domingo, 8 de septiembre de 2019

¿QUÉ SABE USTED ACERCA DE LOS DEMONIOS?


El estudio de los “demonios” es un tópico fascinante y desafiante en la literatura bíblica. Hay demasiado por aprender al repasar este tema.

Sin embargo, concedemos que también tiene algo de misterio. No se trata de que el texto sagrado no pueda ser comprendido; este es bastante claro. El rompecabezas está en el hecho de que no somos testigos de los fenómenos que vieron los santos primitivos. Las posesiones demoníacas durante el ministerio público de Cristo, y subsecuentemente durante el primer siglo en un grado menor, no se han extendido por cada época desde aquel tiempo.

Desafortunadamente, no todos los estudiantes de la Biblia entienden esta realidad. Recientemente un extraviado hermano en Cristo intentó argumentar que la posesión demoníaca es una realidad en nuestros días (Dan R. Owen, “The Powers That Be”, Gospel Advocate, diciembre de 2014, p. 20-22). En vista de eso, ofrecemos las siguientes observaciones.

Demonios: ¿Qué sabemos acerca de ellos?

Uno de los tópicos más controversiales que se ha discutido en años recientes es ese de los “demonios”. Se le ha dado publicidad al tema mediante una variedad de libros sensacionalistas, shows de televisión, y películas tales como El Exorcista o, más recientemente, Constantine de NBC.
Mucha gente, al considerar este tema, han llegado a creer que están poseídos por demonios, o creen que saben que alguien más ha sido poseído por estos malos espíritus.

¿Cuál es la verdad respecto a este asunto? ¿Qué eran los demonios de los tiempos bíblicos? ¿Cuál fue su origen? ¿Qué poderes poseen? ¿Por qué entraron en algunas personas y en otras no? ¿Todavía poseen a la gente hoy? Estas preguntas captan la atención de la gente pensante.

Las respuestas a los cuestionamientos anteriores no se encontrarán en los libros baratos ni en las películas de mala calidad de nuestra pervertida sociedad. En cambio, cualquier información válida que se haya concedido a la humanidad estará en las Escrituras inspiradas.

Posesión Demoníaca en el Nuevo Testamento

La verdad es que la Biblia no da un tratamiento sistemático del tema de los demonios. Cuando alguien ha examinado cada referencia bíblica acerca de este tema, encontrará allí preguntas sin responder.

El tema de los demonios se da a conocer en el Nuevo Testamento únicamente como el tema que se relaciona con otros temas de importancia; por lo tanto, es incidental. Se nos da simplemente una información mínima suficiente—la información necesaria para la comprensión de verdades más importantes.

Así que el tema de la demonología obviamente no era un fin en sí mismo dentro de la doctrina del Nuevo Testamento.

La posesión demoníaca fue una realidad histórica en la sociedad del primer siglo; y nadie, que respete la exactitud del registro del Nuevo Testamento, negará esto.

Origen de los demonios

Las entidades espirituales, conocidas como demonios, habitaban en y afligían los cuerpos humanos durante esa época. Sin embargo, la pregunta acerca del origen de los demonios no ha sido explicada con lujo de detalles en las Escrituras. Los estudiantes de la Biblia han defendidos varias teorías, la mayoría de las cuales, incidentalmente, se pueden descartar inmediatamente.

Por ejemplo, algunos han sugerido que los demonios eran espíritus incorpóreos de una extraña raza pre-adámica que vivió alguna vez sobre la tierra en ese ficticio “período perdido” entre Gén. 1:1 y Gén. 1:2.

El problema con esa teoría es este: ¡no hay un hilo de evidencia bíblica que hable acerca de que haya existido algún período perdido como ese! Esa idea nació en las febriles mentes de aquellos que se han intimidado con las aseveraciones de los evolucionistas, y que buscan forzar a la Biblia a armonizar con la cronología evolucionista. ¿Cómo podía haber una raza pre-adámica si Adán fue el primer hombre (1 Cor. 15:45)?

Otros han considerado que los demonios fueron el resultado de la cohabitación de los ángeles con algunas mujeres que vivieron antes del Diluvio. Esta teoría está basada en una comprensión errónea de Génesis 6:1-4, y en la frase que declara: «…los hijos de Dios… tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas».

Sin embargo, esto no puede ser correcto ya que Cristo enseñó claramente que los ángeles son asexuales, incapaces de tales uniones (comp. Mat. 22:30). En el contexto de Génesis “los hijos de Dios” eran de la línea justa de Set, mientras que “las hijas de los hombres” representaban a las impías descendientes de Caín.

