jueves, 31 de mayo de 2012

Un Alegado fracaso en el ministerio de Jesús


Tanto Mateo como Marcos dicen que Jesús dejó la región cercana al mar de Galilea y que fue a “su pueblo” (Mat. 13:54; Mr. 6:1). Indudablemente esto hace referencia a los alrededores de Nazareth, la ciudad en la que se crió Jesús. En relación con la visita del Señor a esta región Marcos registra una curiosa declaración: “Y no pudo hacer allí ningún milagro…” (6:5).

Frecuentemente los modernos “sanadores cristianos” apelan a este texto para explicar su propia incapacidad para efectuar milagros auténticos. “Algunas personas”, alegan ellos, “no tienen suficiente fe como para ser sanados”. ¿Cómo explica este pasaje el estudiante concienzudo de la Biblia? Debemos enfocar nuestra atención en varios aspectos importantes:

1.       La Biblia inequívocamente enseña que Jesús poseía el poder para efectuar milagros. Sus capacidades milagrosas habían sido profetizadas en el Antiguo Testamento (Isa. 35:5-6), éstas asombraron a Sus discípulos (Mat. 14:33) y confundieron a sus enemigos (Jn. 11:47). Él ejerció poder divino sobre la enfermedad (Jn. 9:1ss), sobre las leyes de la naturaleza (Jn. 6:19), sobre objetos materiales (Jn. 2:1ss), sobre el mundo demoníaco (Mat. 12:22), y aun sobre la misma muerte (Jn. 11:43-44). Además, hay ejemplos claros donde se realizaron milagros en favor de quienes no tenían fe en Él (comp. Lc. 7:11ss). ¿Cuánta fe puede tener un cadáver?

En vista de este amplio alcance de habilidades milagrosas, es difícilmente concebible que a Jesús le fallara el poder en esta ocasión. El estudiante probado debe buscar otra explicación razonable. Y el contexto remoto del episodio la provee.

2.       Una comparación de Marcos 6:5 con Mateo 13:58 (un texto paralelo) traerá la solución ante nosotros. Donde Marcos registra que Cristo “no pudo hacer ningún milagro allí”, Mateo simplemente declara lo siguiente: “Y no hizo muchos milagros allí a causa de la incredulidad de ellos”. Tanto Mateo como Marcos declaran el mismo hecho básico; sin embargo, el lenguaje que emplean respectivamente es ligeramente diferente.

El problema aparente está en la expresión de Marcos, “no pudo”. La fraseología griega es ouk edunato— una manera de hablar ocasionalmente empleada en el Nuevo Testamento para connotar la idea de que alguien, por alguna razón, elige no hacer algo — aunque técnicamente tiene la capacidad para hacerlo.

Considere estos ejemplos. En una de sus parábolas, Jesús nos cuenta de un hombre que recibió una invitación para una gran cena. Por razones propias (aunque injustificadas), él declinó dicha invitación diciendo: “Me he casado, y por eso no puedo [ou dunamai] ir” (Lc. 14:20). ¡Tener esposa difícilmente representa una imposibilidad!

En una de sus epístolas, el apóstol Juan escribe: “Ninguno que es nacido de Dios practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede [ou dunamai] pecar, porque es nacido de Dios” (1 Jn. 3:9). El apóstol no está afirmando que es imposible que un hijo de Dios peque (comp. 1 Jn. 1:8-9; 2:1-2); en cambio, está diciendo que cuando la verdad divina hace su residencia en el corazón, uno se determinará a no involucrarse en una habitual y persistente vida de pecado. El término “no puede” se usa como un imperativo moral.

3.       Esta es claramente la circunstancia que se desarrolló en la región de Nazaret. Había una razón por la que Jesús limitó sus demostraciones milagrosas delante de sus vecinos.

Primero, observe que el Señor efectuó algunos milagros en ese territorio. Aun Marcos dice específicamente, “sólo sanó a unos pocos enfermos sobre los cuales puso sus manos”. Por lo tanto, Su poder no era el problema.

Segundo, hay un énfasis en la tozuda y deliberada incredulidad de los judíos de esta área. El escritor inspirado nota que Jesús estaba “sorprendido” de tal incredulidad. En el texto griego el término “incredulidad” es precedido por un artículo definido, literalmente, “la incredulidad”, es decir, una profunda incredulidad de un nivel atroz. Mateo claramente describe que Jesús se contuvo de realizar muchos milagros allí “a causa de” la incredulidad de ellos (13:58).

LA RESPUESTA A LOS CRÍTICOS
Pero los críticos de la Biblia sienten que el problema no está resuelto. Ellos señalan que el propósito mismo de las señales milagrosas era producir una creencia. Por lo tanto, esta circunstancia proveyó el ambiente ideal en el cual Jesús podía manifestar su poder, convirtiendo así incrédulos en creyentes.

Sin embargo, esta objeción pasa por alto un elemento muy importante en relación con la manera en la que Dios trata con los seres humanos. El Señor ha concedido al hombre el poder de escoger. El don de la voluntad es intrínseco en aquellos que han sido hechos a la imagen del Creador. Sin embargo, la manera en la que se utiliza ese don de “elección” se determina por la condición del corazón (mente) de la persona. En una de sus parábolas, Cristo describió a la persona que tiene un corazón “recto y bueno” (Lc. 8:15). Un milagro convencerá al no-creyente— quien informado es lo suficientemente honesto como para evaluar la evidencia (comp. Mr. 9:24). Por otro lado, si alguien es fundamentalmente deshonesto, nada lo convencerá (comp. Lc. 16:31).

