lunes, 23 de abril de 2012

¿Habla la Biblia de OVNI's en Ezequiel 1?


En años recientes unos cuantos sensacionalistas radicales han contendido que hace siglos atrás la tierra fue visitada por seres del espacio pertenecientes a planetas distantes. Se ha alegado que la evidencia para esta noción se encuentra no solamente en los registros arqueológicos y los monumentos de la antigüedad, sino que la Biblia también contiene alusiones a esto.

Por ejemplo, en el libro Carruajes de Dioses, (y en la subsecuente película con el mismo título), el autor suizo Erich von Daniken contendía que Ezequiel capítulo 1 contiene una descripción bíblica de platillos voladores visitando la tierra desde el espacio exterior. Sin embargo, el estudio cuidadoso del capítulo entero refuta la absurda teoría de Daniken.

LA VISIÓN DE EZEQUIEL
El profeta Ezequiel era uno de los cautivos de la conquista babilónica del 606 a. C. Su libro abre la historia en el año decimotercero (probablemente el decimotercero de su propia existencia) y el profeta está en Babilonia junto al río Quebar. Los “cielos fueron abiertos” y, el profeta declara, “vi visiones de Dios”. Mientras la dramática escena comienza a desenvolverse, Ezequiel ve la semejanza de cuatro criaturas vivientes. Las mismas eran semejantes en su apariencia a hombres, excepto en que poseían cuatro rostros una como de hombre, una como de león, una como de buey y una como de águila (v. 10).

Ellos tenían manos como hombres, pero sus pies como pezuñas (vv. 7-8); y cada criatura tenía cuatro alasdos de ellas les cubrían el cuerpo (v. 11) y dos de ellas extendidas derechas sostenían “algo semejante a un firmamento” (vv. 22-23). Su apariencia también era como carbones encendidos y sus movimientos eran como relámpagos (vv. 12-13).

Debajo de estos seres había cuatro ruedas. Cada rueda estaba creada como si hubiera “una rueda dentro de otra rueda” y se podían mover en las cuatro direcciones sin volverse (vv. 15-18). Arriba de todo esto había un trono y sentado allí “había una figura con apariencia de hombre” la cual estaba rodeada por un potente y glorioso resplandor (vv. 26-28). Sobrecogido por el espectáculo, Ezequiel cayó sobre su rostro.

EL SIGNIFICADO DE LA VISIÓN
Antes de discutir los elementos reales de estas escenas, tenemos varias observaciones preliminares.

(1)    En lugar de relacionarlas con misteriosos OVNI’s del espacio exterior, esta visiones representaban un impresionante vistazo de la gloria del Dios todopoderoso. Ciertamente, los versículos uno y el veintiocho se mantienen de pie como centinelas al principio y al final del capítulo para prevenir la especulación fanática en cuanto al significado de la narración. En el primer versículo, el profeta dice: “Vi visiones de Dios”. En el versículo final concluye: “era el aspecto de la semejanza de la gloria del SEÑOR”.

(2)    Estas escenas son identificadas como visiones. Este término bíblico puede referirse simplemente a comunicaciones orales (Hab. 2:2, 3) o puede denotar el registro escrito de una revelación divina (Nah. 1:1). En este caso, hay un fenómeno milagroso audio-visual por medio del cual la verdad divina fue dada a conocer al profeta. (Comp. el registro de la transfiguración en Mat. 17:1-9).

Las visiones frecuentemente estaban relacionadas con la revelación de Dios en tiempos antiguos. “Oíd ahora mis palabras: Si entre vosotros hay profeta, yo, el SEÑOR, me manifestaré a él en visión. Hablaré con él en sueños” (Núm. 12:6; comp. Heb. 1:1).

(3)    La narrativa es altamente simbólica, como se puede ver en el uso repetitivo del término “apariencia” (catorce veces) y “semejanza” (diez veces).

