jueves, 12 de abril de 2012

¿Cuándo comienza la vida humana?

¿Cuándo comienza la “personalidad” humana? Se han ofrecido varias respuestas a esta pregunta, dependiendo de qué individuo la responde, y de su convicción filosófica o religiosa. La pregunta no se puede responder desde una perspectiva estrictamente “científica”, pues la ciencia no puede determinar nada relacionado con el “espíritu” humano, mucho menos cuándo por su concesión inicia una “persona”.

ALGUNAS TEORÍAS
Algunos alegan que la entidad resultante de la concepción no es una “persona humana” hasta cierto tiempo después del nacimiento, cuando esto se puede certificar por medio de [la correcta práctica de] la genética. Esa era la posición del premio Nobel Sir Francis Crick, un escéptico que negó incluso que los seres humanos poseyeran alma (Howard y Rifkin, 81).

Un punto de vista que comparten algunos es que el feto llega a ser humano en el nacimiento. Aquellos que apoyan el “aborto parcial en el nacimiento” no tienen escrúpulos para matar a un niño siempre y cuando su cuerpo delgado aún esté dentro del canal de nacimiento.

Muchas autoridades médicas seculares argumentan que la viabilidad es el comienzo de una “persona humana”. Generalmente se define viabilidad como la más corta duración de embarazo luego de la cual un niño que nace prematuramente tendría oportunidad de sobrevivir. Esto abarcaría un rango de 20 a 27 semanas.

Los eruditos conservadores dentro del esquema de la “cristiandad” contienden que la persona comienza en la concepción. En abril de 1981, un reconocido panel de genetistas y médicos atestiguaron ante el Comité Judicial del Senado con referencia a la naturaleza del organismo del ser humano el cual se produce mediante la unión de un óvulo y el esperma.

El Dr. McCarthy de Mere, un doctor en medicina y profesor de leyes en la Universidad de Tennessee, testificó así: “El momento exacto en el cual empieza la personalidad y el cuerpo humano es en la concepción”.

Conocido como “el padre de la genética moderna”, el Dr. Jerome Lejeune dijo a los juristas: “Aceptar el hecho que después de la fertilización ha tomado lugar un nuevo ser humano ya no es un asunto de gusto o de opinión… es una clara evidencia experimental”.

Considere el testimonio del mundialmente reconocido genetista Theodosius Dobzhansky, un ateo: “Un ser humano comienza su existencia cuando un espermatozoide fertiliza un óvulo”. Hasta el fallecido Isaac Asimov, apasionado enemigo de la Biblia, concedió que “el ser humano comienza a existir tan pronto el óvulo es fertilizado”. Ninguno de estos hombres creía en la existencia del “alma”; sin embargo, reconocieron que el momento de la unión del esperma con el óvulo es el comienzo de una persona humana.

Destruir deliberadamente un embrión humano es quitarle la vida a un ser humano.

UNA ALEGACIÓN RECIENTE
Recientemente me he puesto a analizar una teoría defendida por algunos la cual sostiene que nadie puede probar que el “espíritu”, que concede Dios, entra en el preciso momento de la unión del esperma con el óvulo, que es más probable que el espíritu entre cuando éste se implanta en el útero.

No hay en absoluto alguna evidencia bíblica para defender esta posición. El alegato simplemente es: nadie puede probar que el “espíritu” sea concedido en el momento de la unión del esperma con el óvulo, es decir, en el momento de la concepción.

En vista de esta posición, estas preguntas, diseñadas para enfocar el tema, seguramente son las apropiadas. (a) ¿El embrión pre-implantado algo viviente o no-viviente? (b) ¿El embrión es humano o no-humano? La respuesta a la primera pregunta es demasiado evidente como para entrar en más discusión. La respuesta a la segunda es similarmente evidente. Ciertamente el embrión no es un pez, reptil, ave o bestia; ya plenamente desarrollado no será algo más que un hombre o una mujer. (c) ¿El embrión humano es persona o no-persona? Si uno responde que es algo no-persona, ¿sobre qué base haría esa afirmación? La proposición debe estar sustentada por evidencia si va a ser afirmada.

LA CONSECUENCIA DE LA ENSEÑANZA
Repercute esta deducción necesaria: si los embriones humanos “no son personas” antes de la implantación, entonces son apropiados candidatos para la experimentación o para cualquier propósito utilitario, por ejemplo, para la investigación de las células madre, y la exterminación, ¡todo según el antojo de los científicos! Hay aproximadamente 400,000 embriones humanos congelados ahora mismo esperando un futuro incierto. ¿Qué clase de cristiano puede vivir con esta conclusión?

