Para llegar al corazón del asunto, nos
preguntamos: "¿Qué significa hacer las cosas 'decentemente y con orden'?"
La versión Nueva Biblia al Día dice: "de manera correcta y
ordenada". McCord dice:
"apropiadamente y ordenadamente". Es interesante que la palabra
traducida como "decentemente" se traduce en otros lugares como
"honestamente". Strong dice: "decentemente, adecuadamente,
apropiadamente" (1613). El Diccionario Griego y Hebreo de Strong dice que
esta palabra significa "decorosamente", es decir, con el debido
decoro. Cuando lo juntas todo, obtienes "con buenos modales".
Nuestros servicios en la iglesia deben caracterizarse por los buenos modales.
Thayer define el término "con orden" como: "un arreglo,
organización; 2) orden; 2a) una sucesión fija que observa un tiempo fijo; 3) un
orden debido o correcto, una condición ordenada".
Las reuniones de la iglesia de Corinto eran
caóticas (como se vio anteriormente en el libro, 1 Corintios 11:20-21). No
estaban discerniendo el cuerpo del Señor. Luego, en 1 Corintios 14, se ve el
desorden, como muestra claramente el versículo 23: "Si, pues,
toda la iglesia se reúne en un solo lugar, y todos hablan en lenguas, y entran
indoctos o incrédulos, ¿no dirán que estáis locos?" Hoy en día no tenemos el don de hablar en
lenguas ni a hombres dando profecías inspiradas como en el primer siglo, porque
estas cosas han cesado (13:8-12). Sin embargo, sí necesitamos seguir el mismo
principio que se da en este texto: "hágase todo
decentemente y con orden".
Francamente, he estado en algunos servicios de
iglesia donde las cosas no se hacían decorosamente ni con orden. Parecía que
nadie sabía lo que estaba sucediendo; no había orden, no se notaba que se
hubiera dado atención a lo que estaba ocurriendo y a tener un orden adecuado
para la adoración. Este tipo de incertidumbre y espontaneidad conduce a la
confusión y a la carencia de un ambiente apropiado para la adoración. La
adoración requiere pensamiento, concentración y esfuerzo. La adoración
especificada en las Escrituras es sencilla, pero no es fácil. Tom Holland
escribió: "La adoración del hombre a Dios es el mayor desafío para la
mente del hombre y la conquista más noble de su corazón. Dios no es adorado
aceptablemente por accidente..." (114).
La iglesia de Corinto tenía muchos problemas que
estaban directamente relacionados con la adoración (como en nuestro texto) y
algunos indirectamente relacionados con la adoración. "hágase todo
decentemente y con orden" podría verse como un resumen de muchos de
los principios anteriores que podrían poner en orden su casa desordenada. Había
muchas cosas que estaban estorbando su adoración.
COSAS QUE ESTORBABAN SU ADORACIÓN
Carecían de unidad
Os ruego,
pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos
una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis
perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer. Porque he
sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay
entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo
soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo. ¿Acaso
está dividido Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿O fuisteis
bautizados en el nombre de Pablo? (1 Cor. 1:10-13).
Según 1 Corintios 6:6, los hermanos se estaban
demandando mutuamente en los tribunales civiles. Ciertamente no estaban
practicando lo que Jesús dijo: "Por tanto, si traes tu ofrenda
al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja
allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano,
y entonces ven y presenta tu ofrenda" (Mateo 5:23-24). ¿Cómo pueden las personas adorar a Dios y
edificarse mutuamente cuando están peleando entre sí?
Algunos no respetaban la sabiduría de dios
Porque los
judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros
predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y
para los gentiles locura; mas para los llamados, así judíos como griegos,
Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios. Porque lo insensato de Dios es
más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres
(1 Cor. 11:22-25).
¿Cómo pueden los hombres honrar
realmente a Dios en la adoración cuando en realidad honran a los hombres por
encima de Dios?
Eran carnales,
mundanos
De manera
que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales,
como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no vianda; porque aún
no erais capaces, ni sois capaces todavía, porque aún sois carnales; pues
habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y
andáis como hombres? (1 Cor. 3:1-3).
¿Cómo puede alguien que posee una mentalidad
carnal tener su mente puesta en adorar a Dios de manera adecuada y espiritual?
Este es uno de nuestros problemas hoy en día. ¿En qué estamos pensando? Los
hermanos tendrían muy pocos problemas para llevarse bien en cuanto a la
adoración si dejaran de pensar en lo que quiero, lo que me gusta y lo que hace
la sociedad, y en cambio comenzaran a enfocarse en Dios Todopoderoso y en lo
que Él ha hecho por nosotros. Se podrían evitar las disputas insignificantes y
nos enfocaríamos en lo que Dios quiere que hagamos, no en nuestros propios
deseos.
