martes, 21 de abril de 2015

¿Cómo serán juzgados aquellos que nunca conocieron el evangelio?

Ninguno de nosotros, más allá de su propia fuente de conocimiento y sabiduría, puede declarar enfáticamente cómo Dios va a “juzgar” cierto caso en específico. Por ejemplo, ¿Judas murió perdido? El Nuevo Testamento es claro en cuanto a que él se perdió (Jn. 17:2; Hch. 1:25). ¿Pero qué podemos saber acerca de Salomón? ¿Regresó él de su vida de libertinaje e insensatez? El libro de Eclesiastés podría sugerir que lo hizo, pero no podemos asegurarlo.

Cuando Dios destruyó a miles de personas entre las naciones gentiles, ¿significa eso que cada una de esas almas se perdió? (comp. Ro. 2:12-16). Cuando un vasto número de hebreos cayó en el desierto debido a una pestilencia de procedencia divina, ¿cada una de las personas que sufrió las consecuencias de estos castigos también se perdió eternamente? Nosotros simplemente no sabemos las respuestas a estas preguntas. Uno no puede sentarse con pluma y papel y hacer una lista de los personajes bíblicos, y colocar “salvo” y “perdido” al lado de cada nombre, como si nosotros tuviéramos una certeza de cuál fue el destino final de cada uno de ellos. En algunos casos uno puede saber definitivamente (como con Judas), pero el destino eterno de cientos de otras personas es para nosotros un misterio.

El Señor no nos ha designado como “jueces”, para que dictemos sentencia final con respecto al bienestar eterno de los demás. Sin embargo, hay algunas directrices en la Escritura que permiten al estudiante devoto de la Biblia obtener algunas conclusiones. Aparte de esto, es prudente reconocer y admitir que la soberanía del Creador no nos ha designado para hacer Su labor.

Aquí hay algunos principios que expone la Biblia

UN JUICIO JUSTO — Abraham una vez hizo la siguiente pregunta retórica: ¿Acaso el Juez del mundo no debe hacer justicia?” (Gén. 18:25). El Señor juzgará al mundo con su propio estándar de justicia (Sal. 96:13; 98:9; Hch. 17:31; 2 Tes. 1:5). Él será razonable, pues es el Dios que “no hace acepción de personas” (Hch. 10:34). Ni siquiera los perdidos dudarán de Él; por el contrario, ellos reconocerán Su justicia y soberanía (Ro. 14:11; comp. 2:5). Los impíos “se convencerán” de que siguieron un camino de una vida rebelde (Jud. 15).

UN JUICIO INELUDIBLE — En su discurso a los atenienses, Pablo declaró que Dios ha escogido un día en el cual juzgará al mundo. El apóstol afirmó que la seguridad de que ese día va a llegar está garantizada por el hecho histórico de la resurrección de Jesús de entre los muertos (Hch. 17:31). ¡No existe un ancla histórica más firme que esa!

UN JUICIO TERRIBLE — Hay una declaración en la segunda carta de Pablo a los cristianos de Tesalónica la cual tiene una perspectiva temible. Escúchela:

Y daros alivio a vosotros que sois afligidos, y también a nosotros, cuando el Señor Jesús sea revelado desde el cielo con sus poderosos ángeles en llama de fuego, dando retribución a los que no conocen a Dios, y a los que no obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesús. Estos sufrirán el castigo de eterna destrucción, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder (2 Tes. 1:7-9).

El punto que debemos hacer, en vista de la pregunta bajo consideración es este. En la opinión de muchos eruditos, la construcción de este pasaje, con el uso doble del artículo griego, es decir, los que no conocen a Dios, y los que no obedecen el evangelio, indica que hay dos tipos de personas que están en la mira. Samuel Green aseveraba que “hay dos clases distintas, incurriendo en diferentes tipos de castigo” (Handbook to the Grammar of the Greek Testament, London: Religious Tract Society, 1907, p. 199; cf. A.T. Robertson, Word Pictures in the New Testament, Nashville: Broadman, 1931, Vol. IV, p. 45).

