El estudio de los “demonios” es
un tópico fascinante y desafiante en la literatura bíblica. Hay demasiado por
aprender al repasar este tema.
Sin embargo, concedemos que también
tiene algo de misterio. No se trata de que el texto sagrado no pueda ser
comprendido; este es bastante claro. El rompecabezas está en el hecho de que no
somos testigos de los fenómenos que vieron los santos primitivos. Las posesiones
demoníacas durante el ministerio público de Cristo, y subsecuentemente durante
el primer siglo en un grado menor, no se han extendido por cada época desde
aquel tiempo.
Desafortunadamente, no todos los
estudiantes de la Biblia entienden esta realidad. Recientemente un extraviado hermano
en Cristo intentó argumentar que la posesión demoníaca es una realidad en
nuestros días (Dan R. Owen, “The Powers That Be”, Gospel Advocate,
diciembre de 2014, p. 20-22). En vista de eso, ofrecemos las siguientes
observaciones.
Demonios: ¿Qué
sabemos acerca de ellos?
Uno de los tópicos más controversiales
que se ha discutido en años recientes es ese de los “demonios”. Se le ha dado
publicidad al tema mediante una variedad de libros sensacionalistas, shows de
televisión, y películas tales como El Exorcista o, más recientemente, Constantine
de NBC.
Mucha gente, al considerar este
tema, han llegado a creer que están poseídos por demonios, o creen que saben
que alguien más ha sido poseído por estos malos espíritus.
¿Cuál es la verdad respecto a
este asunto? ¿Qué eran los demonios de los tiempos bíblicos? ¿Cuál fue su
origen? ¿Qué poderes poseen? ¿Por qué entraron en algunas personas y en otras
no? ¿Todavía poseen a la gente hoy? Estas preguntas captan la atención de la
gente pensante.
Las respuestas a los cuestionamientos
anteriores no se encontrarán en los libros baratos ni en las películas de mala
calidad de nuestra pervertida sociedad. En cambio, cualquier información válida
que se haya concedido a la humanidad estará en las Escrituras inspiradas.
Posesión Demoníaca
en el Nuevo Testamento
La verdad es que la Biblia no da
un tratamiento sistemático del tema de los demonios. Cuando alguien ha
examinado cada referencia bíblica acerca de este tema, encontrará allí
preguntas sin responder.
El tema de los demonios se da a
conocer en el Nuevo Testamento únicamente como el tema que se relaciona con
otros temas de importancia; por lo tanto, es incidental. Se nos da simplemente
una información mínima suficiente—la información necesaria para la comprensión
de verdades más importantes.
Así que el tema de la demonología
obviamente no era un fin en sí mismo dentro de la doctrina del Nuevo
Testamento.
La posesión demoníaca fue una
realidad histórica en la sociedad del primer siglo; y nadie, que respete la
exactitud del registro del Nuevo Testamento, negará esto.
Origen de los demonios
Las entidades espirituales,
conocidas como demonios, habitaban en y afligían los cuerpos humanos durante
esa época. Sin embargo, la pregunta acerca del origen de los demonios no ha
sido explicada con lujo de detalles en las Escrituras. Los estudiantes de la
Biblia han defendidos varias teorías, la mayoría de las cuales,
incidentalmente, se pueden descartar inmediatamente.
Por ejemplo, algunos han sugerido
que los demonios eran espíritus incorpóreos de una extraña raza pre-adámica que
vivió alguna vez sobre la tierra en ese ficticio “período perdido” entre Gén.
1:1 y Gén. 1:2.
El problema con esa teoría es
este: ¡no hay un hilo de evidencia bíblica que hable acerca de que haya
existido algún período perdido como ese! Esa idea nació en las febriles mentes
de aquellos que se han intimidado con las aseveraciones de los evolucionistas,
y que buscan forzar a la Biblia a armonizar con la cronología evolucionista. ¿Cómo
podía haber una raza pre-adámica si Adán fue el primer hombre (1 Cor.
15:45)?
Otros han considerado que los
demonios fueron el resultado de la cohabitación de los ángeles con algunas
mujeres que vivieron antes del Diluvio. Esta teoría está basada en una
comprensión errónea de Génesis 6:1-4, y en la frase que declara: «…los
hijos de Dios… tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas».
Sin embargo, esto no puede ser
correcto ya que Cristo enseñó claramente que los ángeles son asexuales,
incapaces de tales uniones (comp. Mat. 22:30). En el contexto de Génesis “los
hijos de Dios” eran de la línea justa de Set, mientras que “las hijas de los
hombres” representaban a las impías descendientes de Caín.