Cuando Jesús vino a la región de su antigua comunidad, se encontró con la resistencia de corazones endurecidos. En efecto, muchas personas decían: “¿De dónde sacó toda esa sabiduría y el poder para realizar semejantes milagros?». Y se burlaban: «Es un simple carpintero, hijo de María y hermano de Santiago, José, Judas y Simón. Y sus hermanas viven aquí mismo entre nosotros». Se sentían profundamente ofendidos y se negaron a creer en él” (Nueva Traducción Viviente [NTV]). (Vea Mat. 13:54ss; Mr. 6:1ss). Tanto Mateo como Marcos dicen que estas personas estaban “ofendidas” a causa de lo que hacía el Señor.

Por lo tanto, al discernir esta disposición hostil, el Salvador decidió limitar su actividad entre ellos. No había necesidad de echar “perlas” a los cerdos. Sin importar lo que hiciera, Él no recibiría ningún tipo de “honra” ¡ni de parte de sus propios vecinos! (Mat. 13:57; Mr. 6:4). Un erudito ha resumido muy bien el asunto:

[Jesús] percibió que era moralmente imposible ejercer su poder benefactor  a favor de ellos en vista de su incredulidad (Mat. 13:58). Ésta cerró la puerta ante la operación de Su poder. Rehusó forzarse por aquellos que no lo quieren (D.E. Hiebert, The Gospel of Mark, Greenville, SC: Bob Jones University, 1994, p. 156).

Otro escritor comenta:

Dios y su Hijo hubiesen podido hacer algo, pero habían decidido limitarse a Sí mismos debido a la respuesta humana… Jesús no era de esa clase de hacedores de milagros cuyo propósito principal es impresionar a su audiencia [sin tomar en cuenta la naturaleza de su disposición] (James Brooks, Mark – The New American Commentary, Nashville: Broadman, 1991, p. 100).

CONCLUSIÓN
Por consiguiente, cuando se toman en consideración todos los hechos, uno debe concluir que no hay problema alguno con la narración bíblica. El problema reside en el corazón de aquellos que buscan una falla en la vida de Cristo para así evitar someterse a Él. Ω

viernes, 18 de mayo de 2012

¿Qué podemos decir acerca del voto de Jefté?


Uno de los pasajes más difíciles del Antiguo Testamento tiene que ver con un voto hecho por uno de los jueces de Israel, Jefté, el cual está registrado en Jueces 11. Jefté hizo el voto que si el Señor le concedía la victoria sobre los Amonitas, lo primero que se encontrara con él a su regreso, sería ofrecido a Jehová en sacrificio. Cuando llegó a casa, su hija fue la primera en venir a saludarlo. Él estaba devastado, pero finalmente cumplió su  voto.

Generalmente se asume que esto significa que él la sacrificó como ofrenda. Algunos eruditos conservadores argumentan fuertemente que él cumplió su voto y le quitó la vida (vea Kaiser, pp. 193-195). Algunos de sus argumentos son los siguientes:

1.       Se alega que casi todos los escritores primitivos creían que Jefté realmente sacrificó a su hija. La idea de que él la dedicó a una virginidad perpetua comenzó en la Edad Media, dicen éstos.

2.       La era en la que Jefté vivió era una excesivamente corrupta, y él no era diferente de los demás hombres de su época.

3.       Se alega que la construcción gramatical del 11:31 sólo permite un sacrificio humano de su casa, no un sacrificio de animal.

4.       El sacrificio literal de su hija es la manera más natural de interpretar el contexto.

Ya que Jefté es descrito como uno de los grandes héroes de la era del Antiguo Testamento (Heb. 11:32), alguno eruditos sienten que esto involucra a la Biblia en una dificultad moral.

POSIBLES CONSIDERACIONES
Hay dos posibles maneras de abordar este asunto. Primero, si Jefté ofreció a su hija en sacrificio, lo hizo sin la aprobación de Dios, pues la ley de Moisés condenaba los sacrificios humanos (Deut. 18:10). El escritor del libro de los Hebreos no estaba aprobando esa atrocidad en particular como tampoco él aprobaba las mentiras de Abraham (Gén. 12:10ss), ni la prostitución de Rahab (Jos. 2:1ss). Reportar un evento no es equivalente a aprobarlo. La alusión en el libro de los Hebreos reflejaría una caracterización de la vida de fe de Jefté, vista en su totalidad, y no la desacreditaría  por un acto aislado (aunque horrible) de pecado, el cumplimiento de un voto hecho a la ligera.

Por otro lado, un número de prominentes eruditos (por ejemplo, Edersheim, Archer, Geisler, etc.) creen que Jefté no sacrificó a su hija como ofrenda; en cambio, argumentan que él la dedicó, como virgen, al servicio de Jehová por el resto de su vida.

En apoyo a este punto de vista, se ofrecen varios argumentos:

Un sacrificio humano atenta contra la ley de Moisés
Ya que el sacrificio humano era claramente una violación de la ley divina, parece probable que Jehová no habría concedido la victoria a Jefté (Jue. 11:32), sabiendo que eso resultaría en una grosera y pagana tragedia.

Ninguna condenación
No hay una condena para el acto de Jefté en ninguna parte del libro de los Jueces. Esto parece extraño en vista de que se reprende la conducta pagana de los otros jueces (vea el caso de Gedeón Jue. 8:27).

