jueves, 27 de junio de 2013

Principios de Interpretación, Parte V

¿Pueden las expresiones declarativas

ser obligatorias para los hombres hoy?

¿Qué es una expresión declarativa? Una expresión declarativa es aquella que declara que una cosa es o no es el caso, que un objeto particular tiene una cierta propiedad o no tiene esa propiedad, o que cierto estado de cosas existe o no existe.

Algunas expresiones declarativas que no son obligatorias para los hombres hoy en día. En I Corintios 14:31, el apóstol dice a la iglesia de Corinto: “Porque todos podéis profetizar uno por uno, para que todos aprendan y todos sean exhortados”.

Esta expresión declara que los profetas pueden (tienen la capacidad de) profetizar uno por uno.

El contexto inmediato ayuda a clarificar el significado de esta declaración. Aparentemente los miembros de la iglesia en Corinto quienes poseían los dones milagrosos de “hablar en lenguas” (hablaban un idioma sin haberlo aprendido) y el de la “profecía” (enseñaban la palabra de Dios por inspiración) no se estaban comportando en la asamblea de la manera en la que Dios requiere (1 Corintios 14:40). Aparentemente algunos de ellos se ponían de pie y profetizaban varios al mismo tiempo, creando así caos y confusión. Además, al parecer cuando fueron reprendidos por esto, ellos replicaban que (estando bajo la influencia del Espíritu Santo) el que hablaba (en profecía) era incapaz de detenerse cuando otro (quien también estaba bajo la influencia del Espíritu Santo) empezaba a profetizar. Aquel a que había estado sentado alegaba que no podía controlar su espíritu (como para esperar que quien estuviera profetizando primero se detuviera) y aquel que estaba de turno profetizando alegaba que él tampoco podía controlar su espíritu (como para dejar de profetizar cuando el otro comenzara).

De modo que, en la declaración bajo consideración (1 Cor. 14:31), Pablo aclara que a pesar del hecho de que ellos poseían el don milagroso de la profecía, ellos podían (tenían la capacidad de) profetizar uno por uno (es decir, profetizar por turnos), ya que “los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas” (14:32).

El contexto remoto aclara que esta declaración no puede usarse apropiadamente para demostrar que los hombres hoy en día pueden profetizar uno por uno. La razón simple es: hoy nadie puede profetizar en absoluto. Los dones milagrosos cesaron con la terminación de las Escrituras del Nuevo Testamento (1 Cor. 13:8-10; Ef. 4:8-13). Ya que los dones milagrosos eran impartidos únicamente mediante la imposición de manos de los apóstoles (Hch. 8:13-17; Ro. 1:11) y ya que no hay apóstoles sobre la tierra hoy en día, no hay medios por los cuales alguien podrían obtener estos poderes milagrosos. Los hechos demandan la conclusión que ningún hombre hoy en día posee ninguno de estos poderes milagrosos, y por consiguiente, ningún hombre de hoy en día puede profetizar.

Así que, aunque vamos a demostrar más adelante que algunas expresiones declarativas en la Biblia pueden usarse para probar que alguna cosa es obligatoria hoy en día, es claro que por lo menos algunas de estas expresiones no pueden usarse para hacer obligatorias ciertas acciones hoy en día.

Debe tomarse en cuenta que nadie podría saber hoy día en la iglesia que este pasaje no nos obliga a “profetizar uno por uno” sin reconocer y usar apropiadamente “el contexto total” y los principios de la lógica (el razonamiento válido). Debemos tener presente que lo que se enseña implícitamente es tan obligatorio como lo que se enseña explícitamente. La tesis básica de este curso es crucial ya que provee la respuesta para este problema.

¿Es acaso posible que las expresiones declarativas se puedan usar para demostrar que una cierta cosa es obligatoria para los hombres hoy en día? Esta pregunta dirige nuestra atención nuevamente al punto de vista defendido por algunos hermanos (el cual ya ha sido considerado brevemente): “Que una cosa sólo puede ser esencial si ha sido declarada en mandamiento directo”. Ya hemos demostrado que dicha posición es falsa.

