante la sangre de Cristo que éste pudo entrar en vigencia (He. 9.15ss). Una cuidadosa lectura del versículo 28 (Mateo) corregirá la falacia de la teoría de “Una Sola Copa”.

5.       Que la “copa” no es el contenedor se describe aún más vívidamente en el registro de Lucas. Él dice que Jesús, “habiendo tomado una copa, después de haber dado gracias, dijo: Tomad esto y repartidlo entre vosotros…” (Lc. 22:17). La palabra griega para “repartir” es diamerizo, la cual significa “dividir” o “separar en partes” (comp. Mat. 27:35). ¿Dividieron los discípulos un contenedor? Por supuesto que no. Dividieron el fruto de la vid, el cual, incidentalmente, muy probablemente fue vertido en múltiples contenedores para facilitar su ingesta por todos. Frederic Godete observó: “La distribución (diamerisate) pudo tomar lugar de dos formas, o por tomar cada uno de una copa común, o vaciando el fruto de la vid de una copa en la copa de cada uno. El término griego apoya mucho más el segundo punto de vista” (A Commentary on the Gospel of Luke, Edinburgh: T.&T. Clark, 1879, Vol. II, p. 289).

6.       Que el uso de “copa” no hace énfasis en el contenedor también puede notarse en el uso que Pablo da al término en una de sus epístolas. Durante los tres años y medio de residencia del apóstol en Efeso (Hch. 19:1ss), escribió una carta a los santos en Corinto, quienes estaban del otro lado del Mar Egeo, a doscientas cincuenta millas oeste. Allí les dijo: “La copa [singular] de bendición que bendecimos [plural]…” (1 Cor. 10:16). Observe los términos “copa” y “bendeciMOS”. Es obvio que “copa” no se puede referir a un solo contenedor, como podemos ver en el hecho de que Pablo en Efeso, y sus hermanos en Corinto, estaban compartiendo la misma “copa”, es decir, una sustancia en común (fruto de la vid), lo cual refleja una idea espiritual, representando a la sangre de Cristo y no a un contenedor.


Es un motivo de gran consternación que el cuerpo de Cristo haya sido dividido por causa de tan frívolo motivo, y el error de las personas que no pueden comprender el uso de una sencilla figura de lenguaje. Ω

Un Accesorio para el Adulterio

¿Qué es un “accesorio”? En el argot legal, denota a “una persona quien, aunque no esté presente, es cómplice o asiste en la comisión de un delito”.

Hay tres maneras en las cuales uno puede ser un “accesorio”. Esto puede darse “antes del acto”, “en el acto mismo” o “después del acto” y en cada modalidad quien sirve como accesorio es igualmente responsable en cierta medida del crimen cometido. Permítame ilustrar.

Una persona puede planear asaltar un local comercial. Un amigo, que trabaja para la marca, puede proveer información "interna” acerca del sistema de alarma. Aun cuando el amigo no está activamente involucrado en el asalto, él fue un accesorio antes del acto, y es legalmente culpable del mismo. Puede ser perseguido y encerrado en la cárcel.

Bajo el mismo escenario, puede que otra persona no participe ni en el asalto ni en el cruce de datos pero sí se encarga del escape en auto. Él es un participante activo, de manera que es un accesorio en el acto, y digno de condena.

Una tercera persona podría no haber participado proveyendo información confidencial ni involucrarse en el acto mismo del robo, pero luego de éste les dio a los criminales un lugar donde ocultarse con el botín hasta que no haya “moros en la costa”. Él es un accesorio después del acto y también está tomando parte en el crimen.  Con este trasfondo en mente, permítame compartirle un escenario de crimen espiritual donde este principio aplica perfectamente.

UNA APLICACIÓN ESPIRITUAL

Un hombre declara que estuvo casado hace varios años. Sin embargo, admite que nunca tuvo interés en la intimidad sexual con su esposa, aun cuando ella se esforzaba demasiado para remediar el problema. Él abiertamente reconoce que se mantenía por largos períodos de tiempo sin tener relaciones con ella.

Esto fue una clara violación de la instrucción apostólica. Pablo escribió a los cristianos corintios:

“No os privéis el uno del otro, excepto de común acuerdo y por cierto tiempo, para dedicaros a la oración; volved después a juntaros a fin de que Satanás no os tiente por causa de vuestra falta de dominio propio” (1 Cor. 7:5).

En respuesta a una obvia pregunta acerca de la intimidad sexual (comp. 7:1), Pablo dice que una persona casada no debe negarle intimidad sexual a su pareja. La excepción a esta regla tiene tres requisitos: (1) Que sea por mutuo consentimiento, (2) que sea por un tiempo limitado y, (3) debe ser por un motivo puramente espiritual, por ejemplo, para concentrarse en la oración (Nota: La incapacidad por motivos de salud no están bajo consideración).

El caballero de esta historia también confesó abiertamente que estaba adicto a la pornografía y la autogratificación, y que, por eso, él no sentía deseos por su esposa. Luego de unos años así ella lo dejó y se casó con otro.

Ahora él desea cambiar su conducta pervertida y tal vez encontrar una esposa. Argumenta que debido a que su esposa lo dejó, y se casó con otro hombre, ella ha cometido adulterio y lo ha dejado a él libre para casarse de nuevo.

Esto es “legalismo” farisaico del más puro. Es obvio que ahora este hombre desea apoyo para su pervertida teoría. De los cristianos fieles que estudian la Escritura para conocer la verdad y no para justificar el mal no podrá obtenerlo.

A este individuo habría que informarle que no es libre para casarse― tal como entiendo lo que enseña la Biblia. Por su propia confesión sabemos que él violó su obligación sagrada de dar intimidad sexual a su esposa. De tanta soledad y frustración ella terminó yéndose de su lado.

¿Estaba ella justificada para ir a buscar otra pareja? No, no lo estaba, pues su esposo no había adulterado con otra persona físicamente (ni mujer ni hombre). Su pecado era repugnante pero nada tenía que ver con una infidelidad sexual con otra persona.


Sin embargo, este hombre fue un accesorio antes del acto de adulterio de su esposa y así es difícil que lo podamos catalogar como una víctima “inocente”. Uno debe vivir con las consecuencias de sus acciones. Ω

jueves, 27 de junio de 2013

Principios de Interpretación, Parte V

¿Pueden las expresiones declarativas

ser obligatorias para los hombres hoy?

¿Qué es una expresión declarativa? Una expresión declarativa es aquella que declara que una cosa es o no es el caso, que un objeto particular tiene una cierta propiedad o no tiene esa propiedad, o que cierto estado de cosas existe o no existe.

Algunas expresiones declarativas que no son obligatorias para los hombres hoy en día. En I Corintios 14:31, el apóstol dice a la iglesia de Corinto: “Porque todos podéis profetizar uno por uno, para que todos aprendan y todos sean exhortados”.

Esta expresión declara que los profetas pueden (tienen la capacidad de) profetizar uno por uno.

El contexto inmediato ayuda a clarificar el significado de esta declaración. Aparentemente los miembros de la iglesia en Corinto quienes poseían los dones milagrosos de “hablar en lenguas” (hablaban un idioma sin haberlo aprendido) y el de la “profecía” (enseñaban la palabra de Dios por inspiración) no se estaban comportando en la asamblea de la manera en la que Dios requiere (1 Corintios 14:40). Aparentemente algunos de ellos se ponían de pie y profetizaban varios al mismo tiempo, creando así caos y confusión. Además, al parecer cuando fueron reprendidos por esto, ellos replicaban que (estando bajo la influencia del Espíritu Santo) el que hablaba (en profecía) era incapaz de detenerse cuando otro (quien también estaba bajo la influencia del Espíritu Santo) empezaba a profetizar. Aquel a que había estado sentado alegaba que no podía controlar su espíritu (como para esperar que quien estuviera profetizando primero se detuviera) y aquel que estaba de turno profetizando alegaba que él tampoco podía controlar su espíritu (como para dejar de profetizar cuando el otro comenzara).

De modo que, en la declaración bajo consideración (1 Cor. 14:31), Pablo aclara que a pesar del hecho de que ellos poseían el don milagroso de la profecía, ellos podían (tenían la capacidad de) profetizar uno por uno (es decir, profetizar por turnos), ya que “los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas” (14:32).

