sábado, 1 de septiembre de 2012

2 Juan 9, un pasaje abusado


Hacia la conclusión de su segunda epístola, el apóstol Juan escribió: “Todo el que se desvía y no permanece en la enseñanza de Cristo, no tiene a Dios; el que permanece en la enseñanza tiene tanto al Padre como al Hijo” (v. 9).

En años recientes, este pasaje se ha convertido en el foco de la tormenta. El significado de este pasaje ha sido distorsionado seriamente— tanto de parte de aquellos en la “izquierda” liberal, o de aquellos en la “derecha” radical.

Una pequeña minoría ha contendido que prácticamente todo desacuerdo acerca del significado de la Escritura cae dentro del alcance de 2 Juan 9 (por ejemplo, la versión de la Biblia que alguien usa, si una congregación puede o no puede tener un refrigerador en el edificio). Un creciente segmento “progresivo” alega que el pasaje está dirigido a la herejía del primer siglo que se oponía a la enseñanza que Jesús había venido “en carne” a la tierra.

Típico de este último punto de vista es un ensayo titulado: “2 John 9 And Christian Fellowship” [2 Juan 9 y la Comunión Cristiana] que apareció en el libro “The Peaceable Kingdom” [El Reino Pacífico] (Abilene, TX: Restoration Perspectives, 1993, pp. 71-92). Este volumen tiene como autor a Carroll D. Osburn, un profesor de Biblia de la Abilene Christian University.

Osburn carga contra la manera tradicional en la cual algunos han apelado a este pasaje “para eliminar de la comunión a cualquiera que está en desacuerdo con ellos” convirtiéndole en una “pesadilla hermenéutica”. Uno puede verse inclinado a estar de acuerdo si ese “cualquiera-con-el-que-esté-en-desacuerdo” representa una realidad. El problema es que Osburn, y quienes lo acompañan en su mentalidad “hermenéutica”, desaprueban que este pasaje tenga alguna aplicabilidad a su ambigua agenda de extender la comunión a varios cuerpos sectarios de la “Cristiandad”.

El profesor deja claro que, a su juicio, la prueba para la comunión cristiana es sencillamente la convicción que “Cristo es el Hijo de Dios” (p. 90). Asuntos tales como la observación semanal de la Cena del Señor, el uso de música instrumental en la adoración, el dogma del premilenialismo, o aquel asunto de si el bautismo es “para” o es “por” el perdón de pecados, son asuntos que no tienen ninguna consecuencia seria según él. Él le abriría de par en par las puertas de la comunión cristiana a aquellos que se suscriben a cualquiera de estas nociones. ¡Y él es un maestro de jóvenes!

El Texto
Consideremos algunos elementos de 2 Juan 9.

1.       El término “todo el que” significa todos y cada uno (comp. Jn. 3:16; Apo. 22:18).

2.       “Se desvía” (proagon) significa “tomar la delantera, desviarse” (F. W. Danker, Greek –English Lexicon, 2000, p. 864). La forma en tiempo presente sugiere un movimiento persistente en dirección equivocada.

3.       “No permanece” (tiempo presente) refleja el lado negativo de la digresión. Ir más allá es no permanecer, dentro del límite prescrito.

Luego está la frase controversial “la enseñanza de Cristo”. El punto principal de la contención involucra el significado de tou Christou, “de Cristo”. En el Testamento en griego, la frase está en el caso genitivo, el cual, generalmente, es visto como el caso de “posesión”. Sin embargo, el asunto es más complejo, ya que el genitivo es más “elástico” que cualquier otro caso griego, conllevando un amplio rango de relaciones semánticas (Daniel Wallace, Greek Grammar Beyond the Basics, Zondervan, 1996, pp. 74-75). Wallace presenta una lista de no menos de 33 usos del genitivo en el Nuevo Testamento.

La batalla se ha mantenido principalmente en si el genitivo de 2 Juan 9 es “objetivo” o “subjetivo”. Si se toma como objetivo, la frase significa “la enseñanza acerca de Cristo”. Si se ve como  subjetivo, el sentido es “la enseñanza que es de Cristo”, es decir, la que viene de parte de Él. La realidad es ésta, aquí hay una forma del genitivo, llamada el “genitivo plenario”, el cual abarca tanto el sentido objetivo como el subjetivo. Por ejemplo, la frase “la revelación de Jesucristo” (Apo. 1:1) es una revelación acerca de Cristo y de parte de Cristo (Wallace, 119-121).

Cualquier estudiante serio del Nuevo Testamento griego sabe que esta cuestión no es tanto una cuestión de gramática, más bien es un asunto de exégesis (vea A.T. Robertson, Historical Grammar, Hodder & Stoughton, 1919, p. 499). En otras palabras, el contexto será el factor decisivo para proveer dirección en la interpretación de la frase.

En el proceso de la exégesis bíblica, el término “contexto” se emplea en dos sentidos. Tiene que ver con lo que rodea inmediatamente a un cierto pasaje, y también se relaciona con la enseñanza general de la Escritura acerca del tema bajo cuestión.

Osburn concede que algunos de los más respetables eruditos en griego están convencidos que el genitivo en 2 Juan 9 es subjetivo, es decir, que indica la enseñanza que viene de parte de Cristo. Él menciona los nombres de A. T. Robertson, B. F. Wescott y A. E. Brook. Pudo haber añadido a J. H. Thayer, G. Abbott-Smith. Edward Robinson, John Stott, R. C. H. Lenski y a un hueste de nombres más. El difunto J. W. Roberts observó: “Indudablemente la mayoría de los comentaristas están de parte del genitivo subjetivo” (The Letters of Johnk, Sweet, 1968, p. 164).

Pero hay un asunto crucial. ¿Hay algo— sea en la Escritura o en la lógica —que pudiera guiar a alguien a la conclusión de que él debe creer  en la enseñanza “acerca de Cristo”, es decir, que Jesús vivió en la tierra como “humano”, pero que es libre de estar en desacuerdo con la “enseñanza que dio Cristo”, por ejemplo, sus instrucciones en cuanto a la adoración, el plan de salvación, su escatología, etc.? ¿Tiene esto algún sentido? Y sin embargo, Osburn alega que una aplicación de 2 Juan 9 a esos temas refleja una disposición “sectaria” (p. 73).

Implicaciones lógicas
Si la expresión “la enseñanza de Cristo” en 2 Juan 9 es exclusivamente una advertencia acerca de negar “la doctrina de la encarnación”,  es decir, la verdad de que “Jesucristo vino en carne” (Osburn, pp. 82-83), la siguiente conclusión es la que debe seguir. Los Testigos de Jehová, los Unitarios, y una amplia variedad de modernistas no deben ser excluidos de la comunión cristiana, porque todos estos concuerdan con la idea que Jesús de Nazaret vivió en carne. La Watchtower argumenta que “él no era más que un ser humano perfecto”, pero ellos no repudian Su naturaleza humana.

Hasta los modernistas creen que un hombre llamado “Jesús” vivió hace algunos siglos y que en “algún” sentido él era divino. Sin embargo, ellos niegan que Él haya nacido de una virgen, que hizo milagros, o que se levantó de entre los muertos. ¿Por qué sería más grave negar la naturaleza humana de Cristo que repudiar las evidencias de su esencia divina?

