domingo, 22 de noviembre de 2015

Una Respuesta Cristiana a la Eutanasia

El avance en medicina y tecnología médica en las últimas décadas ha incrementado la posibilidad que nuestra existencia se prolongue. Aquellos pacientes de los cuales se creía que tenían enfermedades fatales e incurables ahora viven más y con mayor plenitud sus vidas, más que antes. Sin embargo, se ha dicho que los doctores frecuentemente emplean métodos extraordinarios o heroicos para mantener vivo a un paciente — métodos que pueden ser innecesarios, dada la prognosis del paciente.

Para algunas personas, la respuesta es la eutanasia. Deberían hacerse leyes, dicen ellos, para proteger “el derecho que una persona tiene de morir” y permitirle una “muerte por misericordia”. La California Bar Association [Asociación de Abogados de California] ha aprobado una resolución que apoya el ‘suicidio asistido por un doctor’ la cual permitiría a los doctores dar una prescripción con una dosis letal de drogas a los pacientes con enfermedades terminales (Montgomery Advertiser, del 22 de septiembre de 1987). El gobierno holandés en cooperación con la Dutch Royal Academy of Medicine [Real Academia Holandesa de Medicina] ha dado su visto bueno a una legislación que permite a los doctores asistir a sus pacientes en un suicidio. El público puede obtener una lista de drogas e instrucciones suicidas en la Sociedad Farmacéutica Holandesa. El 8 de enero de 1988 el Journal of the American Medical Association se convirtió en el primer periódico en los  Estados Unidos en presentar la confesión de un doctor que había realizado una muerte por misericordia. El AMA [Asociación de Médicos Americanos], en ese sentido, apoya la eutanasia contrariando la opinión de muchos de sus miembros. Así que la eutanasia es un tema muy actual.

Pero ¿qué es la eutanasia? ¿Es ética? Y más importante aún, ¿esta práctica se conforma con las enseñanzas bíblicas? ¿Cuál es la respuesta cristiana más apropiada?

Definiendo términos

Eutanasia es una palabra griega compuesta: eu que significa “bueno” y thanatos que significa “muerte”. Su significado original, como lo aplicaban los antiguos griegos, se refería al “arte  y disciplina de morir en paz y con dignidad” (Fredric Wertham, The German Euthanasia Program {Cincinnati, OH: Hayes Publishing, 1973}, p. 28). Durante el siglo diecinueve, a esta palabra se le daba una connotación diferente, aplicándose a la teoría o (más recientemente) a la práctica de provocar una muerte sin dolor, particularmente a quienes sufrían de enfermedades incurables y dolorosas.

La eutanasia alcanzó su forma extrema en la Alemania de 1920. Fue en este año que Karl Binding y Alfred Hoche publicaron un pequeño libro titulado The Release of the Destruction of Live Devoid of Value (Santa Ana, CA: Reimpresa por L.I.F.E.). Los autores proponían que matar a la “gente miserable” debería ser aceptable legalmente. Su libro jugaba un rol muy importante en el programa de Eutanasia de la  Alemania nazi — un programa que provocó la muerte de los muy jóvenes, los muy viejos, y todos los discapacitados física y mentalmente (Wertham). Esos homicidios clínicos, motivados social o políticamente, se conocen como eutanasia involuntaria, muerte selectiva, o eutanasia administrativa.

Los esfuerzos del presente se dirigen hacia la legalización de la eutanasia voluntaria. Esta puede llevarse a cabo activamente ya sea por “el uso intencional de tecnología médica de tal manera que se induzca o apresure la muerte” o pasivamente “el abandono (o retiro) del cuidado médico ‘ordinario’, razonable y prudente” (Martin St. Martin, “Euthanasia: The Three-In-One Issue”, en Baylor Law Review, 1975, 27(1):62). La eutanasia voluntaria activa ha ganado más atención debido a la epidemia del SIDA. Los periódicos gay contienen anuncios de la Hemlock Society — un grupo pro-eutanasia que publica un libro hágalo-usted-mismo acerca del suicidio. El libro incluye tablas acerca de las drogas que debes usar, sus nombres en las etiquetas, cómo obtenerlas y lo que se necesita para matarse exitosamente.