El contexto remoto aclara que esta declaración no puede usarse apropiadamente para demostrar que los hombres hoy en día pueden profetizar uno por uno. La razón simple es: hoy nadie puede profetizar en absoluto. Los dones milagrosos cesaron con la terminación de las Escrituras del Nuevo Testamento (1 Cor. 13:8-10; Ef. 4:8-13). Ya que los dones milagrosos eran impartidos únicamente mediante la imposición de manos de los apóstoles (Hch. 8:13-17; Ro. 1:11) y ya que no hay apóstoles sobre la tierra hoy en día, no hay medios por los cuales alguien podrían obtener estos poderes milagrosos. Los hechos demandan la conclusión que ningún hombre hoy en día posee ninguno de estos poderes milagrosos, y por consiguiente, ningún hombre de hoy en día puede profetizar.

Así que, aunque vamos a demostrar más adelante que algunas expresiones declarativas en la Biblia pueden usarse para probar que alguna cosa es obligatoria hoy en día, es claro que por lo menos algunas de estas expresiones no pueden usarse para hacer obligatorias ciertas acciones hoy en día.

Debe tomarse en cuenta que nadie podría saber hoy día en la iglesia que este pasaje no nos obliga a “profetizar uno por uno” sin reconocer y usar apropiadamente “el contexto total” y los principios de la lógica (el razonamiento válido). Debemos tener presente que lo que se enseña implícitamente es tan obligatorio como lo que se enseña explícitamente. La tesis básica de este curso es crucial ya que provee la respuesta para este problema.

¿Es acaso posible que las expresiones declarativas se puedan usar para demostrar que una cierta cosa es obligatoria para los hombres hoy en día? Esta pregunta dirige nuestra atención nuevamente al punto de vista defendido por algunos hermanos (el cual ya ha sido considerado brevemente): “Que una cosa sólo puede ser esencial si ha sido declarada en mandamiento directo”. Ya hemos demostrado que dicha posición es falsa.

Imaginemos por un momento al director de un colegio dirigiéndose al alumnado en el primer día de clases con las siguientes palabras: “Para que ud pueda recibir el Bachiller en Letras debe completar por lo menos ciento treinta horas de clase en el semestre con un promedio regular de 3,5, no podrán graduarse sin cumplir con estos requisitos mínimos”. Debe notarse que él no ha dado, en el sentido estricto, un mandamiento. Sin embargo, sería absurdo negar que esta expresión declarativa compuesta coloca como esenciales para adquirir el Bachillerato en Letras por lo menos dos cosas: (a) completar por lo menos ciento treinta horas de clase en el semestre y (b) mantener un promedio mínimo de 3,5. Esta es una declaración condicional.

Ya que se ha demostrado que una expresión declarativa puede utilizarse para demostrar que algo es esencial para alcanzar un dado fin, ahora vamos a dirigir nuestra atención a unos cuantos pasajes de la Biblia. Estos pasajes serán considerados para: (a) determinar si hay por lo menos algunas expresiones declarativas en la Biblia las cuales muestran que ciertas cosas son obligatorias para los hombres hoy en día y (b) además, probar y confirmar la tesis básica de este curso.

Marcos 16:16. Ya ha sido establecido que Marcos 16:15-16, siendo una parte del evangelio de Cristo (el cual está dirigido a todos los hombres, Hch. 17:30, 31 y está en vigencia hasta el fin del mundo, Mat. 28:19-20) está dirigido a todos los hombres en la actualidad. Por consiguiente, si puede demostrarse que este pasaje aclara que una cosa en particular es esencial para la salvación, entonces se habrá mostrado que es posible que una expresión declarativa se puede usar para demostrar que una cosa es esencial para que el hombre agrade a Dios. Demostrar esto será una refutación contra el punto de vista que lo esencial es sólo lo que se nos ha dado como mandamiento.

Marcos 16:16 dice: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo…” Esta es una expresión declarativa, no imperativa. Esta no contiene un mandamiento. Dada la contención de algunos hombres (que sólo los mandamientos o expresiones imperativas nos pueden obligar hoy en día) entonces se seguiría que este pasaje no muestra ni que la fe ni que el bautismo sean cosas esenciales para la salvación. Pero la posición es tan absurda que parece increíble que alguien pueda creerla y enseñarla.

En nuestras versiones en español, el sujeto de la oración es “el”, modificado por la cláusula restrictiva “que creyere y fuere bautizado”. El verbo principal en esta oración está en futuro indicativo y pasivo, “será salvo”. La expresión deja claro que no cualquiera y todo “el” será salvo sino “el que creyere y fuere bautizado”. En el Nuevo Testamento Griego tanto “creyere” como “fuere bautizado” son participios aoristos, lo cual es sumamente importante dado que la acción de los participios no puede ocurrir subsiguiente a la acción del verbo principal (verbo que en este caso es “será salvo”). Por lo tanto es claro que el pasaje enseña que ni creer ni ser bautizado pueden ocurrir después de la salvación del pecado. De manera que esta expresión declarativa puede utilizarse para demostrar que tanto creer como ser bautizado son esenciales para la salvación.

Marcos 16:16 ha sido usado para demostrar: (a) que una cosa puede ser probada como esencial aunque no haya sido expresada en modo imperativo o como mandamiento y (b) que la tesis básica de este curso es verdadera. Muy obviamente la contención a favor de que sólo los mandamientos directos son obligatorios hoy es falsa.

Juan 20:30, 31. “Y muchas otras señales hizo también Jesús en presencia de sus discípulos, que no están escritas en este libro; pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que al creer, tengáis vida en su nombre”. No se incluye ningún mandamiento en esta declaración. Sin embargo, la expresión deja claro que creer en Jesucristo, el Hijo de Dios, es esencial para tener vida en su nombre. Así que es absurdo que alguien, como algunos lo hacen, afirme que sólo es esencial para nosotros hoy lo que se nos haya comunicado en mandamiento directo. Que el creer en Jesús como el Hijo de Dios puede demostrarse como esencial (para tener vida en Su nombre) es visto en esta expresión declarativa. Y el hecho de utilizar el razonamiento  para poder entender que esta enseñanza aplica para los hombres de hoy en día no es sabiduría humana como algunos alegan sino más bien doctrina divina. Dios exige que los hombres razonen de manera adecuada acerca de la evidencia que Él les ha proporcionado (por ejemplo, Ro. 1:18-23; 1 Tes. 5:21; 1 Pe. 3:15; Hch. 2:22-36; 1 Cor. 15:12-19). Sostener que el uso de la razón (los principios del razonamiento válido) es doctrina humana y no un requerimiento divino es obviamente falso. El motivo por el cual una implicación obliga a los hombres hoy en día no es porque ellos la infirieron sino porque Dios la implicó. Sostener que lo enseñado en Juan 20:30, 31 no es de obligación para nosotros hoy porque el texto no contiene mandamientos directos es caer víctima de un error de doctrinas humanas.

Santiago 2:24, 26.  “Vosotros veis que el hombre es justificado por las obras y no sólo por la fe… porque así como el cuerpo sin el espíritu está muerto, así también la fe sin las obras está muerta”.    No aparece ningún mandamiento en estas declaraciones. Las dos expresiones son declarativas. Las expresiones dejan claro (prueban) que: (a) La fe es necesaria pero no es suficiente para la salvación y (b) que las obras (actos de obediencia que resultan de la fe) también son necesarios para la salvación. Esta enseñanza es obligatoria para los hombres hoy en día, aun cuando no está dada en forma imperativa, en la forma de un mandamiento directo.

Hay muchas declaraciones en el contexto remoto (tales como Gál. 5:6; Mr. 16:16) las cuales verifican las conclusiones de la expresión misma. Esto involucra el uso correcto de la lógica (tanto la inductiva como la deductiva).

Debemos alcanzar las siguientes conclusiones: (a) que una expresión declarativa la cual no contiene mandamiento puede usarse para probar que una cosa “es esencial” y (b) que la tesis básica de este estudio ha sido confirmada una vez más.

Gálatas 3:26-27. “Pues todos sois hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús. Porque todos los que fuisteis bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos”.

Esta declaración se encuentra en el contexto inmediato donde Pablo está mostrando que la ley de Moisés realizaba una función vital (“como nuestro tutor hasta llevarnos a Cristo”, 3:24) y que la ley era temporal. Luego va a afirmar que “ahora la fe” ha llegado y “ya no estamos bajo ayo” (o sea bajo la ley de Moisés, 3:25). Lo que Pablo quiere decir es esto: ahora que el Nuevo Testamento ha entrado en vigor, el Antiguo Testamento, siendo clavado a la cruz en la muerte de Cristo (Col. 2:14), ya no es obligatorio en cuanto a detalle específico para nadie hoy en día (comp. Heb. 8:8-10; 10:9; Gál. 4:21-31).