Pero el hermano admite que rechazar que “Jesús es el Señor” está incluido en esta advertencia. ¿Cómo llega él a esa conclusión? Él va más allá de 2 Juan 9 e importa material de 1 Juan (2:22; 4:2, 15) para apoyar su argumento (p. 88). Muy bien, las comparaciones son una metodología legítima. Sin embargo, difícilmente son consistentes para Osburn debido precisamente a que él las critica en otros (pp. 74ss) quienes han apelado a ellas en cuanto al uso del genitivo subjetivo en relación con “la enseñanza” del Señor en el registro del evangelio según Juan, y en el libro de Apocalipsis (vea Jn. 7:17; 18:19; comp. 1 Jn. 1:5; Apo. 2:14-15).

El problema con estos hermanos no es la gramática; es el “corazón”. Han abandonado el ideal de restaurar el cristianismo primitivo. Anhelan la fraternización con las sectas, y quieren arrastrar a toda la hermandad con ellos. Pero muchos se niegan a permitirlo. ¡Qué crezca ese número! Ω

miércoles, 29 de agosto de 2012

El Movimiento Baha'i


Uno de los movimientos religiosos de rápido crecimiento hoy es el grupo Baha’i. Originándose en Irán en 1844, este culto se ha establecido en miles de lugares alrededor del mundo.

El fundador de este movimiento fue Mirza ‘Muhammad, quien afirmaba ser el predecesor de alguien que sería conocido como el gran Maestro Mundial. Este Maestro, supuestamente, sería el santo profeta mediante el cual se comunicaría la más reciente revelación de la Fuente Divina. Él uniría a la familia humana en una conglomeración sincrética de varios pueblos, e inauguraría una era de paz.

En 1863, un hombre llamado Mirza Husayn ‘Ali anunció que él era el Gran Maestro. Adoptó el nombre de Baha’u’llah (la gloria de Dios), del cual se deriva el término Baha’i. Después de la muerte de Baha’u’llah en 1892, la organización fue dirigida por su hijos mayor durante los siguientes veintinueve años. Él, a su vez, fue sucedido por un nieto que guio al movimiento hasta 1957. Desde entonces, el culto Baha’i ha sido gobernado por un grupo llamado “Las Manos de la Causa”, con sus cuarteles generales ubicados en Haifa, Israel.

La organización Baha’i es antibíblica desde diversos puntos de vista.

1.       El Baha’ismo niega la unicidad de Jesús de Nazareth como Hijo de Dios. El Nuevo Testamento enseña que Cristo es el “Unigénito” del Padre. La palabra griega para “unigénito” es monogenes, un término utilizado con referencia a Cristo para indicar que “Él era el único representante del Ser y carácter de Aquel que lo envió” (Vine 1939, 140). Sin embargo, Baha’u’llah ¡alegaba que Cristo era sólo una de las manifestaciones de Dios! Y contendía que él era la más reciente de estas manifestaciones.

2.       Cristo declaró: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí” (Jn. 14:6). El Señor derramó su sangre por la iglesia (Hch. 20:28; Ef. 4:4; 1:22, 23), y Él es Salvador exclusivamente de ese cuerpo (Ef. 5:26). Sin embargo, los devotos de la filosofía Baha’i pretende unificar todas las religiones sobre la base del compromiso doctrinal, y a expensas de la clara enseñanza de Cristo. Supuestamente, los abogados de este sistema respetan la enseñanza de Jesús, Muhammad, Baha’u’llah, y de todos los grandes “profetas”.

3.       El Hijo de Dios enseñó que sólo la verdad puede librarlo a uno del pecado (Jn. 8:32), y la verdad está contenida en las palabras que vinieron de Dios a través de Cristo, y a través de sus embajadores inspirados (Jn. 17:8, 17; Lc. 10:16). El Nuevo Testamento, sellado por la sangre del Salvador (Mat. 26:28) contiene esa revelación, y éste era la comunicación final de Dios para la humanidad (Judas 3). El Baha’ismo aboga por el subjetivismo, asegurando que “la verdad es continua y relativa, no final y absoluta”. Este sistema de confusión no puede ser de Dios (1 Cor. 14:33).

4.       El Baha’ismo repudia la doctrina del Nuevo Testamento de un regreso visible y audible de Cristo para juzgar al mundo (Mat. 25:31ss; 1 Tes. 4:16; 2 Tes. 1:7-9). La doctrina del culto Baha’i contiende que las profecías con respecto a la venida de Cristo fueron cumplidas con la llegada de Baha’u’llah. Tal teoría, desde luego, está falta de cualquier evidencia.

El movimiento Baha’i es una gran desviación de la revelación bíblica. Este sistema debe recibir oposición. Sus sinceros discípulos deben ser confrontados con la verdad que está en Cristo Jesús. Ω

BIBLIOGRAFIA
Vine, W. E. 1939. Expository Dictionary of New Testament Words. Vol. 3. London, England: Oliphants.

jueves, 23 de agosto de 2012

¿La 'liberación' de la mujer o la palabra de Dios?


Cada movimiento significativo dentro de la sociedad eventualmente se hará sentir en la iglesia. El fenómeno de la “liberación de la mujer” no es la excepción. En la iglesia hay quienes están clamando que las mujeres deben tirar el yugo de la dominación del hombre y reclamar su merecido lugar en el cuerpo de Cristo. Algunos están aseverando que las mujeres pueden ser ancianas, predicadoras y líderes en la adoración pública.

Ha habido dos abordajes básicos a este problema: algunos han adoptado una postura completamente infiel al aseverar que ciertos “pasajes difíciles” en el Nuevo Testamento son simplemente  el resultado de los prejuicios farisaicos y rabínicos los cuales reflejan el trasfondo ignorante del primer siglo, y por eso, no son autoritativos para la iglesia hoy. Otros, intentando asumir una posición más conservadora, alegan que hay base bíblica para la igualdad femenina en los roles del liderazgo.

Sin embargo, es responsabilidad de esta presentación demostrar que no hay autoridad bíblica para tener ancianas, predicadoras o mujeres líderes en la adoración.

Primero, no debería ser necesario que se esfuerce uno en enfatizar que ninguna mujer está autorizada para servir como anciana, la Biblia es muy clara en este asunto. El anciano debe ser “marido (Griego, aner— un varón como opuesto a una mujer; Arndt y Gingrich, 65) de una sola mujer” (Tito 1:6; 1 Tim. 3:2). Las “ancianas” (presbuteras) de 1 Tim. 5:2 (comp. Tito 2:3) son simplemente mujeres que habían envejecido en contraste a las que eran jóvenes (neoterous), y no líderes de la iglesia.

Segundo, el Nuevo Testamento no autoriza que una mujer ministre (en la adoración pública); por el contrario, lo prohíbe afirmativamente. Quizá la manera más efectiva de abordar este asunto sea examinar algunos de los argumentos que circulan actualmente en apoyo de las mujeres como predicadoras.

Las mujeres del Nuevo Testamento profetizaban (Hch. 2:18; 21:9; 1 Cor. 11:5).
Se asume que profetizar era predicar, por eso según esto las mujeres del primer siglo predicaban. La palabra “profetizar” viene de la raíz griega pro (antes) y phemi (hablar). Es un término muy general y puede significar “enseñar, refutar, reprobar, amonestar, reconfortar” (Thayer 1958, 553; comp. 1 Cor. 14:3). Ésta puede simplemente sugerir la idea de “dar gracias y alabar a Dios” (1 Crón. 25:3). El significado de la palabra en cierta situación debe ser determinada por el contexto como también por el resto de información que nos dan las Escrituras.