LAS DIFICULTADES

La eutanasia es un tema difícil porque muchas personas ven un área gris entre “muerte con dignidad” y “matar por misericordia”. La mayoría de los cristianos probablemente dirá que está mal “eutanizar” a un amigo con un Colt.44, o “sacar a alguien de su miseria” con una sobredosis de morfina, aunque se los pida el que está sufriendo. Considerarían esos intentos de finalizar una vida como homicidio de parte del eutanista, y suicidio de parte de aquel que está siendo eutanizado (Ro. 13:9).
Los cristianos no están tan seguros en otras situaciones. Odian ver sufriendo al extremo a alguien, pero quieren hacer lo que sea correcto ante los ojos de Dios (1 Jn. 3:22). Espero que esta lección exponga algunas dificultades y establezca algunas reglas base que serán de uso práctico para los cristianos que buscan cumplir la voluntad de Dios.

Muerte con dignidad

Los grupos pro-eutanasia aseguran que a muchos pacientes se les está negando una muerte digna. Por consiguiente se necesita una legislación donde se permitan más “opciones” para pacientes y doctores en situaciones de vida-o-muerte. Esta alegación de “muerte con dignidad”, y sus implicaciones, no debería quedar sin respuesta. El profesor Kurfees comenta:

“¿No se demanda de todos nosotros, familia, enfermeras, doctores, siempre asegurar el manejo más digno en cada caso? Todos nosotros queremos eso. Esas frases y palabras provocadoras nublan el asunto. Ellas inyectan la falsa noción de que muchas personas no están muriendo con dignidad: que en la profesión médica hay quienes no están profundamente interesados en estas cuestiones. Aquellos que usan esas palabras lanzan calumnias y levantan un falso señalamiento, pues todos queremos un fin de vida digno. Esta estratagema es calumnia” (James F. Kurfees, “On Living Wills” en el Journal of Biblical Ethics in Medicine, 1988, 2:4).

El punto es, ninguna persona informada está argumentando que a la gente se le debe negar una muerte verdaderamente humanitaria.

Tratamiento extraordinario

Los grupos pro-eutanasia creen que los doctores frecuentemente utilizan procedimientos médicos extraordinarios —aun en contra de la voluntad del paciente y de los familiares involucrados. En su opinión, esta práctica solamente sirve para prolongar el proceso de fallecimiento, y causa estrés emocional y dificultades económicas. El debate surge entonces acerca de lo que es un tratamiento ordinario y uno extraordinario. Normalmente un tratamiento extraordinario se ha referido a los esfuerzos que no serán útiles en mejorar la prognosis, o que incrementarían la probabilidad de muerte debido a los altos factores de riesgo. Ciertas drogas experimentales contra el cáncer podrían caer en esta categoría. Por el contrario, un tratamiento ordinario tiene que ver con el cuidado rutinario, sin importar las facilidades médicas que estén disponibles. La higiene, alimentación nutritiva, el alivio del dolor y la angustia física han sido enlistados en esta categoría.

Sin embargo debería entenderse que cualquier persona competente (o familiar, o guardián de menores o de personas con discapacidad) puede aceptar o rechazar un tratamiento médico. Nadie ha quitado los derechos de una persona con cáncer para luego darle tratamiento con quimioterapia y radiación. No obstante, el experto médico en el caso hará un esfuerzo por ofrecer el mejor consejo tanto al paciente como a la familia. La inquietud principal en la mayoría de los doctores es aplicar toda atención razonable que pueda salvar la vida de la persona.

Muerte cerebral vs Muerte del cerebro

En un hospital bien equipado, están disponibles toda clase de dispositivos y procedimientos para sustentar la vida. Esto suele significar que igualmente se hacen necesarios dispositivos y procedimientos sofisticados para ayudar a los doctores a determinar cuándo ha ocurrido una muerte. La muerte médica y legal usualmente se estima que ocurre cuando el paciente no muestra ningún signo vital, cuando no hay evidencia de alguna actividad cerebral, y cuando ya no hay esperanza de restaurar ninguna de esas actividades. En este punto, el doctor puede remover los respiradores y otros soportes de vida. Note que esta “muerte del cerebro” aplica a todo el cerebro. Ésta incluye el cerebro, del cual se piensa que es el responsable de las acciones voluntarias y el pensamiento consciente, y ésta incluye el cerebelo y el bulbo raquídeo, los cuales coordinan los movimientos musculares y las funciones del cuerpo que controlan los movimientos involuntarios.

