sábado, 25 de febrero de 2012

Aquel Misterioso Discípulo

“Juan le dijo: Maestro, vimos a uno echando fuera demonios en tu nombre, y tratamos de impedírselo, porque no nos seguía. Pero Jesús dijo: No se lo impidáis, porque no hay nadie que haga un milagro en mi nombre, y que pueda enseguida hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, por nosotros está”.
(Mr. 9:38-40)

En años recientes, este pasaje en el Evangelio según Marcos se ha convertido en el centro de una tormenta doctrinal. Ha sido frecuentemente citado como texto de prueba para alegar que hay individuos en prácticamente todos los cuerpos denominacionales que son auténticos cristianos (Shelly, 123ss). Esto incluye a líderes religiosos tales como Billy Graham, John Stott y James Dobson (Cope, 7).

Aquellos que rechazan este dogma de los santos-en-las-sectas son acusados de exhibir una actitud arrogante y exclusiva— similar a la de aquellos discípulos del Señor, y por la cual éstos fueron reprendidos.

El Testimonio de Juan
¿Cuáles son los hechos reales de este caso? Una consideración cuidadosa de los datos disponibles revelará que este intrigante incidente no proporciona ningún confort para aquellos mantienen una orientación ecuménica antibíblica.

Juan, un testigo presencial de la controversia, claramente expresa que este hombre estaba “expulsando demonios” en el nombre de Cristo. Hay varias consideraciones cruciales que deben considerarse.

·         Juan, quien reclamó respecto a este hombre, concedió que realmente el caballero estaba expulsando demonios; no hay indicio de fraude. El hecho es que los demonios eran perfectamente capaces de distinguir entre aquellos que poseían la verdaderas habilidades para exorcizar, y aquellos que meramente fingían saber (Hch. 19:13-16).

·         El discípulo anónimo estaba haciendo la obra “en el nombre [del Señor]”.

·         No hay evidencia de que el hombre haya estado enseñando alguna clase de error religioso, y no fue esa la acusación de los discípulos.

La Respuesta de Cristo
El Señor instruyó a sus discípulos: “No se lo impidáis”, o como lo expone el griego, “Dejen de estorbarle”. Luego el Señor explicó por qué no debían oponerse a este compañero. “no hay nadie que haga un milagro en mi nombre, y que pueda enseguida hablar mal de mí”.

Jesús reconoció que:

·         Este hombre estaba realizando milagros auténticos.

·         Lo estaba haciendo en el nombre de Cristo, es decir, basándose en la autoridad del Señor (Vea “Nombre”, W. E. Vine, Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo Testamento).

Si el hombre estaba realmente expulsando demonios, entonces obviamente estaba enseñando el evangelio, porque las señales sobrenaturales tenían el propósito de confirmar la verdad del mensaje del hacedor de milagros. Las señales nunca fueron concedidas como un fin en sí mismas; su propósito era acompañar y validar la instrucción divina (Mr. 16:17-20; Heb. 2:2-4). Los dones sobrenaturales nunca fueron dados para validar una enseñanza falsa.

¿Cómo puede este caso servir como un precedente para hoy, justificando la comunión con aquellos que están propagando el error?

Conclusiones
¿Qué aprendemos de este episodio? Estamos obligados a concluir que este discípulo desconocido había estado, un tiempo anterior, asociado con Cristo, y que el Señor le había asignado una misión divina.

Los discípulos ignoraban la identidad del hombre; sin embargo, él era uno de los obreros del Salvador. Él poseía un don espiritual ¿De quién más recibiría este poder si no del Hijo de Dios? Jesús claramente afirmó que aunque este hombre no estaba en la compañía inmediata de los doce, él estaba “por nosotros”. Así que los discípulos no debían estorbar su labor.

¿Qué relación tiene este episodio con la situación moderna en la que personas que nunca han obedecido el evangelio están indudablemente enseñando doctrinas antibíblicas? Nada en absoluto. Ciertamente es una amonestación para aquellos discípulos que mantienen una actitud de rechazo hacia otros que están fielmente sirviendo al Señor, pero no autoriza la enseñanza del error.

El Problema Actual
Lo que la gente teológicamente liberal necesita para poder justificar su comunión interdenominacional es un caso donde Jesús haya reprendido a los discípulos por no fraternizar con los que defendían el error.

Nuestro problema actual es: tenemos hombres dentro de la iglesia (que representan un número considerable) quienes han perdido todo respeto por la autoridad del Nuevo Testamento. Ellos se han convertido en sectarios desde el mismo núcleo de sus almas. Desean desesperadamente estar afiliados a las denominaciones, pero varios factores los previenen de abandonar la iglesia del todo y unirse a las sectas. Algunos de ellos han prevalecido sobre el rebaño en el cual trabajan— almas ingenuas cuyo conocimiento superficial les ha hecho vulnerables a los encantos de los técnicos en lenguaje labioso que se disfrazan de predicadores del evangelio.

Algunos de ellos sienten que son “reformadores”. Fantasean conque han sido llamados de forma especial por Dios para traer a la “denominación Iglesia de Cristo” de su sofocante sectarismo al conglomerado de la moderna “Cristiandad”. Realmente ven sus nombres escritos en los libros que narrarán las obras de la época de la historia eclesiástica.

Hay un par de principios  cruciales que deben mantenerse a la vista al considerar los puntos de la presente controversia.

1.      La enseñanza precisa, el genuino entendimiento y la verdadera obediencia son esenciales en el proceso de la salvación (Jn. 8:32; 1 Tim. 2:4; Heb. 5:9). Sólo porque alguien ha experimentado alguna forma de “bautismo” eso no significa que ya sea un cristiano.

2.      Aun si alguien ha conocido la verdad, si él se aparta yéndose al error (quizá identificándose con alguna secta religiosa), ya no tiene garantizada una aprobación de ese estado.

Aquellos que desean mantenerse fieles al Señor no serán sacudidos por esta nueva mentalidad sectaria. Ω

BIBLIOGRAFIA
  • Cope, Mike. 1997. Wineskins (April/May).
  • Shelly, Rubel. 1984. I Just Want to Be a Christian. 20th Century Christian: Nashville, TN.
  • Vine, W. E. 1991. Expository Dictionary of New Testament Words. World Bible Publishers: Iowa Falls, IA.

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