Lenguaje idiomático
El “y” (Heb. Vau) del versículo 30 puede ser una expresión idiomática con el sentido “o” (comp. Éxo. 21:15 en la LXX [versículo 17 en la Biblia en español] “el que maldiga a su padre o a su madre morirá”). De manera que, este personaje del Antiguo Testamento pudo haber afirmado simplemente que cualquiera que saliera a su encuentro cuando él regresara a casa sería dedicado a Jehová o sería ofrecido como sacrificio dependiendo de qué sería lo apropiado. Vea los comentarios del Dr. Hales (Clarke, p. 153).

La conducta de la doncella
La joven fue a la montaña a lamentar su virginidad, no su inminente muerte (11:37). Si ella sabía que iba a morir, ¿por qué desperdiciar los últimos dos meses de su vida en la soledad de la montaña, en lugar de quedarse con su familia (11:36-37)?

Lenguaje desconcertante
Jefté cumplió su voto (11:39). Si esto significa que la mató, ¿por qué añadir “y no conoció varón” [es decir, no tuvo intimidad con ningún hombre]?

La hija de Jefté: una heroína
Cada año después de esto las hijas de Israel “conmemoraron” (la palabra puede significar “alabaron”; comp. “repetirán” en 5:11) a la hija de Jefté (11:40). ¿Sería este el caso si ella se hubiera ofrecido en sacrificio en una ceremonia pagana en clara violación a la voluntad de Dios?

Un respetable erudito, Goslinga, quien contiende que Jefté sí sacrificó literalmente a su hija, concede que el punto de vista de la “virginidad perpetua” también es posible. Él dice que el hecho que Jefté continuó en sus funciones como juez después de este incidente, favorece ese punto de vista. De hecho, la ley de Moisés  imponía pena de muerte para cualquier que sacrificara a sus hijos a Moloc (Lev. 20:2).

Si Jefté sacrificó a su hija aunque fuera para el Señor— es difícil pensar que tantos israelitas no se hayan opuesto a semejante atrocidad. Goslinga dice que el exégeta bíblico puede actuar aquí con cautela, en lugar de ser dogmático (p. 396). Para una discusión balanceada de este asunto, vea McClintock & Strong (pp. 818-820). Vea también Douglas en: Fairbairn (III.215ff); Keil & Delitzsch (II.388ff).

Cualquier punto de vista que uno tome con respecto a este extraño incidente, no es necesario que se culpe a la Biblia de falta moral. Ω

BIBLIOGRAFÍA
  • Archer, Gleason (1982), Encyclopedia of Bible Difficulties (Grand Rapids: Zondervan).
  • Clarke, Adam (n.d.), Clarke’s Commentary (Nashville: Abingdon), Vol. II.
  • Fairbairn, Patrick. ed. The Imperial Bible Dictionary. London: Blackie & Son. 1876.
  • Edersheim, Alfred (1890 ed.), Bible History (Grand Rapids: Eerdmans, n.d.), III.
  • Geisler, Norman and Howe, Thomas (1992), When Critics Ask (Wheaton, IL: Victor Books).
  • Goslinga, C.J. (1986), Joshua, Judges, Ruth — Bible Student’s Commentary (Grand Rapids: Zondervan).
  • Kaiser, Walter C., et al. (1996), Hard Sayings of the Bible (Downers Grove, IL: InterVarsity Press).
  • Keil, C.F. & F. Delitzsch. Commentary on the Old Testament. Grand Rapids: Eerdmans. 1978.
  • McClintock, John and Strong, James (1969 ed.), Cyclopedia of Biblical, Theological, and Ecclesiastical Literature (Grand Rapids: Baker), Vol. IV.

martes, 15 de mayo de 2012

¿Debemos "levantar las manos" cuando oramos?


¿Ordena 1 Timoteo 2:8 que levantemos en alto nuestras manos cuando oramos al Padre? ¿Cómo sabemos si esto era o no una tradición en el tiempo de Pablo, o algo que deberíamos practicar hoy?

El estudiante cuidadoso de la Biblia está al tanto de que hay ciertas condiciones asociadas con la oración efectiva. Por ejemplo:

1.       La oración debe ofrecerse sólo a la Deidad (Mat. 6:9), nunca a los seres humanos (por ejemplo, a María o a los “santos”).

2.       Este modo de comunicación es una de aquellas bendiciones espirituales  que forman parte de esa relación de estar “en Cristo” (Ef. 1:3; Jn. 15:7; comp. Ro. 6:3-4; Gál. 3:26-27). Así que ésta es un privilegio cristiano. No hay autoridad en el Nuevo Testamento para que el pecador ore pidiendo salvación.

3.       La oraciones deben ofrecerse con plena confianza y con persistencia (Stgo. 1:5-8; 1 Tes. 5:17), y en armonía con la voluntad revelada de Dios (1 Jn. 5:14).

Estos y otros elementos son componentes de las peticiones aceptables para el Señor.

Una postura física específica nunca ha sido un requisito para una oración aceptable. La oración se puede hacer de pie (1 Sam. 1:26), o de rodillas (1 Re. 8:54). Algunas veces las peticiones fueron ofrecidas desde una postura postrada (1 Re. 18:42; Mr. 14:35). Alguien pudiera extender sus manos en oración (1 Re. 8:22; Isa. 1:15), o levantarlas (Job 11:13-14; Sal. 63:4). Pero ni el lugar (público o privado) ni la postura son elementos cruciales de la oración.

Sin embargo, levantar las manos en gesto de oración había sido un formato cultural común, tanto entre paganos como entre judíos y aun entre cristianos. Un monumento de piedra con dos manos levantadas (reflejando un acto de devoción entre los canaanitas) fue descubierto en el sitio del antiguo Hazor al norte de Palestina en 1955.

