miércoles, 13 de junio de 2012

¿Deben ayunar los cristianos?


Ayunar, en el sentido bíblico, es abstenerse de comer y beber por un motivo espiritual. En la era del Antiguo Testamento, los judíos ayunaban frecuentemente, aun cuando sólo había un ayuno prescrito por la ley. Una vez cada año, en el día de la Expiación, los hebreos debían “afligir” sus almas (Lev. 16:31), lo cual significa que debían ayunar (comp. Isa. 58:3).

Aunque no hay ayunos obligatorios hoy para los cristianos, el Nuevo Testamento parece dar por entendido que los hijos de Dios ocasionalmente necesitarían ayunar.

Cuando los discípulos del Señor fueron criticados por no ayunar, Jesús respondió que difícilmente sería apropiado que lo hicieran mientras Él aún estaba con ellos. Sin embargo, vendría el tiempo cuando Él sería apartado de  ellos; entonces ellos ayunarían (Lc. 5:35).

Además, cuando El advirtió acerca de una incorrecta motivación para adorar, los aconsejó así: “Y cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas” (Mat. 6:16). Es llamativo que Él no dijo “Si ayunáis” sino que dijo “Cuando ayunéis”— reflejando que Él esperaba que lo hicieran.

Ayunar, para el cristiano, es un asunto estrictamente voluntario. Debe surgir de una sensación de profunda necesidad, no como resultado de una mera formalidad.

Entonces, ¿cuándo puede ser valioso el ayuno?

(1)    Ayunar puede ser beneficioso en tiempos de aflicción personal. David y sus hombres lloraron y ayunaron cuando oyeron acerca de la muerte de Saúl (2 Sam. 1:12), y Nehemías hizo lo mismo cuando supo de la condición deplorable de Jerusalén (Neh. 1:4). Ayunar y orar ciertamente parece apropiado cuando un ser amado está críticamente enfermo (2 Sam. 12:16).

(2)    El ayuno acompañado de arrepentimiento como una muestra externa y genuina de contrición por la rebeldía espiritual (1 Sam. 7:6). El pueblo de Nínive proclamó ayuno general cuando reconoció su estado pecaminoso (Jon. 3:5).

(3)    El ayuno fue practicado en conexión con grandes e importantes eventos religiosos. Moisés ayunó durante el período en el que recibió la ley (Ex. 34:28). Cristo ayunó antes de su encuentro con Satanás en el desierto (Mat. 4:2). La iglesia ayunó antes de enviar a Saulo y a Bernabé a aquella peligrosa primera campaña misionera (Hch. 13:2-3). Ayunar ciertamente era un componente en el dinámico ministerio de Pablo (2 Cor. 6:5; 11:27).

Sin embargo, se advierte que el ayuno puede prestarse para abusos. La práctica nunca debe emplearse como sustituto de una vida personal devota. Isaías presentó una devastadora reprensión para aquellos que ayunaban y luego se entregaban a sus placeres mundanos (Isa. 58). Es más, ayunar no debe ser una ocasión para alardear de la religiosidad que uno practica. Los fariseos eran culpables de tal comportamiento (Mat. 6.16-18).

Finalmente, los rigores del ayuno no deben dar a luz un espíritu de satisfacción religiosa y auto-justicia. Esto en verdad es una tentación (comp. Lc. 18.9-14).

En el análisis final, no parece haber beneficios en el ayuno voluntario en ciertas ocasiones. Reflexione acerca de lo siguiente:

(1)    Las Escrituras parecen sugerir que Dios honra el ayuno cuando es llevado a cabo con profunda y sincera dedicación.

(2)    Los médicos indican que el ayuno moderado puede ser beneficioso para la salud, permitiendo que nuestro sistema se limpie a sí mismo ocasionalmente.

(3)    Al parecer la mente es capaz de alcanzar profundos niveles de reflexión durante períodos de ayuno.

(4)    El ayuno puede ayudarnos a afinar nuestra autodisciplina.