¿Estará alguien en la libertad de contender, contrario a esta declaración, que algunos se salvarán aun cuando nunca conocieron a Dios o no obedecieron el evangelio? Muchos escritores hacen esa suposición, pero el que la hace, la hace presuntuosamente. Cuando Pedro hizo la pregunta retórica: “¿Cuál será el fin de los que no obedecen al evangelio de Dios?” (1 Pe. 4:17), no pareciera que dejara la pregunta abierta a la especulación.

Uno debe recordar que, en una de sus enseñanzas más ilustrativas, Jesús declaró que aun aquellos que “no conocían” la voluntad de su Señor pero que hicieron cosas “dignas” de condenación, serán castigados por su Señor cuando Él regrese (Lc. 12.47-48).

ALGUNOS PUNTOS CONCLUYENTES

Una cosa está perfectamente clara. Nadie puede atenerse a la ignorancia para salvarse. Como Pablo dijo a la gente de Atenas, quienes adoraban en ignorancia (aunque quizá sinceramente), “Por tanto, habiendo pasado por alto los tiempos de ignorancia, Dios declara ahora a todos los hombres, en todas partes, que se arrepientan” (Hch. 17:30). Los términos “todos” y “en todas partes” dejan poco espacio para la flexibilidad.

Adicionalmente, el siguiente punto se ha hecho frecuentemente y tiene mucha fuerza. Si es el caso que aquellos que nunca han oído el evangelio se salvarán en su condición pecaminosa, simplemente porque ellos no conocían la verdad, ¿no sería mejor dejarlos en ese estado de ignorancia? Pues si los exponemos a la verdad, y la rechazan, hay poca controversia acerca de cuál será su destino eterno.

Al discutir Romanos 1:18-32, el profesor Jack Cottrell ha escrito: “Nos engañaríamos a nosotros mismos si mantuviéramos una falsa esperanza para los que no han sido evangelizados sobre la base de que no han oído el evangelio” (Romans, Joplin, Mo: College Press, 1996, Vol. I, p. 170).

Hay temas difíciles que nosotros sencillamente debemos dejar en las manos de nuestro Sabio y Benevolente Dios. No contamos con el suficiente conocimiento como para mirar más allá de la niebla de nuestra información limitada, ni somos lo suficientemente justos (tendemos a errar debido a nuestra humana debilidad) como para presumir que este o aquel “debería” ser el caso.

La tarea del cristiano es presentar el evangelio —firme y compasivamente— sin comprometer las condiciones para la salvación ni los principios de la vida piadosa. Pero debemos contener nuestro impulso de entrar al terreno que sólo es de acceso divino. Debemos dejar la disposición final del asunto al Dios omnisciente.

Si hay una lección que el estudiante de la Biblia debe aprender de “La Parábola del Trigo y la Cizaña” que enseñó el Salvador, es esta: los hombres falibles no están calificados para hacer la separación final entre “el trigo” y “la cizaña” (Mat. 13:28-29).


También debemos evitar las especulaciones sin sentido que puedan situar al Señor en una luz desfavorable. Por ejemplo, si la salvación se le otorga a las almas honestas/ignorantes, aparte de la misión redentora de Jesús, entonces ¿para qué vino Él a la tierra a sufrir en la cruz? ¿Le envió el Padre caprichosamente a morir, iniciando así un “plan de redención”, cuando, en realidad, no había necesidad para una medida tan drástica? El pensamiento mismo involucrado en estas conclusiones es insoportable. Si podemos parafrasear parcialmente a Pablo, “Si la salvación se obtiene sin necesidad de Cristo, entonces ¿habrá muerto en vano? (Gál. 2:21). Ω

domingo, 19 de abril de 2015

Ron Wyatt, el “Indiana Jones” de la Iglesia Adventista

Ron Wyatt (1933-1999) fue un anestesista de enfermería en un hospital en Madison, Tennessee. A la edad de 27 vio una imagen en la revista Life Magazine del sitio Durupinar —Una formación rocosa natural con forma de bote— en el este de Turquía. Circuló la especulación febril de que eso podría ser lo que quedó del Arca de Noé. Esto encendió la chispa del interés de Wyatt, y fue lo que dio inicio a su larga carrera amateur como pseudo arquéologo sensacionalista.