La “mano” como órgano importante de la actividad humana, se convirtió en un símbolo importante en la literatura bíblica. La expresión “la mano de Jehová” significa el poder del Señor (Isa. 59:1; comp. Hch. 4:28). “Manos que derraman sangre inocente” (Prov. 6:17) representa a los asesinos, etc.

Así, de manera similar, “levantando manos santas” (1 Tim. 2:8, énfasis mío) es una figura de lenguaje que enfatiza que la oración efectiva debe ir acompañada de una vida consagrada, una vida dedicada al servicio de Dios. El pasaje no está requiriendo que levantemos las manos cuando estamos orando.

¿Hay algo intrínsecamente malo en levantar las manos durante la oración? No, en absoluto. Levantar las manos ni está ordenado ni está prohibido.

Sin embargo, si me permiten, me gustaría dar mi opinión acerca de este tema.

·         Uno pudiera dar alguna impresión equivocada en cuanto a si ha habido algún cambio en las convicciones doctrinales. Por ejemplo, ¿no es común la percepción que este tipo de demostraciones se asocian frecuentemente con el fenómeno “pentecostal” o “carismático”?

·         Pareciera que algunos piensan que este tipo de cosas va a “recargar” sus vidas de más espiritualidad. Pero las mejoras espirituales vienen de una asimilación interna de la palabra de Dios, no como resultado de la alteración de los movimientos corporales.

·         ¿Podría este tipo de demostración tomarse como algo “presuntuoso” en nuestra cultura? Piense en eso. No hay nada inherentemente pecaminoso en “golpearse el pecho” (comp. Lc. 18:13) cuando uno ora, pero sería conveniente no hacerlo públicamente.

Otra vez, como se ha dicho anteriormente, no hay nada pecaminoso en postrarse en el suelo durante la oración (Mr. 14:35) pero ¿sería sabio hacerlo en la congregación? Debemos recordar que la percepción de los demás, y el ejercicio de un buen juicio, es un elemento importante en la conducta cristiana.

La persona espiritual debiera tomar estos distintos factores en consideración cuando decide acerca de cuál postura física es la más apropiada en la oración pública. Ω

sábado, 12 de mayo de 2012

Algunas reflexiones de Salomón en cuanto a la Muerte


A pesar de algunas alegaciones de lo contrario, la mejor evidencia aún apoya la conclusión que Salomón, el hijo de David, rey en Jerusalén, fue el autor del libro de Eclesiastés (vea 1:1, 12). La proposición básica de esta emocionante aunque difícil —narrativa del Antiguo Testamento es la afirmación de que las metas terrenales, consideradas como fines en sí mismas, guían solamente a la decepción. Una persona no puede encontrar la felicidad en la mera sabiduría o en la riqueza, en el poder o en el placer. Todos esos esfuerzos son como perseguir el viento— un empeño fútil. Por lo tanto, el individuo prudente reverenciará a Dios y obedecerá sus mandamientos (12:12, 13).

En el capítulo 9 el sabio tiene una breve discusión relativa a la muerte. En esta discusión, consideraremos dos de sus declaraciones, y señalaremos algunas verdades que son altamente significativas para nuestra instrucción espiritual. El texto dice lo siguiente:

Porque los que viven saben que han de morir, pero los muertos no saben nada, ni tienen ya ninguna recompensa, porque su memoria está olvidada. En verdad, su amor, su odio y su celo ya han perecido, y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace bajo el sol (9:5-6).

Primero, el escritor reconoce la verdad universal en cuanto a que todos estamos destinados a morir. Con la excepción de la generación que atestiguará el regreso de Cristo (1 Cor. 15:51), la muerte es una cita a la que todos tendremos que asistir (Heb. 9:27). Tanto de su experiencia como de lo que han leído en las Escrituras, ¡los vivos saben que morirán! Aunque algunas autoridades médicas presuman arrogantemente que en el futuro alcanzaremos la inmortalidad, aún la muerte es una certeza. Si no hubiera temor a la muerte (Heb. 2:15), la humanidad sería aun más malvada de lo que es. Por consiguiente, el reconocimiento de una eventual muerte es un incentivo para la vida en piedad.

Segundo, Salomón dijo que los muertos “no saben nada”. Los religiosos materialistas han aplicado mal este pasaje asegurando que los muertos no están conscientes. Tal punto de vista hace que este pasaje entre en conflicto con otros numerosos textos los cuales claramente indican que los muertos no están al tanto de lo que transpira “debajo del sol” (9:6b), es decir, en la tierra. Los muertos no tienen conocimiento de nada que esté sucediendo en este planeta. Esta verdad contiene implicaciones que son devastadoras para algunas prácticas religiosas. Por ejemplo:

1.       Esto sugiere que la adoración a los muertos es fútil. Algunos religionistas ofrecen alimento y bebida a sus ancestros; esta práctica es muy tonta (sin añadir que es idólatra), pues los parientes difuntos no se percatan de tal servicio religioso.

2.       La doctrina católica romana de rezar a los santos también está condenada a la luz de esta información.

3.       El concepto “espiritista” de intentar comunicarse con los muertos (y alegar que obtienen respuestas) es claramente una desviación de lo que enseña este texto inspirado.

4.       Algunos parecen sentir alivio pensando que sus seres queridos que han fallecido observan sus actividades terrenales desde el más allá. No hay base bíblica para esta opinión puramente emotiva.

