martes, 27 de marzo de 2012

¿Constituye 1 Corintios 16:1-2 un modelo a seguir hoy?

Esta es una era de cambios turbulentos, tanto en la sociedad como en la iglesia. De manera progresiva, ciertos puntos de enseñanza, valorados por mucho tiempo, están cayendo en debate crítico. Una de esas controversias apareció en un artículo reciente titulado “The Collection for The Saints” [La Colecta para los Santos] publicado en un blog llamado Voice [La Voz]. La esencia de la teoría de este sincero, inteligente y joven hermano es esta. La instrucción de Pablo en 1 Corintios 16:1-2 con respecto a la colecta los domingos era únicamente para el primer siglo. Supuestamente, “implícita” en la amonestación del apóstol está la realidad que: “no había una colecta regular antes de este punto, solamente una espontánea y personal acción de dar en la cual cada quien aportaba libremente según su propia libertad” (Joyce, 2010, 1).

Los comentarios a continuación se ofrecen con una sincera preocupación fraternal.

El autor alega que ofrendar en el primer día de la semana “no era parte de la adoración” en la asamblea de la iglesia primitiva. Y afirma que el apóstol simplemente “anima” a los hermanos a dar. Sin embargo, hoy nosotros en contraste con lo que hizo Pablo lo “exigimos” de los hermanos. El caballero contiende que no hay nada en el contexto que justifique acumular “fondos para necesidades diarias, construcción de edificios y salarios ministeriales…” (2).

El hermano concluye que el motivo tras la amonestación de Pablo era cimentar las relaciones judías/gentiles, y eso ya no es necesario en la iglesia moderna. Así que “debiéramos abandonar el entendimiento tradicional de este texto, el cual consiste en ver a Pablo ordenando y exhortando a los santos del siglo 21 mediante la culpa y la condenación, a dar cada semana, primordialmente para darle mantenimiento a edificios y pagar el salario de algunos…” (3).

Respetuosamente, debemos responder. Aunque la tensión judío/ gentil era parte del paquete, no abarca todo el alcance del texto sagrado. Los problemas con el ensayo que estamos revisando son varios.

(1) No se puede dar por establecido el hecho que la ofrenda sistemática en la iglesia primitiva comenzó con la situación gálata/corintia. (2) El escritor se equivoca al distinguir la autorización general para recoger dinero en la iglesia primitiva del uso particular de los fondos en las situaciones gálatas/corintias. (3) El artículo no provee ningún análisis serio del texto corintio. (4) El autor ignora la considerable erudición, tanto dentro como fuera de la iglesia del Nuevo Testamento, de algunos de los mejores expositores bíblicos del pasado y del presente. (5) Se descarta o se pasa por alto el testimonio de la historia de la iglesia primitiva.

EL ESTABLECIMIENTO DE LA IGLESIA
La iglesia del Nuevo Testamento fue establecida en el día de Pentecostés (Hechos 2). Cuando una gran multitud obedeció el evangelio ese día, Lucas registró que ellos “se dedicaban continuamente a las enseñanzas de los apóstoles, a la comunión, al partimiento del pan y a la oración” (v. 42). La expresión “se dedicaban continuamente” indica “un acostumbrado rumbo de acción” en relación con los asuntos mencionados.

“Comunión” (koinonía) es un término amplio que muy seguramente puede abarcar  la idea de la “contribución” (comp. Ro. 15:26; 2 Cor. 8:4; 9:13; Heb. 13:16). J. A. Alexander  argumentaba que la “distribución caritativa” es el significado prevaleciente del término [koinonía] en el Nuevo Testamento (90). Koinoneo se usa específicamente del apoyo económico provisto para un predicador del evangelio en la carta de Pablo a los gálatas (6:6).

Hechos 2:42 provee fuerte evidencia circunstancial de una ofrenda regular como un acto de adoración (al igual que la enseñanza, , la cena del Señor  y la oración) mucho antes de que se escribiera la carta a los corintios, tentativamente unos 25 años (comp. Campbell, 18; Hackett, 55; Woods, 120; Williams, 60). Para una excelente discusión de la ofrenda como un acto de adoración vea Cottrell (449-450).