Los otros puntos de vista que sugieren identidades de los demonios son estos.

Primero, los demonios han sido espíritus de los hombres malos que Dios, en armonía con Sus propósitos divinos, permitió que dejaran el campo del Hades para habitar en algunas personas. Alexander Campbell argumentaba a favor de esta posición en su conferencia sobre “Demonología”, encontrada en su volumen, Popular Lectures and Adresses.

Otros han contendido que los demonios eran ángeles caídos a quienes se les permitió escapar de su confinamiento para cumplir algún componente del plan divino (comp. Judas v. 6). Charles Hodge, un destacado teólogo presbiteriano, en su obra acerca de Teología Sistemática, defendía este punto de vista, el cual es muy improbable.

Sin importar la ambigüedad relacionada con el origen de los demonios, el Nuevo Testamento reconoce claramente los hechos demoníacos del primer siglo.

La naturaleza de los demonios

En cuanto a su naturaleza, los demonios eran “espíritus”. Note cómo Mateo intercambia los términos: «Y al atardecer, le trajeron muchos endemoniados; y expulsó a los espíritus con su palabra, y sanó a todos los que estaban enfermos» (8:16).

Ya que Cristo declaró que: «un espíritu no tiene carne ni huesos» (Lc. 24:39), es seguro que los demonios no eran seres físicos.

Con respecto a su carácter, los demonios fueron representados como entidades malignas. Eran impuros, espíritus malvados—bajo la influencia del comúnmente conocido como “príncipe de los demonios”, es decir, Belzebú o Satanás (comp. Mat. 12:24).

Los demonios eran seres inteligentes, que poseían conocimiento real (Mr. 1:24). Además, ellos podían hacer su voluntad y trasladarse cuando se les permitía (Mat. 12:44-45).

La posesión demoníaca frecuentemente resultaba en enfermedades físicas y mentales (aunque esas enfermedades se distinguían claramente de los demonios mismos—comp. Mat. 4:24). Aquellos que estaban poseídos por demonios a veces sufrían de mudez (Mat. 9:32); ceguera (Mat. 12:32); convulsiones (Mr. 9:18), epilepsia (Mat. 9:32), etc. Ocasionalmente obtuvieron una fuerza sobrenatural (Mr. 5:4; Hch. 19:16).

El Nuevo Testamento no provee razones específicas del por qué los demonios entraban en ciertos individuos; ellos habitaron en hombres (Mat. 9:32), mujeres (Lc. 8:2), y hasta en niños pequeños en una ocasión (Mr. 7:25-30).

El propósito de los demonios

Ya que, obviamente, los demonios estaban en última instancia bajo el control de Dios (Lc. 10:17ss), ¿por qué se les permitió entrar en aquellas personas y afligirlas?

Aparentemente la posesión demoníaca fue permitida por Dios de manera que la suprema autoridad de Cristo se hiciera manifiesta en su expulsión. Así como el Salvador reveló su control sobre las fuerzas de la naturaleza (Mr. 4:37-39), las enfermedades (Mr. 1:12), las cosas materiales (Jn. 2:9) y aun sobre la muerte (Jn. 11:44), de la misma manera el Hijo de Dios debía demostrar su poder sobre el campo de los “espíritus”.

Su autoridad sobre los espíritus impuros proclamaba lo cercano que estaba su régimen. Él declaró: «Pero si yo por el dedo de Dios echo fuera los demonios, entonces el reino de Dios ha llegado a vosotros» (Lc. 11:20).

La autoridad de Jesús sobre los malos espíritus dejó atónitos a los judíos. Ellos exclamaron: «¿Qué es esto? ¡Una enseñanza nueva con autoridad! Él manda aun a los espíritus inmundos y le obedecen» (Mr. 1:27).

El Señor también otorgó poder a sus discípulos para expulsar demonios, y ellos lo utilizaron (Lc. 10:17), excepto en una ocasión cuando su falta de fe estorbó sus esfuerzos (comp. Mr. 9:28; Mat. 17:18-20).

Los demonios del primer siglo eran algo diferente a las supuestas posesiones demoníacas de los tiempos modernos

Hay alrededor de ochenta referencias a los demonios en el Nuevo Testamento. Un cuidadoso estudio de los detalles en estos casos revela que ellos no tenían nada en común con los alegados episodios modernos de “posesión demoníaca”.

