martes, 25 de noviembre de 2014

Un Estudio acerca de la Providencia de Dios

El mundo religioso es un ambiente de extremismo. Por ejemplo, algunos alegan, que si Dios existe, Él no tiene ningún tipo de contacto con la humanidad. La Deidad está distante y desinteresada. Esta filosofía es conocida como Deismo. Otros, a manera de contraste, aseguran que prácticamente toda actividad de la Deidad es una acción milagrosa. Ellos alegan que los milagros están aconteciendo por montones cada día. Ese punto de vista también está alejado de los hechos. Las Escrituras claramente indican que las señales sobrenaturales sirvieron a una única función en el esquema divino de las cosas, y ya no se repiten hoy en día.

Un punto de vista correcto reconoce que Jehová opera en los asuntos de los hombres, pero no milagrosamente; en cambio, Dios actúa bajo un proceso al que hemos denominado “providencia”.

PROVIDENCIA DEFINIDA

El término castellano “providencia” se deriva del latín providentia, el cual significa “previsión”. La providencia tiene que ver con:

1. El mantenimiento de parte del Creador del balance funcional del mundo natural.
2. El cumplimiento del propósito divino en la regulación de los asuntos internacionales; y
3. La operación especial de Dios en la vida de aquellos que procuran cumplir Su voluntad.

Antes de que consideremos cada una de estas áreas, es necesario que discutamos la naturaleza de la providencia. ¿Qué es exactamente este fenómeno?

La providencia es la actividad de Dios la cual se lleva a cabo por medio de leyes. Esto está en contraste con lo milagroso, en lo cual Dios opera independiente de la ley. En la providencia, Jehová manipula sus propias leyes para poder llevar a cabo su propósito final. Dios respeta la libre voluntad del hombre y Él nunca subyugará nuestra libertad de elección en el uso de la actividad providencial; no obstante, la Biblia claramente afirma que hay actividad divina pero en modo providencial. Es un proceso que nosotros no podemos explicar sencillamente desde nuestro punto de vista limitado. Lo aceptamos debido a nuestra confianza en la credibilidad del registro bíblico.

Quizá lo siguiente ayudará a ilustrar la diferencia entre lo milagroso y lo providencial.

Cuando María, una joven virgen (Isa. 7:14), dio a luz a Jesús, esto se dio por la intervención de poderes milagrosos (Mat. 1:18-25; Lc. 1:30-37). Por otro lado, cuando Ana en el Antiguo Testamento oró para que el Señor le concediera un hijo, Dios oyó y le concedió esa petición. Sin embargo, Él hizo esto providencialmente; ella concibió solamente después de que su esposo “la conoció” (un eufemismo bíblico para la relación sexual); finalmente, nació Samuel (1 Sam. 1:19-20).

Aquí tenemos otro caso en contraste. Cuando el ejército asirio sitió a la ciudad de Jerusalén, Dios destruyó sobrenaturalmente a 185,000 soldados enemigos en una sola noche (Isa. 37:36). En cambio, Senaquerib, el rey asirio, murió de una manera diferente. Jehová provocó que oyera “noticias” que lo hicieran regresar a Asiria (Isa. 37:7); allí, según la profecía divina, fue asesinado por manos de sus propios hijos (comp. 37: 7, 38). Incuestionablemente, ¡aquí hubo un acto providencial! En cada caso, el cielo estaba guiando los acontecimientos para que se dieran ciertos eventos. En uno de los casos, la actividad divina fue directa, independiente de algún medio. En el otro caso, actuó indirectamente empleando algunos medios.

LA PROVIDENCIA Y LA NATURALEZA

La santísima Deidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) es la responsable no solamente del origen del universo (Gén. 1:1ss; Jn. 1:1-3), estas divinas Personas continúan regulando y sustentando a la naturaleza. Cristo está “sujetando todas las cosas [es decir, el universo entero] por la palabra de su poder” (Heb. 1:3). Adicionalmente, “en Él todas las cosas están cohesionadas” [sunesteke, mantenerse juntas] (Col. 1:17). La forma del tiempo pasado perfecto se usa aquí en el sentido presente. Cristo mantiene cohesionadas todas las fuerzas de universo. Robertson observaba que “Él [Cristo] está controlando y unificando la fuerza de la naturaleza” (1931, 479).

