jueves, 31 de mayo de 2012

Un Alegado fracaso en el ministerio de Jesús


Tanto Mateo como Marcos dicen que Jesús dejó la región cercana al mar de Galilea y que fue a “su pueblo” (Mat. 13:54; Mr. 6:1). Indudablemente esto hace referencia a los alrededores de Nazareth, la ciudad en la que se crió Jesús. En relación con la visita del Señor a esta región Marcos registra una curiosa declaración: “Y no pudo hacer allí ningún milagro…” (6:5).

Frecuentemente los modernos “sanadores cristianos” apelan a este texto para explicar su propia incapacidad para efectuar milagros auténticos. “Algunas personas”, alegan ellos, “no tienen suficiente fe como para ser sanados”. ¿Cómo explica este pasaje el estudiante concienzudo de la Biblia? Debemos enfocar nuestra atención en varios aspectos importantes:

1.       La Biblia inequívocamente enseña que Jesús poseía el poder para efectuar milagros. Sus capacidades milagrosas habían sido profetizadas en el Antiguo Testamento (Isa. 35:5-6), éstas asombraron a Sus discípulos (Mat. 14:33) y confundieron a sus enemigos (Jn. 11:47). Él ejerció poder divino sobre la enfermedad (Jn. 9:1ss), sobre las leyes de la naturaleza (Jn. 6:19), sobre objetos materiales (Jn. 2:1ss), sobre el mundo demoníaco (Mat. 12:22), y aun sobre la misma muerte (Jn. 11:43-44). Además, hay ejemplos claros donde se realizaron milagros en favor de quienes no tenían fe en Él (comp. Lc. 7:11ss). ¿Cuánta fe puede tener un cadáver?

En vista de este amplio alcance de habilidades milagrosas, es difícilmente concebible que a Jesús le fallara el poder en esta ocasión. El estudiante probado debe buscar otra explicación razonable. Y el contexto remoto del episodio la provee.

2.       Una comparación de Marcos 6:5 con Mateo 13:58 (un texto paralelo) traerá la solución ante nosotros. Donde Marcos registra que Cristo “no pudo hacer ningún milagro allí”, Mateo simplemente declara lo siguiente: “Y no hizo muchos milagros allí a causa de la incredulidad de ellos”. Tanto Mateo como Marcos declaran el mismo hecho básico; sin embargo, el lenguaje que emplean respectivamente es ligeramente diferente.

El problema aparente está en la expresión de Marcos, “no pudo”. La fraseología griega es ouk edunato— una manera de hablar ocasionalmente empleada en el Nuevo Testamento para connotar la idea de que alguien, por alguna razón, elige no hacer algo — aunque técnicamente tiene la capacidad para hacerlo.

Considere estos ejemplos. En una de sus parábolas, Jesús nos cuenta de un hombre que recibió una invitación para una gran cena. Por razones propias (aunque injustificadas), él declinó dicha invitación diciendo: “Me he casado, y por eso no puedo [ou dunamai] ir” (Lc. 14:20). ¡Tener esposa difícilmente representa una imposibilidad!

En una de sus epístolas, el apóstol Juan escribe: “Ninguno que es nacido de Dios practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede [ou dunamai] pecar, porque es nacido de Dios” (1 Jn. 3:9). El apóstol no está afirmando que es imposible que un hijo de Dios peque (comp. 1 Jn. 1:8-9; 2:1-2); en cambio, está diciendo que cuando la verdad divina hace su residencia en el corazón, uno se determinará a no involucrarse en una habitual y persistente vida de pecado. El término “no puede” se usa como un imperativo moral.

3.       Esta es claramente la circunstancia que se desarrolló en la región de Nazaret. Había una razón por la que Jesús limitó sus demostraciones milagrosas delante de sus vecinos.

Primero, observe que el Señor efectuó algunos milagros en ese territorio. Aun Marcos dice específicamente, “sólo sanó a unos pocos enfermos sobre los cuales puso sus manos”. Por lo tanto, Su poder no era el problema.

Segundo, hay un énfasis en la tozuda y deliberada incredulidad de los judíos de esta área. El escritor inspirado nota que Jesús estaba “sorprendido” de tal incredulidad. En el texto griego el término “incredulidad” es precedido por un artículo definido, literalmente, “la incredulidad”, es decir, una profunda incredulidad de un nivel atroz. Mateo claramente describe que Jesús se contuvo de realizar muchos milagros allí “a causa de” la incredulidad de ellos (13:58).

LA RESPUESTA A LOS CRÍTICOS
Pero los críticos de la Biblia sienten que el problema no está resuelto. Ellos señalan que el propósito mismo de las señales milagrosas era producir una creencia. Por lo tanto, esta circunstancia proveyó el ambiente ideal en el cual Jesús podía manifestar su poder, convirtiendo así incrédulos en creyentes.

Sin embargo, esta objeción pasa por alto un elemento muy importante en relación con la manera en la que Dios trata con los seres humanos. El Señor ha concedido al hombre el poder de escoger. El don de la voluntad es intrínseco en aquellos que han sido hechos a la imagen del Creador. Sin embargo, la manera en la que se utiliza ese don de “elección” se determina por la condición del corazón (mente) de la persona. En una de sus parábolas, Cristo describió a la persona que tiene un corazón “recto y bueno” (Lc. 8:15). Un milagro convencerá al no-creyente— quien informado es lo suficientemente honesto como para evaluar la evidencia (comp. Mr. 9:24). Por otro lado, si alguien es fundamentalmente deshonesto, nada lo convencerá (comp. Lc. 16:31).

Cuando Jesús vino a la región de su antigua comunidad, se encontró con la resistencia de corazones endurecidos. En efecto, muchas personas decían: “¿De dónde sacó toda esa sabiduría y el poder para realizar semejantes milagros?». Y se burlaban: «Es un simple carpintero, hijo de María y hermano de Santiago, José, Judas y Simón. Y sus hermanas viven aquí mismo entre nosotros». Se sentían profundamente ofendidos y se negaron a creer en él” (Nueva Traducción Viviente [NTV]). (Vea Mat. 13:54ss; Mr. 6:1ss). Tanto Mateo como Marcos dicen que estas personas estaban “ofendidas” a causa de lo que hacía el Señor.

Por lo tanto, al discernir esta disposición hostil, el Salvador decidió limitar su actividad entre ellos. No había necesidad de echar “perlas” a los cerdos. Sin importar lo que hiciera, Él no recibiría ningún tipo de “honra” ¡ni de parte de sus propios vecinos! (Mat. 13:57; Mr. 6:4). Un erudito ha resumido muy bien el asunto:

[Jesús] percibió que era moralmente imposible ejercer su poder benefactor  a favor de ellos en vista de su incredulidad (Mat. 13:58). Ésta cerró la puerta ante la operación de Su poder. Rehusó forzarse por aquellos que no lo quieren (D.E. Hiebert, The Gospel of Mark, Greenville, SC: Bob Jones University, 1994, p. 156).

Otro escritor comenta:

Dios y su Hijo hubiesen podido hacer algo, pero habían decidido limitarse a Sí mismos debido a la respuesta humana… Jesús no era de esa clase de hacedores de milagros cuyo propósito principal es impresionar a su audiencia [sin tomar en cuenta la naturaleza de su disposición] (James Brooks, Mark – The New American Commentary, Nashville: Broadman, 1991, p. 100).

CONCLUSIÓN
Por consiguiente, cuando se toman en consideración todos los hechos, uno debe concluir que no hay problema alguno con la narración bíblica. El problema reside en el corazón de aquellos que buscan una falla en la vida de Cristo para así evitar someterse a Él. Ω

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