Imaginemos por un momento al director de un colegio dirigiéndose al alumnado en el primer día de clases con las siguientes palabras: “Para que ud pueda recibir el Bachiller en Letras debe completar por lo menos ciento treinta horas de clase en el semestre con un promedio regular de 3,5, no podrán graduarse sin cumplir con estos requisitos mínimos”. Debe notarse que él no ha dado, en el sentido estricto, un mandamiento. Sin embargo, sería absurdo negar que esta expresión declarativa compuesta coloca como esenciales para adquirir el Bachillerato en Letras por lo menos dos cosas: (a) completar por lo menos ciento treinta horas de clase en el semestre y (b) mantener un promedio mínimo de 3,5. Esta es una declaración condicional.

Ya que se ha demostrado que una expresión declarativa puede utilizarse para demostrar que algo es esencial para alcanzar un dado fin, ahora vamos a dirigir nuestra atención a unos cuantos pasajes de la Biblia. Estos pasajes serán considerados para: (a) determinar si hay por lo menos algunas expresiones declarativas en la Biblia las cuales muestran que ciertas cosas son obligatorias para los hombres hoy en día y (b) además, probar y confirmar la tesis básica de este curso.

Marcos 16:16. Ya ha sido establecido que Marcos 16:15-16, siendo una parte del evangelio de Cristo (el cual está dirigido a todos los hombres, Hch. 17:30, 31 y está en vigencia hasta el fin del mundo, Mat. 28:19-20) está dirigido a todos los hombres en la actualidad. Por consiguiente, si puede demostrarse que este pasaje aclara que una cosa en particular es esencial para la salvación, entonces se habrá mostrado que es posible que una expresión declarativa se puede usar para demostrar que una cosa es esencial para que el hombre agrade a Dios. Demostrar esto será una refutación contra el punto de vista que lo esencial es sólo lo que se nos ha dado como mandamiento.

Marcos 16:16 dice: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo…” Esta es una expresión declarativa, no imperativa. Esta no contiene un mandamiento. Dada la contención de algunos hombres (que sólo los mandamientos o expresiones imperativas nos pueden obligar hoy en día) entonces se seguiría que este pasaje no muestra ni que la fe ni que el bautismo sean cosas esenciales para la salvación. Pero la posición es tan absurda que parece increíble que alguien pueda creerla y enseñarla.

En nuestras versiones en español, el sujeto de la oración es “el”, modificado por la cláusula restrictiva “que creyere y fuere bautizado”. El verbo principal en esta oración está en futuro indicativo y pasivo, “será salvo”. La expresión deja claro que no cualquiera y todo “el” será salvo sino “el que creyere y fuere bautizado”. En el Nuevo Testamento Griego tanto “creyere” como “fuere bautizado” son participios aoristos, lo cual es sumamente importante dado que la acción de los participios no puede ocurrir subsiguiente a la acción del verbo principal (verbo que en este caso es “será salvo”). Por lo tanto es claro que el pasaje enseña que ni creer ni ser bautizado pueden ocurrir después de la salvación del pecado. De manera que esta expresión declarativa puede utilizarse para demostrar que tanto creer como ser bautizado son esenciales para la salvación.

Marcos 16:16 ha sido usado para demostrar: (a) que una cosa puede ser probada como esencial aunque no haya sido expresada en modo imperativo o como mandamiento y (b) que la tesis básica de este curso es verdadera. Muy obviamente la contención a favor de que sólo los mandamientos directos son obligatorios hoy es falsa.

Juan 20:30, 31. “Y muchas otras señales hizo también Jesús en presencia de sus discípulos, que no están escritas en este libro; pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que al creer, tengáis vida en su nombre”. No se incluye ningún mandamiento en esta declaración. Sin embargo, la expresión deja claro que creer en Jesucristo, el Hijo de Dios, es esencial para tener vida en su nombre. Así que es absurdo que alguien, como algunos lo hacen, afirme que sólo es esencial para nosotros hoy lo que se nos haya comunicado en mandamiento directo. Que el creer en Jesús como el Hijo de Dios puede demostrarse como esencial (para tener vida en Su nombre) es visto en esta expresión declarativa. Y el hecho de utilizar el razonamiento  para poder entender que esta enseñanza aplica para los hombres de hoy en día no es sabiduría humana como algunos alegan sino más bien doctrina divina. Dios exige que los hombres razonen de manera adecuada acerca de la evidencia que Él les ha proporcionado (por ejemplo, Ro. 1:18-23; 1 Tes. 5:21; 1 Pe. 3:15; Hch. 2:22-36; 1 Cor. 15:12-19). Sostener que el uso de la razón (los principios del razonamiento válido) es doctrina humana y no un requerimiento divino es obviamente falso. El motivo por el cual una implicación obliga a los hombres hoy en día no es porque ellos la infirieron sino porque Dios la implicó. Sostener que lo enseñado en Juan 20:30, 31 no es de obligación para nosotros hoy porque el texto no contiene mandamientos directos es caer víctima de un error de doctrinas humanas.

