El término “catacumba” se deriva
de un término griego compuesto formado por kata
(bajo) y kymbe (hoyo). La palabra
se usa en referencia a una vasta red de tumbas que están debajo de la ciudad de
Roma (y de otros lugares también) donde los antiguos cristianos sepultaban a
sus muertos—
y hasta se reunían para adorar en tiempos de persecución severa. Se ha estimado
que esta masa de corredores y panteones, si se unieran todos, cubrirían unas
sesenta millas. El estimado de número de tumbas varía de 1, 750, 000 a 4,
000,000; representan la sepultura de los romanos desde el segundo hasta el
quinto siglo D. C. (Blaiklock, 159). Hay un número de lecciones valiosas que
podemos obtener de las catacumbas.
La historicidad de Cristo
Las catacumbas están llenas de
obras de arte (de grafiti antiguo) las cuales testifican de la profunda fe de
los mártires en Jesucristo como el Hijo de Dios. Las inscripciones en epitafios
como la siguiente son frecuentemente encontradas: “Victorina, en paz y en
Cristo” (Finegan, 389). Común entre las inscripciones era el símbolo del
pescado. La palabra griega para pescado, ichthus,
llegó a ser un símbolo acróstico para Jesucristo,
Hijo de Dios, Salvador. Seguramente los antiguos mártires tendrían una
mejor oportunidad de saber si Jesucristo era un personaje histórico real que la
de los ateos de este tiempo.
Las Escrituras
El hecho de que muchas de las
obras de arte de las catacumbas fueron tomadas de varias narraciones bíblicas—
tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento —éstas revelan cómo las
Escrituras habían estado circulando ampliamente en aquellos tempranos siglos de
la historia de la iglesia. Hay representaciones de Adan y Eva, del sacrificio
de Isaac por parte de Abraham, del milagro de Moisés de sacar agua de la roca,
del foso de los leones de Daniel, de Jonás, de la visita de los reyes sabios, de
Jesús como el Cordero y El Buen Pastor, etc.
Hay otro punto por señalar. Muchos
de los nombres mencionados en las epístolas de Pablo se encuentran grabados en
las paredes de las catacumbas. Obvio que esto no significa que representan a
las mismas personas de la correspondencia de Pablo, pero sugieren que el
registro bíblico es un reflejo exacto de la nomenclatura de ese tiempo, y por
esto posee un aura de autenticidad (comp. Lightfoot, 177).
Los milagros de Jesús
El Nuevo Testamento representa a
Cristo como un obrador de milagros. Se adscriben a Él alrededor de unos treinta
y cinco milagros, además de las numerosas referencias genéricas (por ejemplo,
Jn. 20:30-31). Muchos eruditos modernos, dejándose llevar por la influencia de
escépticos tales como David Hume (1711-1776), niegan que Jesucristo realizara
milagros. Aun cuando, claramente, los cristianos primitivos estaban convencidos
de los poderes de Cristo para efectuar milagros. Entre las obras de arte de las
catacumbas, hay muchas representaciones de los milagros de Cristo. Hay descripciones
del bautismo de Jesús, con el Espíritu Santo descendiendo sobre Él en forma de
paloma. Hay reproducciones de la sanación del paralítico (Mr. 2), y la
resurrección de Lázaro (Jn. 11). Hay reflexiones acerca del agua convirtiéndose
en vino en la boda de Caná (Jn. 2), como también la alimentación de la gran
multitud con panes y peces (Jn. 6).
El crecimiento de la iglesia
Una consideración del material
del libro de los Hechos muestra cuán explosivo fue el crecimiento de la iglesia
primitiva, y los santos en Roma no eran una pequeña parte de esto. La fe de los
cristianos romanos era ampliamente conocida (Rom. 1:8; 16:19). Blaiklock dice: “La
interpretación más conservadora de las figuras en las sepulturas de las
catacumbas sería, por consiguiente, que… un quinto del imperio medio eran
cristianos, y es probable que la proporción en esos tiempos fuera mucho mayor”
(161). Hay otro factor a ser tomado en cuenta también. Las tumbas de las
catacumbas representan alrededor de diez generaciones de creyentes. Esto nos
sugiere que los devotos primitivos del cristianismo pasaban el evangelio a su
descendencia. Esto se llama “evangelismo vertical”.
Cristianismo e intelectualismo
El ateísmo alega que la fe
cristiana es sólo para los ignorantes y para quienes están faltos de razón. Gibbon
señaló a la iglesia como un conglomerado que consistía exclusivamente de “la
escoria de la sociedad”. La evidencia de las catacumbas muestra, sin embargo,
que el cristianismo invadió los rangos medios y superiores de las clases
romanas, y tuvo su impacto entre los intelectuales. Muchas de las tumbas
evidencian haber pertenecido a familias de aristócratas (comp. Hch. 17:4).
Persecución
El Señor había advertido a sus
discípulos que serían perseguidos (Mt. 5:10-12). En el 64 d. C. Nerón inició un
régimen vicioso de terror contra la iglesia, y así los siguientes césares. Los cristianos
tuvieron que meterse bajo el suelo (entre las tumbas— donde los supersticiosos
romanos no los seguirían) para adorar. Sorprendentemente, a pesar de eso, no se
encuentra en el grafiti de las catacumbas ninguna imagen de congoja o queja; en
lugar de eso, un espíritu vibrante de gozo y triunfo es lo que queda
evidenciado por todas partes. ¡Qué fe poseían aquellos santos!
Apostasía
El registro de las catacumbas no
es completamente positivo. Tal como Pablo predijo que habría una apostasía de
la verdad (2 Tes. 2:1ss; 2 Tim. 4:1ss), así el registro de las tumbas revela un
alejamiento de la fe primitiva. Por ejemplo, hay un grafiti que anima a orar a
y para aquellos que han muerto (lo cual llegó a desarrollarse plenamente en el
catolicismo). Aunque los cristianos construyeron bautisterios en las
catacumbas, hay una imagen donde el “bautismo” es administrado por rociamiento.
Pero también hay un dios pagano en la escena lo cual revela una fe en condición
deplorable (Foster, 23). El prístino cristianismo se corrompió eventualmente.
¡La vigilancia eterna es el precio de la fe! Ω
BIBLIOGRAFÍA
Blaiklock, E.M. (1970), The Archaeology of the New Testament (Grand
Rapids: Zondervan).
Finegan, Jack (1946), Light From the Ancient Past (Princeton,
NJ: Princeton University).
Foster, R.C. (1971), Studies in the Life of Christ (Grand
Rapids: Baker Book House).
Lightfoot, J.B. (1953 Reprint), Paul’s Epistle to the Philippians (Grand
Rapids: Zondervan).
"Sorprendentemente, a pesar de eso, no se encuentra en el grafiti de las catacumbas ninguna imagen de congoja o queja" una actitud loable i digna de imitacion.
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