La muerte del cerebro se convierte en una cuestión controversial cuando los pacientes con un cerebro inactivo continúan viviendo por meses o años. Cuando se hace necesario un soporte de vida, algunas personas quieren detener ese “estado vegetativo persistente” cambiando la definición legal de muerte para que signifique el punto en el cual el cerebro ha dejado de funcionar. Así son libres de retirar la comida, el agua y cualquier otro cuidado porque el paciente está legalmente muerto.

Reducir cargas económicas, sociales y emocionales son los beneficios de esto. La muerte cerebral también recae sobre la donación de órganos. Si la muerte se declara mientras el cuerpo aún está vivo, entonces se pueden remover los órganos antes que ocurra el deterioro celular.

La idea de declarar muerte debido a la inactividad cerebral ha sido criticada por diversas razones. En particular, ésta parece no hacer ninguna concesión para aquellas situaciones en que los pacientes con cerebros aparentemente inactivos sean capaces, con tratamiento, de recuperar su memoria, su personalidad y otras señales de existencia humana consciente. Por ejemplo, un niño con síndrome de Reye acompañado por coma y una función cerebral mínima se puede recuperar luego con sus capacidades físicas y mentales normales. Además, ha habido casos de personas que parecían haber muerto por inmersión en aguas extremadamente frías y que solamente han “resucitado” después de muchos minutos debido a que el repentino y severo congelamiento había suspendido el consumo de oxígeno en las células del cuerpo. Normalmente los doctores actuarán para salvar la vida de una persona en estas situaciones, pero la clasificación de muerte cerebral quita algo de esta esperanza.

La vida: ¿santidad o calidad?

Una situación que continúa levantando mucha discusión acerca de la ética médica: la santidad de la vida versus la calidad de vida. Los cristianos usualmente toman la primera posición debido a su fe en la creación de la vida humana de parte de Dios (Gén. 1:26-27). Por esto se da la siguiente razón en Génesis 9:6, “El que derrame sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada, porque a imagen de Dios hizo El al hombre”. La segunda posición decide basándose en el cálculo de la habilidad de la persona para participar en la sociedad y comunicarse con las demás personas. Esta es la consideración predominante para muchas personas que abogan por la eutanasia. Tome en cuenta los comentarios del consejero por SIDA, Marty  James acerca de su amigo Keith: “Cuando finalmente él recibió el diagnóstico terminal, eso se convirtió en un asunto de calidad de vida, y para él morir fue, en realidad, sanar”. El señor James ayudó a su amigo Keith a terminar con su vida mediante la administración de barbitúricos.

Los cristianos objetan el concepto de calidad de vida tal como rechazan la muerte humanitaria. Sin embargo, difieren de los humanistas al creer que la calidad de vida está basada en la santidad de la vida. Para los cristianos, una buena vida es una vida que se dedicó a cumplir con la voluntad de  Dios, en búsqueda de una existencia perfecta en el cielo (Gál. 2:20; 1 Cor. 15:53-58). La diferencia entre estas dos perspectivas es, por lo tanto, que esa calidad de vida aboga por una creencia en que la vida humana tiene valor solamente si es buena, mientras que el cristiano cree que la vida humana es buena porque tiene un valor intrínseco y definido.

Los grupos pro-eutanasia y los medios tienen a enfocarse en el derecho de un paciente a la autodeterminación. No obstante ese derecho podría no tener sentido alguno sin un reconocimiento de la santidad fundamental de la vida humana. Los cristianos, y muchos profesionales de la medicina, no quieren hacer todo lo que se pueda hacer, sino todo lo que debería hacerse. Como se ha dicho previamente, la intención de la mayoría de los doctores es aplicar toda atención razonable para salvar la vida, no encontrar formas para acabar con la vida.

Cuestiones legales y sociales

Muchas personas en el mundo no aceptarán los argumentos bíblicos en contra de la eutanasia. Por esto es provechoso considerar una respuesta secular la cual, no obstante, está basada en sólidos principios bíblicos discutidos en la sección previa.

En 1958, el profesor Yale Kamisar de la Escuela de Leyes en la Universidad de Minesota, escribió una obra que es punto de referencia en cuanto a los problemas legales y sociales de la propuesta legislación para la muerte por misericordia (Yale Kamisar, “Some no-religious Views Against Proposed ‘Mercy-Killing’ Legislation”, en el Minesota Law Review, 1958, 42(6):969-1042). La tesis primaria de la objeción de Kamisar es esta: vivimos en una sociedad bajo ciertas reglas que deben ser aceptadas por todos para que se pueda mantener el orden. En este caso, las personas no quieren ser asesinadas, y como corolario, las personas no matan a otros. Esto forma una base secular para la santidad de la ética de la vida.