(5)    El ayuno también puede tener el efecto añadido de reforzar nuestro aprecio por aquellas cosas de las que nos abstenemos durante ese período. Ω

sábado, 9 de junio de 2012

Ungiendo con aceite - Santiago 5:14


En el libro de Santiago, el escritor inspirado exhorta: “¿Está alguno entre vosotros enfermo? Que llame a los ancianos de la iglesia y que ellos oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor; y la oración de fe restaurará al enfermo, y el Señor lo levantará, y si ha cometido pecados le serán perdonados” (5:14-15, énfasis mío).

Aún hay enfermos entre nosotros. Y prácticamente nadie cuestiona el hecho que la iglesia deba tener ancianos hoy día, siempre que haya hombres cualificados. Entonces, ¿deben los ancianos junto con sus oraciones ungir con aceite a los enfermos?

Aunque este procedimiento no ha sido practicado por las iglesias de Cristo en tiempos modernos (como regla general), algunos han sugerido que esto debe ser parte de nuestro ritual. ¿Cómo debe verse esta cuestión?

Primero, debe notarse que esta referencia a “ungirle con aceite” (Stgo. 5:14) es extremadamente abreviada. No se dice nada específicamente en el contexto en cuanto al propósito de esta práctica.

Segundo, no hay indicaciones contextuales de que este ungimiento tuviera algún tipo de base espiritual que lo hiciera universalmente aplicable o perpetuamente obligatorio. Si este era un requerimiento para la iglesia universal para todos los tiempos, parece razonable la espera por un fundamento para tal práctica.

Los comentaristas están sorprendentemente divididos en cuanto al significado de este pasaje. Ciertamente cualquier punto de vista en cuanto a este texto que entre en conflicto con otra información bíblica clara debe ser rechazado.

Varias de las ideas que intentan explicar este ambiguo texto son las siguientes:

1.       Algunos sugieren que el aceite era empleado como un artículo de aseo diario en tiempos antiguos (tal como los cosméticos hoy día). En períodos de enfermedad, o de ayunos, este uso casual del aceite era suspendido (comp. Ruth 3:3; 2 Sam. 12:20; 14:2; Dan. 10:2, 3; Miq. 6:15; Mat. 6:16, 17). Por lo tanto, se argumenta que Santiago puede estar exhortando a sus hermanos a acompañar sus oraciones de “ungimiento con aceite”, es decir, con la reanudación de sus actividades normales. El aceite serviría como una señal de confianza en el poder de la petición de ellos.

Aunque este concepto puede ser posible, no se recomienda fácilmente al expositor ordinario. Además, no explicaría por qué se le solicitaba a los ancianos que administraran dicha unción.

2.       Un cierto número de escritores contiende que el aceite de Santiago 5:14 era simplemente un artículo medicinal el cual, junto con la oración, sería eficaz providencialmente en el proceso de sanación.

Aunque es cierto que el aceite tiene un valor medicinal en algunas dolencias, y que era empleado para este fin en tiempos antiguos (comp. Isa. 1:6; Lc. 10:34). Sin embargo, el aceite, como remedio físico, sería inútil en muchas enfermedades. Es más, sería algo más que inusual que se buscara a los ancianos para la administración de técnicas de sanación física, cuando había buenos doctores a disposición para ese propósito (comp. Col. 4:14). Difícilmente alguien hoy día llamaría a los ancianos para el diagnóstico y tratamiento de sus dolencias físicas.

3.       Algunos eruditos piensan que “la unción” referida por Santiago era simplemente un acto de amistad refrescante, alentador, como cuando María ungió los pies de Jesús (Jn. 12:3; comp. Lc. 7:46). Se argumenta que la palabra griega aleipho (“ungir”) tiene que ver con rituales mundanos no con ceremonias religiosas (aun vea Mr. 6:13). En este sentido la amonestación de Santiago sería que se solicitara las oraciones de los ancianos, acompañadas por la amenidad cultural de aquellos días la cual reflejaba amor y amistad.

Si este es el caso, ese primitivo culturismo no tendría relevancia hoy; ciertamente no sería una práctica obligatoria en el mundo moderno.

4.       Muy probablemente el uso del aceite, como se refleja en este pasaje, era un acto simbólico. En tiempos bíblicos la práctica de ungir con aceite frecuentemente representaba la aprobación de Dios (vea 1 Sam. 10:1; Sal. 89:20). Por consiguiente, muchos eruditos bíblicos confiadamente asumen que la aplicación de aceite en Santiago 5:14 era un acto simbólico invocado en conjunción con la sanidad sobrenatural. Hay un par de factores que guían razonablemente a este punto de vista.

