Sí.
¡No solo es inapropiado, está mal! La observancia de la Cena del Señor y el
canto son dos actos de adoración separados y distintos. involucrando una
participación muy diferente, física, mental y espiritualmente. Hay cuatro cosas
que debemos hacer para participar adecuadamente de la Cena. Durante su
observancia debemos mirar (1) hacia adentro; (2) hacia afuera; (3) hacia atrás;
y (4) hacia adelante. (1) Debemos "examinarnos" a nosotros
mismos (I Cor. 11:28), en el acto de observancia; (2) "proclamar"
(LBLA) "la muerte del Señor", mediante nuestra participación
(I Cor. 11:26), (3) recordar los eventos del Calvario (I Cor. 11:25), y (4)
mantener vivo, en nuestros corazones, y ante los demás, su eventual regreso (1
Co. 11:26).
Nosotros que cantamos "con el espíritu y con el entendimiento"
para alabar a Dios aceptablemente, debemos (1) prestar atención a las letras
tanto como si realmente estuviéramos componiéndolas en ese momento de la
alabanza a Dios; y (2) debemos seguir la música a la que se ajustan las letras
para cantar correctamente al unísono con los demás. Ninguno de los dos actos—cantar
y participar de la Cena—se puede realizar correctamente mientras se intenta pensar
en el otro. Solo aquellos que participan mecánica y ritualmente de la Cena
querrían intentar cantar en conexión con ella, con el fin de crear una
situación emocional durante la observancia de la Cena. La práctica no cuenta
con ejemplos apostólicos y es totalmente inaceptable para aquellos que están satisfechos
con el orden del Nuevo Testamento.
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