domingo, 19 de mayo de 2013

La negación del Islam de la muerte de Cristo


El Corán de los islámicos asegura que Jesús no fue crucificado; En lugar de eso la muerte del Señor sólo lo fue “en apariencia”. De hecho, se alega que Él fue “elevado” hasta Dios sin morir en la cruz (Sura IV. 157-158).

Esta alegación está absolutamente vacía de evidencia. Por ejemplo considere lo siguiente:

1.       Los profetas del Antiguo Testamento predijeron la muerte de Cristo. El Señor iba a ser perforado (Salm. 22:16; Zac. 12:10); muerto como un cordero ante el carnicero (Isa. 53:7), asesinado como la víctima de la Pascua (Éx. 12:1ss; comp. 1 Cor. 5:7), y entraría al Seol (Salm. 16:10; comp. Hch. 2:22-32) — el terreno de los muertos.

2.       Jesús mismo declaró que lo matarían (Mt. 16:21), y que su cuerpo estaría en la tumba durante tres días (Mt. 12:40).

3.       Los expositores del Nuevo Testamento afirmaron uniformemente que Jesús murió. Pedro proclamó este mensaje (Hch. 2:23; 3:15; 1 Pe. 1:18-21), igual Esteban (Hch. 7:52), Pablo (Hch. 13:28; 1 Cor. 15:1ss), y otros (comp. Apo. 5:9; 11:8; 12:11), etc.

4.       La historia secular afirma que Cristo murió. Josefo, el historiador romano, se refirió a la muerte de Jesús (Antigüedades 18.3.3). El escritor romano Tácito, dijo que Cristo fue “ejecutado” por Pilato (Anales 15.44). Los primeros enemigos del cristianismo, por ejemplo Celsio y Luciano, también concedieron que la muerte de Cristo era un hecho, como también lo hicieron los autores patrísticos del período ante-niceno.

La evidencia de la muerte del Señor es absolutamente abrumadora. Solamente un ignorante de la historia, o con una agenda diabólica, se atrevería a negar esta realidad irrefutable.

Un erudito islámico, quien había escrito un breve comentario acerca del Corán, expresa el punto de vista islámico con respecto a este asunto.

“El final de la vida de Jesús en la tierra está tan envuelto en el misterio como lo estuvo su nacimiento, y ciertamente la mayor parte de su vida privada, excepto los tres años de su ministerio. No es beneficioso discutir las muchas dudas y conjeturas que hay entre las sectas cristianas y los teólogos musulmanes. La Iglesia Ortodoxa Cristiana hace de la muerte en la cruz, de la sepultura y la resurrección al tercer día con el mismo cuerpo intacto, y que caminó y conversó con sus discípulos, y que luego ascendió al cielo el punto cardinal de su doctrina. Esto es necesario para la doctrina del sacrificio de sangre y la expiación vicaria de los pecados, lo cual es rechazado por el Islam” ((Qur’an — Translation & Commentary, Islamic Propagation Centre International, A. Yusuf Ali, 1946, p. 230).

El señor Ali cita varias fuentes para favorecer la noción de que Cristo nunca murió, por ejemplo, los basilianos y los docetas. El intento del caballero para desacreditar la muerte de Cristo es absolutamente fútil. Con respecto a estas dos fuentes podemos observar someramente lo siguiente:

1.    Basílides era un gnóstico egipcio del Siglo II d. C. Era un falso filósofo quien tenía solamente una remota conexión con el cristianismo. Basílides enseñó muchas cosas que serían repudiadas por el Islam. Difícilmente se le puede citar como una autoridad.

2.       El movimiento gnóstico conocido como los docetistas, negaba que Jesús hubiese venido en forma humana; Él solamente “parecía” ser humano. Por supuesto que los musulmanes no apoyarían ese punto de vista.

Por consiguiente es enteramente cínico citar estas fuentes como si pudieran considerarse de algún valor en cuanto a su descripción con respecto a la persona de Jesús de Nazaret.

El repudio islámico dela muerte de Cristo está basado en la aversión hacia la doctrina bíblica de la muerte vicaria del Señor como expiación por el pecado, y así niega el corazón mismo del evangelio de Jesús de Nazaret. La religión de Mahoma es hostil a la fe cristiana, y nunca debe ser visto como un sistema religioso opcional que cuente con aprobación divina.

Desafortunadamente algunos quieren ver el árbol de los beneficios prácticos de esta religión mientras ignoran el bosque de aberraciones doctrinales que este movimiento religioso defiende.

El cristiano auténtico no se atrevería a caer en tal compromiso (Mat. 10:32-33). Ω

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