Hay varias cosas que deben
decirse en respuesta a esta conclusión no garantizada. Algunos hermanos,
aparentemente, tienen la impresión (¿o convicción?) de que hay una fórmula particular
de palabras que deben recitarse durante la administración del acto del
bautismo. Esta concepción errada es el corazón mismo de la creencia que estos
buenos hermanos defienden como dogma de fe. Ofrecemos las siguientes
observaciones con respecto a este asunto.
¿Ordenó Jesús el bautismo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo?
Es irresponsable contender que el
Señor ordenó a sus discípulos bautizar «en el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo» (Mat. 28:19)—luego contender que ellos nunca hicieron esto y
que si nosotros practicamos precisamente lo que Él ordenó hacer estaríamos mal.
¿Ordenó Cristo el bautismo «en el
nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo»? Sí lo hizo. ¿Los apóstoles le
obedecieron? Uno debe asumir que lo hicieron.
Si le obedecieron, ¿cuándo
hicieron esto así? ¿Estaba esto exclusivamente confinado a aquel período de diez
días entre la ascensión del Señor y el día de Pentecostés? No hay evidencia en
lo absoluto que apoye el punto de vista de que la Gran Comisión, tal como se expone
en Mateo, haya sido de una naturaleza temporal.
La realidad es que la bendición
adjunta al encargo («y he aquí, yo estoy con vosotros todos los
días, hasta el fin del mundo») claramente argumenta a favor de una
Gran Comisión para un período de larga duración.
No se trata de una Fórmula de Palabras
Ningún pasaje en el Nuevo
Testamento que mencione bautizar en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo, o en el nombre de Cristo, o en su nombre está haciendo referencia a lo que se dice en el momento de la
inmersión.
Cada texto describe lo que se está haciendo con una
diferencia mínima en el énfasis dependiendo de la construcción gramatical. No hay
alusión alguna a una fórmula de palabras que sea requerida para poder validar
la inmersión.
Lenguaje Diferente
Es muy obvio que no hay una fraseología precisa asociada
con el bautismo, aun en términos de lo que se está haciendo. Los textos
relacionados con esta cuestión varían en
el idioma original.
Mateo dice: «bautizándolos en
[EIS] el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mat.
28:19).
Lucas usa frases tales como «sed
bautizados cada uno de vosotros en [EPI] el nombre de Jesucristo»
(Hch. 2:38), «bautizados en [EIS] el
nombre del Señor Jesús» (Hch. 8:16), «bautizados en [EN] el
nombre de Jesucristo» (Hch. 10:48), «bautizados en [EIS] el
nombre del Señor Jesús» (Hch. 19:5).
Si uno asume que el Nuevo Testamento
es inspirado por Dios y que no contiene contradicción alguna, entonces cada uno de estos textos está en lo
correcto. No están en conflicto, sino que simplemente están discutiendo la
relación del bautismo con la Deidad desde ángulos un poco diferentes.
En ninguno de estos textos se
está prescribiendo una «fórmula de palabras» (Vea la discusión de Thayer acerca
del término «nombre», p. 447).
La cuestión ha sido sintetizada
de manera genial por Harold Mare y Hobart Freeman.
«El significado del bautismo en el nombre de
Jesús varía ligeramente según la preposición griega que se haya utilizado. En Hch.
2:38 Pedro exhortaba a los judíos a arrepentirse y bautizarse en o en cuanto a [EPI] el nombre de Jesucristo, apoyándose en Su
autoridad y dedicándose a Él. Mas tarde, Pedro instruyó a Cornelio a bautizarse
en [EN] en el nombre de Jesucristo,
actuando con Su autoridad [Hch. 10:48].
Tres pasajes utilizan EIS (Mat.
28:19; Hch. 8:16; 19:5), además de la frase paralela ‘bautizados en Cristo’
(Ro. 6:3; Gál. 3:27). Un estudio de estos versículos junto con el verbo BAPTIZO y EIS en 1 Cor. 1:13; 10:2; 12:13 indican que el bautizado se identifica con
Cristo (o con Pablo o con Moisés), llega a ser su propiedad y entra en
asociación con Él, con una nueva lealtad y comunión» (1176).
La realidad es que, si alguien es
sumergido «en el nombre de Jesús», es decir, por Su autoridad, entonces su
bautismo debe ser en el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo pues esto es precisamente lo que Cristo mismo autorizó (Mat.
28:19). Aunque, nuevamente, debe enfatizarse que esto no se refiere a alguna fórmula
de palabras pronunciadas, sino que en cambio enfatiza el propósito o meta del
bautismo.
Finalmente, si la expresión «en
el nombre de» representaba un patrón verbal que se requería pronunciando exactamente
esas mismas palabras, entonces uno debería repetir esa frase cada vez que haga alguna cosa, pues Pablo ordena que todo lo que hagamos, sea de palabra o
de hecho, se haga «en el nombre del Señor Jesús» (Col. 3:17).
Obras Citadas
- Thayer,
J. H. 1958. Greek-English Lexicon. Edinburgh: T. &
T. Clark.
- Mare,
Harold and Freeman, Hobart. 2003. Wycliffe Bible Dictionary.
Eds. C. F. Pfeiffer, H. F. Vos, John Rea. Peabody, MA: Moody.