Santiago 2:24, 26.  “Vosotros veis que el hombre es justificado por las obras y no sólo por la fe… porque así como el cuerpo sin el espíritu está muerto, así también la fe sin las obras está muerta”.    No aparece ningún mandamiento en estas declaraciones. Las dos expresiones son declarativas. Las expresiones dejan claro (prueban) que: (a) La fe es necesaria pero no es suficiente para la salvación y (b) que las obras (actos de obediencia que resultan de la fe) también son necesarios para la salvación. Esta enseñanza es obligatoria para los hombres hoy en día, aun cuando no está dada en forma imperativa, en la forma de un mandamiento directo.

Hay muchas declaraciones en el contexto remoto (tales como Gál. 5:6; Mr. 16:16) las cuales verifican las conclusiones de la expresión misma. Esto involucra el uso correcto de la lógica (tanto la inductiva como la deductiva).

Debemos alcanzar las siguientes conclusiones: (a) que una expresión declarativa la cual no contiene mandamiento puede usarse para probar que una cosa “es esencial” y (b) que la tesis básica de este estudio ha sido confirmada una vez más.

Gálatas 3:26-27. “Pues todos sois hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús. Porque todos los que fuisteis bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos”.

Esta declaración se encuentra en el contexto inmediato donde Pablo está mostrando que la ley de Moisés realizaba una función vital (“como nuestro tutor hasta llevarnos a Cristo”, 3:24) y que la ley era temporal. Luego va a afirmar que “ahora la fe” ha llegado y “ya no estamos bajo ayo” (o sea bajo la ley de Moisés, 3:25). Lo que Pablo quiere decir es esto: ahora que el Nuevo Testamento ha entrado en vigor, el Antiguo Testamento, siendo clavado a la cruz en la muerte de Cristo (Col. 2:14), ya no es obligatorio en cuanto a detalle específico para nadie hoy en día (comp. Heb. 8:8-10; 10:9; Gál. 4:21-31).

En la declaración misma (Gál. 3:26-27) Páblo (sin usar ningún mandamiento directo) afirma (declara): “Sois” (ustedes las iglesias de toda Galacia, 1:2) “todos” (sin excepción) “hijos de Dios” (aquellos que han recibido la remisión de pecados, han nacido de nuevo) “mediante la fe” (la fe, el cuerpo definido de doctrina que es el evangelio de Cristo, comp. Gál. 1.23; Judas 3) “en Cristo Jesús” (aclarando que uno deja de ser un hijo del diablo y se convierte en un hijo de Dios cuando entra en Cristo). Habiendo aclarado (en el versículo veintiséis) que uno llega a ser hijo de Dios cuando entra en Cristo, en el versículo veintisiete Pablo aclara: (a) que los hombres entran en Cristo cuando son bautizados y (b) y que aquellos que son bautizados están “revestidos de Cristo” (es decir están cubiertos por la justicia que viene del poder redentor de la sangre de Cristo, Ef. 1:7; Ro. 5:8-9). Esta enseñanza explícita de Pablo implica que hasta que uno no haya obedecido a Cristo siendo bautizado: (a) el tal no es hijo de Dios (así que se mantiene como un hijo del diablo), (b) él no está en Cristo (donde está la salvación, 2 Tim. 2:10), y (c) no está revestido de Cristo (así que aún está vestido de los “harapos” de sus pecados). De manera que este pasaje de la Escritura prueba, sin hacer uso de ningún mandamiento directo, que el bautismo es esencial para la salvación.

Negar, como algunos hacen, que se puede probar que una cosa es esencial usando otro tipo de declaraciones que no sean imperativas (mandamientos directos) es negar la fuerza obvia de Gálatas 3:26-27. Aun si no existieran en la Biblia declaraciones imperativas como Hechos 2:38, los hombres podrían saber que el bautismo es esencial para la salvación mediante las expresiones declarativas de Gál. 3:26-27; Ro. 6:3-5;  y I Ped. 3:20-21.