En la declaración misma (Gál. 3:26-27) Páblo (sin usar ningún mandamiento directo) afirma (declara): “Sois” (ustedes las iglesias de toda Galacia, 1:2) “todos” (sin excepción) “hijos de Dios” (aquellos que han recibido la remisión de pecados, han nacido de nuevo) “mediante la fe” (la fe, el cuerpo definido de doctrina que es el evangelio de Cristo, comp. Gál. 1.23; Judas 3) “en Cristo Jesús” (aclarando que uno deja de ser un hijo del diablo y se convierte en un hijo de Dios cuando entra en Cristo). Habiendo aclarado (en el versículo veintiséis) que uno llega a ser hijo de Dios cuando entra en Cristo, en el versículo veintisiete Pablo aclara: (a) que los hombres entran en Cristo cuando son bautizados y (b) y que aquellos que son bautizados están “revestidos de Cristo” (es decir están cubiertos por la justicia que viene del poder redentor de la sangre de Cristo, Ef. 1:7; Ro. 5:8-9). Esta enseñanza explícita de Pablo implica que hasta que uno no haya obedecido a Cristo siendo bautizado: (a) el tal no es hijo de Dios (así que se mantiene como un hijo del diablo), (b) él no está en Cristo (donde está la salvación, 2 Tim. 2:10), y (c) no está revestido de Cristo (así que aún está vestido de los “harapos” de sus pecados). De manera que este pasaje de la Escritura prueba, sin hacer uso de ningún mandamiento directo, que el bautismo es esencial para la salvación.

Negar, como algunos hacen, que se puede probar que una cosa es esencial usando otro tipo de declaraciones que no sean imperativas (mandamientos directos) es negar la fuerza obvia de Gálatas 3:26-27. Aun si no existieran en la Biblia declaraciones imperativas como Hechos 2:38, los hombres podrían saber que el bautismo es esencial para la salvación mediante las expresiones declarativas de Gál. 3:26-27; Ro. 6:3-5;  y I Ped. 3:20-21.

Pero viene la pregunta: ¿Este bautismo que se ha mostrado como esencial es en agua o en el Espíritu? Los hombres no pueden responder esta pregunta sin usar la lógica (los principios del razonamiento válido). Uno debe obtener toda la evidencia relevante del contexto inmediato y del contexto remoto (inducción) y alcanzar solamente las conclusiones que estén garantizadas por la evidencia (deducción). Cuando uno adquiere toda la evidencia relevante y razona correctamente acerca de ella, entonces la conclusión es verdadera tanto como las declaraciones explícitas de las cuales se dedujo la conclusión. Es asombroso ver a ciertos hombres tratando de imponer sus propias deducciones sobre otros para obligarles a abandonar el hábito de deducir.  Tal esfuerzo es definitivamente auto contradictorio.

El contexto remoto aclara que el bautismo es en agua. Entre los pasajes que aclaran esto tenemos los siguientes: Hch. 8: 26-40; 10:47-48; Jn. 3:3-5; Mat. 28:18-20. Según Hechos 10:47-48, cuando Pedro instruyó a Cornelio y su familia a ser “bautizados en el nombre de Cristo Jesús”, él aclaró que el agua era el elemento en el cual debía ocurrir esa inmersión (bautismo). En Juan 3:3-5, Jesús dejó claro (enseñó) que nacer de agua y del Espíritu (es decir, ser sumergido en agua como el medio del nuevo nacimiento es un prerrequisito para que uno entre al reino de Dios. Cuando Felipe predicó sobre “Jesús” al eunuco etíope, él dejó claro que el agua era el elemento en el cual debía realizarse el bautismo (Hch. 8:26-40). En Mat. 28:18-20 Jesús dejó claro que los hombres (no Cristo) debían administrar el bautismo que es “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. Los hombres no pueden administrar el bautismo del Espíritu Santo. El Señor Jesucristo fue quien administró ese bautismo (Jn. 1:33-34; Mat. 3:11).

Del material en esta sección anterior, es claro: (a) que por lo menos algunas expresiones declarativas pueden probar que una cierta cosa es esencial (para obtener o alcanzar una bendición en particular), (b) que otras expresiones que no son imperativas (indicando mandamiento directo) pueden usarse para mostrar que algo es esencial, (c) que uno debe considerar no solamente la declaración específica misma sino también el contexto inmediato y el contexto remoto, (d) que uno debe usar correctamente la lógica (los principios del razonamiento válido) para deducir las conclusiones que estén garantizadas por la evidencia, (e) que la Biblia enseña y obliga (deja claro que ciertas cosas son esenciales) por medio de declaraciones explícitas y de declaraciones implícitas, y (f) que la doctrina alegada por algunos de que cualquier conclusión que resulte del ejercicio de la lógica (los principios del razonamiento válido) es meramente doctrina humana y que no se puede usar para probar ue alguna cosa es esencial es una falsa doctrina y debería ser rechazada por todos los hombres.


De los puntos establecidos aquí podemos ver claramente que la tesis de este libro ha sido nuevamente confirmada (verificada). Ω

martes, 11 de junio de 2013

EL ORIGEN DE LA BIBLIA

Una de las leyes más conocidas del universo es la ley de la causa y efecto. Expresada de manera sencilla es esta: cada efecto debe tener una causa adecuada.

Ahora vamos a aplicar esta ley a la Biblia. La Biblia es un efecto. Ésta fue causada por alguna fuente. Realmente sólo hay dos posibilidades:

·         La Biblia se originó en una fuente puramente humana.
·       O la Biblia, aunque empleó a escritores humanos, es aún así finalmente algo de origen divino.

¿Cómo puede alguien determinar cuál de estos dos puntos de vista es el correcto?

La única vía es examinar la Biblia misma y verificar si ésta trae o no las marcas de identificación que se esperarían de un libro cuyo origen es Dios. ¿Qué esperaríamos de un volumen divino?

AFIRMADA
Si Dios nos dio la Biblia, esperaríamos que Él nos lo dijera. El hecho es este, la Biblia afirma ser literalmente la Palabra de Dios miles de veces (comp. Jer. 1:9; Hch. 1:16), y Cristo respaldó este mismo punto de vista de la Escritura (vea Mat. 22:31).

ARMONIOSA
Si Dios es la fuente de la Biblia, ya que Él es perfecto (Mat. 5:48), y no es autor de confusión (1 Cor. 14:33), esperaríamos que ésta fuera perfectamente armoniosa.

Aunque fue compuesta en un período de más o menos seis siglos, las Escrituras son perfectamente armoniosas. Aunque algunos han culpado a la Biblia de contradicciones, tales alegaciones no han triunfado nunca.

EXALTADA
Ya que Dios es Santo (Isa. 6:3), esperaríamos que la Biblia tuviera un exaltado tono moral. Eso es exactamente lo que uno encuentra. Sus preceptos —“ama a tu prójimo como a ti mismo” y “haz a los demás lo que quisieras que ellos hicieran contigo” (vea Mat. 22:39; 7:12)—han asombrado a millones de personas a través de distintas épocas. Ninguna filosofía puede presumir de una moral como esa.

IRREMPLAZABLE
Si la Biblia es de Dios, no esperaríamos que cualquier grupo de hombres, sin importar su intelecto, pudiera producir un volumen que sobrepase al antiguo documento. Aunque las Escrituras fueron completadas hace veintiún siglos, nadie ha sido capaz de escribir un libro que las deje obsoletas. ¡Esto es inexplicable!

PERPETUA
Si la Biblia es de un Dios eterno, esperaríamos que ésta fuera perpetuamente relevante. Este es el caso. Otros libros rápidamente pierden vigencia, pero la Biblia permanece con la frescura y actualidad que tuvo cuando fue publicada por sus escritores inspirados.

HONESTA
Si la Biblia fuera de origen divino, esperaríamos que fuera el retrato exacto del carácter humano. Esto es precisamente lo que encontramos. Aunque el hombre fue creado a imagen de Dios mismo (Gén. 1:26), por el pecado él sea ha separado a sí mismo de su Hacedor (Isa. 59:1, 2). Se ha vuelto excesivamente corrupto (Jer. 17:9) y por esto se mantiene en una seria necesidad de ayuda. ¡El hombre no hubiera podido escribir la Biblia si lo hubiera intentado, y no lo hubiera intentado si hubiera podido!