(4)    Finalmente, debe notarse que esta visión de la Deidad similar a la de Isaías (6:1-8) y también a la del apóstol Juan (Apo. 1:9-20) fue dada para preparar al profeta para las grandes verdades que él recibiría en el ministerio para el cual había sido escogido (comp. 2:2ss).

LAS CUATRO CRIATURAS VIVIENTES
Las cuatro criaturas vivientes no eran gente del espacio de algún planeta remoto; en cambio, ¡son identificados como querubines celestiales! Observe la propia explicación de Ezequiel: “Entonces los querubines se levantaron. Estos eran los seres vivientes que yo había visto en el río Quebar” (10:15, 20).

Los querubines son una orden de seres angélicos al servicio de Jehová. Por ejemplo, fueron utilizados por el Señor para proteger la entrada al Edén después de la trasgresión de Adán y Eva (Gén. 3:24). Figuras de querubines fueron colocadas sobre el arca del testimonio en el lugar santísimo del tabernáculo (Éx. 25:22).

En la visión de Ezequiel, cada querubín tenía cuatro rostros de hombre, de léon, de buey y de águila. La tradición judía interpretaba esto de la siguiente manera:

El hombre es exaltado entre las criaturas; el águila es exaltada entre las aves, el buey es exaltado entre los animales domésticos; el león es exaltado entre las bestias salvajes; y todos ellos han recibido dominio, y les ha sido dada grandeza, sin embargo, todos ellos están bajo el carruaje del Santísimo (Midrash Rabbah Shemoth, No. 23, acerca de Éx. 15:1).

Esto sin duda es una representación simbólica de la supremacía y la soberanía de Jehová ¡sobre toda la creación! No hay la más remota conexión con hombres del espacio.

LAS RUEDAS
Las ruedas se describen como “una rueda dentro de otra rueda”. Identificar esto con platillos voladores, francamente, ¡es absurdo! La realidad del caso es, el querubín con estas ruedas de apoyo representaba a un carruaje celestial, en el cual estaba el trono de Dios (comp. 1 Crón. 28:18, donde los querubines se describen como “el carro” de Jehová). Las ruedas simplemente son un componente de la visión del carruaje del Señor.

Este carruaje celestial se desplazaría en tierra mediante sus ruedas o en el aire transportado con las alas de querubín (v. 21), mostrando así que Jehová es “Dios de los cielos y Dios de la tierra” (Gén. 24:3). El esquema de una rueda-dentro-de-otra-rueda conlleva la imagen de dos ruedas armonizadas en ángulos de 90 grados, capacitando así al carruaje para moverse en cuatro direcciones sin volverse. ¡El Altísimo está presente en el universo entero! ¿No lleno yo los cielos y la tierra?--declara el SEÑOR” (Jer. 23:24).

También es importante observar que estas ruedas multidireccionales tienen “ojos por todas partes” (v. 18), enfatizando la plena vigilancia de nuestro Omnisciente Creador. “En todo lugar están los ojos del SEÑOR, observando a los malos y a los buenos” (Prov. 15:3).

EL TRONO
Arriba del querubín y soportado por sus alas, estaba un asombroso “firmamento” similar al cristal. Y más allá de esto algo “semejante a un trono” (vv. 22-23). Sobre el trono estaba alguien con “apariencia de hombre” bañado por un resplandor “como metal refulgente” y sobre él un arcoíris del que emanaba esplendor (vv. 26-28). La identidad de este personaje no es dejada a la especulación. “Tal era el aspecto de la semejanza de la gloria del SEÑOR” (v. 28).

CONCLUSIÓN
La Biblia es su propio comentarista. Claramente este capítulo es un cuadro de la majestuosidad del todopoderoso Dios. ¡Cómo se aceleran los latidos de nuestros corazones cuando, mediante la pluma del inspirado Ezequiel, se nos permite ver un escenario tan glorioso como éste!

Por lo tanto, exaltemos y sirvamos bien a nuestro Hacedor e interpretemos las Escrituras sensiblemente. Ω

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