Pero viene la pregunta: ¿Este bautismo que se ha mostrado como esencial es en agua o en el Espíritu? Los hombres no pueden responder esta pregunta sin usar la lógica (los principios del razonamiento válido). Uno debe obtener toda la evidencia relevante del contexto inmediato y del contexto remoto (inducción) y alcanzar solamente las conclusiones que estén garantizadas por la evidencia (deducción). Cuando uno adquiere toda la evidencia relevante y razona correctamente acerca de ella, entonces la conclusión es verdadera tanto como las declaraciones explícitas de las cuales se dedujo la conclusión. Es asombroso ver a ciertos hombres tratando de imponer sus propias deducciones sobre otros para obligarles a abandonar el hábito de deducir.  Tal esfuerzo es definitivamente auto contradictorio.

El contexto remoto aclara que el bautismo es en agua. Entre los pasajes que aclaran esto tenemos los siguientes: Hch. 8: 26-40; 10:47-48; Jn. 3:3-5; Mat. 28:18-20. Según Hechos 10:47-48, cuando Pedro instruyó a Cornelio y su familia a ser “bautizados en el nombre de Cristo Jesús”, él aclaró que el agua era el elemento en el cual debía ocurrir esa inmersión (bautismo). En Juan 3:3-5, Jesús dejó claro (enseñó) que nacer de agua y del Espíritu (es decir, ser sumergido en agua como el medio del nuevo nacimiento es un prerrequisito para que uno entre al reino de Dios. Cuando Felipe predicó sobre “Jesús” al eunuco etíope, él dejó claro que el agua era el elemento en el cual debía realizarse el bautismo (Hch. 8:26-40). En Mat. 28:18-20 Jesús dejó claro que los hombres (no Cristo) debían administrar el bautismo que es “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. Los hombres no pueden administrar el bautismo del Espíritu Santo. El Señor Jesucristo fue quien administró ese bautismo (Jn. 1:33-34; Mat. 3:11).

Del material en esta sección anterior, es claro: (a) que por lo menos algunas expresiones declarativas pueden probar que una cierta cosa es esencial (para obtener o alcanzar una bendición en particular), (b) que otras expresiones que no son imperativas (indicando mandamiento directo) pueden usarse para mostrar que algo es esencial, (c) que uno debe considerar no solamente la declaración específica misma sino también el contexto inmediato y el contexto remoto, (d) que uno debe usar correctamente la lógica (los principios del razonamiento válido) para deducir las conclusiones que estén garantizadas por la evidencia, (e) que la Biblia enseña y obliga (deja claro que ciertas cosas son esenciales) por medio de declaraciones explícitas y de declaraciones implícitas, y (f) que la doctrina alegada por algunos de que cualquier conclusión que resulte del ejercicio de la lógica (los principios del razonamiento válido) es meramente doctrina humana y que no se puede usar para probar ue alguna cosa es esencial es una falsa doctrina y debería ser rechazada por todos los hombres.


De los puntos establecidos aquí podemos ver claramente que la tesis de este libro ha sido nuevamente confirmada (verificada). Ω

martes, 11 de junio de 2013

EL ORIGEN DE LA BIBLIA

Una de las leyes más conocidas del universo es la ley de la causa y efecto. Expresada de manera sencilla es esta: cada efecto debe tener una causa adecuada.

Ahora vamos a aplicar esta ley a la Biblia. La Biblia es un efecto. Ésta fue causada por alguna fuente. Realmente sólo hay dos posibilidades:

·         La Biblia se originó en una fuente puramente humana.
·       O la Biblia, aunque empleó a escritores humanos, es aún así finalmente algo de origen divino.

¿Cómo puede alguien determinar cuál de estos dos puntos de vista es el correcto?

La única vía es examinar la Biblia misma y verificar si ésta trae o no las marcas de identificación que se esperarían de un libro cuyo origen es Dios. ¿Qué esperaríamos de un volumen divino?

AFIRMADA
Si Dios nos dio la Biblia, esperaríamos que Él nos lo dijera. El hecho es este, la Biblia afirma ser literalmente la Palabra de Dios miles de veces (comp. Jer. 1:9; Hch. 1:16), y Cristo respaldó este mismo punto de vista de la Escritura (vea Mat. 22:31).