Durante los últimos 22 años de su vida él hizo numerosos viajes a Medio Oriente. Las afirmaciones asociadas con sus “descubrimientos” hacen que el “Indiana Jones” de Harrison Ford palidezca en el olvido. Sin embargo, hoy, más de una década después de su muerte, los actuales golpes de pechos de sus “hallazgos” sin paralelos son promulgados vía web por la Wyatt Archaeological Research, y las distintas facciones competitivas que publican sus proezas.

Su obra ha sido desacreditada completamente por los arqueólogos profesionales y por eruditos bíblicos de renombre. El 8 de agosto de 1996, Joe Zias, Conservador de Antropología/Arqueología con la Autoridad de Antigüedades de Israel (Jerusalén), publicaron la siguiente declaración:

“El señor Ron Wyatt ni es un arqueólogo ni ha llevado a cabo una excavación autorizada legalmente en Israel o Jerusalén. Para realizar este tipo de excavaciones uno debe poseer por lo menos una licenciatura en arqueología la cual él no posee a pesar de que él afirme lo contrario. Creemos que sus afirmaciones están al borde de lo absurdo puesto que no cuentan con una base científica ni han sido publicadas en una revista profesional. Estas caen en la categoría de basura de esa que se encuentra en tabloides como National Enquirer, Sun, etc. Es sorprendente que haya alguien que le crea” (http://www.tentmaker.org/WAR/Zias.html)

La afiliación religiosa de Wyatt era con la secta Adventista del Séptimo Día. Irónicamente, la mayoría de las exposiciones del caballero son avaladas por dos eruditos de su propia denominación, Russell R. y Colin D. Standish.

Los hermanos Standish eran gemelos idénticos que provenían de New South Wales, Australia. Russell (quien murió en 2008) era médico, administrador de hospitales y un médico misionero; Colin es el fundador y presidente del Hartland College en Virginia. Ambos fueron ordenados como ministros por el ala conservadora de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Ellos han sido escritores prolíficos, coautores de muchos libros, entre ellos Las Reliquias Sagradas o RevelacionRecientes Afirmaciones Arqueológicas Evaluadas [Al cual llamaremos HRR].

ALEGADOS DESCUBRIMIENTOS

Según el libro antes mencionado,  Wyatt descubrió o identificó aproximadamente noventa y dos reliquias o sitios (HRR, 7-10). Esto incluye:

  • El hogar de Noé y una inscripción acerca del Diluvio en ese lugar,
  • Vallas de la granja de Noé,
  • Anclas de piedra del Arca de Noé,
  • Piso de madera laminado del Arca,
  • El Altar de Noé,
  • Tumbas con las lápidas de Noé y su esposa,
  • La localización exacta del cruce del Mar Rojo,
  • Las ruedas de los carruajes egipcios involucrados en la persecución de  los Israelitas,
  • El Libro de la Ley escrito por Moisés sobre piel de animales,
  • Oro del Becerro de Oro creado por Aarón,
  • El Arca del Pacto,
  • Las Tablas de los Diez Mandamientos,
  • La Mesa de los Panes de la Proposición del Tabernáculo,
  • La espada de Goliat,
  • La tumba de Jesús y la piedra que sellaba la tumba,
  • Una muestra de sangre seca de Cristo, probando la veracidad del nacimiento virginal por medio del “conteo de cromosomas”, etc.