Poco después del estreno de las películas El Exorcista se publicó una descripción de pretendidos casos modernos de posesión demoníaca en un artículo titulado “El Frenesí Exorcista” el cual apareció en la revisa Newsweek (11 de febrero de 1974). Considere algunos de los contrastes entre estos alegados “ejemplos modernos”, y las circunstancias del primer siglo.

Exorcismos privados

La mayoría de los alegados “exorcismos” de demonios hoy son casos aislados, escondidos que sólo reciben publicidad un tiempo después. No obstante, cuando Jesús expulsó a aquellos malos espíritus, sus milagros fueron presenciados por el público, por grandes multitudes (Lc. 4:36).

Difíciles y complejos exorcismos

El Señor y sus discípulos podían expulsar demonios con tan sólo una palabra, con resultados efectivos inmediatos (Mat. 17:18; Hch. 19:11-12). Sin embargo, un sacerdote jesuita, quien supuestamente debía exorcizar a un joven que servía como personaje principal en el libro de William Blatty, The Exorcist, se le dijo que esto requería dos meses y una ceremonia que debía repetirse veinte veces ¡para efectuar el alegado milagro!

Más recientemente, un sacerdote católico en San Francisco, ¡afirmaba que había sido capaz de expulsar un demonio con tan sólo catorce intentos!

Sin Escenas de Horror

Los endemoniados del Nuevo Testamento eran gente afligida, corporal o mentalmente, por alguna disfunción de capacidades que en otro tiempo eran del todo normales. Esos casos no involucraron detalles grotescos.

Sin embargo, en contraste, un “exorcista” católico romano, Luigi Novagese, afirmaba: “A un hombre poseído la piel se le torna color papel, sus dientes se vuelven transparentes, en sus ojos sobresalen llamas de fuego, y despide fuego por la boca”.

Se pudiera decir, sarcásticamente, que los “espíritus” modernos son, en gran medida, ¡mucho más calificados para el drama que sus homólogos del primer siglo.

Absurdos

También es muy significativo que el registro del Nuevo Testamento no esté atestado de los absurdos comunes en los supuestos casos contemporáneos. El sacerdote católico Karl Patzelt aseveraba que durante una de sus sesiones de “exorcismo”, ¡un demonio le dio un mordisco a un sándwich! Una foto de revista muestra una mordida perfecta en el sándwich.

Ni Maldiciones ni Blasfemia

Los demonios modernos son descritos frecuentemente pronunciando “violentas maldiciones” y “desbocándose en blasfemias”. Sin embargo, en el Nuevo Testamento los demonios siempre son muy respetuosos con la Deidad. Ellos creían en un Dios (Stgo. 2:19); reconocían a Jesús como “el Santo de Dios” (Mr. 1:24), y “el hijo de Dios” (Mr. 3:11)—quien finalmente los confinaría al tormento (Mat. 8:29). Nunca blasfemaron de la Deidad.

No hay milagros modernos en nuestros días

Finalmente, debe observarse que la capacidad de expulsar demonios era una señal milagrosa que demostraba que la persona que tenía ese don era un proclamador de la verdad revelada por Dios. El don debía confirmar el mensaje divino (Mr. 16:17-20; Heb. 2:3-4).

Los exorcistas modernos están contradiciéndose constantemente y contradiciendo a sus colegas exorcistas, como también a la palabra de Dios escrita. Su mismo testimonio es auto incriminatorio.

Con la terminación de la era sobrenatural de la iglesia primitiva (comp. 1 Cor. 13:8ss), la posesión demoníaca, y el correspondiente don de expulsión, cesaron. ¿Sería razonable suponer que a pesar de no contar con el don de expulsión de demonios hoy, Dios permitirá que los demonios continúen entrando en sus criaturas y afligiéndolas?

Ciertamente eso sería un desbalance de poder y pondría al hombre en una gran desventaja. Un cuidadoso estudio de los datos del Nuevo Testamento revela un cese gradual de la actividad de posesión demoníaca a medida que la era apostólica se acercaba a su conclusión.

El altamente respetado Guy N. Woods consideraba con toda razón:

¿Las personas hoy son afligidas por posesión demoníaca? Obviamente, no. Incluso un examen casual de los casos registrados en el Nuevo Testamento mostrará que las circunstancias  relacionadas con la posesión demoníaca para aquel entonces, no tienen las características de aquellas de nuestro tiempo” (Questions and Answers. Vol. I, Freed-Hardeman College. Henderson, TN. 1976. 234).

La posesión demoníaca no es un fenómeno de nuestra época, y las afirmaciones de lo contrario están seriamente equivocadas.


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