ARMONIOSA
Si Dios es la fuente de la Biblia, ya que Él es perfecto (Mat. 5:48), y no es autor de confusión (1 Cor. 14:33), esperaríamos que ésta fuera perfectamente armoniosa.

Aunque fue compuesta en un período de más o menos seis siglos, las Escrituras son perfectamente armoniosas. Aunque algunos han culpado a la Biblia de contradicciones, tales alegaciones no han triunfado nunca.

EXALTADA
Ya que Dios es Santo (Isa. 6:3), esperaríamos que la Biblia tuviera un exaltado tono moral. Eso es exactamente lo que uno encuentra. Sus preceptos —“ama a tu prójimo como a ti mismo” y “haz a los demás lo que quisieras que ellos hicieran contigo” (vea Mat. 22:39; 7:12)—han asombrado a millones de personas a través de distintas épocas. Ninguna filosofía puede presumir de una moral como esa.

IRREMPLAZABLE
Si la Biblia es de Dios, no esperaríamos que cualquier grupo de hombres, sin importar su intelecto, pudiera producir un volumen que sobrepase al antiguo documento. Aunque las Escrituras fueron completadas hace veintiún siglos, nadie ha sido capaz de escribir un libro que las deje obsoletas. ¡Esto es inexplicable!

PERPETUA
Si la Biblia es de un Dios eterno, esperaríamos que ésta fuera perpetuamente relevante. Este es el caso. Otros libros rápidamente pierden vigencia, pero la Biblia permanece con la frescura y actualidad que tuvo cuando fue publicada por sus escritores inspirados.

HONESTA
Si la Biblia fuera de origen divino, esperaríamos que fuera el retrato exacto del carácter humano. Esto es precisamente lo que encontramos. Aunque el hombre fue creado a imagen de Dios mismo (Gén. 1:26), por el pecado él sea ha separado a sí mismo de su Hacedor (Isa. 59:1, 2). Se ha vuelto excesivamente corrupto (Jer. 17:9) y por esto se mantiene en una seria necesidad de ayuda. ¡El hombre no hubiera podido escribir la Biblia si lo hubiera intentado, y no lo hubiera intentado si hubiera podido!

ESPECÍFICA
Finalmente, si la Biblia es de Dios, no esperaríamos que ésta fuera simplemente un vago y abstracto teatro filosófico, sino que nos diera información específica acerca del propósito de la vida del hombre y de cómo alcanzar dicho propósito.


Apasionadamente, la Biblia revela que el propósito del hombre en esta tierra es servir a Dios (Isa. 43:7; Ec. 12:13). Revela la misión de Cristo de salvar al hombre de su maldad (Lc. 19:10), y le alienta a responder al mensaje redentor de la gracia (Heb. 5:8, 9; Mr. 16:16; Hch. 2:38). Ω

domingo, 2 de junio de 2013

¿Ismael o Isaac? ¿La Biblia o el Corán?

El día sagrado islámico, Qurbani Id (o Id Al-Adha), es conocido como “El Festival del Sacrificio”. Los musulmanes celebran esta “gran fiesta de sacrificio” en el décimo día del último mes del año musulmán. Según su esquema doctrinal, este día celebran la disposición de Abraham a sacrificar a su hijo con Agar, Ismael.

Si Ud. recuerda el relato del Antiguo Testamento, se habrá quedado perplejo. ¿No fue a Isaac a quien Dios instruyó a Abraham a sacrificar? La diferencia es ésta. Los cristianos aceptan el testimonio de la Biblia. Los musulmanes rechazan la Biblia y creen que el Corán (o Qur’an) contiene el registro inspirado e incorruptible. ¿Quién tiene la razón?

Aunque el Corán no menciona el nombre del hijo a quien Abraham iba a sacrificar, los musulmanes creen que éste era Ismael, y creen que la idea está apoyada por el Corán. Un erudito musulmán, luego de citar un cierto número de textos del Corán, concluye:

Es muy claro que Ismael era el hijo para ser sacrificado y no Isaac, la paz sea sobre ellos dos. También podemos ver cuán corrupta es la Biblia. La Biblia no es confiable. Ha sido alterada con manipulaciones de los hombres al punto que ya no podemos decir qué partes son las Palabras Vivas del Dios Altísimo y cuáles no lo son.