De manera que, es necesario limitar cualquier excepción a la regla “no matarás”; es mucho mejor no moverse en la dirección de encontrar situaciones donde quitar una vida sea aceptable socialmente. Una vez que las excepciones se encuentran más allá del mínimo absoluto, entonces es posible justificar toda una gama de medidas para quitar la vida que, por lo menos en este punto en la historia, han sido consideradas como inaceptables.

Kamisar demuestra ampliamente que para aceptar cualquier forma de eutanasia es encaminarse hacia una pendiente resbaladiza. Algunos argumentos de su artículo los vamos a resumir a continuación:

·         Una de las metas primordiales de los grupos pro-eutanasia es obtener una muerte por misericordia tomada de la lista de crímenes descritos como homicidio. Desafortunadamente para esta propuesta, es muy difícil decidir si el motivo del ofensor viene totalmente de la compasión, o si viene de la ambición o de otros motivos egoístas.

·         Ninguna ley relacionada con matar por misericordia podría ser tan completa como para resolver cada caso, y por eso será tan complejo tomar decisiones en cuanto a prolongar la muerte con menos dignidad, o tendrá tan pocos controles ante los abusos que puedan ocurrir (este es el caso con la voluntad de los vivos, lo cual discutiremos después).

·         Supuestas enfermedades terminales pueden estar mal diagnosticadas, así que los pacientes podrían sentirse inclinados a solicitar una “muerte por misericordia” innecesaria. Aun aquellas condiciones que se cree que son terminales pueden experimentar una remisión inesperada. Los libros de medicina están llenos de casos donde un paciente, a punto de morir, experimenta una recuperación importante y ahora está viviendo una vida normal.

·         También se pueden cometer errores con respecto a enfermedades supuestamente “incurables”. Primero, la enfermedad puede estar mal diagnosticada, y segundo, nadie puede predecir cuándo una enfermedad incurable llegará a ser curable. Por ejemplo, la diabetes es incurable y sin tratamiento conducirá a una muerte segura, sin embargo, el descubrimiento de la insulina ayuda al paciente a sobrevivir a la enfermedad.

·         En contravención del Juramento Hipocrático, las leyes de eutanasia voluntaria van a requerir doctores para asistir el suicidio, haciendo así que la misma mano que administra la vida, también administre la muerte.

Es muy dudoso, concluye Kamisar, que la necesidad para tener leyes de eutanasia esté garantizada. Los tratamientos para el dolor y el manejo de la enfermedad continúan progresando así que muy pocas personas tienen que pasar por una muerte humillante y dolorosa. Además, el número de candidatos genuinos para la eutanasia debería, si existe, disminuir con el avance de la ciencia médica. Los errores que podrían cometer los médicos y los abusos y dificultades en su aplicación que provocarían ciertas leyes, indican que podrían morir las personas incorrectas.

ALGUNAS RESPUESTAS

Voluntades en vida — No son la respuesta

Se ha sugerido que los casos difíciles podrían evitarse si las personas confeccionaran lo que será su “voluntad” en esas circunstancias. La idea de la voluntad en vida es dar a los doctores una indicación del tratamiento deseado por sus pacientes inconscientes. Así que si una persona entra en estado de coma después de un accidente, y no hay esperanza de recuperación, una voluntad escrita podría decir a los doctores que retiren cualquier tratamiento con soporte de vida.

Las voluntades en vida parecen prácticas, y no hay nada intrínsecamente malo con esas declaraciones (únicamente si éstas son consistentes con la santidad de la ética de vida). Nuevamente, nadie está bajo alguna obligación moral o legal de aceptar o rechazar un tratamiento médico, aun cuando esas decisiones se hacen a través del sustituto de un documento escrito.