Tercero, los muertos no tienen más recompensas por obras que se hagan acá en la tierra. Mientras vivían en la tierra, las recompensas terrenales eran suyas; ahora, éstas se encuentran más allá de su alcance. ¿Qué sugiere esto? Sugiere que los muertos no pueden pedir recompensas de parte de los vivos. Esto contradice las vanas esperanzas de ciertas prácticas religiosas. Por ejemplo:

1.       Los mormones enseñan el “bautismo proxy” [proxy=intermediario, sustituto], es decir, la noción de que los vivos pueden ser sumergidos en favor de los muertos y transferirles las bendiciones obtenidas. Esto no puede ser; ni la justicia ni la iniquidad son transferibles (vea Ez. 18:20).

2.       La teología católica romana alega que el ritualismo terrenal (por ejemplo las misas) pueden ser efectivas en favor de los muertos, asegurando así su pronta liberación del Purgatorio. Otra vez, esto no es consistente con la verdad bíblica. Una vez que una persona deja esta tierra, las oportunidades para la salvación se pierden para siempre.

Cuarto, Salomón asegura que nuestros ministerios, por regla general, se olvidan pronto. Aunque es cierto que unos cuantos sobresalientes dejan su legado histórico por generaciones, usualmente ese no es el caso. Uno puede caminar por los cementerios de las grandes ciudades y observar las lápidas que cubren la tumba de aquellos de quienes este mundo no sabe prácticamente nada. El epitafio en muchas de ellas, “Te fuiste, pero no te olvidaremos”, desafortunadamente no es acertado. El punto es, uno necesita emplear su influencia ahora; debemos usar nuestros talentos, energía, dinero, personalidad, etc., para hacer el bien mientras vivimos, pues el día viene cuando las oportunidades terrenales se acabarán.

Quinto, el sabio rey observa no tienen ya más parte en las actividades terrenales. Esta declaración tiene unas muy claras implicaciones:

1.       Esto contradice la noción mística de la rencarnación. Con el influjo de las filosofías religiosas orientales, más y más personas en nuestro país— aun aquellos que profesan una “clase” de cristianismo— están impresionados con la posibilidad de “volver atrás” en alguna forma rencarnada. El concepto de la rencarnación es una apostasía de Eclesiastés 9:6, como de otros pasajes similares (comp. Heb. 9:27).

2.       Más de moda que la rencarnación está la idea del premilenialismo. Esta es la doctrina sectaria que alega que Cristo algún día regresará a esta tierra, resucitará a los justos, y luego, con ellos, reinará por mil años desde Jerusalén. No hay en absoluto evidencia alguna en cuanto a que los justos que han muerto se levantarán para vivir de nuevo en la tierra. Los muertos no tienen ya más parte en los eventos terrenales.

3.       Esta declaración también excluye la teoría, estilizada por muchos denominacionalistas, de que los cielos estarán aquí mismo en la tierra. Seguramente será innecesario señalar que las Escrituras claramente reconocen la diferencia entre los cielos y la tierra (vea Mat. 6:19-20). El cielo no estará en la tierra.

Eclesiastés 9:5-6 es rico en significado. Este implica varias proposiciones que se oponen en un vívido contraste con un número de ideas religiosas equivocadas. Ω

La "prueba científica" del día extendido de Josué


Algunas “historias” sobreviven por sí solas. No importa cuán frecuentemente sean desacreditadas, aun así sobreviven. Esto es cierto en cuanto a la supuesta “prueba” astronómica para la narración bíblica con respecto al “día extendido de Josué”.

Cuando el ejército israelita estaba involucrado en la conquista de Canaán, Dios intervino sobrenaturalmente en cierta ocasión extendiendo el período de la luz del día de un día de batalla en particular, y así permitió a los hebreos obtener una gran victoria (Jos. 10:12-14). Desde luego, los críticos escépticos se mofan de este relato porque ellos, ipso facto, rechazan los milagros.

Hace un siglo ya, una historia se abrió camino en la atención pública. El profesor C. A. Totten de la Yale University, circuló una anécdota de cómo un colega suyo, un astrónomo, había descubierto la confirmación “científica” del “día extendido de Josué”.

Supuestamente, estudiando los registros de antiguos equinoccios, eclipses, tránsitos, etc., este científico había descubierto un “día perdido” en la historia, el cual pudo posteriormente explicar combinando el relato del día extendido de Josué, junto con el registro de la sombra retrocediendo en el reloj de Ezequías (Isa. 38:7-8). Así que él había descubierto una “demostración” que el registro de la Escritura era científicamente exacto en este aspecto.

El testimonio de Totten se ha repetido frecuentemente. Se ha incorporado en el pequeño volumen de Sidney Collett (valioso en muchos aspectos), All About the Bible [Todo acerca de la Biblia] (New York: Fleming Revell, 1933, pp. 285-286) y un tiempo después (1936) la historia fue publicada en el popular libro de Harry Rimmer, A Harmony of Science and Scripture [Una Armonía de la Ciencia con la Escritura] (Grand Rapids: Eerdmans, 1956 ed., pp. 281-282).

En 1970 la historia tomó un giro más contemporáneo. Comenzaron a aparecer artículos en varias publicaciones afirmando que un caballero llamado Harold Hill, presidente del Curtis Engine Co. de Baltimore, y un “consultor en asuntos del espacio” mantenía en su posesión datos obtenidos del Goddard Space Center los cuales proveían esencialmente la misma información encontrada en la historia de Totten de ocho años antes.

Este relato ha sido repetido recientemente en un gran número de boletines de iglesias, y ha circulado vía e-mail por el internet. Ha pasado de un lado a otro gracias a las buenas personas que, creyendo en su autenticidad, han querido compartirlo con otros.

