Por Basil Overton
“Por tanto, todo lo
soporto por amor a los escogidos, para que también ellos obtengan la salvación
que está en Cristo Jesús, y con ella gloria eterna”.
(2 Tim. 2:10). La salvación está en Jesucristo. “Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo
dado a los hombres, en el cual podamos ser salvos” (Hch. 4:12). La
salvación del pecado no puede estar en ninguna parte excepto en Cristo Jesús.
Estar en Cristo
es lo mismo que estar la iglesia de Cristo. “A los santos y fieles hermanos en Cristo que están en Colosas… Y que la
paz de Cristo reine en vuestros corazones, a la cual en verdad fuisteis
llamados en un solo cuerpo” (Col. 1:2; 3:15). Los de Colosas quienes
estaban en Cristo estaban en un cuerpo. Pero ese un cuerpo es la iglesia. “El es también la cabeza del cuerpo que es la
iglesia; y El es el principio, el primogénito de entre los muertos, a fin de
que El tenga en todo la primacía” (Col. 1:18).
Cristo es el
Salvador de todos los hombres en el sentido que todos los hombres que quieren ser salvos pueden ser salvados. Solamente serán
salvados por Cristo aquellos que hagan
lo que Él dice en el Nuevo Testamento que debe hacerse para ser salvo. “Y aunque era
Hijo, aprendió obediencia por lo que padeció; y habiendo sido hecho perfecto,
vino a ser fuente de eterna salvación para todos los que le obedecen” (Heb. 5:8, 9).
Cuando
una persona obedece a Cristo ella cree
en el evangelio, cree que Jesucristo es el Hijo de Dios (1 Jn. 3:23). Se arrepiente de sus pecados (Hch. 17:30).
Se bautiza en Cristo (Ro. 6:3).
Cuando alguien entra así en Cristo, es salvado por Cristo pues la
salvación está en Cristo. Por esto es que el bautismo es
necesario; el bautismo lo pone a uno en
Cristo (Gál. 3:27). Por esto Pedro
dijo: “Arrepentíos
y sed bautizados cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de
vuestros pecados…” (Hch. 2:38).
Basil
Overton es editor de The World Evangelist y vive en Florence, Alabama
II C A
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