El día sagrado islámico, Qurbani Id (o Id Al-Adha), es conocido como “El Festival del Sacrificio”. Los musulmanes
celebran esta “gran fiesta de sacrificio” en el décimo día del último mes del
año musulmán. Según su esquema doctrinal, este día celebran la disposición de
Abraham a sacrificar a su hijo con Agar, Ismael.
Si Ud. recuerda el relato del
Antiguo Testamento, se habrá quedado perplejo. ¿No fue a Isaac a quien Dios instruyó a Abraham a sacrificar? La diferencia
es ésta. Los cristianos aceptan el testimonio de la Biblia. Los musulmanes
rechazan la Biblia y creen que el Corán (o Qur’an) contiene el registro
inspirado e incorruptible. ¿Quién tiene la razón?
Aunque el Corán no menciona el
nombre del hijo a quien Abraham iba a sacrificar, los musulmanes creen que éste
era Ismael, y creen que la idea está apoyada por el Corán. Un erudito musulmán,
luego de citar un cierto número de textos del Corán, concluye:
Es muy claro que Ismael era el hijo para ser
sacrificado y no Isaac, la paz sea sobre ellos dos. También podemos ver cuán
corrupta es la Biblia. La Biblia no es confiable. Ha sido alterada con
manipulaciones de los hombres al punto que ya no podemos decir qué partes son
las Palabras Vivas del Dios Altísimo y cuáles no lo son.
Ismael era trece años mayor que Isaac, y
Abraham amaba tan profundamente al Dios Altísimo que él quería sacrificarle a
su propio hijo. Si el nombre de Ismael representa la gratitud hacia el Dios
Altísimo luego de una desesperante y larga espera, entonces tiene perfecto
sentido que Abraham quisiera sacrificar a Ismael al Dios Altísimo para darle la
cosa más preciosa que pudo tener.
La cuestión no se trata de “quién”
está en lo correcto, como si esto fuera una disputa personal entre dos “clases”
de personas. El asunto no tiene que ver con personalidades, cultura y razas. La
cuestión es esta: ¿Cuál registro contiene el relato histórico auténtico?
¿Creeremos en la Biblia que menciona a Isaac, o a las aseveraciones de los
musulmanes que infieren del Corán el nombre del hijo?
Algunos contenderán que esta es
la clase de desacuerdos que nunca se podrían resolver. Los cristianos aceptarán
la Biblia. Los musulmanes se pondrán de parte del Corán. La discusión cae en
una controversia “tu palabra contra la mía” —por lo menos ante los ojos de
algunos.
Pero el asunto es más fundamental
que eso. La cuestión real es esta: ¿Cuál de los dos libros es la revelación de
Dios? Ambos volúmenes afirman ser inspirados, pero obviamente ambos no pueden
serlo. La diferencia “Isaac vs Ismael” es sólo una de cientos de discrepancias
entre la Biblia y el Corán. Y muchas de estas diferencias se han dado en temas
cruciales (por ejemplo la naturaleza de Dios, la identidad de Cristo y el plan
de Dios para la salvación del hombre).
Antes de que alguien se comprometa
con un sistema religioso, es necesario indagar con respecto a la fuente
de esa religión. Si la Biblia es del cielo, entonces el cristianismo es la
religión verdadera. Si el Corán es de Dios, entonces el Islam es el sistema
genuino.
En cuanto a la Biblia, podemos
observar que está confeccionada de una clase de “código ADN” —
una serie de rasgos que la identifican como algo de Dios. Hay un cierto número
de indicios característicos que la identifican como algo de origen divino.
Las Escrituras, aunque fueron
confeccionadas por unos cuarenta escritores humanos, en un período aproximado
de 1500 años, contiene una asombrosa unidad de propósito y doctrina. Esta incluye
muchas profecías, es decir, predicciones detalladas, que luego se cumplieron
perfectamente. Aun cuando ha sido desafiada por los más reconocidos escépticos,
a la Biblia no se le ha encontrado un solo error. Ha sido vindicada incontables
veces. Los hombres aún están intentando “atrapar” a las Escrituras.
Pero el Corán, a pesar de sus
afirmaciones, es algo carente de las marcas de la revelación divina. Su estándar
denigrante hacia la mujer no es desconocido por cualquiera que se haya
familiarizado con el Islam. El libro contiene numerosas inexactitudes
históricas y anacronismos, es decir, la colocación cronológica errónea de
personas, eventos, etc. Aquí les doy un ejemplo:
Al relatar los eventos del Éxodo
y la peregrinación por el desierto, el Corán dice: “Ellos no creyeron en las
señales de Dios y mataron a los profetas injustamente” (comp. Sura 25:57-61).
¿Quiénes eran los “profetas” en el desierto? Esa expresión “los profetas”
usualmente designaba a un ministerio especial de siervos quienes vivieron en
una época posterior a la mencionada. M. Rodwell observa: “Este pasaje [Sura 25:59] es
uno de los numerosos anacronismos que abundan en el Corán y demuestran la
vulgar ignorancia del profeta árabe” (Rodwell, J.M., trans. The
Koran, Everyman’s Library. New York: Dutton, 1909, p. 344).
Ante nosotros están dos libros. Uno
es sin faltas y divino. El otro, el Corán, está repleto de errores, el producto
de un auto proclamado profeta, quien no era un profeta en lo absoluto. Uno nos
anima a amar a nuestros enemigos; el otro promueve la conversión por la fuerza
y la Jihad, “guerra santa”.
La Biblia registra que Abraham
estaba dispuesto a sacrificar a Isaac. El Corán, según afirman sus eruditos,
implica que Abraham estaba dispuesto a sacrificar a Ismael. La cuestión es:
¿Cuál volumen es de Dios? El libro de Dios es perfecto, con un alto tono moral.
Está repleto de las marcas divinas de inspiración las cuales están más allá de
la posibilidad de ser producidas por humano alguno. Ese libro es la santa Biblia.
Ω
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