Pablo limitó el alcance de la predicación de la mujer cuando escribió: “Yo no permito que la mujer enseñe ni que ejerza autoridad sobre el hombre, sino que permanezca callada” (1 Tim. 2:12). La conjunción negativa oude (ni), tiene aquí una fuerza explicativa, revelando que el tipo de enseñanza prohibida por el apóstol es aquella que asume dominio sobre el hombre (Lenski, 563).

Ciertamente las mujeres pueden enseñar (comp. Tito 2:3); ellas pueden, en cierto modo, enseñar aun a los hombres. Hay una enseñanza recíproca cuando cantamos (Col. 3:16), privadamente, en compañía de su esposo, Priscila estaba involucrada en enseñar a Apolos (Hch. 18:26). Pero una mujer no puede asumir la posición de maestra, con el hombre subordinado a una posición de estudiante, sin violar un mandamiento del Nuevo Testamento.

¿Era Febe una Diaconisa?

Basándose en Rom. 16:1-2, algunos contienden que

1.       Febe era una ministra en la iglesia (diaconisa);

2.       La iglesia debía “ayudarla”, implicando su autoridad sobre la iglesia;

3.   Ella había sido una gran “ayuda” (prostatis) para muchos, “implicando con esto autoridad, disciplina y supervisión”.

Con todo esto se alega que aquí hay una muestra que Febe era una líder-predicadora en la iglesia primitiva.

Sin embargo:

1.       La palabra “diácono”  simplemente significa “siervo” (Mat. 23:11; Jn. 2:5, etc.) y cualquier adjudicación oficial al término debe ser demandada por el contexto, como en Filp. 1:1 y 1 Tim. 3:8).

2.       El hecho que los santos sean aconsejados a “ayudar” a Febe non implica que ella tenía autoridad sobre ellos. La palabra griega paristerni significa “venir en ayuda de, ayudar, permanecer al lado de” (Arndt y Gingrich, 633). Cuando Pablo dijo: “Pero el Señor estuvo conmigo (pareste)” (2 Tim. 4:17), ¡seguramente no estaba asegurando que él estaba ejerciendo autoridad sobre Cristo!

3.       La palabra prostatis (ayudador) no implica supervisión. Si así fuera, ¡entonces Febe ejercía autoridad sobre Pablo, pues ella lo había ayudado así como también a muchos otros! Aunque se encuentra sólo aquí en el Nuevo Testamento, el término, el cual puede connotar simplemente brindar asistencia, se usa en una carta del tercer siglo a. C. de un hijo para su padre (la forma verbal): “No habrá nada más importante para mí que cuidarte por el resto de tu vida, en un modo digno de ti, y digno de mí” (Moulton y Milligan 1963, 551).

Evodia y Síntique
En Filipenses 4:2-3, Pablo comenta que Evodia y Síntique “laboraron” con él en el evangelio; él las llama, junto con otras personas, sus “colaboradoras”. Otra vez, se supone que se necesita una posición de autoridad comparable con la del apóstol. Sin embargo, se dice que los cristianos somos “colaboradores de Dios” (1 Cor. 3:9); ¡obviamente esto no significa que ellos estaban autorizados a actuar como Deidad! Incontables damas cristianas han asistido a los predicadores del evangelio sin ellas mismas ser predicadoras públicas.

¿Junia una apóstol?
Se dice que Junia (RV), una mujer, era una apóstol y que ciertamente ocupaba un lugar de autoridad en la iglesia primitiva (Rom. 16:7).

En primer lugar, en el texto griego el nombre Junian (en el caso acusativo—sin que el género del nombre sea evidente); podría ser Junia (femenino) o más probablemente Junias (masculino). Orígenes, un escritor del tercer siglo d. C. lo consideraba una referencia a un hombre (Lightfoot 1957, 96).

Pero en segundo lugar, ni siquiera es cierto que Junias sea identificado aquí como un “apóstol”. La frase “que se destacan entre los apóstoles” es traducida por Zahan “afamados, mencionados con honor por los apóstoles” (418) dando el sentido de ser bien conocidos por los apóstoles, lo contrario a que ellos mismos fueran apóstoles.

En tercer lugar, la palabra “apóstol” se usa ocasionalmente en la Biblia en un modo no técnico para indicar un mensajero. Jesús dice que un “enviado” (apostolos) no es más grande que quien lo envía (Jn. 13:16). La palabra no necesariamente implica a alguien que tenga dominio sobre otro, ni siquiera a un predicador.

¿Qué podemos decir acerca de las profetisas en el Antiguo Testamento?
Algunos argumentan que la amonestación de Pablo a que las mujeres estén sujetas está limitada por la expresión “como dice también la ley” (1 Cor. 14:34), y ya que la ley permitía a las profetisas (como en el caso de Miriam, Hulda y Ana), y aun a juezas (Débora), así también la predicación femenina es permisible en la iglesia hoy.

Sin embargo:

1.       Cuando Miriam profetizó lo hizo seguida de “todas las mujeres” que con panderos iban detrás de ella (Éx. 15:20), y no hay evidencia de que le haya predicado a los hombres.

2.       Aunque Hulda fue una profetisa, el solitario registro de su profecía se da en el marco de un grupo de hombres que vienen a ella para que les comunique privadamente la voluntad del Señor (2 Re. 22:14ss; 2 Cr. 34:22ss). Es imposible encontrar predicación pública aquí.

3.       Ana era una profetisa que “nunca se alejaba del templo” (Lc. 2:36-38). Al describir el templo, Josefo (Guerra de Los Judíos 5.5.2) dice “había una partición construida para las mujeres” la cual las separaba de los hombres; ese era “el lugar apropiado donde ellas debían adorar”. No puede demostrarse que ella predicaba públicamente a una audiencia mixta.

4.       Débora era una profetisa para el pueblo montañoso de Efraín, pero no hay indicativo que ella proclamase públicamente el mensaje de Dios a las multitudes; por el contrario, “los hijos de Israel subían a ella a pedir juicio” (Jue. 4:5). Ella daba juicio profético “como madre en Israel” (5:7). El hecho que ella juzgara a Israel es un dramático comentario de la debilidad enfermiza de los hijos de Israel durante este período, y el canto de Débora (capítulo 5) lamenta esta deplorable condición. Esta no era más que una de aquellas situaciones en las que Jehová adaptó su obra a la debilidad de Israel (comp. 1 Sam. 8:9; Mat. 19:8).

¿Es 1 de Corintios 14:33 aplicable hoy?
Quizá un comentario adicional con respecto a 1 Corintios 14:33 sea útil. ¿Puede utilizarse este contexto para oponerse a las mujeres que predican en público hoy?

Un punto de vista contiende que esto no puede ser. Se alega que las consideraciones contextuales indican que la reunión contemplada en 1 Corintios 14 no es comparable a ninguna realizada por la iglesia hoy, y por eso, estos versículos no aplican a las asambleas actuales de la iglesia (Woods 1976, 106-112).

Un punto de vista más razonable el cual también reconoce que 1 Corintios 14 tiene que ver primordialmente con una situación única, a saber, la recepción de los dones espirituales, ve a Pablo enunciando aquí esencialmente el mismo principio expuesto en 1 Tim. 2:12ss.