Dios mantiene provisionalmente las estaciones (Gén. 8:22), y bendice la tierra con su abundancia (Hch. 14:17). Todas las criaturas de la tierra están en las manos del Creador (Mat. 10:29), y Él cuida de ellas (Mat. 6:26; comp. Sal. 104:21; 147:9). Hay muchos ejemplos bíblicos donde Dios usó las fuerzas y/o las criaturas de la naturaleza para cumplir su voluntad (veáse Gén. 22:13; Núm. 11:31; 1 Re. 13:24ss; 17:6; 2 Re. 2:23, 24).

DIOS Y LAS NACIONES

Desde la caída de la humanidad Dios ha estado trabajando en un plan diseñado para poner a disposición de los caídos Su gracia y perdón. El plan fue implementado con la muerte de Cristo, y el subsiguiente establecimiento del reino. Sin embargo, mucho antes del nacimiento de Jesús, Dios estaba trabajando providencialmente entre las naciones del mundo para preparar a la humanidad para la llegada del Salvador. El Señor es “el gobernante de las naciones” (Sal. 22:28). Jehová gobierna en el reino de los hombres y domina con Su voluntad sobre ellos (Dan. 2:21; 4:17).

La nación hebrea fue muy importante en el plan divino para la salvación del hombre. De este pueblo vendría el Mesías (Gén. 22:18). Es por esto que el Señor protegió a Israel (o por lo menos al remanente) de manera que las promesas con respecto al linaje del Mesías se mantuvieran intactas. Por ejemplo, Jehová utilizó providencialmente a José para sustentar a los hebreos mientras ellos dependían de Egipto. José fue vendido por sus hermanos que estaban celosos de él, pero Dios usó esa situación para la preservación de la nación (véase Gén. 39:2; 45:5-9). Todo serio estudiante de la Biblia y con un conocimiento por lo menos básico del inglés debería leer las discusiones acerca de la providencia divina que escribió McGarvey, tratando temas como los de José y Ester, expuestos en su libro Sermons.

Pablo, en su epístola a las iglesias de Galacia, contendía que Dios envió a su hijo “cuando vino el cumplimiento del tiempo” (Gál. 4:4). Sin duda el apóstol alude aquí a las preparaciones providenciales del cielo entre las distintas naciones, lo cual facilitaría la llegada y éxito de la misión redentora de Cristo. Por ejemplo, los hebreos prepararon el mundo antiguo con sus Escrituras sagradas, repletas de profecías mesiánicas. El imperio romano proveyó un ambiente de paz, un avanzado sistema de pavimento para la rápida expansión del evangelio, etc. Los griegos contribuyeron con el más preciso instrumento para la transmisión del pensamiento humano, el dialecto Koiné (en el cual fue compuesto el Nuevo Testamento). Gálatas 4:4 es una exposición condensada de la actividad providencial del Creador. Una excelente discusión de este punto se encuentra en A Manual of Church History de A. H. Newman (1933, 20ss).

PROVIDENCIA ESPECIAL

Cuando hablamos de una “providencia especial”, estamos pensando primordialmente en dos cosas. Primero, está la operación providencial de Dios en la vida de aquellos que ansiosamente buscan la verdad. Segundo, está la actividad divina que opera en el interés del pueblo cristiano. Consideremos cada una de ellas.

(1) Dios sabe de aquellos que tienen hambre de la verdad (véase Hch. 16:6-10) y promete que quienes tengan “hambre y sed de justicia” serán saciados (Mat. 5:6). Según esto, el Padre tiene la capacidad de actuar dentro de las circunstancias de la actividad humana para llevar a cabo su deseo. Por lo que si este es el caso, de esto se sigue razonablemente que la providencia de Dios se puede emplear para hacer más corto el viaje de aquellos que sinceramente andan en busca de su Señor para servirle.

Un caso en cuanto a este punto se puede encontrar en el siguiente relato.

En el libro de Filemón se nos habla de la historia de un esclavo llamado Onésimo. Él pertenecía a Filemón de Colosas. Onésimo escapó de su amo y viajó hasta Roma, donde se encontró con el apóstol Pablo. Pablo guió a Onésimo a la verdad. Comentando este asunto, el apóstol ve la posibilidad de la providencia en esta situación. Él escribe:

Porque quizá por esto se apartó de ti por algún tiempo, para que lo volvieras a recibir para siempre, no ya como esclavo, sino como más que un esclavo, como un hermano amado, especialmente para mí, pero cuánto más para ti, tanto en la carne como en el Señor (Fil. 15-16).