Aunque, cuando es pesado en la balanza de la evidencia, deja mucho que desear.

Un número de eruditos creacionistas se empeñaron en tratar con esto en 1970 y establecer con certeza los hechos de este caso. En un artículo reciente titulado: “A False Trail for Joshua’s Long Day” [Una falsa huella del día extendido de Josué] el cual apareció en Christian News (19 de junio del 2000, pp. 1, 5-6), el Dr. Erick von Fange ha mostrado cuán falaz es todo este episodio. Por ejemplo, en resumen:

1.       Investigando en el Goddard Space Center se percataron que allí nadie conoce a Harold Hill ni saben de alguna computadora que hubiera trabajado en algo relacionado con el día extendido de Josué. Las declaraciones de uno de los oficiales a cargo fueron que la historia de Hill era, en palabras de von Fange, “una completa invención sin ninguna pizca de verdad.”

2.       Otros eruditos observaron que la tesis original estaba gravemente equivocada, involucrando datos cronológicos que ahora sabemos que son inexactos. Hubo una falta de cualquier cálculo matemático que corroborara sus afirmaciones, y hubo un cierto número de problemas adicionales, de muy seria naturaleza también.

En el análisis final el Dr. Von Fange concluyó:

“No podemos leer las mentes de Totten y Hill o conocer sus motivaciones al contar esas historias. Sabemos que la historia es falsa, aunque no dudamos de la veracidad de estos eventos bíblicos. Los eventos realmente acontecieron. Es desafortunado que algunas personas piensen que esparciendo esta clase de desinformación ayudan a la causa del evangelio”.

Los cristianos están repletos de evidencia a su disposición la cual apoya la veracidad de las Escrituras. No necesitamos defender la fe con “una espada rota”. Ω

sábado, 5 de mayo de 2012

Los demonios y su poder, antes y ahora


(“Devils” [diablos] como se encuentra en la King James Version es una traducción incorrecta. La palabra para diablo es diabolos. Otros términos daimonizomai  (encontrado trece veces), daimon (una vez), daimoniodes (una vez), y daimonion (sesenta y tres veces), se traducen “demonios” (o algún equivalente) en la Biblia de las Américas. Solamente hay un diablo pero hay muchos demonios).

EL ORIGEN DE LOS DEMONIOS
La etimología del término “demonio” es algo oscura, pero algunos sugieren que viene de una raíz griega que significa “conocer”, queriendo referirse a “alguien que sabe” (Vine 1991, 203). Vincent observó que Platón derivó el término de daemon significando “sabido” o “sabio” (1972, 92). Antiguos escritores griegos sugirieron que el génesis del término se encuentra en el hecho que estas entidades eran consideradas como “seres inteligentes” (McClintock and Strong 1968, 639). No me voy a involucrar en una discusión de cómo eran considerados los demonios en el mundo antiguo, excepto para decir que eran vistos como espíritus malignos “en alguna forma entre seres humanos y divinos” (Arndt and Gingrich 1967, 168).

A diferencia de la literatura especulativa de la antigüedad, el Nuevo Testamento no hace ningún intento por explicar el origen de los demonios o para describir algunas características materializadas (comp. Reese 1992, 141). Esto parece remarcable; la restricción, creo yo, es una evidencia sutil de la inspiración divina de esas narraciones. Sin embargo, los eruditos han especulado en cuanto al origen de los demonios. Consideraré brevemente algunas de sus ideas.

¿Una raza pre-adámica?
Algunos alegan que los demonios eran espíritus incorpóreos de una raza de hombres pre-adámica la cual vivió en la tierra en un lapso que supuestamente cabe entre Génesis 1:1 y 1:2. Hay dos cosas que están mal en esta noción:

1.       No hay en absoluto evidencia de un lapso histórico entre los primeros dos versículos de Génesis (vea Fields 1976).

2.       No hubo personas antes de Adán. Él vino directamente de Dios (Lc. 3:38), y fue el “primer” hombre (1 Cor. 15:45). 

Un cruce entre ángeles y mujeres
Otros trazan el origen de los demonios hasta una supuesta cohabitación entre ángeles y ciertas mujeres del mundo antes del Diluvio (Gén. 6:1-6). Esta teoría es negada por el hecho que Cristo enseñó que los ángeles son seres asexuales, incapaces de tales uniones (Mat. 22:30; vea también Kaiser 1992, 33-38).

Ángeles caídos
Se ha argumentado que los demonios del primer siglo pueden ser identificados con los ángeles caídos mencionados en 2 Pe. 2:4 y Judas 6, algunos de los cuales, consistente con el plan divino, se les permitió abandonar temporalmente la esfera de confinamiento con el propósito de habitar en ciertas personas. Charles Hodge sostiene esta teoría (1960, 1.643), la cual probablemente es la idea más popular con respecto a este asunto.

¿Espíritus de hombres malvados?
Otro punto de vista es que los demonios eran espíritus de hombres malvados que habían muerto y a quienes Dios les permitió dejar el Hades para contribuir a la implementación del plan divino de redención. Josefo alegaba que los demonios eran los “espíritus de los malvados, que entran a los hombres vivos y los matan, a menos que puedan obtener alguna ayuda contra ellos” (Guerras de los Judíos 7.6.3).

Alexander Campbell pronunció una muy bien estudiada conferencia en Nashville, Tennessee el 10 de marzo de 1841, en la cual él, de forma persuasiva, argumentaba a favor del caso que los demonios del mundo antiguo eran los espíritus de los muertos. La forma impresa de esos estudios es digna de estudio.