H. P. Hamann escribe

Si tenemos al mismo escritor en ambas cartas escribiendo acerca del mismo tema, tenemos el derecho a que un texto nos explique el otro, y especialmente el de permitir que el más claro o más definido arroje luz sobre el menos preciso. Así que 1 Tim. 2 es la clave para entender 1 Cor. 14 (1976, 8).

El profesor Hamann ve estos dos textos como paralelos.

Lo que es seguro es que 1 Corintios 14:33ss no brinda ningún apoyo a la noción de mujeres predicando a audiencias mixtas. Eso no está autorizado en ninguna parte de las Escrituras.

Los varones están designados para liderar las asambleas de adoración
Finalmente, el Nuevo Testamento aclara que son los varones quienes deben guiar los actos de adoración en las asambleas donde estén presentes ambos sexos.

En 1 Timoteo 2:8, Pablo instruye: “Los hombres (andras—plural acusativo de aner; varones solamente) oren en todo lugar”. Ahora, ciertamente las mujeres pueden orar (1 Corintios 11:5)—sería difícil negarles que puedan orar en cualquier parte; sin embargo, hay un sentido en el cual solamente los hombres pueden orar en todo lugar. Obviamente, es dirigiendo las oraciones en grupos mixtos lo cual está confinado a la esfera del hombre.

Comentando acerca de este versículo, un destacado erudito en griego ha dicho bien: “Los ministros de la oración pública deben ser los varones de la congregación, no las mujeres” (White 1956, 106). Por supuesto que el mismo principio aplica igualmente a los demás actos de adoración pública.

Se ha puesto de moda decir que la enseñanza de Pablo en cuanto a la subordinación femenina estaba motivada por la cultura de aquellos días— algo similar a las instrucciones referentes a la esclavitud. Y, se alega que como el Nuevo Testamento tiene las semillas de la abolición de la esclavitud, de la misma manera éste contiene las semillas de la eventual igualdad total de la mujer con el hombre en la vida de la iglesia.

El paralelismo alegado simplemente no es válido. En los cuatro contextos principales donde Pablo discute las relaciones hombre-mujer (1 Cor. 11:2-16; 14:33b-35; Ef. 5:22-23; 1 Tim. 2:8-15), el principio de sujeción, como también su aplicación a situaciones específicas, están basados en hechos específicos de la historia del Antiguo Testamento, y no en la cultura.

(Nota: Algunos contienden que el principio de 1 Corintios 11:2-16 es obligatorio hoy, pero no la aplicación específica de Pablo (Roberts 1959, 183ss), mientras otros creen que tanto el principio de sujeción como su aplicación específica son requerimientos para hoy también (Jackson 1971).

Aunque es importante estudiar la cultura antigua para entender mucho mejor la Biblia, eso no debe ser un factor primordial en la interpretación. Sustituir la declaración expresa de un apóstol con la cultura es convertir la exégesis en eiségesis (Sproul 1976, 13ss).

Comentarios concluyentes
Es lamentable que se tenga que prestar tanta atención al lado negativo de este tema, pero tal parece que siempre será necesario debido al error prevalente que circula en la actualidad. El Nuevo Testamento abunda en ejemplos de mujeres piadosas quienes, consistentes con sus roles asignados, sirvieron a su Señor con dignidad y honor. Sí, ¡mujeres cuyos nombres todavía serán mencionados con admiración mucho después que las feministas de hoy día ya se hayan ido y sean olvidadas!

Las mujeres de Dios hacen una contribución vital al reino de Cristo en la tierra. Sea perseverando en la oración (Hch. 1:14), haciendo buenas obras y caridad (Hch. 9:36), mostrando hospitalidad (Hch. 12:12; 16:14; 1 Tim. 5:10), enseñando la palabra en armonía con la autoridad divina (Hch. 18:26; Tito 2:3,4), siendo buenas esposas (Prov. 31:10ss), criando hijos piadosos (2 Tim. 1:5; 3:14,15), o cumpliendo otras varias tareas encomiables, ¡levantémonos y llamémoslas “bendecidas”! ¡Y que sus nombres se multipliquen! Ω

BIBLIOGRAFIA
  • Arndt, William and F. W. Gingrich. 1967. A Greek-English Lexicon of the New Testament and Other Early Christian Literature. Chicago, IL: University of Chicago Press.
  • Brown, Colin, ed. 1976. The New International Dictionary of New Testament Theology. Vol. 11. Grand Rapids, MI: Zondervan.
  • Bruce, A. B. The Expositor’s Greek Testament. Vol. 1. W. Robertson Nicholl, ed. Grand Rapids, MI: Eardmans.
  • Edersheim, Alfred. Marriage Among The Ancient Hebrews. The Bible Educator. Vol. 4. E. H. Plumptre, ed. London, England: Cassell Petter & Galpin.
  • Edersheim, Alfred. 1957. Sketches of Jewish Social Life in the Days of Christ. Grand Rapids, MI: Eerdmans.
  • Hamann, H. P. 1976. The New Testament and the Ordination of Women. The Christian News, March 1.
  • Hurst, John F. History of the Christian Church. Vol. 1. New York, NY: Eaton & Mains.
  • Jackson, Wayne. 1971. A Sign of Authority. Stockton, CA.
  • Lenski, R. C. H. 1961. The Interpretation of St. Paul’s Epistles to the Colossians, to the Thessalonians, to Timothy, to Titus, and to Philemon. Minneapolis, MN: Augsburg Publishing House.
  • Lewis, Jack P. The New Smith’s Bible Dictionary. Reuel Lemmons, reviser. Garden City, NY: Doubleday & Co.
  • Lightfoot, J. B. The Epistle of St. Paul to the Galatians. Grand Rapids, MI: Zondervan.
  • Moulton, James and George Milligan. 1963. The Vocabulary of the Greek Testament. London, England: Hodder and Stoughton.
  • Pratt, D.M., The International Standard Bible Encyclopedia, James Orr, ed. (Grand Rapids: Eerdmans, 1939), Vol. V.
  • Roberts, J. W. 1959. Restoration Quarterly, Vol. 3, No. 4, 4th Quarter.
  • Sproul, Robert C. 1976. Controversy at Culture Gap. Eternity, May.
  • Thayer, J. H.. A Greek-English Lexicon of the New Testament. Edinburgh, Scotland: T. & T. Clark.
  • White, Newport J. D. 1956. The Expositor’s Greek Testament. Vol. 4. Grand Rapids, MI: Eerdmans.
  • Woods, Guy N. 1976. Questions and Answers – Open Forum. Henderson TN: Freed-Hardeman College.
  • Zahn, Theodor, Introduction to the New Testament I (Edinburgh: T. & T. Clark, 1909), Vol. 1.

jueves, 16 de agosto de 2012

¿Puede una mujer cristiana enseñar a jóvenes varones bautizados?


¿Es pecado para una mujer enseñar a niños una clase bíblica, específicamente si éstos han sido bautizados en Cristo?

Esta pregunta surge frecuentemente de parte de algunos cristianos sinceros, quienes desean servir al Señor correctamente y respetar el rol que Dios ha asignado a la mujer en la iglesia. Desafortunadamente, algunos han comprendido mal la instrucción del Nuevo Testamento concerniente a este asunto. En algunas ocasiones, este celo mal dirigido ha creado dificultades no pequeñas.

El pasaje clave sobre el cual gira esta cuestión es 1 Timoteo 2:12

Yo no permito que la mujer enseñe ni que ejerza autoridad sobre el hombre, sino que permanezca callada”.

