Por lo visto el ladrón
arrepentido que fue crucificado con nuestro Señor se salvó. “Hoy estarás
conmigo en el paraíso” (Lc. 23:43). Pero Jesús enseñó en Juan 8:21 que si una
persona muere en sus pecados no puede ir a donde está el Señor. Los evasivos
evangelistas denominacionales han engañado a los que no están informados
bíblicamente al aplicar erróneamente el relato acerca de este ladrón en la
manera en que lo han razonado: “El ladrón en el cruz no fue bautizado; por lo
tanto, no hay en lo absoluto la necesidad de bautizarse”. Pero, ¿ése es el
caso? En nuestro estudio, observemos los siguientes cinco puntos:
I. Primero, ningún hombre puede probar que el ladrón no fue bautizado.
Pero, nos dicen, “no hay mención
alguna de que él haya sido bautizado”. Y admitimos que no la hay. Sin embargo,
sobre esta base también probaríamos que la fe en Cristo no es necesaria para la
salvación, pues no hay declaración alguna en cuanto a que Lázaro, quien fue al
paraíso (Lc. 16:19-31), creyera en Cristo. Lo que prueba demasiado en realidad
no prueba nada.
II. Segundo, es totalmente razonable y posible que el ladrón haya sido
bautizado.
(1) Considere la amplia cobertura y aceptación del bautismo de Juan.
Hechos 13:23-25 nos informa, “Juan predicó, antes de su venida [la
de Jesús], un bautismo de arrepentimiento a todo el pueblo de Israel”.
Cuando Juan predicó el bautismo de arrepentimiento para la remisión de pecados,
“… acudía
a él toda la región de Judea, y toda la gente de Jerusalén, y confesando sus pecados,
eran bautizados por él en el río Jordán” (Mr. 1:4-5). Mateo 3:5-6 nos
dice, “Acudía entonces a él Jerusalén, toda Judea
y toda la región alrededor del Jordán”.
En Lucas 3:7 leemos, “las multitudes que
acudían para que él las bautizara”. Lucas 3:21 añade: “Y
aconteció que cuando todo el pueblo era
bautizado…” Luego, Juan 4:1 nos informa: “los fariseos habían oído que Él
hacía y bautizaba más discípulos que Juan”.
Es indudable que la cobertura y aceptación del bautismo de Juan era sumamente
considerable. Y, no olvidemos que el bautismo de Juan era para el perdón de
pecados (Mr. 1:4; Lc. 3:3). Por supuesto que esto era en anticipación al
derramamiento de la sangre de nuestros Señor, sangre sin la cual la remisión de
pecados no podía hacerse realidad (Mat. 26:28; Heb. 9:22). Es completamente
razonable y posible que el ladrón hubiese estado en este vasto número de
personas.
(2) Observe lo bien informado que estaba el ladrón. Mientras
agonizaba, “decía: Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino”
(Lc. 23:42). Este texto implica: (a) que él sabía que Cristo tenía un reino, y
(b) que se establecería después de la muerte de nuestro Señor. Además, la
declaración también implica (c) que él entendía que el Señor tenía el poder
para bendecir con la vida. Pero el bautismo de Juan, que era para la remisión
de pecados, estaba conectado con la predicación del reino (Mat. 3:1-3; Mr.
1:1-5). Ciertamente es del todo posible que el ladrón haya sido bautizado.
(3) “¡Pero él era un ladrón!, nos dicen. Esto no niega que haya podido
ser alguien bautizado. Él pudo haber estado entre aquellos muchos discípulos
del Señor que “se apartaron y ya no andaban con El” (Jn. 6:66). Después
de todo, al apostasía es posible (Lc. 8:11-15; 2 Pe. 2:20-22; 1 Cor. 10:12).
III. Tercero, considere que el Nuevo Testamento no estaba en vigencia
cuando el Señor le hizo esa promesa al ladrón.
(1) Hebreos 9:15-17. Este texto declara, “Y por eso Él es el
mediador de un nuevo pacto, a fin de que habiendo tenido lugar una muerte
para la redención de las transgresiones que se cometieron bajo el primer pacto, los que han sido
llamados reciban la promesa de la herencia eterna. Porque donde hay un
testamento, necesario es que ocurra la muerte del testador. Pues un testamento es
válido sólo en caso
de muerte, puesto que no se pone en vigor mientras vive el testador”.