En el análisis final, no se puede obtener ninguna conclusión dogmática con referencia al origen de los demonios. Que ellos existían no cabe en la duda de quienes toman seriamente a la Biblia; en cuanto a su origen, las Escrituras guardan silencio.

LA NATURALEZA Y CARÁCTER DE LOS DEMONIOS
La naturaleza de los demonios es deletreada explícitamente en el Nuevo Testamento. Ellos eran seres espirituales. Esto, desde luego, crea un problema para los escépticos, quienes niegan que haya algo más aparte de lo material. Pero considere el testimonio de Mateo: “Y al atardecer, le trajeron muchos endemoniados; y expulsó a los espíritus con su palabra, y sanó a todos los que estaban enfermos” (8:16). Note que las palabras “demonios” y “espíritus” se usan intercambiablemente. Ya que es sabido que “un espíritu no tiene carne y huesos” (Lc. 24:39), uno debe concluir que los demonios no eran seres físicos.

Como entidades espirituales, los demonios pueden ejercer una voluntad (“volveré”) y locomoción (“va…y entrando”) (Mat. 12:44-45). Además, ellos podrían asimilar información factual. En una ocasión un demonio le dijo a Cristo: “Yo sé quién eres: el Santo de Dios” (Lc. 4:34; comp. Mr. 1:24). También ellos poseían una sensibilidad religiosa. “Tú crees que Dios es uno. Haces bien; también los demonios creen, y tiemblan” (Sgto. 2:19). “Temblar” aquí significa “Dejar atónito con un temor extremo, horrorizarse” (Thayer 1958, 658). El hecho es que tiemblan de anticipar su condena final (vea Mat. 8:29).

En cuanto a su carácter, los demonios son descritos como “impuros” y “malignos”. Al describir la naturaleza vil de la nación judía de su tiempo, el Señor dio una ilustración de un hombre poseído por un espíritu “impuro” (Mat. 12:43), el espíritu abandonó al hombre, pero más tarde volvió a entrar en él, llevando con él a otros espíritus aún “peores” (v. 45). Este pasaje revela la disposición “impura” (Griego akathartos “no puro”) o “malo” (kakos lo que no solamente es malo moralmente, sino también perjudicial) [Comp. Vine 1991, 272] de los demonios. En este texto también se observa que había grado de vileza (“peores”) en los demonios.

UN ARGUMENTO RAZONABLE
 El Nuevo Testamento claramente indica que los demonios estaban bajo el control de la autoridad divina. Por ejemplo, Jesús podía mandarlos a abandonar a una persona (Mat. 8:16), o hasta callarse (Mr. 1:34). Los demonios que atormentaban al hombre en el pueblo gadareno no podísn entrar en un pequeño hato de cerdos a menos que el Señor lo concediera (Mr. 5:13-14). Ya que es el caso que los demonios no podían hacer nada sin permiso divino, la pregunta intrigante es: ¿Por qué Dios permitió a estos malévolos seres entrar en las personas?

La realidad del asunto es que la Biblia no da una respuesta específica a esta pregunta por lo menos no de una forma que satisfaga plenamente nuestra curiosidad. Aunque creo que se puede argumentar un caso lo suficientemente razonable para arrojar alguna luz sobre este tema.

Si la misión de Jesucristo, como el divino Hijo de Dios, tenía que ser efectiva, era necesario que la autoridad absoluta del Señor quedara establecida. No podía quedar ningún cabo suelto. Así que vemos al Salvador demostrando su autoridad en varias formas.

1.       Cristo exhibió su poder sobre las enfermedades y sobre los alimentos físicos (Mat. 9:20-22; 4:46-54; 9:1-41).

2.       El Señor ejerció su autoridad sobre los objetos materiales (Mat. 14:15-21; 17:24-27; Jn. 2:1-11; 21:1-14).

3.       Jesús demostró que Él podía controlar los elementos de la naturaleza (Mat. 8:23-27).

4.       El Maestro hasta suspendió la ley de la gravedad en relación con su propio cuerpo cuando caminó sobre las aguas del mar de Galilea (Mat. 14:22-23).

5.       El Señor liberó a algunos que habían sido cautivos de la muerte (Mat. 9:18-26; Jn. 11:1-45).

Finalmente, no es irrazonable asumir que, ya que el Salvador había mostrado su maravilloso poder en todos estos campos, asimismo era apropiado que Él fuera capaz de demostrar su autoridad en la esfera de los espíritus también. ¡Satanás no tiene el control absoluto!

De hecho, considere este interesante pasaje. Cuando los setenta discípulos regresaron de una jornada evangelística (Lc. 10:1) ellos alegremente le decían a Cristo: “Señor, hasta los demonios se nos sujetan en tu nombre”. Jesús respondió: “Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo” (vv. 17-18).

La importancia de esta declaración es la siguiente: el poder de los discípulos sobre los demonios amparado en el nombre (autoridad) de Cristo era un preámbulo de la caída completa y final del diablo.  

Considere otra referencia. Cristo dijo: “Pero si yo por el dedo de Dios echo fuera los demonios, entonces el reino de Dios ha llegado a vosotros. Cuando un hombre fuerte, bien armado, custodia su palacio, sus bienes están seguros. Pero cuando uno más fuerte que él lo ataca y lo vence, le quita todas sus armas en las cuales había confiado y distribuye su botín” (Lc. 11:20-22).

El argumento de El Salvador es: “Yo expulso demonios, los siervos de Satanás. No podría hacerlo si yo no fuera más fuerte que él. Así que mi poder es superior al de él”.

