sábado, 7 de abril de 2012

¿Es la lujuria (codicia) lo mismo que "fornicación" y es causal para el divorcio?

La palabra “fornicación” deriva del término griego porneia, el cual es parte de un grupo selecto de cinco palabras que juntas aparecen cincuenta y cinco veces en el Nuevo Testamento. La forma sustantiva se encuentra veinte veces, predominantemente en las cartas de Pablo. La palabra es genérica en cuanto a su alcance ya que se refiere a una variedad de actos físicos sexuales entre dos personas que no están casados legítimamente. El objetivo de este artículo será establecer que cuando el término fornicación, y el término relacionado “adulterio” (moicheia), se usan literalmente, son actos físicos que constituyen la razón exclusiva por la cual puede haber un divorcio y un posible nuevo matrimonio.

En la versión griega del Antiguo Testamento (LXX), se usa una forma de porneia, para hacer referencia a Tamar, con quien Judá había tenido relaciones sexuales creyendo que ella era una “ramera” (Gén. 38:15; comp. v. 24). En la antigua Babilonia se creía que tener sexo aseguraba una cosecha fértil. Heródoto, el historiador griego, nos habla del requerimiento anual para todas las mujeres vírgenes de sacrificar sus cuerpos en “fornicación” ante un extranjero en el templo de la diosa Afrodita (Rawlinson 1952, 1.199).

Sin embargo, en la mayor parte del contenido del Antiguo Testamento, los términos “fornicación” y “adulterio” se emplean simbólicamente para ilustrar las acciones del pueblo israelita el cual rompió su “pacto” con Jehová adorando ídolos (comp. Ez. 16:26, 29; Os. 1:2).

La unión sexual con una persona casada (con quien uno no tiene derecho a la intimidad) es fornicación y adulterio (comp. 1 Cor. 5:1). Todo adulterio también es fornicación; no toda fornicación es adulterio (comp. 1 Cor. 7:2). La diferencia técnica entre fornicación y adulterio se implica en las listas de pecados, donde se incluye ambos términos (comp. 1 Cor. 6:9).

Entonces, específicamente, fornicación es cualquier “unión sexual ilícita” (Danker y Bauer 2000, 854), sea un intercambio hombre-mujer, una acción homosexual (comp. Jud. 7), pedofilia, o sexo por dinero, como en la prostitución (Brown 1975, 497). La forma plural, “fornicaciones” (1 Cor. 7:2) insinúa  que hay varias formas en las que se comete este horrible pecado.

Debo añadir este punto. Las versiones bíblicas que traducen el término porneia más genéricamente (por ejemplo, inmoralidad sexual) están confundiendo al lector. Hay varias formas de inmoralidad sexual (por ejemplo, exponer el propio cuerpo con ropa muy provocativa) que no todas encajan bajo la definición de fornicación, aunque claramente son pecaminosas.

¿ES “FORNICACIÓN” LA LUJURIA?
Recientemente algunos han alegado que “la lujuria” [codicia] cae dentro de la categoría de fornicación/adulterio. Por consiguiente, si una persona casada descubriera que su conyugue ha leído un libro o visto fotos/videos que contienen actividad sexual explícita, la suposición es que el ofensor ha caído en lujuria [codicia], por lo tanto ha cometido adulterioaunque no ha habido ningún contacto físico con otra persona. Por lo tanto, el transgresor puede ser justamente repudiado según Mateo 5:27-28; la víctima inocente tendría la opción de entrar a nuevas nupcias. El texto dice así:

Habéis oído que se dijo: “NO COMETERÁS ADULTERIO”. Pero yo os digo que todo el que mire a una mujer para codiciarla ya cometió adulterio con ella en su corazón.

Un breve análisis de este pasaje es lo que ofrecemos a continuación.

Cristo citó uno de los diez mandamientos, “No cometerás adulterio” (Éx. 20:14). Claramente esto se refiere a un acto sexual físico de alguien que viola un pacto matrimonial. Pero el Salvador expande el alcance moral al dirigirse a la disposición mental que guía a alguien a cometer el acto físico.