Sin embargo, las voluntades en vida no carecen de dificultades. Primero, las voluntades en vida no pueden anticipar cada situación. El lenguaje que utilicen debe ser lo suficientemente amplio para permitir a los doctores varias opciones, y al mismo tiempo bastante específico como para evitar malas interpretaciones o juego sucio. Desafortunadamente las voluntades en vida usan expresiones ambiguas tales como “tratamiento extraordinario”. Como ya hemos visto previamente estas frases pueden significar cosas diferentes para diferentes personas. Lo que puede ser un tratamiento extraordinario en el momento de la firma podría llegar a convertirse en una terapia potencialmente exitosa posteriormente. Muchas de estas voluntades incluyen instrucciones que dependen de alguna prognosis en cuanto a la expectativa de vida, aunque esas predicciones son notoriamente imprecisas. De hecho, los investigadores médicos han encontrado que los pacientes con enfermedades terminales suelen tener una gran voluntad para sobrevivir por medio de algún evento significativo en sus vidas. Este ha sido el caso con los judíos que reaccionan a la Pascua o a los chinos que sienten lo mismo durante el Festival de la Luna de Cosecha (David P. Phillips y Daniel G. Smith, “Postponement of Death Until Symbolically Meaningful Ocasions” en el Journal of the American Medical Association, 1990, 262:1947-1951). Es por esto que las voluntades tendrán el potencial de ignorar las complejidades de la ciencia médica, y descartar la interacción entre doctor, paciente y familia.

El segundo problema, y la inquietud más grande para los cristianos, se relaciona con la legislación acerca de las voluntades en vida. Al presente, esa legislación está limitada en poder y alcance. Sin embargo, la discusión en varias conferencias sobre eutanasia a mediados de los ochenta hizo evidente que las actas con voluntades en vida son simplemente el primer asunto en la agenda. Algunos ven la eutanasia involuntaria, aquella utilizada en la Alemania Nazi, como el final donde descansará el actual rumbo legislativo.

Las voluntades en vida son potencialmente bombas de tiempo éticas. Idealmente, estas llegan a ser innecesarias como motivación para las familias cristianas las cuales actuarán con intenciones puras siguiendo la palabra de Dios. En cualquier caso, es la responsabilidad de los cristianos discutir sus elecciones específicas para tratamiento en ciertas condiciones con sus doctores, y con tantos miembros de su familia como sea posible.

La respuesta del evangelio — El mandamiento bíblico de cuidar

Como ya se discutió previamente, el fundamento sobre el cual el cristiano considera temas como la muerte es el de la santidad de la vida. Adicionalmente, la Biblia tiene algunas directrices que se pueden aplicar al cuidado de los más ancianos y los afligidos. Considere los siguientes puntos:

·         Santiago 1:27 instruye al cristiano a ayudar a las viudas y a los huérfanos proveyendo para sus necesidades. Los justos deben defender la causa de los pobres y los oprimidos (Isa. 1:23). Aquellos que son fuertes deben ayudar a los débiles (Ro. 15:1).

·         Efesios 6:2 manda a toda persona a “honrar a su padre y a su madre”. Según 1 Timoteo 5:8, no proveer para la familia propia es peor que no creer y es igual a negar la fe. Los más ancianos merecen respeto (Lev. 19:32). El salmista oró así: “No me rechaces en el tiempo de la vejez; no me desampares cuando me falten las fuerzas”.

·         Job habría sido un caso candidato para la eutanasia, pero Dios preservó su vida y lo bendijo.

·         Los cristianos deberían reconocer que nuestro sufrimiento en este mundo “no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada” (Ro. 8:18).

CONCLUSIÓN

La eutanasia representa una progresión natural que parte de la legalización del aborto que está tan en boga. Después de todo, si uno puede justificar el hecho de quitar una vida “indeseable” dentro de un vientre, entonces ¿qué de malo hay en quitar una vida “indeseable” e “inútil” fuera del vientre?

Dirigiéndose a los grupos pro-eutanasia, el profesor Matthew Connoly éste aseveraba que existe un camino mucho mejor; y es que hay más que “una cruda elección entre suicidio y sufrimiento”. Hay un extracto tomado de un discurso presentado ante la Hemlock Society en Los Ángeles, en febrero de 1985:


“La experiencia con los enfermos terminales tanto en Estados Unidos como en Inglaterra es que se ha demostrado repetidamente en casa caso que el dolor y el sufrimiento pueden reducirse drásticamente. En muchos casos se puede vencer a ambos. Este cuidado que puede (y por razones financieras, debe) incluir cuidados en casa, no es fácil. Esto demanda amor infinito y compasión. Debe incluir el más avanzado conocimiento acerca de drogas analgésicas, bloqueos nerviosos, inyecciones de morfina en la espina dorsal y cosas así. ¡PERO SON COSAS QUE SE PUEDEN HACER! ¡SE PUEDEN HACER! ¡SE PUEDEN HACER!” (citado en Hobbs, p. 19). 

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