ESPECÍFICA
Finalmente, si la Biblia es de Dios, no esperaríamos que ésta fuera simplemente un vago y abstracto teatro filosófico, sino que nos diera información específica acerca del propósito de la vida del hombre y de cómo alcanzar dicho propósito.


Apasionadamente, la Biblia revela que el propósito del hombre en esta tierra es servir a Dios (Isa. 43:7; Ec. 12:13). Revela la misión de Cristo de salvar al hombre de su maldad (Lc. 19:10), y le alienta a responder al mensaje redentor de la gracia (Heb. 5:8, 9; Mr. 16:16; Hch. 2:38). Ω

domingo, 2 de junio de 2013

¿Ismael o Isaac? ¿La Biblia o el Corán?

El día sagrado islámico, Qurbani Id (o Id Al-Adha), es conocido como “El Festival del Sacrificio”. Los musulmanes celebran esta “gran fiesta de sacrificio” en el décimo día del último mes del año musulmán. Según su esquema doctrinal, este día celebran la disposición de Abraham a sacrificar a su hijo con Agar, Ismael.

Si Ud. recuerda el relato del Antiguo Testamento, se habrá quedado perplejo. ¿No fue a Isaac a quien Dios instruyó a Abraham a sacrificar? La diferencia es ésta. Los cristianos aceptan el testimonio de la Biblia. Los musulmanes rechazan la Biblia y creen que el Corán (o Qur’an) contiene el registro inspirado e incorruptible. ¿Quién tiene la razón?

Aunque el Corán no menciona el nombre del hijo a quien Abraham iba a sacrificar, los musulmanes creen que éste era Ismael, y creen que la idea está apoyada por el Corán. Un erudito musulmán, luego de citar un cierto número de textos del Corán, concluye:

Es muy claro que Ismael era el hijo para ser sacrificado y no Isaac, la paz sea sobre ellos dos. También podemos ver cuán corrupta es la Biblia. La Biblia no es confiable. Ha sido alterada con manipulaciones de los hombres al punto que ya no podemos decir qué partes son las Palabras Vivas del Dios Altísimo y cuáles no lo son.

Ismael era trece años mayor que Isaac, y Abraham amaba tan profundamente al Dios Altísimo que él quería sacrificarle a su propio hijo. Si el nombre de Ismael representa la gratitud hacia el Dios Altísimo luego de una desesperante y larga espera, entonces tiene perfecto sentido que Abraham quisiera sacrificar a Ismael al Dios Altísimo para darle la cosa más preciosa que pudo tener.

La cuestión no se trata de “quién” está en lo correcto, como si esto fuera una disputa personal entre dos “clases” de personas. El asunto no tiene que ver con personalidades, cultura y razas. La cuestión es esta: ¿Cuál registro contiene el relato histórico auténtico? ¿Creeremos en la Biblia que menciona a Isaac, o a las aseveraciones de los musulmanes que infieren del Corán el nombre del hijo?

Algunos contenderán que esta es la clase de desacuerdos que nunca se podrían resolver. Los cristianos aceptarán la Biblia. Los musulmanes se pondrán de parte del Corán. La discusión cae en una controversia “tu palabra contra la mía” —por lo menos ante los ojos de algunos.

Pero el asunto es más fundamental que eso. La cuestión real es esta: ¿Cuál de los dos libros es la revelación de Dios? Ambos volúmenes afirman ser inspirados, pero obviamente ambos no pueden serlo. La diferencia “Isaac vs Ismael” es sólo una de cientos de discrepancias entre la Biblia y el Corán. Y muchas de estas diferencias se han dado en temas cruciales (por ejemplo la naturaleza de Dios, la identidad de Cristo y el plan de Dios para la salvación del hombre).

Antes de que alguien se comprometa con un sistema religioso, es necesario indagar con respecto a la fuente de esa religión. Si la Biblia es del cielo, entonces el cristianismo es la religión verdadera. Si el Corán es de Dios, entonces el Islam es el sistema genuino.

En cuanto a la Biblia, podemos observar que está confeccionada de una clase de “código ADN” — una serie de rasgos que la identifican como algo de Dios. Hay un cierto número de indicios característicos que la identifican como algo de origen divino.

Las Escrituras, aunque fueron confeccionadas por unos cuarenta escritores humanos, en un período aproximado de 1500 años, contiene una asombrosa unidad de propósito y doctrina. Esta incluye muchas profecías, es decir, predicciones detalladas, que luego se cumplieron perfectamente. Aun cuando ha sido desafiada por los más reconocidos escépticos, a la Biblia no se le ha encontrado un solo error. Ha sido vindicada incontables veces. Los hombres aún están intentando “atrapar” a las Escrituras.

Pero el Corán, a pesar de sus afirmaciones, es algo carente de las marcas de la revelación divina. Su estándar denigrante hacia la mujer no es desconocido por cualquiera que se haya familiarizado con el Islam. El libro contiene numerosas inexactitudes históricas y anacronismos, es decir, la colocación cronológica errónea de personas, eventos, etc. Aquí les doy un ejemplo:

Al relatar los eventos del Éxodo y la peregrinación por el desierto, el Corán dice: “Ellos no creyeron en las señales de Dios y mataron a los profetas injustamente” (comp. Sura 25:57-61). ¿Quiénes eran los “profetas” en el desierto? Esa expresión “los profetas” usualmente designaba a un ministerio especial de siervos quienes vivieron en una época posterior a la mencionada. M. Rodwell observa: “Este pasaje [Sura 25:59] es uno de los numerosos anacronismos que abundan en el Corán y demuestran la vulgar ignorancia del profeta árabe” (Rodwell, J.M., trans. The Koran, Everyman’s Library. New York: Dutton, 1909, p. 344).
Ante nosotros están dos libros. Uno es sin faltas y divino. El otro, el Corán, está repleto de errores, el producto de un auto proclamado profeta, quien no era un profeta en lo absoluto. Uno nos anima a amar a nuestros enemigos; el otro promueve la conversión por la fuerza y la Jihad, “guerra santa”.


La Biblia registra que Abraham estaba dispuesto a sacrificar a Isaac. El Corán, según afirman sus eruditos, implica que Abraham estaba dispuesto a sacrificar a Ismael. La cuestión es: ¿Cuál volumen es de Dios? El libro de Dios es perfecto, con un alto tono moral. Está repleto de las marcas divinas de inspiración las cuales están más allá de la posibilidad de ser producidas por humano alguno. Ese libro es la santa BibliaΩ

miércoles, 29 de mayo de 2013

MAHOMA Y SU RELIGION

El fundador del Islam fue Mahoma, nacido en La Meca, en Arabia, el 570 d. C. Inició su carrera como profeta y reformador en el 610, cuando tenía 40 años de edad. Al principio ganó adeptos lentamente, pero su causa creció suficientemente como para provocar persecución.

Él salió de La Meca en el 622, y su batalla, llamada la Hégira, suple la fecha en la cual arranca el calendario mahometano. Tuvo éxito en reunir bajo su religión y autoridad a las tribus árabes esparcidas, y volvió como conquistador a La Meca. Cuando murió, en el 632, era aceptado como profeta y gobernante por toda Arabia.

Su religión fue llamado Islam, “sumisión”, es decir, obediencia a la voluntad de Dios; y sus seguidores fueron llamados musulmanes — el nombre “mahometano” nunca fue usado por ellos. Los artículos de su fe, tal como los declaran ellos, son:

·         Que hay un Dios, a quien ellos llaman Alá, siendo una palabra de origen en común con la palabra hebrea “Elohim”.

·         Que todos los eventos sean buenos o malos han sido preordenados por Dios, consecuentemente en cada acto ellos están realizando la voluntad de Dios.

·         Que hay multitudes de ángeles, bueno y malos, invisibles pero constantemente tratando con los hombres.
·         Que Dios ha dado su revelación en el Corán, una serie de mensajes comunicados a Mahoma, a través del ángel Gabriel, aunque éstos no fueron recopilados sino hasta después de la muerte del profeta.

·         Que Dios ha enviado profetas inspirados a los hombres, de los cuales los cuatro más grandes son Adán, Moisés, Jesús y, por encima de todos los demás, Mahoma.

·         Que todos los profetas bíblicos, los apóstoles cristianos, y los santos que vivieron antes de Mahoma fueron reconocidos y adoptados como propios.

·         Que en los días postreros habrá una resurrección final, el juicio, y cielo o infierno para cada hombre.

