En años recientes unos
cuantos sensacionalistas radicales han contendido que hace siglos atrás la
tierra fue visitada por seres del espacio pertenecientes a planetas distantes. Se
ha alegado que la evidencia para esta noción se encuentra no solamente en los
registros arqueológicos y los monumentos de la antigüedad, sino que la Biblia
también contiene alusiones a esto.
Por ejemplo, en el
libro Carruajes de Dioses, (y en la
subsecuente película con el mismo título), el autor suizo Erich von Daniken
contendía que Ezequiel capítulo 1 contiene una descripción bíblica de platillos
voladores visitando la tierra desde el espacio exterior. Sin embargo, el
estudio cuidadoso del capítulo entero refuta la absurda teoría de Daniken.
LA VISIÓN DE EZEQUIEL
El profeta Ezequiel
era uno de los cautivos de la conquista babilónica del 606 a. C. Su libro abre
la historia en el año decimotercero (probablemente el decimotercero de su
propia existencia) y el profeta está en Babilonia junto al río Quebar. Los “cielos fueron abiertos” y, el profeta
declara, “vi visiones de Dios”. Mientras
la dramática escena comienza a desenvolverse, Ezequiel ve la semejanza de
cuatro criaturas vivientes. Las mismas eran semejantes en su apariencia a
hombres, excepto en que poseían cuatro rostros— una como de hombre, una como de león, una como de buey y una como de
águila (v. 10).
Ellos tenían manos
como hombres, pero sus pies como pezuñas (vv. 7-8); y cada criatura tenía
cuatro alas—dos de ellas les cubrían el cuerpo (v. 11) y
dos de ellas extendidas derechas sostenían “algo
semejante a un firmamento” (vv. 22-23). Su apariencia también era como
carbones encendidos y sus movimientos eran como relámpagos (vv. 12-13).
Debajo de estos
seres había cuatro ruedas. Cada rueda estaba creada como si hubiera “una rueda dentro de otra rueda” y se
podían mover en las cuatro direcciones sin volverse (vv. 15-18). Arriba de todo
esto había un trono y sentado allí “había
una figura con apariencia de hombre” la cual estaba rodeada por un potente
y glorioso resplandor (vv. 26-28). Sobrecogido por el espectáculo, Ezequiel
cayó sobre su rostro.
EL SIGNIFICADO DE LA VISIÓN
Antes de discutir
los elementos reales de estas escenas, tenemos varias observaciones
preliminares.
(1) En lugar de relacionarlas con misteriosos OVNI’s del espacio exterior,
esta visiones representaban un impresionante vistazo de la gloria del Dios todopoderoso. Ciertamente, los versículos uno y
el veintiocho se mantienen de pie como centinelas al principio y al final del
capítulo para prevenir la especulación fanática en cuanto al significado de la
narración. En el primer versículo, el profeta dice: “Vi visiones de Dios”. En el versículo final concluye: “era el aspecto de la semejanza de la gloria
del SEÑOR”.
(2) Estas escenas son identificadas como visiones. Este término bíblico
puede referirse simplemente a comunicaciones
orales (Hab. 2:2, 3) o puede denotar el registro escrito de una revelación divina (Nah. 1:1). En este caso,
hay un fenómeno milagroso audio-visual por medio del cual la verdad divina fue
dada a conocer al profeta. (Comp. el registro de la transfiguración en Mat.
17:1-9).
Las
visiones frecuentemente estaban relacionadas con la revelación de Dios en
tiempos antiguos. “Oíd ahora mis
palabras: Si entre vosotros hay profeta, yo, el SEÑOR, me manifestaré a él en
visión. Hablaré con él en sueños” (Núm. 12:6; comp. Heb. 1:1).
(3) La narrativa es altamente simbólica,
como se puede ver en el uso repetitivo del término “apariencia” (catorce veces)
y “semejanza” (diez veces).
(4) Finalmente, debe notarse que esta visión de la Deidad —similar a la de Isaías (6:1-8) y también a la del apóstol Juan (Apo.