Para poder comprender el alcance de este texto es necesario que enfoquemos nuestra atención en la palabra “hombre”.

A la mujer cristiana se le prohíbe, en algún sentido,  enseñar o ejercer autoridad sobre el hombre. El texto griego sugiere que “enseñar” bajo ciertas circunstancias puede ser un acto de “autoridad”.

Para nuestra presente consideración, se dará especial atención al término “hombre” ya que se encuentra en este contexto. La palabra griega es aner. En primer lugar, a diferencia de la palabra genérica anthropos, la cual incluye tanto hombres como mujeres (comp. 1 Tim. 2:1, 4), aner es un término generalmente restringido a los varones (comp. 1 Tim. 2:8). Vea, por ejemplo, Hechos 8:12 y 17:12, donde la palabra se usa en contraste con mujeres.

Segundo, aner se usa para distinguir a un adulto de un niño (vea J. H. Thayer, Greek-English Lexicon of the New Testament, Edinburgh: T.&. T. Clark, 1958, p. 45).

Observe que aner  se usa en contraste con “niños” en Mat. 14:21 y 15:38. Aquí “niños” (paidion) se refiere a los más jóvenes, generalmente “por debajo de la edad de la pubertad” (F.W. Danker,et al.Greek-English Lexicon of the New Testament, University of Chicago, 2000, p. 749). Pero Thayer representa a los “niños” de los dos pasajes como “parcialmente crecidos” (p. 473).

Pablo contraste “hombre” con “niño” (nepios) en 1 Corintios 13:11. Nepios generalmente significa un “chico joven”, pero el término también puede aplicar a alguien que es sencillamente un “menor”, es decir, aquel que no ha alcanzado la edad legal (comp. Gál. 4:1-2). En esta conexión J. Baur describe aner como el “hombre maduro” (Horst Balz and Gerhard Schneider, eds., Exegetical Dictionary of the New Testament, Zondervan, 1990, p. 99). Es claro ver que hay cierto tipo de flexibilidad en el uso de estas palabras.

Aquí hay otro punto de consideración. A Jesús se le consideró un “niño” (país) cuando tenía doce años (Lc. 2:43), y Él aún estaba “sujeto” (hupotasso, presente, medio, es decir, Él mismo se sometía) tanto a su padre como a su madre (2:51). Obviamente el Señor, a la edad de doce años, aunque ya se involucraba en los “negocios de Su Padre” (v. 49), no creía que era inapropiado estar bajo la autoridad de Su madre. Es ridículo creer que una madre ya no tiene autoridad sobre su hijo porque éste ya tiene 10 ó 12 años, y aun cuando es adolescente. Mi madre nunca hubiera aceptado esa teoría. ¡Ni yo! ¡Aún vivo bajo su techo!

Uno debe recordar este punto también. La prohibición de Pablo en 1 Timoteo 2:12 no es simplemente que una mujer no deba ejercer autoridad sobre un hombre cristiano, en lugar de eso, ella no debe funcionar inapropiadamente como una figura de autoridad sobre el “hombre”. ¡Punto!

En vista de la estricta aplicación de este pasaje que hacen algunos, una mujer no podría enseñar ninguna clase donde estuvieran varones de ningún tipo— sean cristianos o no— si todos deben ser considerados como hombres.

No veo ningún problema en que una mujer enseñe una clase bíblica donde los estudiantes son jóvenes— estén o no bautizados. Ω

lunes, 2 de julio de 2012

¿Son digresivos los "edificios" modernos de las iglesias?


Hay un elemento minoritario dentro de la comunidad cristiana el cual contiende que la iglesia primitiva se reunía exclusivamente en hogares privados, no en el tipo de facilidades públicas que uno ve hoy en día. Alegan que el uso de “edificios modernos” para la iglesia es una violación de un patrón bíblico. Las iglesias del Nuevo Testamento eran “familias”, argumentan ellos. Por lo tanto, para preservar la atmósfera de intimidad debemos reunirnos en grupos pequeños. Y ya que las familias viven en “casas”, ellos suponen que el sistema “casa-iglesia” constituye un “modelo obligatorio” para la adoración de la iglesia del Nuevo Testamento.

Sin embargo, los abogados de esta teoría, por más sinceros que sean, están muy mal dirigidos. Esta noción de “programa de control familiar” no tiene el más mínimo apoyo en las Escrituras.

Autoridad por inferencia —Se permite lo conveniente
El mandamiento/ejemplo dado a los cristianos de reunirse con el propósito de adorar (Hch. 20:7; Heb. 10:25) implica (y por lo tanto autoriza) un lugar de alguna clase en el cual reunirse. Pero, a menos que haya algún patrón exclusivo de conducta, asociado con algún tipo de principio espiritual subyacente, nadie puede requerir un estilo particular de sitio de reunión, por ejemplo, un hogar privado. La conveniencia aconsejará lo que es prudente bajo ciertas circunstancias, y la conveniencia es un asunto de juicio y preferencia.

Ningún patrón exclusivo
No hay patrón exclusivo relacionado con las facilidades par adorar en los días de los apóstoles, y esto se demuestra por los siguientes hechos.

1.       La primitiva iglesia de Jerusalén inicialmente se reunía en alguna parte de los confines del templo, la cual comprendía un área bastante extensa— aproximadamente algo más que unos ochocientos metros cuadrados. Se ha observado que el “atrio de los gentiles” era muy cómodo, capaz de acomodar a unas 20,000 personas (Harrison, p. 64). Estas reuniones pudieron requerir que se dividieran las reuniones en varios grupos diferentes a medida que la iglesia se expandía. Sin embargo, inicialmente por lo menos —antes que emergiera la hostilidad judía, el atrio externo era su sitio de reuniones (comp. Hch. 2:46). Estos “primeros frutos” de la fe muy obviamente no necesitaron segregarse en pequeñas “casas-iglesia” con el propósito de reunirse para adorar en el día del Señor.

A pesar de este claro precedente en el libro de los Hechos, un escritor, en defensa de la posición “casa-iglesia” declara que “la iglesia del Nuevo Testamento comenzó como un pequeño grupo casa-iglesia (Col. 4:15), y se mantuvo así hasta mediados o el fin del siglo tercero”. Este alegato es, honestamente, ridículo.

En primer lugar, la iglesia no comenzó como un pequeño grupo pequeño en la casa de alguien. Había un mínimo de 3,000 discípulos en Jerusalén en el día de Pentecostés (Hch. 2:41). Y podrían ser muchos más que 3,000 si los bautizados por Juan el Bautista (Mat. 3:5-6), como también aquellos preparados por el Señor y sus apóstoles (Jn. 4:1-2) no estaban incluidos en ese conteo (comp. Alexander, p. 89). Además, ellos estaban “todos juntos”, al menos por un tiempo, como se refleja en el tiempo pasado imperfecto de verbo esan (“estaban”) en 2:44. Obviamente a ellos no se les había enseñado que un grupo demasiado grande nulifica el “ambiente de familia”.

2.       Los cristianos primitivos se reunían en casas particulares a veces. De esto no hay duda (1 Cor. 16:19; Col. 4:15). Pero no hay la más remota evidencia de que este formato representara un “modelo obligatorio”.