Ismael era trece años mayor que Isaac, y Abraham amaba tan profundamente al Dios Altísimo que él quería sacrificarle a su propio hijo. Si el nombre de Ismael representa la gratitud hacia el Dios Altísimo luego de una desesperante y larga espera, entonces tiene perfecto sentido que Abraham quisiera sacrificar a Ismael al Dios Altísimo para darle la cosa más preciosa que pudo tener.

La cuestión no se trata de “quién” está en lo correcto, como si esto fuera una disputa personal entre dos “clases” de personas. El asunto no tiene que ver con personalidades, cultura y razas. La cuestión es esta: ¿Cuál registro contiene el relato histórico auténtico? ¿Creeremos en la Biblia que menciona a Isaac, o a las aseveraciones de los musulmanes que infieren del Corán el nombre del hijo?

Algunos contenderán que esta es la clase de desacuerdos que nunca se podrían resolver. Los cristianos aceptarán la Biblia. Los musulmanes se pondrán de parte del Corán. La discusión cae en una controversia “tu palabra contra la mía” —por lo menos ante los ojos de algunos.

Pero el asunto es más fundamental que eso. La cuestión real es esta: ¿Cuál de los dos libros es la revelación de Dios? Ambos volúmenes afirman ser inspirados, pero obviamente ambos no pueden serlo. La diferencia “Isaac vs Ismael” es sólo una de cientos de discrepancias entre la Biblia y el Corán. Y muchas de estas diferencias se han dado en temas cruciales (por ejemplo la naturaleza de Dios, la identidad de Cristo y el plan de Dios para la salvación del hombre).

Antes de que alguien se comprometa con un sistema religioso, es necesario indagar con respecto a la fuente de esa religión. Si la Biblia es del cielo, entonces el cristianismo es la religión verdadera. Si el Corán es de Dios, entonces el Islam es el sistema genuino.

En cuanto a la Biblia, podemos observar que está confeccionada de una clase de “código ADN” — una serie de rasgos que la identifican como algo de Dios. Hay un cierto número de indicios característicos que la identifican como algo de origen divino.

Las Escrituras, aunque fueron confeccionadas por unos cuarenta escritores humanos, en un período aproximado de 1500 años, contiene una asombrosa unidad de propósito y doctrina. Esta incluye muchas profecías, es decir, predicciones detalladas, que luego se cumplieron perfectamente. Aun cuando ha sido desafiada por los más reconocidos escépticos, a la Biblia no se le ha encontrado un solo error. Ha sido vindicada incontables veces. Los hombres aún están intentando “atrapar” a las Escrituras.

Pero el Corán, a pesar de sus afirmaciones, es algo carente de las marcas de la revelación divina. Su estándar denigrante hacia la mujer no es desconocido por cualquiera que se haya familiarizado con el Islam. El libro contiene numerosas inexactitudes históricas y anacronismos, es decir, la colocación cronológica errónea de personas, eventos, etc. Aquí les doy un ejemplo:

Al relatar los eventos del Éxodo y la peregrinación por el desierto, el Corán dice: “Ellos no creyeron en las señales de Dios y mataron a los profetas injustamente” (comp. Sura 25:57-61). ¿Quiénes eran los “profetas” en el desierto? Esa expresión “los profetas” usualmente designaba a un ministerio especial de siervos quienes vivieron en una época posterior a la mencionada. M. Rodwell observa: “Este pasaje [Sura 25:59] es uno de los numerosos anacronismos que abundan en el Corán y demuestran la vulgar ignorancia del profeta árabe” (Rodwell, J.M., trans. The Koran, Everyman’s Library. New York: Dutton, 1909, p. 344).
Ante nosotros están dos libros. Uno es sin faltas y divino. El otro, el Corán, está repleto de errores, el producto de un auto proclamado profeta, quien no era un profeta en lo absoluto. Uno nos anima a amar a nuestros enemigos; el otro promueve la conversión por la fuerza y la Jihad, “guerra santa”.


La Biblia registra que Abraham estaba dispuesto a sacrificar a Isaac. El Corán, según afirman sus eruditos, implica que Abraham estaba dispuesto a sacrificar a Ismael. La cuestión es: ¿Cuál volumen es de Dios? El libro de Dios es perfecto, con un alto tono moral. Está repleto de las marcas divinas de inspiración las cuales están más allá de la posibilidad de ser producidas por humano alguno. Ese libro es la santa BibliaΩ