¡Si todas las afirmaciones de Wyatt fueran ciertas, él sería el arqueólogo más notable en la historia de la disciplina escolástica! Y sin embargo, él no tuvo credibilidad ante ninguno de los eruditos reconocidos; él era y es venerado solamente por una banda de crédulos, aunque devotos, discípulos sectarios.

SERIOS PROBLEMAS

En esta breve revisión del libro de los hermanos Standish, ofrecemos dos devastadores ejemplos de los fraudes perpetrados por Ron Wyatt. De hecho, los noventa y nueve ejemplos promovidos por Wyatt y sus seguidores, ¡son una “casa de naipes” que cae bajo el peso de su propia insensatez!

Considere los siguientes dos que son de los ejemplos más sensacionales

HUESOS Y RUEDAS DE CARRUAJES

Wyatt afirmaba que había encontrado el lugar exacto donde los israelitas habían cruzado el Mar Rojo sobre terreno seco, antes que las aguas se volvieran a juntar y ahogaran a las fuerzas de Faraón. Él contendía haber explorado el suelo del Golfo de Áqaba, usando herramientas de buceo. Supuestamente, una “litera de vehículo” en forma de rueda, estructuras, y los huesos de humanos y caballos esparcidos sobre una extensa capa de arena.

Varias cosas se pueden decir acerca de esta afirmación (HRR, 184ss). Primero, el sitio de la ruta del éxodo, como está descrito en Éx. 14:1ss, es algo bastante disputado. Los tres sitios específicos mencionados en el registro de Moisés (v. 2) “se han perdido en las arenas del tiempo” (Bruckner, 2008, 129). Nadie conoce el lugar preciso de ese cruce. La erudición conservadora argumenta fuertemente que Israel cruzó el Golfo de Suez (Vos, 2003, 104ss), y no el Golfo de Áqaba, como Wyatt contendía.

Segundo, Wyatt afirmaba que él estaba utilizando un simple equipo de buceo recreacional cuando descubrió estas ruedas, etc. a una profundidad de aproximadamente 200 pies en el Golfo. Sin embargo, el equipo de buceo ordinario está diseñado para trabajar cómodamente sólo a profundidades de aproximadamente 125-130 pies. Más allá de eso se necesita un equipo mucho más sofisticado.

Tercero, se nos dice que el ejército de Faraón fue destruido “en medio del mar” (Éx. 14:23) lo cual, según las medidas de la Armada Británica, está a casi 2,800 pies de profundidad en medio del Áqaba. ¡Esto difícilmente armoniza con los “descubrimientos” a 200 pies de Wyatt!

Luego está el asunto de los huesos— de caballos y de hombres— que encontró Wyatt, supuestamente. Recordemos que la destrucción del ejército de Faraón se dio hace unos 3,500 años. Compare esto con los siguientes hechos. El Titanic se hundió en 1912 y naufragaron 1,553 personas. En 1985, 73 años después de la catástrofe del Atlántico, el barco hundido fue descubierto y explorado. Se diseñaron cámaras de TV para usar bajo el agua y equipo especial de vídeo, y además, se tomaron más de 53,000 fotos. No se encontraron restos de un solo individuo —ni piel ni huesos. Todo había sido completamente consumido por los peces, crustáceos, y los efectos destructivos del agua salada (HRR, 179ss).

Luego de sus extensivas investigaciones, los hermanos Standish declararon que ninguna rueda de carruajes, ni restos de huesos de humanos o de caballos encontrados en el Golfo de Áqaba, fueron alguna vez sometidos a exámenes y pruebas de las autoridades científicas (HRR, 283-284). A pesar de este hecho, el sitio web del Museo Wyatt dice: “Ron realmente encontró el núcleo de una rueda de la cual salían ocho rayos dándole forma”.