La siguiente ilustración, ideada por un anónimo, es muy expresiva. Había un
hombre rico llamado John. Su última voluntad estaba preparada: pero, aún no
tenía vigencia porque él no había muerto. Una pobre viuda viene a él pidiéndole
una ayuda, y él le brinda una muy generosa ayuda. Y así lo sigue haciendo
durante algunos años. No hay nada fuera de orden con esto ya que él puede
disponer de su riqueza como quiera mientras esté vivo. Pero, de pronto muere,
sale a la luz su última voluntad, se prueba su autenticidad, y el administrador
va a disponer de sus bienes, de acuerdo con los términos que establece el
documento. La viuda necesitada que mencionamos al principio viene y pide ayuda,
pero se la niegan. Ella reacciona: “Pero si el señor John estuviera vivo, él me
ayudaría”. El administrador le responde: “No tengo duda de eso, pero ahora él
está muerto y yo no tengo autoridad para quebrantar su voluntad. Solamente
puede administrar sus bienes tal como él lo dispuso en su testamento”. Así
sucede con la voluntad de nuestro Señor. Mientras estaba en la tierra, Cristo
podía decir al ladrón: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”
(Lc. 23:43). Podía decir al paralítico: “Tus pecados te son perdonados” (Mr.
2:5). A la mujer pecadora que estaba en la casa de Simón podía decirle, “Tus
pecados han sido perdonados” (Lc. 7:48). Podía decirle a la adúltera: “Ni yo
te condeno, vete y no peques más” (Jn. 8:11). Todos estos casos acontecieron antes de que la última voluntad de
Cristo entrara en vigencia. ¿Y qué con eso? Bueno, “donde hay un testamento,
necesario es que ocurra la muerte del testador” (Heb. 9:16). Al
morir Cristo, su última voluntad ha entrado en vigencia, y nosotros solamente
somos salvos cuando cumplimos con los términos de su voluntad. Y, su voluntad
dice: “El que crea y sea bautizado será salvo; pero el que no crea será
condenado” (Mr. 16:16). Además, Pedro dijo de parte del Señor: “Arrepentíos y
sed bautizados cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón
de vuestros pecados” (Hch. 2:38). De manera incidental, supongamos que
existía el señor John, un hombre muy rico, quien murió y en su última voluntad
dijo: “El que creyere y fuere bautizado
recibirá mil dólares”. ¿Cuántas personas tendrían problemas para entender
que el bautismo es esencial para poder recibir esos mil dólares?
Argumentar que el bautismo no es
esencial para el hombre hoy, “ya que el ladrón nunca se bautizó” es análogo a
afirmar que no necesitamos pagar impuestos hoy porque Manuel Amador Guerrero no
los pagó. Como usted bien sabe el presidente murió antes de que entrara en
vigencia la ley de los impuestos actuales.
(2) Los requisitos de un testamento efectivo y cómo Cristo los cumplió.
(a) El individuo que hace un testamento debe tener una edad responsable. ¿No
tenía Cristo más de treinta años cuando murió? (b) El individuo que hace un
testamento debe tener pleno uso de sus facultades mentales. Cristo dejó mudos y
avergonzados a los hombres más sabios de su tiempo, sí, desde que era tan sólo
un niño (Lc. 2:46-47). (c) El individuo que hace un testamento debe tener
bienes o propiedades que otorgar. Efesios 1:7 dice, “En El tenemos
redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados según las
riquezas de su gracia”. (d) El testamento debe contar con testigos. Los
apóstoles del Señor realizaron esta función (Hch. 1:8; 5:32). (e) El testamento
entra en vigor únicamente después de la muerte del testador. Esto se explica
claramente en Hebreos 9:15-17.
(f) Los testamentos tienen
albaceas cuya responsabilidad es velar que los términos del testamento sean
respetados y se cumplan debidamente. Los apóstoles del Señor cumplieron esta
función porque fueron inspirados por el Espíritu Santo (Jn. 14:26; 16:13; Ef. 3:1-12).
(g) Luego de que un testamento ha sido verificado adecuadamente no hay apelación
posible ante los términos y condiciones del mismo. Ya que el Señor fue
confirmado por la corte celestial, y ya que su testamento expone el plan de
salvación, no puede haber cambios en los términos o condiciones de la salvación.
Intentarlo lo pondría a uno en la condición de anatema para Dios (Gál. 1:6-9). No
podemos añadir ni quitar algo de la ya confirmada divinamente y permanentemente
establecida voluntad de nuestro Señor (Apo. 22:18-19). No podemos ir más allá
de lo que está escrito (1 Cor. 4:6; 2 Jn. 9-11) ni podemos poner menos
requisitos que el Señor; ni yendo más allá de lo que está escrito podemos
añadir más requisitos que los que el Señor ha pedido. Balaam estaba en lo
correcto cuando dijo: “yo no podría traspasar el mandamiento del Señor mi
Dios para hacer ni poco ni mucho” (Núm. 22:18). Ahora, cuando “el
caso del ladrón” se estudia a la luz de estos principios que rigen los
testamentos, el argumento de “como el ladrón se salvó sin bautizarse así los
hombres hoy pueden salvarse sin ir al bautismo” cae en una completa insignificancia
y por ende queda invalidado.
