La respuesta es: “evidencia” y
“lógica”. Permítame explicarle.
Si es el caso que hay suficiente
evidencia para establecer la proposición que Jesús de Nazaret era el Mesías
prometido por el Antiguo Testamento, el auténtico Hijo de Dios; y si es el caso
que las cosas que enseñó eran la verdad absoluta; y si también es un hecho que
Él afirmó ser el camino exclusivo
para acercarse a Dios, y que nadie lo
remplazaría en ese papel; entonces lógicamente se sigue que Mahoma,
mediante un proceso de eliminación, está excluido como el “profeta” que
pretendía ser.
Por consiguiente, cada uno de
estos elementos debe ser examinado cuidadosamente. Permítame resumir
brevemente el asunto.
La Identidad de Jesús
Hay una vasta variedad de
evidencia para establecer la identidad de Jesús de Nazaret como el “Mesías”
profetizado en el Antiguo Testamento.
1. Cientos
de profecías identifican específicamente los indicios de la llegada del Mesías.
Jesús—
en Su naturaleza, vida y enseñanza —las cumplió completamente, todas y
cada una (Lc. 24:44). Un ejemplo en miniatura puede verse en el capítulo 53 del
libro de Isaías. Esta docena de versículos están llenos de detalles mesiánicos.
2. Su
nacimiento de la virgen María estableció Su naturaleza divina.
3. Sus
milagros autenticaron su afirmación de ser el Cristo.
4. Su
resurrección de entre los muertos le declaró públicamente como el Hijo de Dios
(Rom. 1:4).
Estas cuestiones no son meras
especulaciones, son hechos sólidos, históricamente fundamentados.
La Credibilidad de Cristo
La evidencia relativa a la naturaleza de Jesús establece su
credibilidad con la certeza de un “contador de banco”. Cristo era la “verdad”
en Persona (Jn. 14:6). No hubo “engaño” en su boca (Isa. 53:9). Su testimonio
concerniente a Sí mismo era verdadero (Jn. 8:14). Él era el instrumento de
verdad de Dios para un mundo rebelde (Jn. 1:17; 5:33).
El hecho es, aun cuando el Corán,
el “libro sagrado” del islamismo llama a Jesús “el Mesías” (11 veces), “la
Palabra de Dios” , el “Espíritu de Dios” (4:169-171), y el “Discurso de la
Verdad” (19:34-35) — aún así los musulmanes interpretan estas frases en un
sentido contrario al que el lenguaje aludiría ordinariamente.
La afirmación de ser el Mesías
Jesús afirmó que era su rol
enseñar la verdad de Dios al mundo — que Él fue enviado por el Padre para
esto (Jn. 1.14, 18). Él vino para ser “la luz de los hombres” (Jn. 1:4; 14:6),
y el “camino” exclusivo al Padre (Jn. 14:6). Note el artículo definido
(afirmando exclusividad) en las expresiones “la luz” y “el camino”.
En la parábola de los labradores
malvados Jesús se describe a Sí mismo como la “última” oferta divina para el
hombre (Mr. 12.6; comp. Heb. 10:26). La afirmación indica que ningún profeta,
encabezando un nuevo sistema religioso, remplazaría a Cristo. Los apóstoles
inspirados por Jesús enseñaron que su Maestro la oferta final del cielo para el
hombre; en “ningún” otro se podía encontrar salvación (Hch. 4:11-12). En el
Nuevo Testamento, el cual es el pacto de Jesucristo, el Cristianismo recibe
descripciones como “el Camino” (Hch. 9:2; 19:9, 23; 22:4; 24:14, 24), y “la fe”
(Gál. 1:23; 1 Tim. 5:8; Jud. 3; comp. Ef. 4:5). Ningún otro tiene respaldo
divino.
Judas contendía que “la fe”
(Cristianismo) había sido “entregado una vez (hapax) a los santos” (Jud. 3). El
verbo griego pertenece a una ocurrencia que “es decisivamente única, una sola
vez para todos los tiempos” ((Danker, Greek-English Lexicon, Chicago: University, 2000, p. 97).
J. H. Thayer observó que el término “se usa en cuanto a una cosa que se hace
con validez perpetua y que nunca necesita repetición” (Greek-English Lexicon, Edinburgh: T.&T. Clark, 1958, p.
54). Considere que el uso dual de hápax
(una vez) en Heb. 9:26-27. Ningún sistema religioso, autorizado y aprobado por
Dios, estuvo planeado como sustituto del cristianismo.
Así que,
por lógica, el sistema islámico está eliminado.
Cuando uno
añade a estas proposiciones el hecho de que el Corán, cuando es examinado
críticamente, cae por su propio peso, sólo el caso a favor del cristianismo se
mantiene en pie— erguido como el sistema religioso aprobado por el cielo. Ω
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