viernes, 17 de abril de 2020

PREGUNTA: “Dios le dijo a Moisés: ‘Pero yo endureceré el corazón de Faraón para multiplicar mis señales y mis prodigios en la tierra de Egipto’ (Éx. 7:3). ¿Por qué Dios hizo esto? Y en vista de esto, ¿por qué Dios instruye a Moisés a exigir que faraón liberara a los hijos de Israel de la esclavitud si Él había endurecido el corazón del rey en contra de esto? Se dice en Éx. 8:15 que faraón endureció su propio corazón. Si Dios lo hizo, ¿por qué dice que faraón lo había hecho? Por favor, armonice estas declaraciones”.


La verdad, cualquier verdad, toda verdad, siendo parte de un todo armonioso, nunca está en conflicto consigo misma. Así que, cuando nos confronta un caso donde pareciera existir un choque entre la verdad y la justicia, no es más que simple justicia concluir que la dificultad sólo aparenta serlo y que esta se puede resolver por medio de un estudio cuidadoso de los términos utilizados y de las circunstancias involucradas en el tema en cuestión. En vista del hecho que la enseñanza uniforme de las Escrituras conduce a la conclusión de que Dios nunca motivaría a una persona a violar su enseñanza y luego castigarla por hacerlo, se debe seguir que hay una explicación que es consistente con los tratos de Dios con el hombre, y que al mismo tiempo exhibe la veracidad de la declaración hecha.

Moisés, el agente de Jehová, fue enviado ante el faraón con la demanda de que al pueblo de Israel se le permitiera abandonar la tierra de Egipto e ir al desierto a adorar al Señor. Se proveyó de amplia evidencia al monarca de la autenticidad de la misión de Moisés, y del ejercicio del poder de Dios que lo respaldaba. Esto debió ablandar el corazón del rey ya que estas cosas mostraban claramente ante él cuál era la voluntad de Dios en el asunto. Debería recordarse que faraón endureció su corazón después contempló las manifestaciones divinas de la desaprobación de Dios; y, cuando las plagas fueron suspendidas por un tiempo, él aún exhibía un corazón endurecido. Esta suspensión no influyó en él y aún se rehusaba a cumplir la voluntad de Dios y dejar ir al pueblo esclavizado. Así endureció faraón su propio corazón contra el deseo de Jehová.

Pero, ¿por qué se dice que Dios endureció el corazón de faraón? No es raro, en las Escrituras, que se diga que Dios hace algo porque lo permite o porque deja que otros lo hagan. En una ocasión cuando el pueblo de Israel se apartó de Él para volverse a las deidades idólatras de las naciones que la rodeaban, Dios dijo que les dio el deseo de su corazón—“estatutos que no eran buenos” y “decretos por los cuales no podrían vivir” (Eze. 20:25). Él les permitió tener las consecuencias naturales de sus demandas.

La conjugación de los verbos Hif’il en hebreo generalmente significa permitir o acceder como también causar, de modo que todo lo que significa es que Dios permitió que el rey asumiera una disposición de mantener su naturaleza y voluntad obstinada. La demanda que Dios hizo al monarca le condujo a la dureza de corazón que éste exhibió; y, aunque Dios puso en movimiento los eventos que condujeron a esta situación, la culpa era completamente de faraón.  

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