sábado, 26 de enero de 2019

¿Se requiere una «fórmula de palabras» al administrar el bautismo?

Hay varias cosas que deben decirse en respuesta a esta conclusión no garantizada. Algunos hermanos, aparentemente, tienen la impresión (¿o convicción?) de que hay una fórmula particular de palabras que deben recitarse durante la administración del acto del bautismo. Esta concepción errada es el corazón mismo de la creencia que estos buenos hermanos defienden como dogma de fe. Ofrecemos las siguientes observaciones con respecto a este asunto.

¿Ordenó Jesús el bautismo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo?

Es irresponsable contender que el Señor ordenó a sus discípulos bautizar «en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo» (Mat. 28:19)—luego contender que ellos nunca hicieron esto y que si nosotros practicamos precisamente lo que Él ordenó hacer estaríamos mal.

¿Ordenó Cristo el bautismo «en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo»? Sí lo hizo. ¿Los apóstoles le obedecieron? Uno debe asumir que lo hicieron.

Si le obedecieron, ¿cuándo hicieron esto así? ¿Estaba esto exclusivamente confinado a aquel período de diez días entre la ascensión del Señor y el día de Pentecostés? No hay evidencia en lo absoluto que apoye el punto de vista de que la Gran Comisión, tal como se expone en Mateo, haya sido de una naturaleza temporal.

La realidad es que la bendición adjunta al encargo («y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo») claramente argumenta a favor de una Gran Comisión para un período de larga duración.

No se trata de una Fórmula de Palabras

Ningún pasaje en el Nuevo Testamento que mencione bautizar en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, o en el nombre de Cristo, o en su nombre está haciendo referencia a lo que se dice en el momento de la inmersión.

Cada texto describe lo que se está haciendo con una diferencia mínima en el énfasis dependiendo de la construcción gramatical. No hay alusión alguna a una fórmula de palabras que sea requerida para poder validar la inmersión.

Lenguaje Diferente

Es muy obvio que no hay una fraseología precisa asociada con el bautismo, aun en términos de lo que se está haciendo. Los textos relacionados con esta cuestión varían en el idioma original.

Mateo dice: «bautizándolos en [EIS] el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mat. 28:19).

Lucas usa frases tales como «sed bautizados cada uno de vosotros en [EPI] el nombre de Jesucristo» (Hch. 2:38), «bautizados en [EIS] el nombre del Señor Jesús» (Hch. 8:16), «bautizados en [EN] el nombre de Jesucristo» (Hch. 10:48), «bautizados en [EIS] el nombre del Señor Jesús» (Hch. 19:5).

Si uno asume que el Nuevo Testamento es inspirado por Dios y que no contiene contradicción alguna, entonces cada uno de estos textos está en lo correcto. No están en conflicto, sino que simplemente están discutiendo la relación del bautismo con la Deidad desde ángulos un poco diferentes.

En ninguno de estos textos se está prescribiendo una «fórmula de palabras» (Vea la discusión de Thayer acerca del término «nombre», p. 447).

La cuestión ha sido sintetizada de manera genial por Harold Mare y Hobart Freeman.

«El significado del bautismo en el nombre de Jesús varía ligeramente según la preposición griega que se haya utilizado. En Hch. 2:38 Pedro exhortaba a los judíos a arrepentirse y bautizarse en o en cuanto a [EPI] el nombre de Jesucristo, apoyándose en Su autoridad y dedicándose a Él. Mas tarde, Pedro instruyó a Cornelio a bautizarse en [EN] en el nombre de Jesucristo, actuando con Su autoridad [Hch. 10:48]. Tres pasajes utilizan EIS (Mat. 28:19; Hch. 8:16; 19:5), además de la frase paralela ‘bautizados en Cristo’ (Ro. 6:3; Gál. 3:27). Un estudio de estos versículos junto con el verbo BAPTIZO y EIS en 1 Cor. 1:13; 10:2; 12:13 indican que el bautizado se identifica con Cristo (o con Pablo o con Moisés), llega a ser su propiedad y entra en asociación con Él, con una nueva lealtad y comunión» (1176).

La realidad es que, si alguien es sumergido «en el nombre de Jesús», es decir, por Su autoridad, entonces su bautismo debe ser en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo pues esto es precisamente lo que Cristo mismo autorizó (Mat. 28:19). Aunque, nuevamente, debe enfatizarse que esto no se refiere a alguna fórmula de palabras pronunciadas, sino que en cambio enfatiza el propósito o meta del bautismo.

Finalmente, si la expresión «en el nombre de» representaba un patrón verbal que se requería pronunciando exactamente esas mismas palabras, entonces uno debería repetir esa frase cada vez que haga alguna cosa, pues Pablo ordena que todo lo que hagamos, sea de palabra o de hecho, se haga «en el nombre del Señor Jesús» (Col. 3:17).

Obras Citadas
  • Thayer, J. H. 1958. Greek-English Lexicon. Edinburgh: T. & T. Clark.
  • Mare, Harold and Freeman, Hobart. 2003. Wycliffe Bible Dictionary. Eds. C. F. Pfeiffer, H. F. Vos, John Rea. Peabody, MA: Moody.