Al principio Mahoma se apoyó en las influencias morales para predicar su mensaje, pero pronto cambió sus métodos y se convirtió en un guerrero, liderando a sus fieros y unidos árabes a la conquista de los incrédulos. A cada tierra o tribu le dieron la alternativa de aceptar el islam, pagar tributo o la muerte a quienes resistieran a sus armadas. Mahoma fue sucedido por varios califas quienes construyeron un vasto imperio a punta de espada.

Palestina y Siria fueron conquistadas pronto, y los lugares sagrados del cristianismo cayeron bajo el poder del islam. Provincia tras provincia del imperio greco-romano fueron tomadas por la fuerza y pronto todo lo que quedó fue la ciudad de Constantinopla, de modo que todas las tierras del cristianismo primitivo terminaron sometidas. Donde quedaron cristianos sometidos, su adoración les fue permitida con restricciones. Hacia el este el imperio de los califas se extendió más allá de Persia hasta la India. Su capital estaba en Bagdad, sobre el Tigris.

Hacia el oeste, sus conquistas incluyeron Egipto, toda África del norte, y la mayor parte de España. Casi todo este vasto imperio fue conquistado en un período de cien años después de la muerte de “el profeta”. Pero su progreso en el oeste de Europa fue detenido en el sur de Francia por Carlos Martel, quien concentró a las tribus discordantes bajo el liderazgo de los francos, y ganó su victoria decisiva en Tours el 732 d. C. Pero para la batalla de Tours, Europa ya era casi un continente mahometano, y la media luna prácticamente había tomado el lugar de la cruz.

Hay una pregunta interesante — ¿Por qué la religión y fuerzas militares musulmanas triunfaron sobre el mundo oriental? Podemos nombrar algunas de las causas. Los primeros creyentes de Mahoma eran fieros, árabes guerreros, nunca conquistados por ninguna fuerza exterior, los cuales siguieron a su profeta con una fe sincera, intensa y conquistadora fe. Ellos creyeron que estaban cumpliendo la voluntad de Dios, y que estaban destinados al éxito. Todos aquellos que caían en batalla contra los incrédulos estaba destinado a entrar inmediatamente a un cielo de placer sensual.

Contra este espíritu viril, inconquistable y conquistador estaba la débil y sumisa naturaleza de los griegos asiáticos. Desde épocas remotas aquellas tierras se habían sometido dócilmente a los conquistadores. Estos pueblos habían perdido su vigor, y preferían rendirse ante la espada y pagar tributo que defender su libertad. Un gran número de quienes conformaban el imperio griego eran eclesiásticos y monjes, listos para orar pero no para pelear.

La religión islámica era muy superior al paganismo que ésta erradicaba de Arabia y de las tierras del este de la península; y, debe admitirse, era mucho más fuerte que el “cristianismo” que ésta encontró y derrotó. La Iglesia oriental, como la occidental, hace mucho que había abandonado el empeño misionero, perdido su energía, y se había inclinado a la especulación en lugar del énfasis moral y espiritual.

En la religión de Mahoma en sí había y aún pueden encontrarse algunos aspectos favorables, elementos de valor para el mundo. Uno era su simplicidad de doctrina. Se creía en Un Dios, a quien el hombre estaba obligado implícitamente a obedecer. No poseía ningún elemento intrínsecamente misterioso en su teología que diera pie a interminables e inútiles controversias. No había necesidad de erudición para entender los artículos de la fe musulmana.

Otro rasgo de la religión islámica era su rechazo a la adoración de imágenes. Por todo el mundo cristiano las estatuas de los viejos dioses y diosas de Grecia simplemente habían heredado su lugar a las imágenes y pinturas de la Virgen María y de los santos, las cuales eran adoradas en todas las iglesias. Los musulmanes las tomaron, las destruyeron y denunciaron todo culto a imágenes, fueran esculpidas o pintadas, como idolatría.

Los mahometanos rechazaron además todo sacerdocio y mediación de santos. La iglesia de ese mundo había hecho que la salvación dependiera no solamente de la fe en Cristo y la obediencia a Él como Señor, sino también de ritos sacerdotales y la intercesión de los santos difuntos. Los mahometanos suprimieron todo esto, y en su doctrina, llevaron a cada alma a encararse directamente con Dios.

Por todo el mundo musulmán existe la regla de la abstinencia de las bebidas fuertes. La primera “sociedad sobria” en la historia del mundo fue la de los Nazareos en Israel, y su sucesor en una gran escala fue la religión musulmana, la cual prohibía a los fieles beber vino o licor fuerte. Esto aún es sostenido como uno de sus principios, pero no es seguido universalmente donde los musulmanes viven en contacto con los europeos [o americanos].

En un período primitivo, bajo los califas, se promovían la literatura y la ciencia. Los árabes nos dieron los numerales, 1, 2, 3, etc., los cuales fueron un gran avance en el sistema romano de notación por medio de letras. En la astronomía, ellos hicieron uno de los primeros catálogos de las estrellas. La corte de Califa en Bagdad era un centro literario. La España musulmana, era superior en cultura y civilización que los reinos “cristianos” de ese período en la península. Pero todo  el proceso intelectual cesó cuando los turcos bárbaros heredaron a los iluminados Sarracenos como líderes del mundo musulmán.

Para no hacer un retrato del Islam más favorable que aquel que permita la verdad, debemos considerar por otro lado algunas áreas donde los musulmanes han fallado, es decir, sus errores y sus males. Un error mayúsculo de humanidad fue su método de empresa misionera mediante la espada, promoviendo el odio entre los hombres en lugar del amor. Doquiera una ciudad se resistía a la conquista, sus hombres eran asesinados, las mujeres eran trasladas a los Harén de los invasores, y los hijos eran encaminados a la fe musulmana. Durante siglos los turcos convirtieron en una práctica regular apoderarse de miles de niños “cristianos”, separándolos de sus padres, y llevándoselos a provincias distantes como fanáticos devotos del Islam.

En la antigua concepción islámica, el estado y la iglesia eran absolutamente uno, y se esperaba del gobierno que usara su poder para promover la verdadera religión y suprimiera la fe falsa. Antes de la 1era Guerra Mundial, el sultán de Turquía también era reconocido como “Califa” (“Sucesor de Mahoma”). Cuando Turquía se convirtió en república, el sultán fue destronado y abolido el califato. Otros cambios han ocurrido con la modernización de Turquía: un hecho relevante fue la traducción del Corán al idioma vernacular. En Estambul, en 1932, el Corán fue leído en la mezquita de Santa Sofía por primera vez en Turquía.

El concepto mahometano acerca de Dios está basado en el Antiguo Testamento [en una mala comprensión, de hecho], y no en el Nuevo. Dios es proyectado como un fiero  e implacable déspota oriental, sin ningún tipo de amor hacia la parte de la humanidad que no sean seguidores del Profeta [Mahoma]. [Por supuesto que esto ignora muchos pasajes que afirman el amor universal de Jehová].

El Islam prácticamente deja a Cristo fuera de su esquema doctrinal. Según el punto de vista mahometano, Él no es el Señor del reino celestial, el Hijo de Dios, el Salvador de los hombres; sino que es reducido al rango de un profeta judío, inferior en todo aspecto a Mahoma.

Su concepto del cielo, la morada de los bendecidos en la vida venidera, está totalmente desprovisto de espiritualidad y es absolutamente sensual.

Uno de los más devastadores rasgos de la religión musulmana fue su degradación de la mujer. Las mujeres eran vistas como esclavas o juguetes de los hombres. La Turquía moderna ha remediado esta situación, y en 1930 le dio a las mujeres el derecho de elegir y ser elegidas en las votaciones municipales. Pero fuera de Turquía, las mujeres eran mantenidas en un mínimo respeto en el mundo varonil.


En el campo de la historia y la política, quizá la falla más notable de la religión musulmana ha estado en el campo de la administración nacional. Los líderes musulmanes eran sorprendentes en sus conquistas, derrotando a sus oponentes desde China hasta España. Pero ellos no mostraban ningún poder sabio, el gobernante justo de los imperios que habían fundado. Las tierras del Islam eran las peor gobernadas en el mundo. Contrasta la historia de los turcos en ese aspecto con la de los antiguos romanos, quienes mostraron no solamente que podían establecer un imperio sino que podían gobernarlo sabiamente, trayendo prosperidad a cada tierra que ellos conquistaban. Ω

domingo, 19 de mayo de 2013

La negación del Islam de la muerte de Cristo


El Corán de los islámicos asegura que Jesús no fue crucificado; En lugar de eso la muerte del Señor sólo lo fue “en apariencia”. De hecho, se alega que Él fue “elevado” hasta Dios sin morir en la cruz (Sura IV. 157-158).