Estos pasajes, creo yo, nos ayudan a entender el propósito de la posesión demoníaca en el primer siglo. Era establecer el alcance y la suprema autoridad del Hijo de Dios.

Por qué los demonios entraron en ciertos individuos en particular no lo explica la Escritura. Unger argumentaba que “en la gran mayoría de los casos de posesión sin duda se podía trazar un constante acercamiento a la tentación y al pecado” (1952, 95). Sin embargo, en el ejemplo del joven epiléptico, él había sido atormentado “desde su niñez” (Mr. 9:21), lo cual sugiere, por lo menos aquí, que el pecado personal no necesariamente era un factor causante de la posesión demoníaca.

EL PODER DE LOS DEMONIOS HOY
Se puede construir un caso poderoso a favor de la proposición que la posesión demoníaca no fue permitida más allá de la era apostólica— la era de los milagros.

Cuando el profeta Zacarías predijo la llegada de la dispensación mesiánica y las bendiciones que acompañarían al esparcimiento del evangelio, él mencionó que el Señor quitaría “…de la tierraal espíritu inmundo” (Zac. 13:1-2). Algunos sienten que la expresión “espíritu inmundo” puede ser una alusión a, o incluir la cesación de la actividad demoníaca. Hailey ve esto como una predicción de la eventual terminación de la actividad profética (de parte del pueblo de Dios) y la restricción del poder de los espíritus inmundos.

Asimismo, los espíritus inmundos, que eran la antítesis de los profetas, cesarían. En la conquista de Cristo sobre Satanás y su ejército, los espíritus inmundos han cesado de controlar a los hombres como lo hicieron en el tiempo del ministerio de Cristo y de los apóstoles (1972, 392).

Aunque no es éste el punto de vista más común de cómo interpretar la profecía de Zacarías, y ciertamente no se podría construir un caso entero sobre esto, el mismo no está sin fundamente. Una proposición más firme se podría argumentar de la siguiente manera:

Con el cierre del primer siglo, la época de lo sobrenatural llegaría a su final. Dios no está empoderando hombres para actuar de manera milagrosa hoy en día. Esto está evidencia en las siguientes observaciones:


NADIE HA REPETIDO LOS MILAGROS DEL PRIMER SIGLO HOY EN DÍA
Nadie camina sobre el agua, ni resucita muertos, ni calma una tempestad, ni convierte el agua en vino, ni sana instantáneamente una oreja mutilada, ni extrae dinero de un pez, etc. los milagros son fenómenos para auto-comprobarse de manera que no puedan ser negados, hasta por la crítica hostil (comp. Jn. 11:47; Hch. 4:14-16); claramente ninguno de estos está ocurriendo hoy.

EL PROPÓSITO DE LOS DONES SOBRENATURALES ERA CONFIRMAR LA AUTENTICIDAD DE LA REVELACIÓN DIVINA QUE ESTABA SIENDO RECIBIDA DESDE EL CIELO (Mr. 16:9-20; He. 2.1-4)
Ya que el proceso de revelación fue completado cuando se escribió el último libro del Nuevo Testamento, los milagros ya no se necesitaban más, por eso cesarían. Ellos eran como el andamio que se quita cuando ya está listo el edificio.

EL NUEVO TESTAMENTO ARGUMENTA EXPLÍCITAMENTE QUE SE ASOMABA AL HORIZONE EL DÍA CUANDO LOS MILAGROS CESARÍAN
Pablo defendió esa posición tanto en Ef. 4:8-16 como en 1 Cor. 13:8-10. Durante los primeros días de la era apostólica, la revelación divina había estado “en parte”, es decir, pieza por pieza. Sin embargo, el apóstol dijo que cuando “lo perfecto” o “lo completo” llegara, la revelación parcial, la que vino mediante los distintos dones (por ejemplo el de conocimiento [sobrenatural] y el de profecía), cesaría (1 Cor. 13.8ss).

El prominente erudito en griego W. E. Vine resumió muy bien el asunto.
Con la finalización del testimonio apostólico y la finalización de las Escrituras de la verdad (“la fe una vez dada a los santos”, Judas 3), “lo perfecto” vendría, y los dones temporales se irían. Pues las Escrituras provistas por el Espíritu de Dios eran “perfectas”. No debía añadírseles nada, y nada debía quitárseles. Esta interpretación está en armonía con el contexto (1951, 184).

Aquí hay un punto crucial. Si es el caso que los poderes milagrosos han sido quitados de la posesión de la iglesia, incluyendo la capacidad de expulsar demonios (Mr. 16:17-20), ¿será acorde con la razón que Dios permitiera a los demonios atacar sobrenaturalmente a las personas hoy en día, concediendo así una ventaja injusta sobre la familia humana? ¿Cómo encajaría esto con la promesa: “…mayor es el que está en vosotros que el que está en el mundo” (1 Jn. 4:4).

En otras palabras, si el don para expulsar demonios está ausente hoy, ¿no sería una conclusión razonable que la posesión demoníaca también lo esté?

CONCLUSIÓN
Ciertamente Satanás ejerce una fuerte influencia hoy en día. Sin embargo, como Dios no actúa milagrosamente en esta era, pero influye a través de Su palabra y a través de los eventos de la providencia, así también, el diablo ejerce su poder indirectamente, y no milagrosamente, a través de varios medios. Los casos actuales que se están asociando con posesión demoníaca sin duda son el resultado de problemas sicosomáticos, histeria, hipnosis auto-inducida, decepción, desilusión y cosas semejantes. Estas cosas tienen una natural, aunque no siempre comprensible, causa. Ω

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