(a)    Hay información contextual en otras partes del Nuevo Testamento la cual asocia la sanación milagrosa con la unción con aceite. En Mr. 6:13 el registro dice: “Y [los discípulos empoderados sobrenaturalmente por el Señor] echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los sanaban”. Este puede ser el versículo clave que arrojará luz sobre Santiago 5:14.

(b)   No todos los cristianos en el primer siglo poseían el don de la sanación (comp. 1 Cor. 12:28-30). Aunque, sería más natural que los ancianos de las congregaciones locales fueran los bendecidos con el don en sus respectivas congregaciones. Efesios 4:8-11 claramente indica que algunos “pastores” (es decir, ancianos) contaban con dones espirituales. Si este punto de vista es correcto, y a juicio de este escritor es el más viable, entonces el acto de ungir con aceite no sería apropiado hoy día por la sencilla razón que los dones milagrosos no están disponibles para la iglesia en esta era (1 Cor. 13:8ss).

Entonces, ¿por qué hay un grupito ansioso por implementar la unción con aceite en la iglesia en tiempos modernos? Podría ser que algunos son muy sinceros, esperando cumplir con la voluntad del Señor, sin embargo no comprenden bien la naturaleza de este pasaje. Por otro lado, podría ser que algunos están buscando una nueva experiencia de algún tipo. Han crecido cansados de lo que ellos consideran el servicio “tradicional” que rendimos a Dios, así que buscan una novedad. Acerquémonos a la Escritura de una manera respetuosa pero sensible. Ω

viernes, 1 de junio de 2012

Lecciones de las catacumbas


El término “catacumba” se deriva de un término griego compuesto formado por kata (bajo) y kymbe (hoyo). La palabra se usa en referencia a una vasta red de tumbas que están debajo de la ciudad de Roma (y de otros lugares también) donde los antiguos cristianos sepultaban a sus muertos— y hasta se reunían para adorar en tiempos de persecución severa. Se ha estimado que esta masa de corredores y panteones, si se unieran todos, cubrirían unas sesenta millas. El estimado de número de tumbas varía de 1, 750, 000 a 4, 000,000; representan la sepultura de los romanos desde el segundo hasta el quinto siglo D. C. (Blaiklock, 159). Hay un número de lecciones valiosas que podemos obtener de las catacumbas.

La historicidad de Cristo
Las catacumbas están llenas de obras de arte (de grafiti antiguo) las cuales testifican de la profunda fe de los mártires en Jesucristo como el Hijo de Dios. Las inscripciones en epitafios como la siguiente son frecuentemente encontradas: “Victorina, en paz y en Cristo” (Finegan, 389). Común entre las inscripciones era el símbolo del pescado. La palabra griega para pescado, ichthus, llegó a ser un símbolo acróstico para Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador. Seguramente los antiguos mártires tendrían una mejor oportunidad de saber si Jesucristo era un personaje histórico real que la de los ateos de este tiempo.

Las Escrituras
El hecho de que muchas de las obras de arte de las catacumbas fueron tomadas de varias narraciones bíblicas— tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento —éstas revelan cómo las Escrituras habían estado circulando ampliamente en aquellos tempranos siglos de la historia de la iglesia. Hay representaciones de Adan y Eva, del sacrificio de Isaac por parte de Abraham, del milagro de Moisés de sacar agua de la roca, del foso de los leones de Daniel, de Jonás, de la visita de los reyes sabios, de Jesús como el Cordero y El Buen Pastor, etc.

Hay otro punto por señalar. Muchos de los nombres mencionados en las epístolas de Pablo se encuentran grabados en las paredes de las catacumbas. Obvio que esto no significa que representan a las mismas personas de la correspondencia de Pablo, pero sugieren que el registro bíblico es un reflejo exacto de la nomenclatura de ese tiempo, y por esto posee un aura de autenticidad (comp. Lightfoot, 177).

