Algunas “historias”
sobreviven por sí solas. No importa cuán frecuentemente sean desacreditadas, aun
así sobreviven. Esto es cierto en cuanto a la supuesta “prueba” astronómica
para la narración bíblica con respecto al “día extendido de Josué”.
Cuando el ejército
israelita estaba involucrado en la conquista de Canaán, Dios intervino
sobrenaturalmente en cierta ocasión extendiendo el período de la luz del día de
un día de batalla en particular, y así permitió a los hebreos obtener una gran
victoria (Jos. 10:12-14). Desde luego, los críticos escépticos se mofan de este
relato porque ellos, ipso facto,
rechazan los milagros.
Hace un siglo ya,
una historia se abrió camino en la atención pública. El profesor C. A. Totten
de la Yale University, circuló una anécdota de cómo un colega suyo, un
astrónomo, había descubierto la confirmación “científica” del “día extendido de
Josué”.
Supuestamente,
estudiando los registros de antiguos equinoccios, eclipses, tránsitos, etc., este
científico había descubierto un “día perdido” en la historia, el cual pudo
posteriormente explicar combinando el relato del día extendido de Josué, junto
con el registro de la sombra retrocediendo en el reloj de Ezequías (Isa.
38:7-8). Así que él había descubierto una “demostración” que el registro de la
Escritura era científicamente exacto en este aspecto.
El testimonio de
Totten se ha repetido frecuentemente. Se ha incorporado en el pequeño volumen
de Sidney Collett (valioso en muchos aspectos), All About the Bible [Todo acerca de la Biblia] (New York: Fleming
Revell, 1933, pp. 285-286) y un tiempo después (1936) la historia fue publicada
en el popular libro de Harry Rimmer, A Harmony of Science and Scripture [Una
Armonía de la Ciencia con la Escritura] (Grand Rapids: Eerdmans, 1956 ed., pp.
281-282).
En 1970 la historia
tomó un giro más contemporáneo. Comenzaron a aparecer artículos en varias publicaciones
afirmando que un caballero llamado Harold Hill, presidente del Curtis Engine
Co. de Baltimore, y un “consultor en asuntos del espacio” mantenía en su
posesión datos obtenidos del Goddard Space Center los cuales proveían
esencialmente la misma información encontrada en la historia de Totten de ocho
años antes.
Este relato ha sido
repetido recientemente en un gran número de boletines de iglesias, y ha
circulado vía e-mail por el internet. Ha pasado de un lado a otro gracias a las buenas personas
que, creyendo en su autenticidad, han querido compartirlo con otros.
Aunque, cuando es
pesado en la balanza de la evidencia, deja mucho que desear.
Un número de
eruditos creacionistas se empeñaron en tratar con esto en 1970 y establecer con
certeza los hechos de este caso. En un artículo reciente titulado: “A False Trail for Joshua’s Long Day” [Una
falsa huella del día extendido de Josué] el cual apareció en Christian News (19 de junio del 2000, pp. 1, 5-6), el Dr. Erick von
Fange ha mostrado cuán falaz es todo este episodio. Por ejemplo, en resumen:
1. Investigando en el Goddard Space Center se percataron que allí nadie
conoce a Harold Hill ni saben de alguna computadora que hubiera trabajado en
algo relacionado con el día extendido de Josué. Las declaraciones de uno de los
oficiales a cargo fueron que la historia de Hill era, en palabras de von Fange,
“una completa invención sin ninguna pizca de verdad.”
2. Otros eruditos observaron que la tesis original estaba gravemente
equivocada, involucrando datos cronológicos que ahora sabemos que son
inexactos. Hubo una falta de cualquier cálculo matemático que corroborara sus
afirmaciones, y hubo un cierto número de problemas adicionales, de muy seria
naturaleza también.
En el análisis
final el Dr. Von Fange concluyó:
“No podemos leer
las mentes de Totten y Hill o conocer sus motivaciones al contar esas
historias. Sabemos que la historia es falsa, aunque no dudamos de la veracidad
de estos eventos bíblicos. Los eventos realmente acontecieron. Es desafortunado
que algunas personas piensen que esparciendo esta clase de desinformación
ayudan a la causa del evangelio”.
Los cristianos
están repletos de evidencia a su disposición la cual apoya la veracidad de las
Escrituras. No necesitamos defender la fe con “una espada rota”. Ω
Ok muy buen artículo. Acabo de leerla toda. No necesitamos defender la fe con “una espada rota”.
ResponderEliminarGracias por la información.
Saludos mi hermano.