Sin embargo, es importante mencionar que ningún aspecto de la administración de la iglesia estaba plena y formalmente establecido en el primer día de su existencia. Por ejemplo, los “ancianos” no son mencionados hasta Hch. 11:30, lo cual era aproximadamente diez años posterior a Pentecostés. En su Nuevo Comentario sobre Hechos, J. W. McGarvey observó que Lucas escribió su registro “después de que las iglesias estaban plenamente organizadas, y todos sus oficiales y deberes eran ya bien conocidos” (231). Algunos elementos de la doctrina del Nuevo Testamento fueron progresivamente tomando su lugar.

 EL MODELO DE LA OFRENDA EN EL NUEVO TESTAMENTO
¿Ha dado Dios un “modelo” para las finanzas de la iglesia? ¿Es razonable asumir que una organización tan compleja como lo es la iglesia, con la necesidad monetaria para realizar su obra en varias áreas, había sido dejada sin una guía en cuanto a cómo cubrir sus necesidades financieras? Una suposición como esta no es lógica.

Pablo escribió: “Ahora bien, en cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también como instruí a las iglesias de Galacia. Que el primer día de la semana, cada uno de vosotros aparte y guarde según haya prosperado, para que cuando yo vaya no se recojan entonces ofrendas” (1 Cor. 16:1-2, LBLA). Hay varios elementos a considerar en este contexto.

Primero, ya que el apóstol estaba respondiendo preguntas que llegaron a él por parte de estos hermanos (“En cuanto a…” 1 Cor. 7:1; 8:1; 12:1, etc.), ellos debían saber algo acerca de las contribuciones de la iglesia a un fondo local, pero necesitaban más aclaración (comp. Godet, II.453). El pasaje sugiere que la ofrenda sistemática para el soporte a la obra del Señor es una responsabilidad seria.

El término “instruí” denota un mandamiento (Danker, 237; comp. Mat. 11:1; Lc. 8:55; 17:9-10, etc.) no sólo un “consejo” como afirma el artículo bajo revisión. La ofrenda cristiana no es una opción; es una obligación. A pesar de su naturaleza obligatoria, la ofrenda debe verse como una emocionante bendición y no como un asunto gravoso por el cual refunfuñar (comp. 2 Cor. 9:7).

En relación con esto, debe reconocerse que la “ofrenda” es el único método autorizado para financiar la obra de la iglesia de Dios. La iglesia, como cuerpo organizado, no está autorizada para manejar negocios, conducir conciertos pague-en-taquilla, etc. El reino de Cristo no es una empresa comercial. Claro que si no hay un “modelo” para recoger fondos en la iglesia, la puerta queda de par en par ante cualquier método para obtener ingresos.

 Segundo, el cristiano debe contribuir cada domingo. El texto en griego dice: “En el primer día de cada semana…” Además el verbo “apartar” está en la forma del tiempo presente, sugiriendo una actividad regular, persistente. Cada semana el cristiano es bendecido con prosperidad, él o ella debe ofrendar para el soporte de la obra de Dios.

Incidentalmente, si este texto no provee evidencia de que había una contribución regular previa a este tiempo, como se asevera, ¿así también provee evidencia de que la iglesia primitiva no adoraba regularmente los domingos hasta ese momento? No hay un registro previo explícito de esto. (Nota: la carta corintia fue escrita antes de los eventos de Hechos 20:7).

Y luego lo siguiente. ¿Por qué especificar “cada” domingo, si este texto era sólo una recomendación? Debemos insistir en que aunque el uso específico de esta colecta involucraba alivio a los santos pobres de Jerusalén (Ro. 15:26) el principio subyacente del pasaje sirve como un precedente para la manera en la cual la iglesia debe obtener sus recursos financieros para la implementación de cualquier obra divinamente autorizada.  

Aunque Pablo se dirigía a problemas específicos en ciertas iglesias, los principios que expuso son de obligación universal. Varias veces en esta carta el apóstol enfatiza que sus instrucciones no son sólo para esta congregación (comp. 1 Cor. 1:2; 4:17; 7:17; 11:16; 14:33-34). Es un error serio suponer que este texto no tiene aplicación hoy día.

¿Las iglesias que recogen ofrenda cada domingo son grupos apóstatas? ¿Son innovadores los predicadores que reciben sostenimiento económico de la ofrenda?

La responsabilidad de contribuir para el soporte del reino pertenece a “cada” cristiano. Si es un negociante, un pensionado, un adolescente con beca, la obligación de ofrendar, según la prosperidad de cada uno, es obligatoria. En los hogares donde hay doble ingreso, las contribuciones deben venir de ambos salarios.