Estaban viviendo en estilos de vida mundanos
Pablo escribió: "De
cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación cual ni aun
se nombra entre los gentiles; tanto que alguno tiene la mujer de su padre. Y
vosotros estáis envanecidos. ¿No debierais más bien haberos lamentado, para que
fuese quitado de en medio de vosotros el que cometió tal acción?" (1 Corintios 5:1-2). ¿Cómo podrían
las personas con estos problemas adorar eficazmente (cf. 1 Pedro 3:12)?
Algunos de ellos tenían problemas matrimoniales (1
Cor. 7)
¿Esto nos recuerda lo que
dice 1 Pedro 3:7? “Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas
sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a
coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan
estorbo”.
Algunos de ellos tenían problemas
con respecto a la adoración de ídolos
Se
les tuvo que recordar: “para nosotros, sin embargo, solo hay un Dios, el
Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor,
Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él”
(1 Cor. 8:6).
Estaban en desacuerdo con el
uso del velo (1 Cor. 11)
Pablo
les dijo a los corintios algo que nosotros necesitamos que retumbe en nuestros oídos:
“Con todo eso, si alguno quiere ser contencioso, nosotros no tenemos tal
costumbre, ni las iglesias de Dios. Pero al anunciaros esto que sigue, no os
alabo; porque no os congregáis para lo mejor, sino para lo peor” (vv.
16-17).
Imagine una
congregación del cuerpo del Señor que se le dice que sus reuniones eran tan
conflictivas que realmente no estaban "obteniendo nada de la
adoración", no por causa de su predicador ni de su líder de alabanzas,
sino porque sus actitudes eran tan egoístas y mundanas.
Había controversias alrededor
de la Cena del Señor
Oh,
qué maravillosa comunión, recordar el cuerpo en la cruz y la sangre derramada
por nosotros, y volver a centrarnos, cada primer día de la semana, en lo que
realmente es importante en la vida. Pero ni siquiera estaban "discerniendo
el cuerpo del Señor" (1 Corintios 11:29). No es de extrañar que les
dijera: "Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros,
y muchos duermen" (v. 30). Hoy en día hay demasiados santos enfermos y
dormidos que no adoran a Dios de manera agradable.
Había problemas con el uso de
los dones milagrosos (1 Cor. 12-14)
Cuando
toda la iglesia se reunía como un cuerpo (14:23), era tan caótico que Pablo
decía que si un incrédulo entraba diría: "Están locos". Sí,
necesitaban hacer un cambio, no en los elementos de la adoración, no en el
objeto de la adoración, no en el lugar físico ni en alguna otra cosa material,
sino en sus corazones y en sus acciones, haciendo todas las cosas "decentemente
y con orden".
PRINCIPIOS
GENERALES DE LA ADORACIÓN
Existen varios principios generales en este contexto
que ayudarán a asegurar que nuestra adoración sea decente y ordenada. Podemos
salir de la monotonía, avivar nuestra adoración y pasar de situaciones donde se
deshonra a Dios, incluso se hace burla de Él, a situaciones donde las personas
son edificadas en la fe. Las visitas que lleguen dirán: "Estas personas
son sinceras; quiero formar parte de esto".
Deben hacerse todas las cosas
considerando a los demás, incluyendo a los visitantes
Consideremos
1 Corintios 14:23. ¿Qué impresión estamos dando a aquellos que visitan nuestras
reuniones? A menudo nos enfocamos en nuestra amabilidad hacia los visitantes.
Deberíamos hacerlo, y no hacerlo muestra cuán centrados estamos en nosotros
mismos. También debemos considerar nuestra amabilidad hacia los demás. En
Corinto, los hermanos no podían llevarse bien. Algunos hablaban mientras otros exponían,
o no mostraban respeto por la Palabra de Dios, y no respetaban el concepto
completo de adorar a Dios. Hoy, cuando no mostramos respeto por el predicador,
el líder de alabanza o aquel que dirige en la mesa del Señor, mostramos falta
de respeto como lo hicieron ellos. Cuando susurramos y chismeamos sobre los
demás fuera del auditorio y luego intentamos reunirnos y adorar, algo está mal.