Los otros puntos de vista que
sugieren identidades de los demonios son estos.
Primero, los demonios han sido
espíritus de los hombres malos que Dios, en armonía con Sus propósitos divinos,
permitió que dejaran el campo del Hades para habitar en algunas personas.
Alexander Campbell argumentaba a favor de esta posición en su conferencia sobre
“Demonología”, encontrada en su volumen, Popular Lectures and Adresses.
Otros han contendido que los
demonios eran ángeles caídos a quienes se les permitió escapar de su
confinamiento para cumplir algún componente del plan divino (comp. Judas v. 6).
Charles Hodge, un destacado teólogo presbiteriano, en su obra acerca de Teología
Sistemática, defendía este punto de vista, el cual es muy improbable.
Sin importar la ambigüedad
relacionada con el origen de los demonios, el Nuevo Testamento reconoce
claramente los hechos demoníacos del primer siglo.
La naturaleza de los demonios
En cuanto a su naturaleza, los
demonios eran “espíritus”. Note cómo Mateo intercambia los términos: «Y
al atardecer, le trajeron muchos endemoniados; y expulsó a los espíritus
con su palabra, y sanó a todos los que estaban enfermos»
(8:16).
Ya que Cristo declaró que: «un
espíritu no tiene carne ni huesos» (Lc. 24:39), es seguro que los
demonios no eran seres físicos.
Con respecto a su carácter, los
demonios fueron representados como entidades malignas. Eran impuros, espíritus
malvados—bajo la influencia del comúnmente conocido como “príncipe de los
demonios”, es decir, Belzebú o Satanás (comp. Mat. 12:24).
Los demonios eran seres
inteligentes, que poseían conocimiento real (Mr. 1:24). Además, ellos podían
hacer su voluntad y trasladarse cuando se les permitía (Mat. 12:44-45).
La posesión demoníaca
frecuentemente resultaba en enfermedades físicas y mentales (aunque esas
enfermedades se distinguían claramente de los demonios mismos—comp. Mat. 4:24).
Aquellos que estaban poseídos por demonios a veces sufrían de mudez (Mat.
9:32); ceguera (Mat. 12:32); convulsiones (Mr. 9:18), epilepsia (Mat. 9:32),
etc. Ocasionalmente obtuvieron una fuerza sobrenatural (Mr. 5:4; Hch. 19:16).
El Nuevo Testamento no provee
razones específicas del por qué los demonios entraban en ciertos individuos;
ellos habitaron en hombres (Mat. 9:32), mujeres (Lc. 8:2), y hasta en niños
pequeños en una ocasión (Mr. 7:25-30).
El propósito de los demonios
Ya que, obviamente, los demonios
estaban en última instancia bajo el control de Dios (Lc. 10:17ss), ¿por qué se
les permitió entrar en aquellas personas y afligirlas?
Aparentemente la posesión
demoníaca fue permitida por Dios de manera que la suprema autoridad de Cristo
se hiciera manifiesta en su expulsión. Así como el Salvador reveló su control
sobre las fuerzas de la naturaleza (Mr. 4:37-39), las enfermedades (Mr. 1:12),
las cosas materiales (Jn. 2:9) y aun sobre la muerte (Jn. 11:44), de la misma
manera el Hijo de Dios debía demostrar su poder sobre el campo de los
“espíritus”.
Su autoridad sobre los espíritus
impuros proclamaba lo cercano que estaba su régimen. Él declaró: «Pero si
yo por el dedo de Dios echo fuera los demonios, entonces el reino de Dios
ha llegado a vosotros» (Lc. 11:20).
La autoridad de Jesús sobre los
malos espíritus dejó atónitos a los judíos. Ellos exclamaron: «¿Qué es
esto? ¡Una enseñanza nueva con autoridad! Él manda aun a los espíritus inmundos
y le obedecen» (Mr. 1:27).
El Señor también otorgó poder a
sus discípulos para expulsar demonios, y ellos lo utilizaron (Lc. 10:17),
excepto en una ocasión cuando su falta de fe estorbó sus esfuerzos (comp. Mr.
9:28; Mat. 17:18-20).
Los demonios del primer siglo
eran algo diferente a las supuestas posesiones demoníacas de los tiempos
modernos
Hay alrededor de ochenta
referencias a los demonios en el Nuevo Testamento. Un cuidadoso estudio de los
detalles en estos casos revela que ellos no tenían nada en común con los
alegados episodios modernos de “posesión demoníaca”.
