De acuerdo con la ley
bíblica, el niño no está obligado a observar las mitzvot hasta que no se
convierta en adulto. No obstante, existe la mitzvá de origen rabínico,
denominada “jinuj”, que dice que los padres deben educar a sus hijos para que
se acostumbren a hacer las mitzvot y para que eviten hacer todo aquello que la
Torá prohíbe.
La mitzvá de jinuj
comienza a aplicarse, en el caso de cada mitzvá, apenas el niño es capaz de
observarla. ¿Desde cuándo sucedía esto de empezar a instruir al niño en las
obligaciones religiosas? Ante todo, debemos investigar con criterio y con
ahínco antes de precipitarnos a “crear leyes” sobre la base de interpretaciones
de textos bíblicos que luego vayamos a imponerlas sobre la iglesia. Es
temerario el querer ser más misericordiosos que Dios, pero también el querer
ser más estrictos que Él. Además, cuando leemos los textos bíblicos y queremos
extraer de ellos la voluntad de Dios y no inyectarles nuestras propias ideas y
prejuicios, debemos tomar en cuenta dos aspectos de exégesis básica: el texto
original y el contexto.
En cuanto a la niñez
hebrea, ésta se dividía en SIETE etapas (Alfred Edersheim, Vida y Tiempos de Jesús el Mesías). Según el niño iba creciendo asimismo
aumentaban sus responsabilidades hogareñas y hacia Dios. Tanto era el cuidado
que los rabinos tenían con respecto a la edad en la cual se empezara a demandar
atención hacia la religión de parte del niño que en el Talmud, en Cheth 50, ellos advierten: “Antes de los
seis años, tratar de enseñarles la Torá es como correr detrás de ellos todo el
día sin poder alcanzarlos”.
ETAPA 1: Yeled (Éx. 2:3, 6, 8), niño recién nacido, o de meses de nacido.
ETAPA 2: Yonek (Isa. 11:8), al que 'amamantan'.
ETAPA 3: Olel (Lm. 4:4), el que es amamantado pero ya pide pan.
ETAPA 4: Gamul (Sal. 131:2), el niño destetado.
ETAPA 5: Taf (Est. 3:13), el que
'se aferra´a su madre.
ETAPA 6: Elem (Isa. 7:14), el que ya tiene una contextura firme, fuerte.
ETAPA 7: Na'ar (Prov. 22:6), 'El que se sacude' [la protección de sus padres].
E
Algunos textos bíblicos que
nos hablan de la crianza de los hijos en el Antiguo Testamento tienen una
perspectiva totalmente diferente cuando los leemos en español que cuando los
leemos en su sentido original. El término “niño” o “hijo” es muy general en
nuestro idioma pero en el hebreo, como vemos en el gráfico arriba, no existía
esta ambigüedad. Dependiendo del término que se utilizara uno podía tener una
noción casi exacta del rango de edad del sujeto del cual se hablaba. Veremos
algunos ejemplos, tomando en consideración los pasajes bíblicos que algunos
están utilizando para enseñar acerca de este tema tan importante como delicado
pero con más celo de Dios que ciencia divina. El obrero de Dios debe “trazar con precisión la palabra de verdad”
pues “haciendo esto, te salvarás a ti
mismo y a los que oyeren” (2 Tim. 2:15; 1 Tim. 4:16).
GÉNESIS
33:4-7
“Entonces Esaú corrió a su encuentro y lo abrazó, y echándose sobre su
cuello lo besó, y lloraron. Y alzó sus ojos y vio a las mujeres y a los
niños, y dijo: ¿Quiénes son éstos que
vienen contigo? Y él respondió: Son los hijos que Dios en su
misericordia ha concedido a tu siervo. Entonces se
acercaron las siervas con sus hijos, y
se inclinaron. Lea también se acercó con sus hijos, y se inclinaron; y después José se
acercó con Raquel, y se inclinaron”.
Estos “niños” de los que se
habla aquí, ¿qué edades podrían tener? Según el texto original ellos eran de la
etapa 1, los llamados Yeled (Strong,
#03205), o sea, algunos eran recién nacidos o tenían pocos meses de haber
nacido. Dice el texto que ellos “se inclinaron
junto con sus madres”, lo cual no es extraño siendo que eran bebés que aún no
caminaban y que estarían en el seno de sus madres cuando ELLAS realizaron esta
acción reverente. Huelga decir que este texto no demuestra que los niños
menores de 6 años estaban obligados a mostrar reverencia. ¡Estos pequeños ni
siquiera entendían qué estaba sucediendo! Y debemos añadir que ésta no era una
reverencia religiosa hacia Dios en un contexto de culto, era más bien una señal
de respeto hacia un superior HUMANO, típica de la región y la época, utilizada
aún por los paganos. Era un saludo de profundo respeto. Algo cultural.
Este texto difícilmente se podría
aplicar a nuestra situación en los cultos de adoración. Estos niños eran tan
pequeños, que Jacob le rogó a Esaú no viajar inmediatamente pues eso podría
afectar a los niños ya que eran “tiernos” [en edad] (LBLA).
DEUTERONOMIO
31:9-12
“Y escribió Moisés esta ley y la dio a los sacerdotes, hijos de Leví,
que llevaban el arca del pacto del Señor, y a todos los ancianos de
Israel. Entonces Moisés les ordenó, diciendo: Al fin de cada siete años, durante el
tiempo del año de la remisión de deudas, en la fiesta de los tabernáculos, cuando
todo Israel venga a presentarse delante del Señor tu Dios en el
lugar que El escoja, leerás esta ley delante de todo Israel, a oídos de ellos. Congrega al pueblo, hombres, mujeres y
niños, y al forastero que está en tu ciudad, para que escuchen, aprendan a temer al Señor tu Dios, y
cuiden de observar todas las palabras de esta ley”.