La iglesia no puede crecer en un entorno así. ¿Qué efecto debería tener en un inconverso
cuando entra en nuestra reunión? 1 Corintios 14:24-25 dice:
Pero si
todos profetizan, y entra algún incrédulo o indocto, por todos es convencido,
por todos es juzgado; lo oculto de su corazón se hace manifiesto; y así,
postrándose sobre el rostro, adorará a Dios, declarando que verdaderamente Dios
está entre vosotros (1 Cor. 14:24-25).
No se necesita
un coro o un predicador que sea un orador talentoso, o que actúe como un
comediante, para convencer a los hombres de nuestra sinceridad. Sí requiere
nuestra sinceridad y una adoración que sea digna y ordenada. Cuando las
personas son sinceras, se nota en las expresiones de sus rostros, el brillo en
sus ojos y el tono de sus voces. ¿Qué ven las personas cuando te observan
adorando a Dios?
Todas las cosas deben hacerse
para edificación
1
Corintios 14:26: "¿Qué hay, pues, hermanos? Cuando os reunís, cada uno
de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene
interpretación. Hágase todo para edificación". Adorar a Dios no se
trata de hacernos un nombre, de proteger nuestros territorios o de asegurarnos
de ser los que hacen los demás. Se trata de edificar o construir el cuerpo de
Cristo.
Predicadores, ¿son
edificantes tus sermones? No pregunté si hoy te reíste mucho, si todos te
felicitaron por tu gran sermón, o si impresionaste a alguien, sino si
edificaste el cuerpo de Cristo. Se requiere predicación balanceada, basada en
la Biblia, temerosa de Dios y que honre a Cristo para edificar una iglesia. Se
necesitan sermones de aliento y consolación, así como sermones de reprensión y
exhortación. Se necesitan sermones sobre el amor y sermones sobre el pecado,
lecciones sobre el cielo y lecciones sobre el infierno. Se necesitan sermones
alentadores y aquellos que dicen la verdad, incluso cuando no es popular.
¿Edificas a la iglesia con tus sermones?
¿Fue
edificante el canto? ¿Honró a Dios y edificó a la iglesia al enseñarnos y
amonestarnos unos a otros? Oh, hermanos, permítanme subirme al estrado por un
minuto. He estado en algunas iglesias donde el canto era pobre. No, no necesitamos
instrumentos musicales ni coros, pero sí necesitamos equipos de alabanza. No,
no del tipo en el que músicos profesionales intentan hacer algo que nunca se ha
logrado con éxito, donde alguien más adora por nosotros. Necesitamos equipos de
alabanza, donde toda la iglesia sea el equipo de alabanza. Y necesitamos tocar
nuestros instrumentos dados por Dios, nuestros corazones, y elevar nuestras
voces en honor al Rey de Reyes y Señor de Señores.
¿Cómo podemos
honrar a Dios cuando no ponemos ningún fervor en nuestro canto? Cuando cantamos
sobre el Todopoderoso como si no significara nada para nosotros, y cantamos
sobre el cielo como si no tuviera ningún significado, dejamos de honrar a Dios.
La versión La Palabra de Dios para Todos dice: "Entonces, ¿qué puedo
hacer? Oraré no sólo con el espíritu, sino también con el entendimiento, y
cantaré no sólo con el espíritu sino también con el entendimiento" (1
Corintios 14:15). Si tenemos nuestras mentes en el lugar correcto, nuestro
canto será correcto. Y nos edificaremos y fortaleceremos los unos a los otros,
como dice Hebreos 10:24: "Y considerémonos unos a otros para
estimularnos al amor y a las buenas obras".
Permíteme
añadir una cosa más mientras hablo sobre el canto. El canto, al igual que todos
los demás aspectos de la religión cristiana, es una cuestión de enseñanza, no
de nacer como un buen cantante. Muchas iglesias están fallando cuando se trata
de enseñar a los hermanos acerca del canto y cómo cantar. Aprendes a cantar de
la misma manera que aprendes a hacer cualquier otra cosa. La iglesia necesita
enseñanza sobre el canto, así como enseñanza sobre por qué no usamos
instrumentos mecánicos. Necesitamos enfatizar el canto, el entrenamiento para
líderes de canto, las escuelas de canto, y no debemos conformarnos con la
pereza y la mediocridad en nuestro canto.
Deben hacerse todas las cosas con
la meta de aprender
“Porque podéis profetizar todos uno por uno, para
que todos aprendan, y todos sean exhortados” (1 Cor. 14:31). La predicación
es enseñanza. Jesús dijo a sus discípulos:
Por tanto,
id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden
todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los
días, hasta el fin del mundo. Amén.
¿Cuánta
instrucción bíblica ofrece la predicación en el lugar donde asistes como oyente?
¿Podrías decir: "Hoy escuché la Palabra de Dios enseñada correctamente"?