Esta alegación está absolutamente vacía de evidencia. Por ejemplo considere lo siguiente:

1.       Los profetas del Antiguo Testamento predijeron la muerte de Cristo. El Señor iba a ser perforado (Salm. 22:16; Zac. 12:10); muerto como un cordero ante el carnicero (Isa. 53:7), asesinado como la víctima de la Pascua (Éx. 12:1ss; comp. 1 Cor. 5:7), y entraría al Seol (Salm. 16:10; comp. Hch. 2:22-32) — el terreno de los muertos.

2.       Jesús mismo declaró que lo matarían (Mt. 16:21), y que su cuerpo estaría en la tumba durante tres días (Mt. 12:40).

3.       Los expositores del Nuevo Testamento afirmaron uniformemente que Jesús murió. Pedro proclamó este mensaje (Hch. 2:23; 3:15; 1 Pe. 1:18-21), igual Esteban (Hch. 7:52), Pablo (Hch. 13:28; 1 Cor. 15:1ss), y otros (comp. Apo. 5:9; 11:8; 12:11), etc.

4.       La historia secular afirma que Cristo murió. Josefo, el historiador romano, se refirió a la muerte de Jesús (Antigüedades 18.3.3). El escritor romano Tácito, dijo que Cristo fue “ejecutado” por Pilato (Anales 15.44). Los primeros enemigos del cristianismo, por ejemplo Celsio y Luciano, también concedieron que la muerte de Cristo era un hecho, como también lo hicieron los autores patrísticos del período ante-niceno.

La evidencia de la muerte del Señor es absolutamente abrumadora. Solamente un ignorante de la historia, o con una agenda diabólica, se atrevería a negar esta realidad irrefutable.

Un erudito islámico, quien había escrito un breve comentario acerca del Corán, expresa el punto de vista islámico con respecto a este asunto.

“El final de la vida de Jesús en la tierra está tan envuelto en el misterio como lo estuvo su nacimiento, y ciertamente la mayor parte de su vida privada, excepto los tres años de su ministerio. No es beneficioso discutir las muchas dudas y conjeturas que hay entre las sectas cristianas y los teólogos musulmanes. La Iglesia Ortodoxa Cristiana hace de la muerte en la cruz, de la sepultura y la resurrección al tercer día con el mismo cuerpo intacto, y que caminó y conversó con sus discípulos, y que luego ascendió al cielo el punto cardinal de su doctrina. Esto es necesario para la doctrina del sacrificio de sangre y la expiación vicaria de los pecados, lo cual es rechazado por el Islam” ((Qur’an — Translation & Commentary, Islamic Propagation Centre International, A. Yusuf Ali, 1946, p. 230).

El señor Ali cita varias fuentes para favorecer la noción de que Cristo nunca murió, por ejemplo, los basilianos y los docetas. El intento del caballero para desacreditar la muerte de Cristo es absolutamente fútil. Con respecto a estas dos fuentes podemos observar someramente lo siguiente:

1.    Basílides era un gnóstico egipcio del Siglo II d. C. Era un falso filósofo quien tenía solamente una remota conexión con el cristianismo. Basílides enseñó muchas cosas que serían repudiadas por el Islam. Difícilmente se le puede citar como una autoridad.

2.       El movimiento gnóstico conocido como los docetistas, negaba que Jesús hubiese venido en forma humana; Él solamente “parecía” ser humano. Por supuesto que los musulmanes no apoyarían ese punto de vista.

Por consiguiente es enteramente cínico citar estas fuentes como si pudieran considerarse de algún valor en cuanto a su descripción con respecto a la persona de Jesús de Nazaret.

El repudio islámico dela muerte de Cristo está basado en la aversión hacia la doctrina bíblica de la muerte vicaria del Señor como expiación por el pecado, y así niega el corazón mismo del evangelio de Jesús de Nazaret. La religión de Mahoma es hostil a la fe cristiana, y nunca debe ser visto como un sistema religioso opcional que cuente con aprobación divina.

Desafortunadamente algunos quieren ver el árbol de los beneficios prácticos de esta religión mientras ignoran el bosque de aberraciones doctrinales que este movimiento religioso defiende.

El cristiano auténtico no se atrevería a caer en tal compromiso (Mat. 10:32-33). Ω

¿Era Mahoma un profeta?


La respuesta es: “evidencia” y “lógica”. Permítame explicarle.

Si es el caso que hay suficiente evidencia para establecer la proposición que Jesús de Nazaret era el Mesías prometido por el Antiguo Testamento, el auténtico Hijo de Dios; y si es el caso que las cosas que enseñó eran la verdad absoluta; y si también es un hecho que Él afirmó ser el camino exclusivo para acercarse a Dios, y que nadie lo remplazaría en ese papel; entonces lógicamente se sigue que Mahoma, mediante un proceso de eliminación, está excluido como el “profeta” que pretendía ser.

Por consiguiente, cada uno de estos elementos debe ser examinado cuidadosamente. Permítame resumir brevemente el asunto.

La Identidad de Jesús

Hay una vasta variedad de evidencia para establecer la identidad de Jesús de Nazaret como el “Mesías” profetizado en el Antiguo Testamento.

1.       Cientos de profecías identifican específicamente los indicios de la llegada del Mesías. Jesús— en Su naturaleza, vida y enseñanza —las cumplió completamente, todas y cada una (Lc. 24:44). Un ejemplo en miniatura puede verse en el capítulo 53 del libro de Isaías. Esta docena de versículos están llenos de detalles mesiánicos.

2.       Su nacimiento de la virgen María estableció Su naturaleza divina.

3.       Sus milagros autenticaron su afirmación de ser el Cristo.

4.       Su resurrección de entre los muertos le declaró públicamente como el Hijo de Dios (Rom. 1:4).

Estas cuestiones no son meras especulaciones, son hechos sólidos, históricamente fundamentados.

La Credibilidad de Cristo

La evidencia relativa a la naturaleza de Jesús establece su credibilidad con la certeza de un “contador de banco”. Cristo era la “verdad” en Persona (Jn. 14:6). No hubo “engaño” en su boca (Isa. 53:9). Su testimonio concerniente a Sí mismo era verdadero (Jn. 8:14). Él era el instrumento de verdad de Dios para un mundo rebelde (Jn. 1:17; 5:33).

El hecho es, aun cuando el Corán, el “libro sagrado” del islamismo llama a Jesús “el Mesías” (11 veces), “la Palabra de Dios” , el “Espíritu de Dios” (4:169-171), y el “Discurso de la Verdad” (19:34-35) — aún así los musulmanes interpretan estas frases en un sentido contrario al que el lenguaje aludiría ordinariamente.

La afirmación de ser el Mesías

Jesús afirmó que era su rol enseñar la verdad de Dios al mundo — que Él fue enviado por el Padre para esto (Jn. 1.14, 18). Él vino para ser “la luz de los hombres” (Jn. 1:4; 14:6), y el “camino” exclusivo al Padre (Jn. 14:6). Note el artículo definido (afirmando exclusividad) en las expresiones “la luz” y “el camino”.

En la parábola de los labradores malvados Jesús se describe a Sí mismo como la “última” oferta divina para el hombre (Mr. 12.6; comp. Heb. 10:26). La afirmación indica que ningún profeta, encabezando un nuevo sistema religioso, remplazaría a Cristo. Los apóstoles inspirados por Jesús enseñaron que su Maestro la oferta final del cielo para el hombre; en “ningún” otro se podía encontrar salvación (Hch. 4:11-12). En el Nuevo Testamento, el cual es el pacto de Jesucristo, el Cristianismo recibe descripciones como “el Camino” (Hch. 9:2; 19:9, 23; 22:4; 24:14, 24), y “la fe” (Gál. 1:23; 1 Tim. 5:8; Jud. 3; comp. Ef. 4:5). Ningún otro tiene respaldo divino.

Judas contendía que “la fe” (Cristianismo) había sido “entregado una vez (hapax) a los santos” (Jud. 3). El verbo griego pertenece a una ocurrencia que “es decisivamente única, una sola vez para todos los tiempos” ((Danker, Greek-English Lexicon, Chicago: University, 2000, p. 97). J. H. Thayer observó que el término “se usa en cuanto a una cosa que se hace con validez perpetua y que nunca necesita repetición” (Greek-English Lexicon, Edinburgh: T.&T. Clark, 1958, p. 54). Considere que el uso dual de hápax (una vez) en Heb. 9:26-27. Ningún sistema religioso, autorizado y aprobado por Dios, estuvo planeado como sustituto del cristianismo.