3.       En algunas circunstancias, los cristianos pudieron emplear una facilidad prestada o rentada. Una circunstancia de éstas sería la que los llevó a reunirse diariamente en la escuela de Tirano (Hch. 19:9), lo cual parece incluir días de semana y domingos también. Argumentar, como algunos abogados de las “casas-iglesias” han hecho, que esto era simplemente un arreglo temporal (dos años) es escasamente convincente. Las Escrituras no enseñan a practicar el error para ir perfeccionando lo que dicta la verdad. Aparte de esto, seguramente los que se convirtieron a Cristo en este lugar tenían sus casas y, en ocasiones, las habrían cedido para reuniones sin que se abandonara la facilidad pública. El punto es este: la adoración en casas no era obligatoria ni un modelo exclusivo.

4.       Uno simplemente no puede descartar el hecho que la persecución jugó un rol significativo en las localidades seleccionadas para la adoración durante los primeros siglos de existencia de la iglesia— antes que el cristianismo recibiera la protección del gobierno civil. El libro de Hechos contiene amplia evidencia de la devastadora presión que la iglesia primitiva resistió bajo la opresiva mano de sus perseguidores— primero, de parte de los judíos, luego de los paganos. Pero tales circunstancias no justifican el argumento que niega la conveniencia en tiempos de más tranquilidad.

5.       No hay una conexión fundamental, espiritual entre un cuerpo de personas adorando y el lugar donde se reúnen a adorar. Por ejemplo, uno puede ver fácilmente la asociación subyacente entre participar de la cena de comunión (representando el cuerpo y la sangre del Salvador) y la necesidad de hacerlo en el primer día de la semana (el día de la resurrección), porque hay una conexión muerte/resurrección. Pero no hay afinidad espiritual entre un cuerpo de creyentes adorando y el tipo de facilidad en la cual éstos se reúnen. Un lugar de reunión es totalmente incidental.

6.       La teoría de la “casa-iglesia” sugeriría que ninguna iglesia podría crecer hasta el punto de no poder acomodarse en un hogar privado. ¿Cuánto puede crecer una familia antes que ésta viole la ley humanamente impuesta de “límite de crecimiento”? Además, si la analogía de “familia” va a ser forzada para convertirse en un modelo obligatorio, como nuestros amigos del concepto “casa-iglesia” pretenden, ya que una familia habita en una misma casa todos los días, ¿por qué no insistir en que todos los miembros de la iglesia local deben residir dentro de la misma estructura usando este razonamiento? Aquí es donde recordamos el viejo axioma: “Lo que prueba demasiado no prueba nada”.

7.       Finalmente, debemos encauzar este asunto. Los abogados de la teoría de la “casa-iglesia” alegan que no hay un ejemplo de “evidencia literaria ni indicación arqueológica” de un “edificio” para la iglesia antes del tiempo de Constantino. Dos cosas deben decirse en respuesta a esta alegación.

Primero, si un edificio es una mera conveniencia, no importa cuándo estas facilidades comenzaron a emplearse como lugares de adoración. Hay muchas conveniencias que se han venido desarrollando con el paso de los siglos las cuales no violan el principio de la autoridad bíblica, por ejemplo, los métodos para divulgar el evangelio (vía radio, televisión e internet).

En segundo lugar, la aseveración que ningún edificio especial de adoración existió antes del cuarto siglo, ha sido disputada por muchos historiadores reconocidos. Por ejemplo, Joseph Bingham (1668-1723) de Inglaterra produjo una obra masiva (diez volúmenes) la cual consumió veinte años de investigación. Titulada, The Antiquities of the Christian Church [Las Antiguedades de la Iglesia Cristiana], se ha reconocido generalmente que este esfuerzo de la erudición “aún no ha sido superado” (Cross, p. 173). Bingham declara que los puntos de vista de algunos “en estos últimos tiempos” [es decir, en aquel tiempo] los cuales sugieren que los cristianos de los tres primeros siglos “no tenían un lugar particular de reunión”, no soportan la investigación cuidadosa.

Bingham llama la atención a la obra de Joseph Mede (1586-1638), quien hizo una detallada refutación de esa teoría, “presentando una colección de autoridades históricas de la antigüedad las cuales dan fe de localidades públicas donde se reunían los cristianos de los primeros tres siglos” (Bingham, pp. 277-282). Se dio a conocer una masiva cantidad de evidencia extraída de los escritos de los “padres ante-nicenos”. Bingham concluyó por señalar que aunque las grandes facilidades públicas donde reunirse vinieron a ser más populares durante la administración de Constantino, no obstante los santos primitivos “siempre tuvieron lugares públicos reservados para la adoración divina” (p. 282). El erudito británico decía que las pruebas eran irrefutables.

Otros han señalado que aunque las primeras iglesias frecuentemente se reunían en las casas de los discípulos eventualmente esas mismas casas fueron donadas al cuerpo de creyentes y llegaron a ser edificios exclusivamente dedicados a las asambleas de las iglesias. En 1931/1932, en la antigua Dura-Europos, próxima al río Eufrates y a más de 200 kilómetros al suroeste de Harán, los arqueólogos descubrieron las ruinas de un edificio antiguo de la iglesia. La fecha del edificio, determinada mediante una inscripción, era 232-233 d. C. —una fecha muy lejana de aquella en la que Constantino publicó su “edicto de tolerancia” (Finegan, pp. 405-406).

CONCLUSIÓN
No hay duda en que muchas iglesias han gastado fortunas en construir edificios con un diseño y elaboración innecesarios. Ciertamente muchas congregaciones no usan sus facilidades de una manera sabia. Pero los abusos no niegan una legítima conveniencia. Ω

BIBLIOGRAFÍA
Alexander, J.A. (1956 Reprint), Commentary on Acts (Grand Rapids: Zondervan).
Bingham, Joseph (1865), The Antiquities of the Christian Church (London: Henry G. Bohn), Vol. I.
Cross, Frank, Ed. (1958), The Oxford Dictionary of the Christian Church(London: Oxford University Press).
Ferguson, Everett F. (1975), Acts: The Expanding Church (Chicago: Moody).
Finegan, Jack (1946), Light From The Ancient Past (Princeton, NJ: Princeton University Press).
Harrison, Everett (1975), Acts – The Expanding Church, Chicago: Moody.

miércoles, 13 de junio de 2012

¿Deben ayunar los cristianos?


Ayunar, en el sentido bíblico, es abstenerse de comer y beber por un motivo espiritual. En la era del Antiguo Testamento, los judíos ayunaban frecuentemente, aun cuando sólo había un ayuno prescrito por la ley. Una vez cada año, en el día de la Expiación, los hebreos debían “afligir” sus almas (Lev. 16:31), lo cual significa que debían ayunar (comp. Isa. 58:3).

Aunque no hay ayunos obligatorios hoy para los cristianos, el Nuevo Testamento parece dar por entendido que los hijos de Dios ocasionalmente necesitarían ayunar.

Cuando los discípulos del Señor fueron criticados por no ayunar, Jesús respondió que difícilmente sería apropiado que lo hicieran mientras Él aún estaba con ellos. Sin embargo, vendría el tiempo cuando Él sería apartado de  ellos; entonces ellos ayunarían (Lc. 5:35).

Además, cuando El advirtió acerca de una incorrecta motivación para adorar, los aconsejó así: “Y cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas” (Mat. 6:16). Es llamativo que Él no dijo “Si ayunáis” sino que dijo “Cuando ayunéis”— reflejando que Él esperaba que lo hicieran.

Ayunar, para el cristiano, es un asunto estrictamente voluntario. Debe surgir de una sensación de profunda necesidad, no como resultado de una mera formalidad.

