Debemos volver a enfatizar que todos
los hombres, habiendo sido creados por Dios con mentes inteligentes (capaces de
reconocer, observar y considerar apropiadamente la evidencia que Dios les ha
dado) están obligados ante Dios a llegar únicamente a las conclusiones que estén
garantizadas por la evidencia. Ya hemos indicado que el razonamiento lógico no
es la respuesta para todo. La lógica es necesaria
para una vida correcta, pero la lógica
sola ciertamente no es suficiente para
esa vida. El razonamiento correcto
tiene su lugar y la emoción también
tiene el suyo. Pero tanto el razonamiento como la emoción deben basar su contenido en la revelación de Dios, la
Biblia (Jer. 10:23; 2 Tim. 3:16-17). Ni la vida puramente intelectual ni tampoco la vida puramente emocional son adecuadas por sí solas. Ambas son necesarias
pero ambas necesitan la revelación de
Dios.
Lo que aún queda por hacer. Íntimamente
relacionados (y cruciales para el problema total de la hermenéutica bíblica) están
los problemas de la lógica los cuales son: verdad, conocimiento y autoridad.
(a)
Verdad.
La verdad de Dios (la Biblia) es absoluta
(objetiva) y está a nuestro alcance (puede ser aprendida) (Jn. 8:32). La verdad
de Dios es necesaria (uno debe conocerla y obedecerla para ser salvo) (Heb. 11:6; Jn. 8:24; 20:30-31), y es exclusiva—es el único camino para llegar a la salvación (Mat. 7:13-14; 21-23; 2
Tes. 1:7-9). La verdad de Dios es poderosa
(puede salvar almas, es capaz de transformar la vida terrenal y puede
salvar eternamente en el cielo) (Ro. 1.16-17; Mr. 10:28-30; 2 Pe. 1:5-11; Filp.
4:4-7; Apo. 2:10). La verdad es valiosa (uno
es sabio cuando paga el precio
necesario para creer y obedecer, y es insensato
cuando rechaza la verdad por el mundo) (Mat. 16:26; Mr. 9:43-50; Prov. 23:23).
(b)
Conocimiento.
Decir que uno posee conocimiento de, digamos, una proposición, un objeto, o un
cierto estado de cosas, es decir que se tiene una certeza tal como para que no
sea posible estar equivocado acerca de ese tema en particular.
Una afirmación básica
del cristianismo es que uno puede saber
que, para ser salvo del pecado, debe creer, amar y obedecer al Señor
Jesucristo. El siguiente argumento es algo repetitivo pero deja claramente
establecido cómo uno puede adquirir el conocimiento de la salvación.
1.
Si uno puede saber:
(1) Que Dios existe, (2) que la Biblia es Su palabra, y (3) que la Biblia
enseña que para ser salvo del pecado uno debe creer, amar y obedecer al Señor
Jesucristo, entonces uno puede saber
que, para ser salvo del pecado, debe creer, amar y obedecer al Señor Jesucristo.
2.
Uno puede
saber (1) que Dios existe, (2) que la Biblia es la palabra de Dios, y (3) que
la Biblia enseña que para ser salvo uno debe creer, amar y obedecer al Señor
Jesucristo. Este es el caso porque Dios es infinito (en bondad, al igual que en
todos sus demás atributos) y, por consiguiente, Él no miente (Heb. 6:18; Tito
1:2; 1 Sam. 15:29). Ya que Dios no miente y ya que la Biblia es Su palabra,
entonces uno puede saber que lo enseñado por la Biblia es algo verdadero. Ya que
este es el caso, entonces cuando uno aprende que la Biblia enseña una cierta
proposición (por ejemplo, que para ser salvo uno debe creer, amar y obedecer al
Señor Jesucristo), entonces uno puede
saber que esa proposición es verdadera.
Así que la Biblia es un medio no sólo para adquirir una “probabilidad”
sino para obtener el verdadero conocimiento.
Ya que la Biblia enseña que Jesucristo se levantó de entre los muertos (Hch. 2:24;
1 Cor. 15:12-19), entonces los hombres pueden
saber que Él se levantó de entre los muertos. No hay posibilidad alguna de
que los hombres alguna vez aprendan que Él no resucitó (Hch. 2:14-36; 1 Cor. 15:1-8;
12-19; Ro. 1:4). Este tema es verdaderamente crucial para desarrollar un método
apropiado de estudio bíblico.
(c). Autoridad. Para agradar a Dios en nuestras obras y/o en nuestra
adoración, se debe hacer únicamente lo
que Dios (en Su palabra) autoriza al
hombre que haga. Dios nunca le ha permitido al hombre (con aprobación divina)
que haga lo que a él (al hombre) le agrada (Heb. 5:8-9; 2 Tes. 1:7-9; 2 Jn. 9-11).
Dios nunca le ha permitido al hombre escribir su propia Biblia (La Biblia fue
inspirada por el Espíritu Santo, 2 Tim. 3.16-17; 2 Pe. 1:20-21; 1 Cor. 2:9-13).
Para agradar a Dios el hombre debe hacer
lo que Dios le ha instruido que haga. El hombre no debe hacer lo que Dios no
le ha instruido que haga. El hombre no debe
añadir a la palabra de Dios (haciendo
así lo que Dios no ha autorizado, Deut. 4:2; 1 Cro. 15:1-15; Lev. 10:1-2; 2 Jn.
9-11; Apo. 22:18). El hombre no debe quitarle cosas a la palabra de Dios
(dejando así de hacer lo que Dios le ha instruido y/o prohibiendo algunas cosas
que Dios le ha permitido hacer al
hombre, 1 Tim. 4:1-5). El hombre no debe obligar a otros a hacer lo que Dios no
ha mandado a hacer (forzando así a los demás a hacer lo que Dios no les ha
requerido, Gál. 2:3-5).
Un ejemplo de esto es cuando Jesús
enseñó que el creyente no es salvo hasta que sea bautizado (Mr. 16:16), muchas
personas rechazan esa enseñanza simplemente porque ellos sienten que tienen el derecho de afirmar que la salvación precede
al bautismo y no lo necesita. Otro caso lo tenemos cuando el Nuevo Testamento
autoriza cantar en la adoración a
Dios, pero no autoriza el uso de instrumentos mecánicos de música en la
adoración, muchos se sienten con la libertad de añadir eso a la adoración. Deberían
leer pasajes como Levítico 10:1-2; 1 Crón. 15:1-15 (pasajes del Antiguo
Testamento que enfatizan el principio) y 2 Juan 9-11 y percatarse del peligro
de estas presuntuosas adiciones.
La Biblia autoriza creer y actuar
en estas maneras: (1) Por declaración
directa, (2) por implicación, y
(3) por ejemplo aprobado de acción.
El cristianismo es la religión de
la autoridad bíblica y ésta involucra
básicamente lo siguiente: (1) La totalidad de las declaraciones explícitas de Dios (la Biblia entera);
(2) la enseñanza implícita de Dios
(la cual el hombre debe inferir—mediante el uso apropiado de la lógica—de
las declaraciones explícitas de Dios); (3) la objetividad, asequibilidad,
necesidad, exclusividad y autoridad de la verdad; (4) el conocimiento de la
verdad, y (5) funcionar solamente en la manera en la que Dios lo ha autorizado
(por medio de Su palabra, la Biblia).
No hay comentarios:
Publicar un comentario