Así que, por lógica, el sistema islámico está eliminado.

Cuando uno añade a estas proposiciones el hecho de que el Corán, cuando es examinado críticamente, cae por su propio peso, sólo el caso a favor del cristianismo se mantiene en pie— erguido como el sistema religioso aprobado por el cielo. Ω

lunes, 29 de abril de 2013

Principios Básicos de la Interpretación, Parte IV


¿Pueden las declaraciones imperativas (mandatos)
ser obligatorias para los hombres hoy?

Una mirada a una falsa posición. Que la respuesta al encabezado arriba debe ser afirmativa es un punto de vista compartido por casi todos. Sin embargo, la respuesta a la pregunta no es tan obvia como muchos creen a primera vista.

Este es ciertamente el caso si uno afirma, como algunos lo hacen, que la única manera en la que una cosa puede probarse como algo esencial (para los hombres de hoy en día) es mediante un mandamiento. Hemos observado anteriormente que algunos hermanos están afirmando ahora que nada enseñado implícitamente en la Biblia es, o puede ser, obligatorio para los hombres hoy. Estos hombres sostienen que si la habilidad para deducir (inferir) una conclusión ha sido utilizada, entonces la conclusión ni es ni puede ser doctrina de Cristo sino que meramente es una doctrina humana. Este es el caso, según ellos, aunque (1) el proceso de razonamiento sea válido y (b) la conclusión (obtenida de las declaraciones explícitas de la Biblia) sea verdadera.

Ahora bien, supongamos a manera de ilustración que alguien afirma ambas de las siguientes proposiciones: (1) que una cosa sólo puede probarse como esencial solamente por ser un mandamiento directo (en la Biblia) y (2) que solamente lo que se ha enseñado explícitamente puede ser obligatorio para los hombres hoy. ¿Qué se sigue? Se sigue que, nada enseñado en la Biblia es o puede ser obligatorio para ninguna persona hoy en día. ¿Por qué es este el caso? En primer lugar, es el caso porque no hay mandamientos en la Biblia dados directamente a ningún individuo vivo en la tierra en la actualidad. En segundo lugar, porque no existe ninguna declaración explícita de la Biblia que esté dirigida a alguien de hoy en día en la cual se le indique que sólo debe tomar en cuenta como obligatorios aquellos pasajes que estén dirigidos explícitamente a él.

Declaración de la verdadera posición en cuanto a los mandamientos. “Mandar” es dar instrucciones en una forma autoritativa, dar órdenes. Por supuesto que en la Biblia hay muchos mandamientos. Pero debe considerarse: (a) que algunos mandamientos exponen asuntos que son obligatorios para los hombres hoy en día, (b) que no todos los mandamientos en la Biblia exponen instrucciones que sean obligatorias para los hombres hoy en día, (c) que para que algún hombre sepa que una declaración dada en la Biblia (aun un mandamiento— es decir, una declaración imperativa) es obligatoria para cualquier persona viva hoy, él debe inferir (deducir) esa verdad de algunas declaraciones explícitas en la Biblia y (d) que hay varios tipos de mandamiento en la Biblia. En este estudio el término “mandamiento” será usado no sólo para referirse a las aseveraciones positivas de que algo debe ser creído o realizado sino también a las prohibiciones con respecto a actitudes, creencias, estados de las cosas, y acciones.

Seguramente es el caso que ningún estudiante de la Biblia cree que todo mandamiento en la Biblia es obligatorio para los hombres hoy en día. Veamos algunos mandamientos que no son obligatorios para los hombres en la actualidad.

(1)    Génesis 2:16-17.

“Y ordenó el SEÑOR Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás”.

Aunque es claro que la opción de comer de cualquier árbol del huerto de Edén (con una sola excepción) y la prohibición de comer del árbol del conocimiento del bien y del mal fue algo obligatorio para Adán y Eva, es igualmente claro que esta instrucción no es de obligación para ninguna persona de la actualidad.

¿Cómo pueden los hombres hoy saber que esto es así? Retornando a la tesis de este curso: para decidir con exactitud si una instrucción bíblica es obligatoria para los hombres de la actualidad uno debe adquirir toda la evidencia relevante (“el contexto total”) en la Biblia y llegar (mediante el uso correcto de la lógica) solamente a las conclusiones que estén garantizadas por la evidencia. Así que para decidir si Génesis 2:16-17 expone una instrucción que es obligatoria en cuanto a su detalle específico para los hombres en la actualidad uno debe: (1) obtener toda la evidencia relevante en la Biblia y (2) llegar solamente a las conclusiones que permita la evidencia.

Ya que es claro que Dios dio únicamente a Adán y Eva esa instrucción registrada en Génesis 2:16-17 y ya que es claro que ninguna instrucción en ninguna parte de la Biblia enseña que alguien hoy en día deba considerar esta orden como obligatoria en detalle, y ya que todos los hombres de hoy en día están sujetos únicamente al Nuevo Pacto, entonces la evidencia bíblica garantiza la deducción de que la instrucción de Génesis 2:16-17 no es obligatoria en cuanto a su detalle específico para nadie en la actualidad.

De manera que debe observarse que los hombres hoy en día pueden saber que la instrucción registrada en Génesis 2.16-17 era obligatoria para Adán y Eva en su detalle específico pero no es obligatoria para ninguna persona en la actualidad y (2) que los hombres hoy pueden adquirir este conocimiento simplemente al reconocer y actuar en armonía con la tesis de este curso. Esto no es un asunto de mera probabilidad sino de conocimiento.

(2)    I Corintios 14:1

“Procurad alcanzar el amor; pero también desead ardientemente los dones espirituales, sobre todo que profeticéis”.

La instrucción fue escrita a “la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús…” (1 Cor. 1:2). Es obvio que los cristianos de Corinto fueron mandados a: (a) en general a desear los dones espirituales y (b) más específicamente a desear profetizar. Tener un don espiritual era tener poder milagroso. El don espiritual de la “profecía” capacitaba a su receptor a predicar infaliblemente el evangelio de Cristo. No hay duda que en el tiempo en el que Pablo escribió la primera epístola a la iglesia de Corinto, los cristianos fueron mandados a desear los dones espirituales de poder milagroso. ¿Está dirigido este mandamiento también a los cristianos de la actualidad? ¿Son obligatorias las instrucciones de este mandamiento para los cristianos hoy en día? ¿Es posible que haya mandamientos en el Nuevo Testamento los cuales involucren acciones que no son obligatorias para los cristianos ahora mismo?

No solamente es posible; es el caso: los mandamientos en este pasaje no son obligatorios para los cristianos en la actualidad. ¿Pueden los hombres saber que este es el caso? Sí. ¿Cómo? Reconociendo como verdadera y actuando en armonía con la tesis de este estudio: (a) mediante un proceso inductivo, recopilando toda la evidencia relevante y mediante un proceso deductivo, obteniendo solamente aquellas conclusiones que estén garantizadas por la evidencia, rechazando cualquier conclusión que no esté respaldada por la evidencia.

¿Cuál es la evidencia relevante necesitada en este caso? En primer lugar, el contexto inmediato (1 Cor. 12, 13, 14) aclara (especialmente en 1 Cor. 13.8-13): (a) que el propósito de dar dones milagrosos a los cristianos durante los primeros años de existencia de la iglesia era para tener una parte en la revelación (Jn. 14:26; 16:13; Hch. 2:1-47) y en la confirmación (Heb. 2:1-4; Jn. 20:30-31; Hch. 2:1-47; Hch. 8:1-25) del evangelio de Cristo y (b) que el propósito sería cumplido (con el resultado de la cesación de los dones milagrosos) cuando llegara “lo perfecto”. Esto iba a ocurrir cuando la escritura del evangelio fuera completada, de manera que los hombres tendrían “la ley perfecta, la ley de la libertad” (Stgo. 1:25) escrita. Entonces lo que era “en parte” (los dones milagrosos que revelaron y confirmaron el evangelio) cesarían (es decir, ya los hombres no tendrían poderes milagrosos). Nadie en la actualidad tiene poderes milagrosos. La palabra de Dios ha sido entregada “de una vez para siempre” a los santos (Judas 3), escrita y confirmada (Heb. 2:1-4; Mr. 16:17-20).

En segundo lugar, el contexto remoto confirma esta enseñanza del contexto inmediato. Efesios 4:8-13 aclara que los dones milagrosos tenían el propósito de acompañar a la iglesia solamente hasta que se completara la fe (en su forma escrita).