Si no, ¿por qué no?
De la misma
manera, el canto también debería ser instructivo. Pablo dijo: "La
palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos
unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al
Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales" (Colosenses
3:16-17).
Todas las cosas deben hacerse
sin confusión
“Pues
Dios no es Dios de confusión, sino de paz. Como en todas las iglesias de los
santos” (1 Cor. 14:33). W.E. Vine define la confusión como:
"inestabilidad" (122). Piénselo. Una iglesia no puede ser estable con
una adoración inestable.
Todas las cosas deben hacerse
en paz
Pablo
escribió: "sino de paz, como en todas las iglesias de los santos"
(1 Corintios 14:33). El costo de que una iglesia tenga confusión y carezca de
unidad es grande. Parece que el meollo del problema en Corinto era que algunos
hermanos se imponían los unos a los otros y no estaban dispuestos a resolver
pequeñas diferencias por el bien del conjunto. Esto siempre resulta en ausencia
de paz. Uno tendrá dificultades para tener paz con Dios y consigo mismo si no
tiene paz con sus hermanos. Por eso nuestro Señor dijo: "Deja allí tu
ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y
entonces ven y presenta tu ofrenda" (Mateo 5:24).
Todas las cosas deben hacerse
con cada persona cumpliendo su papel adecuado.
Esto
se ve en lo que Pablo dice al respecto del rol de la mujer:
Vuestras
mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino
que estén sujetas, como también la ley lo dice. Y si quieren aprender
algo, pregunten en casa a sus maridos; porque es indecoroso que una mujer hable
en la congregación (1 Cor. 14:34-35).
Pablo dejó
claro, tanto aquí como en sus instrucciones en 1 Timoteo 2:12-14, que el papel
del hombre y el papel de la mujer en la adoración son diferentes. Además,
enfatizó, en 1 Corintios 12, que el papel de cada individuo en la iglesia es
diferente. No todos son el pie, la mano, el ojo o el oído, pero todos los
miembros, incluso las partes débiles, "son necesarias" (v. 22). El
énfasis de esto es muy importante para el tema en cuestión. Para que podamos
hacer las cosas decentemente y con orden en nuestra adoración, todos debemos
recordar que debemos hacer nuestra parte, sea cual sea, y no tener celos, ni sentirnos
inferiores o superiores a las demás personas. ¿Por qué? Porque todos somos
"un solo cuerpo" (v. 20). Lamentablemente, algunos se ven a sí mismos
como más importantes que otros, mientras que hay quienes se ven a sí mismos
como inútiles para la iglesia. Nuestra adoración siempre será deficiente a
menos que veamos a cada miembro, incluyéndonos a nosotros mismos, como una
parte vital de un cuerpo vivo.
Todas las cosas deben hacerse
según los mandamientos del Señor
Pablo
amonestó a estos hermanos, diciendo:
¿Acaso ha
salido de vosotros la palabra de Dios, o solo a vosotros ha llegado? Si alguno
se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos
del Señor. Mas el que ignora, ignore (1 Corintios 14:36-38).
Si
los hermanos no se ponen de acuerdo en los mandamientos del Señor y no los
toman como guía, no habrá unidad en la adoración y no se harán todas las cosas
"decentemente y con orden". He leído por ahí que, si una
pareja acudía a la oficina del difunto hermano Gus Nichols con problemas
matrimoniales, lo primero que él hacía era señalar la Biblia y preguntarles si
estaban dispuestos a cumplir lo que ella dice. Solo entonces se pueden resolver
los problemas matrimoniales.
Esta
es la aproximación que debemos tomar para resolver nuestros problemas de
adoración. Si los hermanos consideraran la Palabra de Dios como sumamente
importante y a sí mismos como poco importantes, entonces podrían acordar adorar
a Dios en espíritu y verdad, y esa adoración sería en unidad y paz. Cuando los
hermanos no adoran de acuerdo a los mandamientos de Dios, no puede haber una
adoración decente y ordenada.
OBRAS CITADAS
McCord, Hugo, McCord’s New
Testament Translation of the Everlasting Gospel. Henderson: Freed-Hardeman College,
1988.
Strong, James. The
Strongest Strong’s Exhaustive Concordance of the Bible. Grand Rapids:
Zondervan, 2001.
Thayer, Joseph. Thayer’s
Greek English Lexicon of the New Testament. Grand Rapids: Zondervan, 1981.
Vine, W.E., Merrill Unger,
and William White. Vine’s Expository Dictionary of Biblical Words. Nashville:
Thomas Nelson, 1985.