martes, 11 de junio de 2013

EL ORIGEN DE LA BIBLIA

Una de las leyes más conocidas del universo es la ley de la causa y efecto. Expresada de manera sencilla es esta: cada efecto debe tener una causa adecuada.

Ahora vamos a aplicar esta ley a la Biblia. La Biblia es un efecto. Ésta fue causada por alguna fuente. Realmente sólo hay dos posibilidades:

·         La Biblia se originó en una fuente puramente humana.
·       O la Biblia, aunque empleó a escritores humanos, es aún así finalmente algo de origen divino.

¿Cómo puede alguien determinar cuál de estos dos puntos de vista es el correcto?

La única vía es examinar la Biblia misma y verificar si ésta trae o no las marcas de identificación que se esperarían de un libro cuyo origen es Dios. ¿Qué esperaríamos de un volumen divino?

AFIRMADA
Si Dios nos dio la Biblia, esperaríamos que Él nos lo dijera. El hecho es este, la Biblia afirma ser literalmente la Palabra de Dios miles de veces (comp. Jer. 1:9; Hch. 1:16), y Cristo respaldó este mismo punto de vista de la Escritura (vea Mat. 22:31).

ARMONIOSA
Si Dios es la fuente de la Biblia, ya que Él es perfecto (Mat. 5:48), y no es autor de confusión (1 Cor. 14:33), esperaríamos que ésta fuera perfectamente armoniosa.

Aunque fue compuesta en un período de más o menos seis siglos, las Escrituras son perfectamente armoniosas. Aunque algunos han culpado a la Biblia de contradicciones, tales alegaciones no han triunfado nunca.

EXALTADA
Ya que Dios es Santo (Isa. 6:3), esperaríamos que la Biblia tuviera un exaltado tono moral. Eso es exactamente lo que uno encuentra. Sus preceptos —“ama a tu prójimo como a ti mismo” y “haz a los demás lo que quisieras que ellos hicieran contigo” (vea Mat. 22:39; 7:12)—han asombrado a millones de personas a través de distintas épocas. Ninguna filosofía puede presumir de una moral como esa.

IRREMPLAZABLE
Si la Biblia es de Dios, no esperaríamos que cualquier grupo de hombres, sin importar su intelecto, pudiera producir un volumen que sobrepase al antiguo documento. Aunque las Escrituras fueron completadas hace veintiún siglos, nadie ha sido capaz de escribir un libro que las deje obsoletas. ¡Esto es inexplicable!

PERPETUA
Si la Biblia es de un Dios eterno, esperaríamos que ésta fuera perpetuamente relevante. Este es el caso. Otros libros rápidamente pierden vigencia, pero la Biblia permanece con la frescura y actualidad que tuvo cuando fue publicada por sus escritores inspirados.

HONESTA
Si la Biblia fuera de origen divino, esperaríamos que fuera el retrato exacto del carácter humano. Esto es precisamente lo que encontramos. Aunque el hombre fue creado a imagen de Dios mismo (Gén. 1:26), por el pecado él sea ha separado a sí mismo de su Hacedor (Isa. 59:1, 2). Se ha vuelto excesivamente corrupto (Jer. 17:9) y por esto se mantiene en una seria necesidad de ayuda. ¡El hombre no hubiera podido escribir la Biblia si lo hubiera intentado, y no lo hubiera intentado si hubiera podido!

ESPECÍFICA
Finalmente, si la Biblia es de Dios, no esperaríamos que ésta fuera simplemente un vago y abstracto teatro filosófico, sino que nos diera información específica acerca del propósito de la vida del hombre y de cómo alcanzar dicho propósito.


Apasionadamente, la Biblia revela que el propósito del hombre en esta tierra es servir a Dios (Isa. 43:7; Ec. 12:13). Revela la misión de Cristo de salvar al hombre de su maldad (Lc. 19:10), y le alienta a responder al mensaje redentor de la gracia (Heb. 5:8, 9; Mr. 16:16; Hch. 2:38). Ω

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