Entonces, ¿cuándo puede ser valioso el ayuno?

(1)    Ayunar puede ser beneficioso en tiempos de aflicción personal. David y sus hombres lloraron y ayunaron cuando oyeron acerca de la muerte de Saúl (2 Sam. 1:12), y Nehemías hizo lo mismo cuando supo de la condición deplorable de Jerusalén (Neh. 1:4). Ayunar y orar ciertamente parece apropiado cuando un ser amado está críticamente enfermo (2 Sam. 12:16).

(2)    El ayuno acompañado de arrepentimiento como una muestra externa y genuina de contrición por la rebeldía espiritual (1 Sam. 7:6). El pueblo de Nínive proclamó ayuno general cuando reconoció su estado pecaminoso (Jon. 3:5).

(3)    El ayuno fue practicado en conexión con grandes e importantes eventos religiosos. Moisés ayunó durante el período en el que recibió la ley (Ex. 34:28). Cristo ayunó antes de su encuentro con Satanás en el desierto (Mat. 4:2). La iglesia ayunó antes de enviar a Saulo y a Bernabé a aquella peligrosa primera campaña misionera (Hch. 13:2-3). Ayunar ciertamente era un componente en el dinámico ministerio de Pablo (2 Cor. 6:5; 11:27).

Sin embargo, se advierte que el ayuno puede prestarse para abusos. La práctica nunca debe emplearse como sustituto de una vida personal devota. Isaías presentó una devastadora reprensión para aquellos que ayunaban y luego se entregaban a sus placeres mundanos (Isa. 58). Es más, ayunar no debe ser una ocasión para alardear de la religiosidad que uno practica. Los fariseos eran culpables de tal comportamiento (Mat. 6.16-18).

Finalmente, los rigores del ayuno no deben dar a luz un espíritu de satisfacción religiosa y auto-justicia. Esto en verdad es una tentación (comp. Lc. 18.9-14).

En el análisis final, no parece haber beneficios en el ayuno voluntario en ciertas ocasiones. Reflexione acerca de lo siguiente:

(1)    Las Escrituras parecen sugerir que Dios honra el ayuno cuando es llevado a cabo con profunda y sincera dedicación.

(2)    Los médicos indican que el ayuno moderado puede ser beneficioso para la salud, permitiendo que nuestro sistema se limpie a sí mismo ocasionalmente.

(3)    Al parecer la mente es capaz de alcanzar profundos niveles de reflexión durante períodos de ayuno.

(4)    El ayuno puede ayudarnos a afinar nuestra autodisciplina.

(5)    El ayuno también puede tener el efecto añadido de reforzar nuestro aprecio por aquellas cosas de las que nos abstenemos durante ese período. Ω

sábado, 9 de junio de 2012

Ungiendo con aceite - Santiago 5:14


En el libro de Santiago, el escritor inspirado exhorta: “¿Está alguno entre vosotros enfermo? Que llame a los ancianos de la iglesia y que ellos oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor; y la oración de fe restaurará al enfermo, y el Señor lo levantará, y si ha cometido pecados le serán perdonados” (5:14-15, énfasis mío).

Aún hay enfermos entre nosotros. Y prácticamente nadie cuestiona el hecho que la iglesia deba tener ancianos hoy día, siempre que haya hombres cualificados. Entonces, ¿deben los ancianos junto con sus oraciones ungir con aceite a los enfermos?

Aunque este procedimiento no ha sido practicado por las iglesias de Cristo en tiempos modernos (como regla general), algunos han sugerido que esto debe ser parte de nuestro ritual. ¿Cómo debe verse esta cuestión?

Primero, debe notarse que esta referencia a “ungirle con aceite” (Stgo. 5:14) es extremadamente abreviada. No se dice nada específicamente en el contexto en cuanto al propósito de esta práctica.

Segundo, no hay indicaciones contextuales de que este ungimiento tuviera algún tipo de base espiritual que lo hiciera universalmente aplicable o perpetuamente obligatorio. Si este era un requerimiento para la iglesia universal para todos los tiempos, parece razonable la espera por un fundamento para tal práctica.

Los comentaristas están sorprendentemente divididos en cuanto al significado de este pasaje. Ciertamente cualquier punto de vista en cuanto a este texto que entre en conflicto con otra información bíblica clara debe ser rechazado.

Varias de las ideas que intentan explicar este ambiguo texto son las siguientes:

1.       Algunos sugieren que el aceite era empleado como un artículo de aseo diario en tiempos antiguos (tal como los cosméticos hoy día). En períodos de enfermedad, o de ayunos, este uso casual del aceite era suspendido (comp. Ruth 3:3; 2 Sam. 12:20; 14:2; Dan. 10:2, 3; Miq. 6:15; Mat. 6:16, 17). Por lo tanto, se argumenta que Santiago puede estar exhortando a sus hermanos a acompañar sus oraciones de “ungimiento con aceite”, es decir, con la reanudación de sus actividades normales. El aceite serviría como una señal de confianza en el poder de la petición de ellos.

Aunque este concepto puede ser posible, no se recomienda fácilmente al expositor ordinario. Además, no explicaría por qué se le solicitaba a los ancianos que administraran dicha unción.

2.       Un cierto número de escritores contiende que el aceite de Santiago 5:14 era simplemente un artículo medicinal el cual, junto con la oración, sería eficaz providencialmente en el proceso de sanación.

Aunque es cierto que el aceite tiene un valor medicinal en algunas dolencias, y que era empleado para este fin en tiempos antiguos (comp. Isa. 1:6; Lc. 10:34). Sin embargo, el aceite, como remedio físico, sería inútil en muchas enfermedades. Es más, sería algo más que inusual que se buscara a los ancianos para la administración de técnicas de sanación física, cuando había buenos doctores a disposición para ese propósito (comp. Col. 4:14). Difícilmente alguien hoy día llamaría a los ancianos para el diagnóstico y tratamiento de sus dolencias físicas.

3.       Algunos eruditos piensan que “la unción” referida por Santiago era simplemente un acto de amistad refrescante, alentador, como cuando María ungió los pies de Jesús (Jn. 12:3; comp. Lc. 7:46). Se argumenta que la palabra griega aleipho (“ungir”) tiene que ver con rituales mundanos no con ceremonias religiosas (aun vea Mr. 6:13). En este sentido la amonestación de Santiago sería que se solicitara las oraciones de los ancianos, acompañadas por la amenidad cultural de aquellos días la cual reflejaba amor y amistad.

Si este es el caso, ese primitivo culturismo no tendría relevancia hoy; ciertamente no sería una práctica obligatoria en el mundo moderno.

4.       Muy probablemente el uso del aceite, como se refleja en este pasaje, era un acto simbólico. En tiempos bíblicos la práctica de ungir con aceite frecuentemente representaba la aprobación de Dios (vea 1 Sam. 10:1; Sal. 89:20). Por consiguiente, muchos eruditos bíblicos confiadamente asumen que la aplicación de aceite en Santiago 5:14 era un acto simbólico invocado en conjunción con la sanidad sobrenatural. Hay un par de factores que guían razonablemente a este punto de vista.

(a)    Hay información contextual en otras partes del Nuevo Testamento la cual asocia la sanación milagrosa con la unción con aceite. En Mr. 6:13 el registro dice: “Y [los discípulos empoderados sobrenaturalmente por el Señor] echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los sanaban”. Este puede ser el versículo clave que arrojará luz sobre Santiago 5:14.

