viernes, 22 de agosto de 2014

¿Puede una hermana hacer preguntas?

¿Puede una hermana hacer preguntas en una clase bíblica compuesta por hombres y mujeres? Y si puede, ¿cómo armoniza esto con la instrucción de Pablo en 1 Corintios 14:34 en cuanto a que la mujer debe guardar “silencio” en la congregación?

En primer lugar necesitamos definir el significado de “silencio” tal cual lo usa la Biblia generalmente, y luego el uso particular de este término en 1 Corintios 14. El término griego es sigao y esta es una palabra que nunca ha demandado un silencio absoluto e incondicional. En lugar de eso, la naturaleza del silencio está determinada por el contexto en el cual se ha utilizado la expresión.

El verbo sigao se encuentra muy pocas veces en la Biblia (unas 19 veces en el texto griego del Antiguo Testamento, y como una docena de veces en el Nuevo Testamento). Un cuidadoso examen de los términos revela que el contexto identifica la naturaleza del “silencio” bajo consideración.

Por ejemplo, cuando los israelitas, perseguidos por los egipcios, llegaron al Mar Rojo, ellos estaban aterrorizados; así que elevaron su querella ante Moisés. Él les dijo que Jehová pelearía por ellos y que podían estar “tranquilos” [en silencio] (Éx. 14:14). Eso obviamente no quería decir que tenían prohibido hablar en absoluto; sino más bien que dejaran de estarse quejando.

Cuando David describió ciertas debilidades en su vida las cuales eran el resultado de su debilidad —y el hecho de que él había guardado “silencio” bajo la carga (Salm. 32:3)— no se estaba refiriendo a un silencio absoluto, sino a un silencio en cuanto a su pecado. Él había fallado en no reconocer y abandonar su maldad.

Luego de que los discípulos atestiguaron la escena de la transfiguración, ellos “se lo callaron” (Lc. 9:36). Esto no significaba que desde ese momento no hablaron de nada en absoluto. Sólo que ellos no discutieron con los demás lo que habían visto en la montaña.

Ahora enfoquemos nuestra atención sobre 1 Corintios 14. El verbo sigao se usa tres veces en este capítulo.
Alguien que tiene el don de lenguas debe callar [guardar silencio] si no tiene intérprete y su audiencia no entiende el lenguaje en el cual hablará de los misterios divinos (v. 28).

Si un hermano está hablando, y otro hermano recibe una revelación más actual de parte de Dios, el primer orador debe guardar silencio (v. 30). Estas prohibiciones demandan silencio pero únicamente en cuanto a los temas que se están tratando. Esto no prohíbe que estos hombres hablen en absoluto lo cual no sería consistente con sus funciones. Seguramente estos hombres podían cantar, dirigir una oración, o también exhortar a la audiencia en un lenguaje que ellos pudieran comprender.

Finalmente, a las mujeres se les pide que guarden “silencio” (v. 34). Esto no demanda que una mujer guarde un silencio absoluto en la iglesia; de otra manera ella no podría cantar ya que el canto es una manera de “hablar” a otros en la congregación (vea Ef. 5:18-19).

En cambio y en armonía con lo que el apóstol ha enseñado en otras partes (1 Tim. 2:12), la mujer no debe hablar o enseñar en una forma que viole su rol como mujer. Ella no debe ocupar la posición de un maestro público de tal manera que se dirija a la congregación ejerciendo una autoridad sobre ella. Al asumir esta capacidad oficial ella estaría yendo más allá de la esfera en la que ha sido autorizada, y estaría violando un principio bíblico.

Cuando a una hermana se le permite hacer una pregunta, y ella lo hace con la debida modestia y respeto hacia el maestro, no hay nada que se pueda censurar en ella. ¿Diríamos que un estudiante que en el sistema público de enseñanza de nuestro país le haga una pregunta a su profesor, estaría usurpando el lugar y autoridad de éste?

Pero, permítame anticipar una objeción. Algunos, quienes no han entendido el contexto de 1 Corintios 14, y quienes han llevado este asunto a un extremo sin fundamento, alegan que el texto dice claramente que si la mujer tiene alguna pregunta puede hacerla a su marido en casa.

Si este extremo y literalístico punto de vista es verdadero, se deben seguir también las siguientes conclusiones.

La mujer debe determinar “no aprender nada” durante la adoración de la congregación pues eso es lo que “el texto dice”.

Si ella está soltera, entonces no tiene esperanza de aprender nada — pues ella no tiene un esposo a quien preguntarle en casa. De este modo, o decide casarse para aprender, o debe mantenerse en la ignorancia. La conclusión es absurda, por lo tanto su argumento es inválido.

El contexto total —de esta porción concluyente de 1 Corintios 14— sugiere que había un problema específico en la iglesia corintia, y tenía que ver con algunas mujeres agresivas. Algunas de las hermanas corintias estaban teniendo “un más alto concepto de sí” del que corresponde, y estaban hablando en la congregación con una actitud desafiante hacia los maestros. Bajo la máscara de querer recibir más información, probablemente ellas estaban realizando cuestionamientos con el único fin de poner a la defensiva a los servidores públicos de la enseñanza.

Cualquier manifestación de una conducta como ésta obviamente es una violación al principio enunciado por el apóstol en su más amplio tratado del tema tal cual lo hallamos en 1 Timoteo 2:12ss (Vea nuestra discusión acerca de “El Rol de la Mujer en la Iglesia”).


Recuerde esto. Las Escrituras deben verse como armoniosas (sin contradicción). No es un legítimo método de interpretación intentar poner un libro contra otro. Ω