1:9-20) —fue dada para preparar al profeta para las
grandes verdades que él recibiría en el ministerio para el cual había sido
escogido (comp. 2:2ss).
LAS CUATRO CRIATURAS VIVIENTES
Las cuatro
criaturas vivientes no eran gente del espacio de algún planeta remoto; en
cambio, ¡son identificados como querubines
celestiales! Observe la propia explicación de Ezequiel: “Entonces los querubines se levantaron. Estos eran los seres vivientes
que yo había visto en el río Quebar” (10:15, 20).
Los querubines son
una orden de seres angélicos al servicio de Jehová. Por ejemplo, fueron
utilizados por el Señor para proteger la entrada al Edén después de la
trasgresión de Adán y Eva (Gén. 3:24). Figuras de querubines fueron colocadas sobre
el arca del testimonio en el lugar santísimo del tabernáculo (Éx. 25:22).
En la visión de
Ezequiel, cada querubín tenía cuatro rostros— de hombre, de léon, de buey y de águila. La tradición judía
interpretaba esto de la siguiente manera:
El hombre es exaltado entre las criaturas; el águila es
exaltada entre las aves, el buey es exaltado entre los animales domésticos; el
león es exaltado entre las bestias salvajes; y todos ellos han recibido
dominio, y les ha sido dada grandeza, sin embargo, todos ellos están bajo el
carruaje del Santísimo (Midrash Rabbah Shemoth, No. 23, acerca de Éx. 15:1).
Esto sin duda es
una representación simbólica de la supremacía y la soberanía de Jehová ¡sobre toda la creación! No hay la más remota conexión
con hombres del espacio.
LAS RUEDAS
Las ruedas se
describen como “una rueda dentro de otra rueda”. Identificar esto con platillos
voladores, francamente, ¡es absurdo! La realidad del caso es, el querubín— con estas ruedas de apoyo— representaba a
un carruaje celestial, en el cual estaba el trono de Dios (comp. 1 Crón. 28:18,
donde los querubines se describen como “el carro” de Jehová). Las ruedas
simplemente son un componente de la visión del carruaje del Señor.
Este carruaje
celestial se desplazaría en tierra mediante sus ruedas o en el aire transportado con las alas de querubín (v. 21), mostrando así que Jehová es “Dios de los cielos y Dios de la tierra”
(Gén. 24:3). El esquema de una rueda-dentro-de-otra-rueda conlleva la imagen de
dos ruedas armonizadas en ángulos de 90 grados, capacitando así al carruaje para
moverse en cuatro direcciones sin volverse. ¡El Altísimo está presente en el universo entero! “¿No lleno yo los cielos y la
tierra?--declara el SEÑOR” (Jer. 23:24).
También es
importante observar que estas ruedas multidireccionales tienen “ojos por todas partes” (v. 18),
enfatizando la plena vigilancia de nuestro Omnisciente Creador. “En todo lugar están los ojos del SEÑOR, observando
a los malos y a los buenos” (Prov. 15:3).
EL TRONO
Arriba del querubín
y soportado por sus alas, estaba un asombroso “firmamento” similar al cristal. Y
más allá de esto algo “semejante a un
trono” (vv. 22-23). Sobre el trono estaba alguien con “apariencia de hombre” bañado por un resplandor “como metal refulgente” y sobre él un arcoíris
del que emanaba esplendor (vv. 26-28). La identidad de este personaje no es
dejada a la especulación. “Tal era el
aspecto de la semejanza de la gloria del SEÑOR” (v. 28).
CONCLUSIÓN
La Biblia es su
propio comentarista. Claramente este capítulo es un cuadro de la majestuosidad
del todopoderoso Dios. ¡Cómo se aceleran los latidos de nuestros corazones
cuando, mediante la pluma del inspirado Ezequiel, se nos permite ver un
escenario tan glorioso como éste!
Por lo tanto,
exaltemos y sirvamos bien a nuestro Hacedor— e interpretemos las Escrituras sensiblemente. Ω
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