Él habla de un hombre que mira detenidamente (el verbo está en la forma del tiempo presente) a otra mujer que no es su esposa con un deseo sustancial de estar sexualmente con ella. Este no es un ligero vistazo. La persona lujuriosa está haciendo mentalmente lo que él (o ella) casi seguramente haría físicamente, si se diera la oportunidad. Un erudito observa:

Los cristianos deben reconocer  aquellos pensamientos y acciones que mucho antes de que acontezca un pecado sexual crean la posibilidad de una auténtica tentación, y deben tomar acciones urgentes para evitarlos (Blomberg 1992, 109, énfasis añadido).

Un pecado en el “corazón” es serio, pero no tiene la equivalente consecuencia temporal que un acto físico tiene. El profesor Robert Mounce indicaba que “el acto del adulterio” tiene “muchas más serias consecuencias sociales” (por ejemplo, la muerte bajo el sistema Mosaico Lev. 20:10) que la codicia [lujuria], aunque ambos, el deseo y el acto son pecaminosos (1991, 46). La “lujuria” es “de la misma naturaleza” que el acto, pero no es el acto mismo (Nixon 1970, 823). F. F. Bruce expresó lo obvio, cuando observó que “el pensamiento lujurioso” no tiene condena “de ningún código o corte terrenal” (1977, 25).

Una nota adicional merece nuestra consideración. Algunos eruditos contienden que es gramáticamente posible que la frase usualmente traducida “para codiciarla” pueda transmitir el sentido de “que se da a codiciar” (Carson 1984, 151; Blomberg 1992, 108-109). Esto pondría una pesada responsabilidad sobre aquella que provoca la lujuria, al igual que sobre la persona que incurre en ella. ¿Cómo deja esto a una mujer que pretende divorciarse utilizando la lujuria como causal, pero ella misma exhibe su cuerpo semidesnudo en la playa? Ciertamente muy mal, sin mencionar su pésima exégesis.

En vista de los factores considerados, proponemos nuevamente una pregunta crucial. ¿Es la “codicia” de Mateo 5:28 el equivalente consecuencial del acto físico del adulterio, y por eso es una causal para divorciarse y volverse a casar de parte de la víctima inocente? Creemos que la respuesta es un rotundo “No”. La falacia de esta posición se puede demostrar persuasivamente.

LA CONSECUENCIA DEL ARGUMENTO “LUJURIA=FORNICACIÓN”
1) En el contexto inmediato Jesús hizo una comparación entre la ira y el asesinato (5:21-22), igual que la que hizo entre la codicia y el adulterio. J. A. Alexander observó que los principios involucrados en las dos situaciones son “idénticos” (1861, 141). Si el razonamiento reflejado en el argumento que estamos analizando fuera un argumento válido, ¿no sería el caso que tanto el asesino como quien se enoja contra su hermano debieran estar sujetos al mismo castigo temporal (prisión o pena de muerte)  por parte de la autoridad civil? Por otro lado, el Nuevo Testamento reafirma que “aborrecer” a un hermano, en algún sentido, es equivalente de asesinarlo (1 Jn. 3.15), pero nadie alega que la ira deba recibir el mismo trato que el asesinato.

2) Si el término “adulterio” en Mateo 5:28 debe ser tomado literalmente ¿debería serlo también el remedio subsiguiente? (a saber, sacarse el ojo y amputarse la mano). Claramente Cristo está tratando con actos mentales que, como males que son en sí, aun así no se equiparan al nivel que tienen el asesinato y el adulterio físico, pero que son, en principio, pecados serios. Ciertamente hay un vínculo entre lo que hay en el corazón y lo que luego se manifiesta en las acciones (comp. Mr. 7:21-23). La codicia, cuando “concibe”, da a luz el pecado (Stgo. 1:15), es decir, un pecado de una consecuencia más grave.

3) Si una persona en este escenario de lujuria/adulterio se entretiene con pensamientos impuros, y el objeto de esa lujuria actúa de una manera que provoca la lujuria, ¿no sería lógico que las parejas de ambas partes del que codicia, y de la codiciada tendrían el derecho a divorciarse y volverse a casar? ¿Puede un estudiante serio de la Biblia ignorar que esta controversia codicia/adulterio lo enreda a uno en cierta masa de confusión con respecto a cómo descifrar los estados mentales y los niveles de culpabilidad de los supuestos trasgresores?