El verbo ECHORISTHE (“se apartó”, LBLA) es una forma de voz pasiva. La voz pasiva representa a un sujeto recibiendo una acción. Algunos eruditos han considerado que el uso de la voz pasiva aquí “puede contener una convicción de la intervención del gobierno divino… para denotar una acción oculta de Dios como agente responsable por lo que se ha hecho” (1980, 314). Además, con el término “por un tiempo” y “para siempre”, algunos sugieren que el apóstol muestra “su convicción de que la mano de Dios estuvo actuando en toda esta situación” (1978, 461).

(2) El Nuevo Testamento está lleno de promesas que afirman que Dios responderá las peticiones de Su pueblo y actuará en sus vidas. Pero ya que Jehová no está actuando milagrosamente (vea 1 Cor. 13:8-10), obviamente Él está operando providencialmente. Las cosas que pueden parecer perfectamente naturales, desde el punto de vista humano, ¡podrían está dirigidas por Jehová!

Aquí tenemos un caso acerca de este punto. Cuando Pablo escribió a los cristianos en Roma (desde Corinto, durante su tercer viaje misionero — comp. Hch. 20:2; Ro. 16:23), le dijo a los hermanos que él continuamente hacía peticiones (una forma del tiempo presente) a Dios para que algún día él pudiera hacerles la visita (Ro. 1:9-10). Cuando concluyó el libro, él animó a los santos de Roma a unirse en oración para que finalmente estas peticiones pudieran ser concedidas (Ro. 15:30-32). ¡Dios responderá estas oraciones pero de manera providencial!

Considere los siguientes hechos:

·         Después de su tercer viaje misionero, Pablo regresó a Jerusalén donde fue arrestado por supuestamente profanar el templo (Hch. 21:28). En la noche, el Señor le dijo que tuviera ánimo. Él no moriría en Jerusalén; en cambio, el apóstol daría su testimonio en Roma (23:11).

·         Para salvar su vida de una turba judía que se había impuesto un voto para asesinarlo, los oficiales romanos enviaron a Pablo a Cesarea de noche (23:31ss).

·         Allí estuvo encarcelado durante dos años (24:27).

·         Finalmente, cuando él concluyó que no sería tratado con justicia por las autoridades, ejerció su derecho como ciudadano romano y el apóstol apeló a César (25:11).

·         En los primeros días de Otoño (60 d. C.) abordó un barco hacia Roma (27:1).

·         En la ruta el barco sufrió un naufragio al punto de que la esperanza de vida se había perdido por completo (27:30).

·         Pero un ángel se apareció al apóstol y le prometió: “has de comparecer ante el César” (27:24).

·         La siguiente primavera, sano y salvo, Pablo llegó a Roma (28:16). Sus oraciones (y las de los santos de Roma) habían sido respondidas, ¡pero por medios impredecibles obró la providencia divina!

Luego, escribiendo desde Roma a los hermanos en Filipos, el apóstol podía decir que lo que le había sucedido “había redundado en el progreso del evangelio” (Filp. 1:12). No hay duda alguna en que Pablo vio la provechosa y bondadosa mano de la Providencia en esta serie de eventos en su vida (vea Hch. 26:22).

Así que el pueblo de Dios debe regocijarse, y vivir cada día con una gran confianza, sabiendo que el Señor está cerca, y que las operaciones del Cielo a través de la providencia permanecen trabajando en nuestra diaria existencia. Ω


Referencias

  • Newman, A. H. 1933. A Manual of Church History. Vol. 1. Philadelphia, PA: American Baptist Publication Society.
  • Rienecker, Fritz. 1980. A Linguistic Key to the Greek Testament. Vol. 2. Grand Rapids, MI: Zondervan.
  • Robertson, A. T. 1931. Word Pictures in the New Testament. Vol. 4. Nashville, TN: Broadman.
  • Rupprecht, Arthur. 1978. The Expositor’s Bible Commentary. Frank Gaebelein, ed. Grand Rapids, MI: Zondervan.

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