Aunque ciertamente es posible (y es ideal) que los miembros de la iglesia den de sus ingresos para el apoyo de buenas obras en una base individual (Mr. 14:7), también existe la responsabilidad de cada santo de dar colectivamente a un fondo local el primer día de cada semana. Algunos miembros de la iglesia nunca hacen sus contribuciones pendientes cuando se han perdido un culto dominical. Malaquías preguntó una vez: “¿Robará el hombre a Dios?” (Mal. 3:8). La respuesta es: “Sí lo hará, ¡más rápido que cuando se trata de sus semejantes humanos!”. La noción de que uno puede contribuir por cuenta propia sin obligación semanal con la congregación local, es un mito ideado por quienes han perdido el sentido  de responsabilidad “familiar”.

Tercero, Pablo dice que el contribuyente debe “apartar” su ofrenda. Los géneros masculino y neutro llevan la misma forma en griego (vea Green, 16, 50; McGarvey, 161; McKnight, 208). Danker lo traduce, “ponga aparte algo” cada domingo (268). Ferguson dice que la frase también conlleva la idea de “según su propio juicio” (comp. Ro. 12:16; 1 Cor. 3:19; 2 Cor. 1:17), “refiriéndose a la decisión de cada persona [con respecto] a cuánto dar (2 Cor. 9:7)” (240).

Cuarto, el término griego thesaurizoon, traducido “guarde” transmite la idea de “poner en un tesoro” (McGarvey, 161). Bengal añade “en la asamblea pública” (II.343). McKnight traduce el versículo así: “El primer día de la semana cada uno de ustedes aparte algo, según haya prosperado, poniéndolo en el tesoro, de modo que cuando yo llegue no hayan colectas” (208; comp. McCord, 343).

Como indica el profesor Hodge de Princeton: “La única razón que puede asignarse para que la cosa sea hecha en el primer día de la semana, es que ese día los cristianos acostumbraban a reunirse, y cada uno ponía aparte de sus ganancias semanales y así podía contribuir al tesoro común de la iglesia” (364; comp. Mare 293; Sadler, 299; Barnes, 227). [Nota: aun dentro del grupo de apóstoles de Jesús, durante el ministerio del Señor, el principio de un “fondo”, como un medio regular de manejar finanzas, recibió su reconocimiento (Jn. 12:6; 13:29; comp. Danker, 202).

Es erróneo sugerir que Pablo simplemente estaba animando a sus hermanos a ahorrar algo “en casa” (una afirmación común, la cual es una interpretación desviada, no una traducción precisa). Esto iría en contra del propósito explícito declarado por el apóstol de no verse obligado a contactar a cada cristiano individualmente cuando llegara.

Leon Morris observó que aun cuando la teoría  “guarda en casa” es común, ya que “Pablo reprueba expresamente la colecta de dinero a su llegada (lo cual sería necesario si todos ellos estaban guardando en sus casas) quizá es mucho mejor creer que la misma se realizaba en el tesoro de la iglesia” (238). Véase la Adenda abajo.

Otros eruditos han hecho la misma observación:

La mención del primer día de la semana junto con el propósito de que cuando yo llegue no se hagan colectas sugiere que el apartar dinero no era algo que se hacía en el propio hogar sino que se refería a apartar dinero para presentarlo a los líderes de la iglesia (comp. Hch. 4:34-5:2)” (Rosner/Ciampa, In Loco).  

Quinto, cada cristiano debe ofrendar “según haya prosperado” o “de acuerdo con su capacidad” (Hch. 11:29). Esta es una ofrenda proporcional. Asombrosamente, algunos en la iglesia primitiva daban más allá de sus fuerzas (2 Cor. 8:3). Aquellos que tenían más debían ofrendar más (tanto en cantidad como en porcentaje). Cuando los más prósperos ofrendaban generosamente de su abundancia para compensar el déficit de sus compañeros pobres, prevalecía el tipo de “igualdad” que Dios desea (vea 2 Cor. 8:12-15). El erudito británico J. R. Woodford escribió:

“Este pasaje [16:2] constituye la estupenda garantía bíblica para una ofrenda semanal. San Pablo pone en vigor una ofrenda sistemática y regular en lugar de un esfuerzo extraordinario y forzado. La ofrenda sistemática debe darse el domingo, y debe estar relacionada con el servicio religioso. Contribuciones similares tanto en dinero como en bienes continuaron uniformemente en la iglesia desde el principio” (In Loco).