En este otro pasaje, tenemos
las instrucciones de Moisés para los levitas. Instrucciones que debían seguirse
desde aquel día y por todas las generaciones del pueblo de Israel. Se ordenó
aquí incluir a los “niños”. Nuevamente nos preguntamos, ¿a qué etapa de la
niñez debían compartirles ellos este precioso conocimiento de la voluntad de
Dios? El texto en el original hebreo nos dice que estas palabras estaban
dirigidas a los Taf, la quinta etapa
de la niñez. En esta etapa el niño ya ha sido destetado, camina y se mueve
hacia donde vaya su madre, aferrado a ella. A partir del momento en que su
padre notara que ya su hijo entraba en esta etapa debía comenzar a enseñarle,
en la medida de su capacidad, todas las palabras de la ley de Dios.
¡Interesante la especificación de la etapa en la que esto SE EMPEZABA a
realizar! El niño iniciaba un aprendizaje progresivo de los mandamientos de
Dios, de las bendiciones por obedecer y de los castigos establecidos para la
desobediencia. A esta edad las niñas comenzaban a encender las velas en las
fiestas religiosas, y los niños elevaban sus primeras oraciones y bendiciones
diarias (Rabí Eliezer, Akiva y otros).
I
SAMUEL 1:22
“… E hizo [Ana] voto y dijo: Oh Señor de los ejércitos, si
tú te dignas mirar la aflicción de tu sierva, te acuerdas de mí y no te olvidas
de tu sierva, sino que das un hijo a tu sierva, yo lo dedicaré al Señor por todos los días de su vida y
nunca pasará navaja sobre su cabeza. Pero Ana no subió, pues dijo a su
marido: No subiré hasta
que el niño sea destetado; entonces
lo llevaré para que se presente delante del Señor y se quede allí
para siempre” (1 Sam. 1:11, 22).
Acerca de este texto comentaré
poco debido a que resalta a la vista de todo lector instruido que aquí hablamos
de un caso especial, donde se realiza un voto de dedicación de un hijo al
servicio de por vida en el templo de Dios. No podemos ser justos si aplicamos
este caso a la situación de niños en la actualidad que permanecen en nuestros
hogares y a una época donde nadie hace ni está en la obligación de hacer este
tipo de VOTOS. En todo caso, la consideración hacia el texto hebreo nos vuelve
a instruir. El “niño” de este pasaje bíblico, al momento de ser llevado a
cumplir el voto de su madre, estaba en la séptima y última etapa de su niñez,
de acuerdo con el concepto que venimos estudiando. Él era un Na’ ar (Strong, #05287). Estaba en una
edad donde ya él “se sacudía” de la protección de sus padres [Este es el
sentido del término, aludiendo a los leones cuando sacuden sus melenas mientras
rugen] y empezaba a buscar su independencia psicológica y se desenvolvía en el
oficio de su padre. Esta misma fue la etapa en la que Dios llamó a Jeremías
para que fuera su profeta. Recordemos lo que él le respondió a Jehová: “Entonces dije: ¡Ah, Señor Dios! He aquí, no sé hablar, porque soy joven”
(Jer. 1:6). En la versión Reina-Valera dice “niño”. ¿Era Jeremías un niño menor
de 7 años cuando Dios lo envió a profetizar a su pueblo? Él debió ser por lo
menos un pre adolescente. Esto nos da una perspectiva mucho más amplia cuando
tomamos en cuenta que es el mismo término que se utiliza para Samuel y que
también vemos en Proverbios 22:6, “Enseña
al niño el camino en que debe andar,
y aun cuando sea viejo no se apartará de él”.
CONCLUSIÓN
Así como con estos pocos
ejemplos hemos podido demostrar que a un término bíblico no debe imponérsele un
sentido sin primeramente investigar su significado en la lengua en la que se
originó, podríamos hacer igual con otra hueste de pasajes que a lo largo de las
Escrituras nos dan instrucciones acerca de la crianza apropiada y espiritual de
nuestros hijos.
Es temerario que hagamos
“leyes” donde Dios no ha hecho alguna. Es irrespetuoso interpretar la Biblia
sin tomar en cuenta su complejidad y sin dar uso a todas las herramientas que
el Dios Todopoderoso, bendito sea su Nombre, ha dejado en nuestras manos con
miras a que no cometamos estos errores. Ya diría Juan que “Yo testifico a todos los que oyen las palabras de la profecía de este
libro: Si alguno añade a ellas, Dios traerá sobre él las
plagas que están escritas en este libro” Apo. 22:18). Tengamos
cuidado, hermanos, porque el resto de la Palabra de Dios tiene el mismo valor
que las profecías de Apocalipsis. No tratemos de añadir reglas ni de imponer un
sistema propio de niveles de espiritualidad donde luego a la desesperada
buscamos textos que lo justifiquen fallando miserablemente en el intento.
Instruyamos a nuestros hijos
desde temprana edad. Instruyamos no según nuestros criterios sino según “la
disciplina y amonestación del Señor”. Haciendo esto alargaremos sus días sobre
la tierra, y multiplicaremos la semilla del evangelio de Dios en la tierra.