¡De hecho, él afirmaba haber encontrado ruedas con 4, 6, y 8 rayos! Una autoridad asevera que la videocinta que Wyatt empleó para mostrar estos “artefactos” bajo el agua, parece ser un fraude; él lo desafió a testear estos artículos con una prueba de Carbono 14 —si es que en realidad tenían una muestra auténtica de algo (Zias, op. cit).

LA ALEGACIÓN EN CUANTO A LA SANGRE DE CRISTO

 Los problemas asociados con los alegados descubrimientos de Wyatt son astronómicos —más allá de nuestra capacidad de poder calcular.

Tome, por ejemplo, la aseveración de que él encontró un residuo de la sangre seca de Cristo la cual había goteado hasta el propiciatorio del Arca del Pacto, localizada dentro de una cueva asociada con el templo original de Salomón en Jerusalén.

Una de las pruebas que presentan los defensores de Wyatt fue tomada y regresada a Nashville, Tennessee donde Wyatt tenía la “sangre” analizada en un laboratorio.

En otra ocasión, en una entrevista con Russell Standish, Wyatt afirmaba que las muestras fueron estudiadas en un laboratorio en Jerusalén.

La contradicción salta a la vista.

¿Dónde estaba el laboratorio? ¿Están aún las muestras allí ya que se alega que habían fluido copiosas cantidades de sangre? ¿Dónde están los registros de las pruebas? ¿Se pueden tomar otras muestras? ¿Hay alguna clase de evidencia acerca de este descubrimiento? ¿Por qué nunca se presentó la evidencia para un examen crítico y científico?

Una explicación que se da es que las autoridades de Israel que se contara la historia debido a que la localización del arca estaba muy cerca de uno de los sitios más sagrados de los islámicos, y el anuncio hubiera precipitado un conflicto violento entre judíos zelotes y los musulmanes.

Sin embargo, al mismo tiempo, Wyatt estaba “cotorreando” la historia del descubrimiento en Europa, Norteamérica, Australia y Nueva Zelanda (HRR, 5, 55, 89), ¡Y sin censura alguna de parte del gobierno de Israel! La realidad es que, según los abogados de Wyatt, Joe Zias de las Antigüedades de Israel (dado como referencia arriba) “dotó de toda autoridad para la entrega pública del reporte de las muestras de Wyatt” (HRR, 90). Entonces ¿por qué no mostrar al mundo las pruebas concretas?

Por otra parte, ¡Wyatt afirmaba que “un ángel” le prohibió dar más detalles acerca de sus descubrimientos! (HRR, 70, 90, 285). Hay otros relatos acerca de apariciones “angelicales”, y aun una afirmación de haber visto a Cristo (HRR, 127ss).

De manera incidental, la razón por la cual Wyatt sabía que había visto a Jesús era ¡porque el Señor “estaba vestido exactamente como Ellen White [la auto proclamada “profetisa” de la Iglesia Adventista del Séptimo Día] lo había visto en visión, con el borde azul en la basta de su túnica”!

CONCLUSIÓN

Ninguna persona racional está bajo la obligación de aceptar las aseveraciones de Wyatt debido a la carencia de pruebas creíbles. En cambio, era su deber proveer evidencia concreta para la observación y las pruebas de las afirmaciones realizadas. Nunca lo hizo. Sus presunciones fueron todas espurias.

Aquellos interesados en investigar la veracidad de las afirmaciones de Wyatt deberían conseguir una copia de Holy Relics or Revelation (Hartland Publications, Box 1, Rapidan, VA22733).

Referencias

  • Bruckner, James. 2008. Exodus, Peabody, MA: Hendrickson.
  • Standish, Russell R. and Colin D. Standish. 1999. Holy Relics or Revelation – Recent Astounding Archaeological Claims Evaluated. Rapidan, VA: Hartland Publications.
  • Vow, Howard. 2003. Wycliffe Historical Geography of Bible Lands – Revised. Peabody, MA: Hendrickson.
  • Wyatt Museum – http://www.wyattmuseum.com/red-sea-crossing-05.htm