MATEO 19:9
El uso de literatura, filmes obscenos y similares, dentro de cualquier contexto es pecaminoso. Pero este tipo de perversión cae muy probablemente bajo la categoría de lascivia, “un término comprensivo” que puede abarcar varias aberraciones sexuales (vea Thayer 1958, 79-80; Balz y Schneider 1990, 169). El uso de pornografía ciertamente es un “adulterio” en el corazón. Sin embargo, no era lo que Jesús tenía en mente como la base para el divorcio en Mateo 19:9. En ese contexto Cristo incuestionablemente tenía en mente el acto físico sexual lo cual es evidente por el hecho que (a) Él justamente acaba de hablar acerca del hombre y la mujer siendo “una sola carne” en el matrimonio; y (b) seguido a esto habló acerca del estado de un “eunuco”.

Un principio fundamental de interpretación bíblica es que las palabras deben interpretarse literalmente a menos que haya una razón de peso para asignarle un sentido figurado. El término “adulterio” no se empleó en sentido metafórico en Mateo 19:9. Sin embargo, en Mateo 5:28 el “adulterio” en el corazón es una metáfora para el deseo perverso (Danker y otros, 2000, 509; comp. Ro. 1:24).

Hay otro ejemplo. La “amistad” con el mundo, en cierto sentido, puede considerarse un “adulterio”  (comp. Stgo. 4:4), pero la mundanalidad por sí sola no es una causal para el divorcio y nuevas nupcias. Suponga que una mujer reclamara: “Mi esposo es un hombre muy mundano. Se emborracha y pierde todo el dinero de la casa jugando. La amistad con el mundo es ‘adulterio’. Por lo tanto tengo causal para divorciarme de él”. ¿Podemos ver que esta señora ha impuesto un sentido al texto que nunca estuvo en la intención del escritor sagrado? Es un error tomar un uso figurativo de la palabra adulterio, y llevarla a un texto que discute una relación literal.

Si alguien va a formular el tipo de argumento que estamos revisando con respecto a Mateo 5:28, y presionar al lenguaje metafórico para hacerlo literal, tal persona estaría obligada a contender que la persona que fornica con una prostituta, y así llegar a ser “una sola carne” con ella (1 Cor. 6:16), está “casada” con esa persona inmoral, y debe permanecer en esa unión. ¡Increíblemente, unos cuantos ineptos han intentado sustentar precisamente esta posición! Pero esto es absolutamente descabellado.

Es un serio error interpretativo forzar un significado literal en una expresión que obviamente se usa figuradamente. Ω

BIBLIOGRAFIA
  • Alexander, J.A. 1861. The Gospel According to Matthew. London, England: James Nisbet.
  • Balz, Horst and Schneider, Gerhard. 1990. Exegetical Dictionary of the New Testament. Vol. 1. Grand Rapids, MI: Eerdmans.
  • Blomberg, Craig L. 1992. Matthew – The New American Commentary. Nashville, TN: Broadman.
  • Brown, Colin, ed. 1975. The New International Dictionary of New Testament Theology. Vol. 1. Grand Rapids, MI: Zondervan.
  • Bruce, F.F. 1977. Matthew – Daily Devotional Bible Commentary. Vol. 3. Arthur Cundall, ed. Nashville, TN: Holman.
  • Carson, D.A. 1984. Matthew – The Expositor’s Bible Commentary. Frank Gaebelein, ed. Grand Rapids, MI: Zondervan.
  • Danker, F.W. et al. 2000. A Greek-English Lexicon of the New Testament. Chicago, IL: University of Chicago.
  • Mounce, Robert H. 1991. Matthew – New International Biblical Commentary. Peabody, MA: Hendrickson.
  • Nixon, R.E. 1970. Matthew – The New Bible Commentary. D. Guthrie & J.A. Moryer, eds. Grand Rapids, MI: Eerdmans.
  • Rawlinson, George, translator. 1952. The History of Herodotus. Chicago, IL: University of Chicago.
  • Thayer, J.H. 1958. A Greek-English Lexicon of the New Testament. Edinburgh, Scotland: T.&T. Clark.

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