En el curso de mi lectura cuidadosa de la teoría bajo cuestionamiento, me he percatado que quienes defienden esta postura evidentemente están motivados por el hecho que existen procedimientos de control de natalidad que están diseñados para destruir el óvulo fertilizado antes que éste alcance el útero. Así que, si pudiera demostrarse que el embrión no es una persona humana hasta la implantación, el procedimiento de eliminación previo a este evento podría tener justificación. Contendemos que esta posición es falaz.

PERSONA VS CASA
Con la unión del espermatozoide y el óvulo, una nueva entidad viviente es formada la cual, en su microscópica sustancia genética, consiste de todo lo que ella será genéticamenteSi es sustentada con agua, oxígeno y nutrición. La implantación en el útero es comparable a una casa que ha sido diseñada para facilitarle las cosas al residente.

Tiene tan poco sentido argumentar que el bebé no es una persona  hasta que entre a la casa en la cual vivirá, como lo es alegar que el embrión no es una persona hasta que llegue al útero. ¿Es permisible practicar el infanticidio cuando el niño está camino a casa, pero no cuando ya está en ella?

EVIDENCIA BIBLICA ANTIGUO TESTAMENTO
Como hemos observado anteriormente, la “ciencia” no puede hablar de la cuestión del “espíritu”, pues el espíritu no es una entidad material. Por otro lado, para aquellos que respetan el testimonio de las Escrituras, si hay alguna luz que pueda enfocarse sobre el asunto del espíritu, seguramente estará dentro las páginas de la literatura sagrada. ¿Hay información bíblica que provea ayuda al respecto? Sí. Los escritores bíblicos dan por hecho que la personalidad humana empieza en la concepción.

El Antiguo Testamento hebreo usa la palabra zera’ (simiente) tanto literal como figurativamente. En un sentido literal puede usarse para referirse a una semilla plantada en un campo. “El uso metafórico más frecuente de zera’ (simiente) es para emplearlo como designación de la simiente humana, es decir, de los descendientes y la estirpe (VanGemeren, 1152). La palabra puede usarse para referirse a un individuo, como en el caso de la venida del Mesías (Gén. 3:15), la gente de la nación de Israel (Gén. 15:5; 22:18), o proféticamente, para los cristianos (Sal. 22:30; Isa. 53:10; comp. “hijos” Heb. 2:13).

Ahora bien, aquí hay un punto importante. En Números 5:28 se dice que una mujer “concebirá hijos” (Nota al pie: Lit. simiente, New American Standard Bible). Lo que ella concibe no es “algo” que luego se convertirá en un hijo; ya es un hijo.

David declaró: “En pecado me concibió mi madre” (Sal. 51:5). Los calvinistas pervierten este texto en un intento por demostrar que hay lo llaman ‘pecado original’; malinterpretan la naturaleza hiperbólica del lenguaje (comp. Job 31:18; Sal. 22:10). Aparte de esto, el texto claramente indica que David se consideraba a sí mismo una persona (“me”) desde el momento de su concepción.

En el Salmo 139 David describió el cuidado de Dios hacia él aún en las etapas más tempranas de su desarrollo. Él decía: “Tus ojos vieron mi embrión” (v. 16). La expresión hebrea claramente indica “el embrión no desarrollado” (Kirkpatrick, 789; cf. Kidner, 466). El “embrión” existe antes de la implantación.

EVIDENCIA BIBLICA NUEVO TESTAMENTO
Una palabra griega correspondiente a la zera’ del Antiguo Testamento es sperma (simiente). Se encuentra 217 veces en el Antiguo Testamento griego (La Septuaginta; LXX), y 44 veces en el Nuevo Testamento. También, se emplea metafóricamente para una persona; y esta “simiente” (persona) comienza en la “concepción” (vea Heb. 11:11, [Notas al pie: Lit para depositar la simiente, Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy).

Tanto a Elizabet como a María se les dijo que ellas “concebirían” un “hijo” No un mero tejido (Lc. 1:36). Difícilmente habrá quien niegue que “hijo” en este contexto indique una persona.

Santiago escribió: “El cuerpo sin el espíritu está muerto” (2:26). El texto sugiere (por implicación) que el espíritu está presente desde el mismísimo momento en el que hay un ser viviente. Ese pequeño “cuerpo” empieza en la concepción. Pero ¿es correcto considerar un embrión como un “cuerpo”? ¿Cómo se puede definir a un ser humano?