Otro escritor enfatiza: “Esa disciplinada ofrenda regular de parte de cada miembro es el único medio por el cual una iglesia puede cumplir sus responsabilidades con los pobres y sustentar su propia obra cristiana” (Short, 10.256.257).

El prominente historiador de la iglesia Everett Ferguson ha argumentado persuasivamente que el Nuevo Testamento autoriza “una contribución pública al tesoro de la iglesia”. Él presenta una media docena de fuertes argumentos a favor de esta posición. (1) El “día común” indica una actividad corporativa, no sólo una acción individual. (2) Se sigue el primitivo modelo judío de contribuciones semanales para los pobres. (3) La palabra logeia (colecta) se refiere a una acción pública, no a una cuestión privada. (4) La amonestación a “completar” la contribución (2 Cor. 8:6) implica una actividad de grupo. (5) Una ofrenda privada negaría la voluntad expresa de Pablo. (6) La referencia a “mensajeros” congregacionales (2 Cor. 8:23) implica la actividad de una iglesia organizada (240).

HISTORIA DE LA IGLESIA
John Mosheim (1694-1755), mundialmente aplaudido por su objetividad histórica y erudición, indicaba que la iglesia primitiva “en la conclusión de [sus] reuniones, testificaba su amor mutuo, parcialmente mediante su contribución a los pobres” (1.19). Justino Mártir (siglo 2 d. C) mencionó las contribuciones que se hacían los domingos (Apología 1.67.6). En la Epístola de Clemente (aprox. 30-100 d. C.) se hace referencia a las “ofrendas conjuntas” que debían hacerse “en los momentos y horas señalados” (40).

La conclusión es clara. Cualquier esfuerzo por negar la instrucción bíblica de ofrendar los domingos es un error de una seria magnitud. Es nuestra oración que aquellos que han caído en esta errónea enseñanza/práctica puedan demostrar integridad y valor, y renuncien a ella.

ADENDA
Como se indicó anteriormente, [la traducción literal]: “aparte él mismo”  (un pronombre reflexivo) se interpreta “en su casa”. Esta interpretación hasta tiene cierto apoyo de algunas obras de expertos en griego (por ejemplo, Thayer, 163). Pero, como ya hemos visto, esto refleja una interpretación personal no una traducción legítima. Como Thayer lo confesó en otra parte:

La naturaleza y uso de los escritos del Nuevo Testamento requiere que el lexicógrafo no sea obstaculizado por una rígida adherencia a las reglas de la lexicografía científica. Con frecuencia un estudiante desea conocer no tanto el significado inherente de una palabra sino más bien el significado particular que ésta lleva en cierto contexto o discusión o, para decir la misma verdad desde otro punto de vista, con frecuencia el lexicógrafo no puede asignar una referencia particular del Nuevo Testamento a uno o a otro de los sentidos reconocidos de una palabra sin indicar su exposición del pasaje en la cual dicha referencia aparece. En tal caso él se ve obligado a asumir, por lo menos hasta cierto punto, las funciones del exégeta, aunque él puede y debe abstenerse de ensayar los argumentos generales que apoyen la interpretación dada, como también de presentar objeciones a las interpretaciones opuestas”. (vii).

La distintiva frase “en casa” se encuentra dos veces en otras partes de esta carta. “Si alguno tiene hambre, coma en su casa…” (11:34). Las mujeres no deben interrumpir el culto con intervenciones agresivas en forma de pregunta. En cambio, deben esperar calladamente y “pregunten a sus propios maridos en casa…” (14:35). Si el apóstol hubiera pretendido animar a una contribución privada “en casa”, ciertamente él era capaz de expresarlo claramente. Pero la expresión cae en una manifiesta ausencia aquí. El pronombre heautou (por él mismo, por sí mismo) se emplea 321 veces en el Nuevo Testamento. ¿Puede mostrarse alguna traducción literal que traduzca legítimamente [este término] como “en casa”? Finalmente, como enfatizamos previamente, la teoría “en casa” cae derrotada ante la instrucción de Pablo de tener preparada la ofrenda antes de su visita. Ω

BIBLIOGRAFÍA
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