Poco después del estreno de las
películas El Exorcista se publicó una descripción de
pretendidos casos modernos de posesión demoníaca en un artículo titulado “El
Frenesí Exorcista” el cual apareció en la revisa Newsweek (11
de febrero de 1974). Considere algunos de los contrastes entre estos alegados
“ejemplos modernos”, y las circunstancias del primer siglo.
Exorcismos privados
La mayoría de los alegados
“exorcismos” de demonios hoy son casos aislados, escondidos que sólo reciben
publicidad un tiempo después. No obstante, cuando Jesús expulsó a aquellos
malos espíritus, sus milagros fueron presenciados por el público, por grandes
multitudes (Lc. 4:36).
Difíciles y complejos
exorcismos
El Señor y sus discípulos podían
expulsar demonios con tan sólo una palabra, con resultados efectivos inmediatos
(Mat. 17:18; Hch. 19:11-12). Sin embargo, un sacerdote jesuita, quien
supuestamente debía exorcizar a un joven que servía como personaje principal en
el libro de William Blatty, The Exorcist, se le dijo que esto
requería dos meses y una ceremonia que debía repetirse veinte veces ¡para
efectuar el alegado milagro!
Más recientemente, un sacerdote
católico en San Francisco, ¡afirmaba que había sido capaz de expulsar un
demonio con tan sólo catorce intentos!
Sin Escenas de Horror
Los endemoniados del Nuevo
Testamento eran gente afligida, corporal o mentalmente, por alguna disfunción
de capacidades que en otro tiempo eran del todo normales. Esos casos no
involucraron detalles grotescos.
Sin embargo, en contraste, un
“exorcista” católico romano, Luigi Novagese, afirmaba: “A un hombre poseído
la piel se le torna color papel, sus dientes se vuelven transparentes, en sus
ojos sobresalen llamas de fuego, y despide fuego por la boca”.
Se pudiera decir,
sarcásticamente, que los “espíritus” modernos son, en gran medida, ¡mucho más
calificados para el drama que sus homólogos del primer siglo.
Absurdos
También es muy significativo que
el registro del Nuevo Testamento no esté atestado de los absurdos comunes en
los supuestos casos contemporáneos. El sacerdote católico Karl Patzelt
aseveraba que durante una de sus sesiones de “exorcismo”, ¡un demonio le dio un
mordisco a un sándwich! Una foto de revista muestra una mordida perfecta en el
sándwich.
Ni Maldiciones ni Blasfemia
Los demonios modernos son
descritos frecuentemente pronunciando “violentas maldiciones” y “desbocándose
en blasfemias”. Sin embargo, en el Nuevo Testamento los demonios siempre son
muy respetuosos con la Deidad. Ellos creían en un Dios (Stgo. 2:19); reconocían
a Jesús como “el Santo de Dios” (Mr. 1:24), y “el hijo de Dios” (Mr.
3:11)—quien finalmente los confinaría al tormento (Mat. 8:29). Nunca
blasfemaron de la Deidad.
No hay milagros modernos en
nuestros días
Finalmente, debe observarse que
la capacidad de expulsar demonios era una señal milagrosa que demostraba que la
persona que tenía ese don era un proclamador de la verdad revelada por Dios. El
don debía confirmar el mensaje divino (Mr. 16:17-20; Heb. 2:3-4).
Los exorcistas modernos están
contradiciéndose constantemente y contradiciendo a sus colegas exorcistas, como
también a la palabra de Dios escrita. Su mismo testimonio es auto
incriminatorio.
Con la terminación de la era
sobrenatural de la iglesia primitiva (comp. 1 Cor. 13:8ss), la posesión
demoníaca, y el correspondiente don de expulsión, cesaron. ¿Sería razonable
suponer que a pesar de no contar con el don de expulsión de demonios hoy, Dios
permitirá que los demonios continúen entrando en sus criaturas y afligiéndolas?
Ciertamente eso sería un
desbalance de poder y pondría al hombre en una gran desventaja. Un cuidadoso
estudio de los datos del Nuevo Testamento revela un cese gradual de la
actividad de posesión demoníaca a medida que la era apostólica se acercaba a su
conclusión.
El altamente respetado Guy N.
Woods consideraba con toda razón:
“¿Las personas hoy son
afligidas por posesión demoníaca? Obviamente, no. Incluso un examen casual de
los casos registrados en el Nuevo Testamento mostrará que las
circunstancias relacionadas con la posesión demoníaca para aquel
entonces, no tienen las características de aquellas de nuestro tiempo” (Questions
and Answers. Vol. I, Freed-Hardeman College. Henderson, TN. 1976. 234).
La posesión demoníaca no es un
fenómeno de nuestra época, y las afirmaciones de lo contrario están seriamente
equivocadas.
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