IV. Cuarto, consideremos que el ladrón en la cruz no constituye un
ejemplo para nosotros hoy.
(1) Cuando se prometió el paraíso al ladrón el Nuevo Testamento no estaba
en vigencia (Heb. 9:15-17).
(2) Cuando se prometió el paraíso al ladrón, la Gran Comisión aún no se había
dado (Mat. 28:18-20; Mr. 16:15-16; Lc. 24:46-49; Jn. 20:20-23).
(3) Cuando se prometió el paraíso al ladrón el reino del Señor aún no había
sido establecido (Mr. 9:11; Hch. 1:8; 2:1-4).
(4) Cuando se prometió el paraíso al ladrón los apóstoles del Señor aún no
habían empezado a utilizar las llaves del reino (Mat. 16:18, 19; Hch. 2:36-38).
(5) Una nota especial. Es manejar maliciosamente la palabra de Dios el
pasar por alto todos los casos de conversión que hay en el libro de los Hechos
(2, 8, 9, 10, 16, 18, 19, 22, 26) y en cambio buscar antes de eso hasta
encontrar el caso del ladrón. Verdaderamente tiene una gran presión en su
empeño por establecer que el bautismo no es esencial cuando tiene que manejar
así la palabra de Dios.
V. Finalmente, una palabra acerca del otro ladrón.
El otro ladrón se mantuvo
obstinado, rebelde, blasfemo y sin remordimientos hasta el final. Ese fue el
caso (1) aunque él sabía que quien estaba agonizando junto a él era el Cristo, la evidencia de ese hecho era
abrumadora. (2) aun cuando él estaba experimentando la agonía de los
crucificados y (3) aun cuando él sabía que su muerte era inevitable, inminente.
¿Cómo podía suceder algo así? ¿Cómo lo explicaría usted? Solamente hay una
respuesta: un hombre puede pecar despreciando la gracia. Puede persistir en el
pecado al punto de que el arrepentimiento se le hace imposible. “El
hombre que después de mucha reprensión endurece la cerviz, de repente será
quebrantado sin remedio” (Prov. 29:1). La conciencia de una persona podría
estar tan cauterizada como un acero soldado, convirtiéndose en algo insensible
a la gracia, misericordia y amor de Dios (1 Tim. 4:2). Efesios 4:19 dice, “y
ellos, habiendo llegado a ser insensibles, se entregaron a la sensualidad para
cometer con avidez toda clase de impurezas”. Benjamín Franklin, uno de los
líderes del Movimiento de Restauración, consideraba que es cierto que nadie
puede convertirse al Señor después de la muerte; pero, también es cierto que algunos
no pueden convertirse al Señor antes de la muerte. Un corcho sumergido cien
veces bajo el agua volverá a emerger las mismas veces. Sin embargo, si es sumergido
doscientos pies bajo el agua, no podrá emerger de nuevo. ¿Por qué? La presión
de agua encima contrarresta la flotabilidad y provoca que éste se hunda. Sí,
usted puede hundirse más allá de su capacidad de levantarse de nuevo.
Conclusión
(1) Recapitulando. En este estudio hemos observado que: (1) Ningún
hombre puede probar que el ladrón no fue bautizado, (b) es razonable que el
ladrón haya sido bautizado, (c) el Nuevo Testamento no estaba en vigencia
cuando el Señor prometió el paraíso al ladrón, (d) que el ladrón en la cruz no
constituye un ejemplo para nosotros hoy, y (e) una consideración acerca del
otro ladrón.
(2) Ese día, allí, murieron tres. El ladrón arrepentido murió al pecado. El ladrón rebelde murió en pecado. El Señor murió por el pecado.
Exelente Articulo pues se debe de entender que los designios de Dios son incuestionables.
ResponderEliminarY tambien se debe de entender que Cristo el hijo de Dios tiene la complacencia de su padre y el podia decidir quienes se salbarian antes que fuese establecido su reino, por que en donde no hay un cuerpo de leyes no se puede juzgar ningun delito, pero una vez que quedo establecido el reino o Gobierno de Dios en la tierra y su evangelio fue publicado por su santo espiritu, que dice que el evangelio es poder de Dios para salvacion y ademas que dice que Cristo no condena a nadie sino la palabra escrita ella los jusgara.
ResponderEliminary por ultimo hoy por hoy si el Rey Davit viviera hoy en dia el evangelio de Cristo regularia su actividad varonil, osea no que su actividad promiscua sesaria.
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