sábado, 18 de abril de 2020

PREGUNTA: “¿Enseña Mateo 18:15-17 que un hermano, que defiende y enseña públicamente una falsa doctrina, debe ser contactado personalmente antes de que sea apropiado y justo refutar sus errores públicamente?”


No.
Es perturbador que ciertos hermanos hoy en día no titubeen para tomar textos fuera de sus contextos, y usarlos sin considerar en lo absoluto el propósito de esas declaraciones, llegando así a conclusiones totalmente ajenas a las originales. Obviamente ese es el caso aquí.

Incluso el examen más casual de Mateo 18:15-17, mostrará que el Señor tenía bajo consideración ofensas de una naturaleza personal, ocasiones donde un hermano ha sufrido algún perjuicio de una clase u otra a manos de otro hermano en la congregación. Éste no hace la más leve referencia a, ni puede aplicarse correctamente a casos donde hermanos apóstatas han propagado una falsa doctrina para el detrimento de la causa de Cristo. “Si tu hermano peca contra ti, ve a solas con él y hazle ver su falta. Si te hace caso, has ganado a tu hermano. Pero, si no, lleva contigo a uno o dos más, para que “todo asunto se resuelva mediante el testimonio de dos o tres testigos”. Si se niega a hacerles caso a ellos, díselo a la iglesia; y, si incluso a la iglesia no le hace caso, trátalo como si fuera un incrédulo o un renegado” (LBLA).

(1) La ofensa involucrada es un “pecado” (amarteesee) de un hermano contra otro hermano. (2) El hermano ofensor debe ser visitado por el ofendido y debe ser reprendido (elegdson auton). Es significativo que la palabra griega aquí no es el término usual para reprender (epitimoo), sino una palabra que significa reprender con propósito, y de una manera que conduzca a la persuasión. (3) Si esto conduce al hermano ofensor al arrepentimiento, se restaura la comunión y se ha “ganado” un hermano. (4) Sin embargo, si el hermano está en rebeldía y no corregirá sus malas obras, se deben llevar “uno o dos” hermanos suponiendo que su intervención hará que éste recapacite. Si este intento también falla, el asunto debe ser llevado ante la iglesia, y considerar este tema públicamente. Y si esto, tampoco influye en el hermano para que confiese y corrija su mal camino, entonces debe ser expulsado de la comunión y ser considerado de allí en adelante como un gentil y publicano. Los paganos y los recaudadores de impuestos eran visto como hombres impíos y corruptos, fuera de la comunión de los santos, y bajo la desaprobación de Dios. Así debía considerarse a este hermano ofensor y rebelde mientras persistiera en esa condición.

Por lo tanto, es obvio que este pasaje es aplicable solamente a aquellos casos, que involucran ofensas personales, donde un hermano ha pecado contra otro hermano. Generalmente, en otras partes del Nuevo Testamento, cuando los hermanos son culpables de otro tipo de pecados, se siguen pasos bastante distintos a estos para tratar con ellos. Por ejemplo, ¿quién podría creer, en serio, que Pablo, el apóstol, debía contactar al hermano incestuoso de 1 Cor. 5:1, antes de escribir sus instrucciones a la iglesia con respecto a las obligaciones que ellos tenían en este asunto? ¿Debemos suponer que él violó las instrucciones de nuestro Señor en Mateo 18:15-17 cuando advirtió a Timoteo de Himeneo y Fileto debido a los errores que estos estaban propagando con respecto a la resurrección (2 Tim. 2:15-18)? Y, ¿qué decir de su reprensión a Figelo y Hermógenes quienes eran responsables de que los hermanos de “Asia” abandonaran a Pablo? ¿Debió conversar con estos erroristas antes de dar a conocer públicamente sus acciones (2 Tim. 1:15)?

Es un grosero malentendido de Mateo 18:15-17 ofrecerlo como una regla de procedimiento para tratar con casos donde se está defendiendo una falsa doctrina que perturba la causa y destruye las almas de los hombres; y quienes hacen esto caen ellos mismos en un grave pecado. La disposición de excusar o proteger a cualquiera que esté enseñando error, hace partícipes a estas personas de esa acción y el Señor los juzgará de esa manera en el día final. La exhortación de Pablo a la iglesia en Roma deja claro el tema para aquellos que verdaderamente respetan a Dios y a su Palabra: “Os ruego, hermanos, que pongáis atención a los que causan disensiones y tropiezos contra la doctrina que vosotros aprendisteis, y apartaos de ellos” (Ro. 16:17, LBT).

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