Así que al reconocer un apropiado uso de la tesis de este curso se ha aclarado que por lo menos algunos mandamientos aun en el evangelio no son obligatorios para los cristianos en la actualidad. La evidencia total aquí constituye también una verificación de que nuestra tesis es verdadera.

(3)    1 Corintios 14:39-40.

“Por tanto, hermanos míos, anhelad el profetizar, y no prohibáis hablar en lenguas.
Pero que todo se haga decentemente y con orden”.

En estos dos versículos se encuentra lo siguiente: (a) dos mandamientos que no son obligatorios para los hombres en la actualidad y (b) un mandamiento que es obligatorio para los hombres hoy en día. ¿Son verdaderas las aseveraciones de la declaración anterior? Sí. ¿Pueden los hombres saber que son verdaderas? Sí. ¿Cómo? (a) Reconociendo la veracidad de y (b) actuar en armonía con la tesis básica de este estudio. En el versículo 39, se dan dos mandamientos: (a) anhelar la profesía y (b) no prohibir el hablar en lenguas. En la sección precedente, se ha establecido ya que los dones milagrosos iban a cesar cuando la escritura del Nuevo Testamento (el evangelio de Cristo) fuera completada. Sin repetir esa evidencia aquí, es claro que la evidencia total garantiza la deducción de que ninguno de estos mandamientos es obligatorio para nadie hoy en día. En lugar de estar bajo la obligación de desear los dones espirituales, los hombres de hoy en día no tienen esa obligación (la evidencia total de la Biblia prueba este es el caso). Y en lugar de estar bajo la obligación de no prohibir “hablar en lenguas”, los cristianos de la actualidad están bajo la obligación de enseñar a otros que está mal o intentar hablar en lenguas (mediante poder milagroso) o afirmar que uno es capaz de hacerlo. Este es el caso porque la evidencia total de la Biblia garantiza esta deducción. Aún más, las instrucciones detalladas en 1 Corintios 14:27-32 no son obligatorias en cuanto a su detalle específico para nadie en la actualidad.

En el versículo 40 hay un mandamiento que es obligatorio para los hombres hoy en día. Sin embargo, la discusión de ese mandamiento lo dejaremos para la siguiente sección.

Algunos mandamientos que son obligatorios para los hombres hoy en día. Se ha establecido que algunos mandamientos expresados en la Biblia no son obligatorios para los hombres en la actualidad. Se ha demostrado que la tesis básica de este estudio ha sido verificada mediante la consideración lógica de la evidencia bíblica involucrada. Ahora debemos volver  nuestra atención hacia la duda de si algunos mandamientos expuestos en la Biblia son obligatorios para los hombres en la actualidad.

(1)    Marcos 16:15.

“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”.

En este pasaje la palabra “id” es la traducción de un participio aoristo y tiene el significado básico de “habiendo ido” (modo indicativo, no imperativo). (Para entender la naturaleza obligatoria de la instrucción concerniente a “id por todo el mundo” necesita usar la deducción lógica, comp. Mat. 28:18). La palabra “predicad” es la palabra que manda. Así que el pasaje podría traducirse: “Habiendo ido por todo el mundo, prediquen el evangelio a toda criatura (persona)”. ¿Obliga esta declaración imperativa a los hombres de hoy en día? Sí. ¿Pueden los hombres saber que esto es obligatorio? Sí. ¿Cómo? Reconociendo la veracidad y actuando en armonía con la tesis básica de este curso. En la declaración misma, Jesús da un mandamiento a sus apóstoles. Ese mandamiento los obliga (a los apóstoles) a predicar el evangelio a toda persona en el mundo. Pero la pregunta crucial es: ¿esto obliga a los hombres hoy en día a predicar el evangelio a toda criatura en el mundo? Sí, lo hace—pero la información de por lo menos otro pasaje debe ser tomada en cuenta y razonada adecuadamente para que este sea el caso.

Según Mateo 28:18-20,

Y acercándose Jesús, les habló, diciendo: Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”.

Nuevamente, Jesús da la instrucción a los apóstoles. No hay un mandamiento directo  en este pasaje para ninguna persona de la actualidad. ¡En este pasaje no hay mandamiento directo para Rolando Rovira, Esteban Rodríguez, Carlos Hugues, Julio Cruz o para algún otro creyente en la actualidad! Dado el falso punto de vista ya mencionado en el que solamente por medio de un mandamiento directo se prueba que algo es esencial, entonces esto significaría que ninguno de los hombres mencionados está obligado (ni aun se le puede permitir) a predicar el evangelio por la autoridad de la Gran Comisión. Ya que la doctrina bajo análisis implica una falsa doctrina, esa doctrina es falsa en sí misma.

El pasaje a mano, Mateo 28:18-20 es parte del contexto remoto de Marcos 16.15. Este es el caso porque ambos tratan con el momento en el que Jesús da la Gran Comisión a sus discípulos.

En Mateo 28:18-20 Jesús (a) afirmó que toda autoridad le había sido dada, (b) ordenó a los apóstoles que, habiendo ido, hicieran discípulos (hay imperativo en esta oración) de todas las naciones, (c) mediante el uso de dos frases en participio (ambas involucrando participios presentes con función modal) aclara que los perdidos se hacen discípulos cuando son enseñados y bautizados, (d) aclara que, al hacerse discípulos, los hombres deben instruirse en todas las cosas que Jesús mandó (a los apóstoles), y (e) afirmó que Él estaría con ellos hasta el fin del mundo. Al considerar cuidadosamente la totalidad de la evidencia en este contexto a la luz de la obligación de razonar correctamente, es claro que debe aplicarse la inferencia de que todas las personas en edad responsable durante toda la era del evangelio (hasta el fin del mundo) están obligadas a los detalles expresados en la Gran Comisión.

Así que en armonía con la tesis básica de este curso, al utilizar el mandamiento inmediato expresado en Marcos 16:15, su contexto inmediato, y el contexto remoto expuesto en Mateo 28:18-20, el mandamiento a predicar lo podemos considerar como obligatorio para todos los hombres de la actualidad. Debe notarse que este es el caso no simplemente porque  está involucrada una declaración imperativa (un mandamiento) sino porque la tesis de este curso fue reconocida y seguida— Es decir, porque el razonamiento válido al considerar la evidencia total garantizó esa conclusión. Se demuestra que la tesis de este curso es tan crucial como confirmada.

(2)    Hechos 2:38.

“Y Pedro les dijo: Arrepentíos y sed bautizados cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo”.

En este pasaje hay: (a) la declaración de dos mandamientos: arrepiéntanse y bautícese cada uno de vosotros, (b) la aclaración del propósito de obedecer los dos mandamientos: el perdón de los pecados y (c) una promesa: el don del Espíritu Santo. De todo el material de la sección anterior es relevante mostrar que los dos mandamientos son obligatorios para los hombres hoy en día. Tanto Marcos 16:15-16 como Mateo 28:18-20 (junto con otros pasajes tales como Rom. 6:3-5; Gál. 3:26-27; Hch. 22:16) son parte del contexto remoto de Hechos 2:38. Ya que estos pasaje muestran: (a) lo que los apóstoles debían predicar a los hombres que hicieran para ser salvos y (b) que lo que predicaron con respecto a este tema era de obligatoriedad para todas las personas en edad responsable hasta el fin del mundo, es claro que los mandamientos de “arrepentirse” y “bautizarse” para el perdón de pecados son de carácter obligatorio para los hombres hoy en día.

Al concluir esta sección se repite la pregunta: ¿cómo se puede determinar si un mandamiento (expuesto en la Biblia) es obligatorio para los hombres en la actualidad? Cómo aclaramos en la introducción, la tesis básica de este curso es: Para decidir con exactitud si alguna instrucción bíblica (incluyendo un ejemplo de acción, mandamientos, declaraciones, preguntas, etc.) es vinculante (obligatoria) para los hombres hoy en día, uno debe: (a) analizar cuidadosamente (tanto las palabras mismas como su sintaxis) la declaración específica misma bajo consideración, (b) evaluar cuidadosamente la evidencia tanto en el contexto inmediato como en el contexto remoto, y (c) llegar solamente a las conclusiones que estén garantizadas por esa evidencia. Esa tesis ha sido verificada (confirmada) mediante el estudio conducido. Así que para determinar la obligatoriedad de un mandamiento de la Biblia el estudiante debe reconocer y actuar en armonía con la tesis que hemos expuesto y validado.