Para el tiempo en el que el embrión llega al útero, ya ha desarrollado un conglomerado de unas 50 a 150 células. Este pequeño organismo exhibe todas las características de un ser viviente.

·         Posee movimiento independiente.
·         Experimenta crecimiento real, la multiplicación de células.
·         Responde a estímulos externos.
·    Es capaz de metabolizar, es decir, desglosa productos fuera de sí mismo para producir energía.

El hecho es que ser tan pequeño no deshace en ninguna manera la realidad de que es un ser viviente.

Esta información, combinada con la afirmación de Santiago, es un contundente argumento a favor de la presencia de un “espíritu” o “alma” en esa persona. La ecuación divina es esta: cuerpo – espíritu = un cadáver. Cuerpo + espíritu = un ser viviente. Clasificar este proceso de razonamiento lógico como una simple “suposición”, como hacen algunos, ¡es increíble! Es una inferencia lógica, no suposición.

OBJECIONES INVÁLIDAS
Como hemos mencionado anteriormente, luego de analizar las declaraciones de aquellos que justifican la destrucción del embrión antes de la implantación, estoy convencido que la motivación primordial detrás de esta posición es o: (1) la culpa por haber autorizado métodos de control de natalidad que abortan el embrión, o (2) el deseo por defender una práctica que se percibe como un método conveniente para el control de natalidad. Algunos argumentan de la siguiente manera:

1.       Si todos los embriones tienen espíritu y
2.       Los anticonceptivos abortan embriones,
3.       Entonces, los anticonceptivos matan embriones con espíritu, o sea, personas.

El “silogismo” está construido incorrectamente. Si se va a llegar a esa conclusión, la premisa menor (2) debe leerse así: “Todos los anticonceptivos orales matan embriones”. Eso no ha sido probado. Un anticonceptivo diseñado para destruir un embrión es inmoral. En cambio uno que esté diseñado para evitar la ovulación no lo es. Una esposa debiera estar bien informada acerca de la naturaleza de las píldoras que toma.

Otro argumento que se está empleando está relacionado con lo que se conoce como “Defecto de la Fase Lútea” (DFL), el cual se cree que ocasionalmente interfiere con la implantación de los embriones durante el período de amamantamiento postparto. Increíblemente, algunos aseguran que Dios “creó a la mujer de tal manera que ésta causara el DFL” y por lo tanto esta destrucción de un embrión es evidencia que el espíritu no está presente. ¿Y qué pasa con las “abortos espontáneos” después de la implantación? ¿Estos trágicos sucesos sugieren también que el feto no es una persona humana, de modo que el aborto es permisible en cualquier punto del embarazo?

La realidad es, el efecto DFL es un “desorden”, un “defecto”— no algo diseñado divinamente. Así uno podría argumentar que el cáncer y los infartos son diseñados divinamente. El cuerpo humano es propenso a muchas enfermedades como consecuencia de los efectos prolongados del pecado. Los desórdenes como éste y la muerte son atribuidos a Satanás (Lc. 13:16; Jn. 8.44b), no a Dios. ¿El hecho que las enfermedades quitan vidas es un argumento a favor de que alguien mate a su vecino con impunidad?

CONCLUSIÓN
Es inconcebible que los hombres que dicen representar a Jesucristo aboguen por la destrucción deliberada de un embrión como un acto moral que lleva la aprobación de Dios. Aun los buenos hombres pueden ser confundidos por las artimañas de la sociedad. Esa es una trágica realidad. Que quienes pretenden ser abogados de la causa cristiana estudien cuidadosamente y razonen lógicamente.

BIBLIOGRAFIA
  • Asimov, Isaac (1963), The Genetic Code (New York: Orion Press).
  • Dobzhansky, Theodosius (1965 ed.), Evolution, Genetics, & Man (New York: John Wiley & Sons).
  • Howard, Ted and Jeremy Rifkin (1977), Who Should Play God? (New York: Dell).
  • Kidner, Derek (1975), Psalms 73-150 (Downers Grove, IL: Inter-Varsity Press).
  • Kirkpatrick, A.F. (1906), Psalms (Cambridge: University Press).
  • VanGemeran, Willem A. (1997), Dictionary of Old Testament Theology & Exegesis (Grand Rapids: Zondervan), Vol. 1.

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