Los milagros de Jesús
El Nuevo Testamento representa a Cristo como un obrador de milagros. Se adscriben a Él alrededor de unos treinta y cinco milagros, además de las numerosas referencias genéricas (por ejemplo, Jn. 20:30-31). Muchos eruditos modernos, dejándose llevar por la influencia de escépticos tales como David Hume (1711-1776), niegan que Jesucristo realizara milagros. Aun cuando, claramente, los cristianos primitivos estaban convencidos de los poderes de Cristo para efectuar milagros. Entre las obras de arte de las catacumbas, hay muchas representaciones de los milagros de Cristo. Hay descripciones del bautismo de Jesús, con el Espíritu Santo descendiendo sobre Él en forma de paloma. Hay reproducciones de la sanación del paralítico (Mr. 2), y la resurrección de Lázaro (Jn. 11). Hay reflexiones acerca del agua convirtiéndose en vino en la boda de Caná (Jn. 2), como también la alimentación de la gran multitud con panes y peces (Jn. 6).

El crecimiento de la iglesia
Una consideración del material del libro de los Hechos muestra cuán explosivo fue el crecimiento de la iglesia primitiva, y los santos en Roma no eran una pequeña parte de esto. La fe de los cristianos romanos era ampliamente conocida (Rom. 1:8; 16:19). Blaiklock dice: “La interpretación más conservadora de las figuras en las sepulturas de las catacumbas sería, por consiguiente, que… un quinto del imperio medio eran cristianos, y es probable que la proporción en esos tiempos fuera mucho mayor” (161). Hay otro factor a ser tomado en cuenta también. Las tumbas de las catacumbas representan alrededor de diez generaciones de creyentes. Esto nos sugiere que los devotos primitivos del cristianismo pasaban el evangelio a su descendencia. Esto se llama “evangelismo vertical”.

Cristianismo e intelectualismo
El ateísmo alega que la fe cristiana es sólo para los ignorantes y para quienes están faltos de razón. Gibbon señaló a la iglesia como un conglomerado que consistía exclusivamente de “la escoria de la sociedad”. La evidencia de las catacumbas muestra, sin embargo, que el cristianismo invadió los rangos medios y superiores de las clases romanas, y tuvo su impacto entre los intelectuales. Muchas de las tumbas evidencian haber pertenecido a familias de aristócratas (comp. Hch. 17:4).

Persecución
El Señor había advertido a sus discípulos que serían perseguidos (Mt. 5:10-12). En el 64 d. C. Nerón inició un régimen vicioso de terror contra la iglesia, y así los siguientes césares. Los cristianos tuvieron que meterse bajo el suelo (entre las tumbas— donde los supersticiosos romanos no los seguirían) para adorar. Sorprendentemente, a pesar de eso, no se encuentra en el grafiti de las catacumbas ninguna imagen de congoja o queja; en lugar de eso, un espíritu vibrante de gozo y triunfo es lo que queda evidenciado por todas partes. ¡Qué fe poseían aquellos santos!

Apostasía
El registro de las catacumbas no es completamente positivo. Tal como Pablo predijo que habría una apostasía de la verdad (2 Tes. 2:1ss; 2 Tim. 4:1ss), así el registro de las tumbas revela un alejamiento de la fe primitiva. Por ejemplo, hay un grafiti que anima a orar a y para aquellos que han muerto (lo cual llegó a desarrollarse plenamente en el catolicismo). Aunque los cristianos construyeron bautisterios en las catacumbas, hay una imagen donde el “bautismo” es administrado por rociamiento. Pero también hay un dios pagano en la escena lo cual revela una fe en condición deplorable (Foster, 23). El prístino cristianismo se corrompió eventualmente. ¡La vigilancia eterna es el precio de la fe!   Ω

BIBLIOGRAFÍA
Blaiklock, E.M. (1970), The Archaeology of the New Testament (Grand Rapids: Zondervan).
Finegan, Jack (1946), Light From the Ancient Past (Princeton, NJ: Princeton University).
Foster, R.C. (1971), Studies in the Life of Christ (Grand Rapids: Baker Book House).
Lightfoot, J.B. (1953 Reprint), Paul’s Epistle to the Philippians (Grand Rapids: Zondervan).