(b)   No todos los cristianos en el primer siglo poseían el don de la sanación (comp. 1 Cor. 12:28-30). Aunque, sería más natural que los ancianos de las congregaciones locales fueran los bendecidos con el don en sus respectivas congregaciones. Efesios 4:8-11 claramente indica que algunos “pastores” (es decir, ancianos) contaban con dones espirituales. Si este punto de vista es correcto, y a juicio de este escritor es el más viable, entonces el acto de ungir con aceite no sería apropiado hoy día por la sencilla razón que los dones milagrosos no están disponibles para la iglesia en esta era (1 Cor. 13:8ss).

Entonces, ¿por qué hay un grupito ansioso por implementar la unción con aceite en la iglesia en tiempos modernos? Podría ser que algunos son muy sinceros, esperando cumplir con la voluntad del Señor, sin embargo no comprenden bien la naturaleza de este pasaje. Por otro lado, podría ser que algunos están buscando una nueva experiencia de algún tipo. Han crecido cansados de lo que ellos consideran el servicio “tradicional” que rendimos a Dios, así que buscan una novedad. Acerquémonos a la Escritura de una manera respetuosa pero sensible. Ω

viernes, 1 de junio de 2012

Lecciones de las catacumbas


El término “catacumba” se deriva de un término griego compuesto formado por kata (bajo) y kymbe (hoyo). La palabra se usa en referencia a una vasta red de tumbas que están debajo de la ciudad de Roma (y de otros lugares también) donde los antiguos cristianos sepultaban a sus muertos— y hasta se reunían para adorar en tiempos de persecución severa. Se ha estimado que esta masa de corredores y panteones, si se unieran todos, cubrirían unas sesenta millas. El estimado de número de tumbas varía de 1, 750, 000 a 4, 000,000; representan la sepultura de los romanos desde el segundo hasta el quinto siglo D. C. (Blaiklock, 159). Hay un número de lecciones valiosas que podemos obtener de las catacumbas.

La historicidad de Cristo
Las catacumbas están llenas de obras de arte (de grafiti antiguo) las cuales testifican de la profunda fe de los mártires en Jesucristo como el Hijo de Dios. Las inscripciones en epitafios como la siguiente son frecuentemente encontradas: “Victorina, en paz y en Cristo” (Finegan, 389). Común entre las inscripciones era el símbolo del pescado. La palabra griega para pescado, ichthus, llegó a ser un símbolo acróstico para Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador. Seguramente los antiguos mártires tendrían una mejor oportunidad de saber si Jesucristo era un personaje histórico real que la de los ateos de este tiempo.

Las Escrituras
El hecho de que muchas de las obras de arte de las catacumbas fueron tomadas de varias narraciones bíblicas— tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento —éstas revelan cómo las Escrituras habían estado circulando ampliamente en aquellos tempranos siglos de la historia de la iglesia. Hay representaciones de Adan y Eva, del sacrificio de Isaac por parte de Abraham, del milagro de Moisés de sacar agua de la roca, del foso de los leones de Daniel, de Jonás, de la visita de los reyes sabios, de Jesús como el Cordero y El Buen Pastor, etc.

Hay otro punto por señalar. Muchos de los nombres mencionados en las epístolas de Pablo se encuentran grabados en las paredes de las catacumbas. Obvio que esto no significa que representan a las mismas personas de la correspondencia de Pablo, pero sugieren que el registro bíblico es un reflejo exacto de la nomenclatura de ese tiempo, y por esto posee un aura de autenticidad (comp. Lightfoot, 177).

Los milagros de Jesús
El Nuevo Testamento representa a Cristo como un obrador de milagros. Se adscriben a Él alrededor de unos treinta y cinco milagros, además de las numerosas referencias genéricas (por ejemplo, Jn. 20:30-31). Muchos eruditos modernos, dejándose llevar por la influencia de escépticos tales como David Hume (1711-1776), niegan que Jesucristo realizara milagros. Aun cuando, claramente, los cristianos primitivos estaban convencidos de los poderes de Cristo para efectuar milagros. Entre las obras de arte de las catacumbas, hay muchas representaciones de los milagros de Cristo. Hay descripciones del bautismo de Jesús, con el Espíritu Santo descendiendo sobre Él en forma de paloma. Hay reproducciones de la sanación del paralítico (Mr. 2), y la resurrección de Lázaro (Jn. 11). Hay reflexiones acerca del agua convirtiéndose en vino en la boda de Caná (Jn. 2), como también la alimentación de la gran multitud con panes y peces (Jn. 6).

El crecimiento de la iglesia
Una consideración del material del libro de los Hechos muestra cuán explosivo fue el crecimiento de la iglesia primitiva, y los santos en Roma no eran una pequeña parte de esto. La fe de los cristianos romanos era ampliamente conocida (Rom. 1:8; 16:19). Blaiklock dice: “La interpretación más conservadora de las figuras en las sepulturas de las catacumbas sería, por consiguiente, que… un quinto del imperio medio eran cristianos, y es probable que la proporción en esos tiempos fuera mucho mayor” (161). Hay otro factor a ser tomado en cuenta también. Las tumbas de las catacumbas representan alrededor de diez generaciones de creyentes. Esto nos sugiere que los devotos primitivos del cristianismo pasaban el evangelio a su descendencia. Esto se llama “evangelismo vertical”.

Cristianismo e intelectualismo
El ateísmo alega que la fe cristiana es sólo para los ignorantes y para quienes están faltos de razón. Gibbon señaló a la iglesia como un conglomerado que consistía exclusivamente de “la escoria de la sociedad”. La evidencia de las catacumbas muestra, sin embargo, que el cristianismo invadió los rangos medios y superiores de las clases romanas, y tuvo su impacto entre los intelectuales. Muchas de las tumbas evidencian haber pertenecido a familias de aristócratas (comp. Hch. 17:4).

Persecución
El Señor había advertido a sus discípulos que serían perseguidos (Mt. 5:10-12). En el 64 d. C. Nerón inició un régimen vicioso de terror contra la iglesia, y así los siguientes césares. Los cristianos tuvieron que meterse bajo el suelo (entre las tumbas— donde los supersticiosos romanos no los seguirían) para adorar. Sorprendentemente, a pesar de eso, no se encuentra en el grafiti de las catacumbas ninguna imagen de congoja o queja; en lugar de eso, un espíritu vibrante de gozo y triunfo es lo que queda evidenciado por todas partes. ¡Qué fe poseían aquellos santos!

Apostasía
El registro de las catacumbas no es completamente positivo. Tal como Pablo predijo que habría una apostasía de la verdad (2 Tes. 2:1ss; 2 Tim. 4:1ss), así el registro de las tumbas revela un alejamiento de la fe primitiva. Por ejemplo, hay un grafiti que anima a orar a y para aquellos que han muerto (lo cual llegó a desarrollarse plenamente en el catolicismo). Aunque los cristianos construyeron bautisterios en las catacumbas, hay una imagen donde el “bautismo” es administrado por rociamiento. Pero también hay un dios pagano en la escena lo cual revela una fe en condición deplorable (Foster, 23). El prístino cristianismo se corrompió eventualmente. ¡La vigilancia eterna es el precio de la fe!   Ω

BIBLIOGRAFÍA
Blaiklock, E.M. (1970), The Archaeology of the New Testament (Grand Rapids: Zondervan).
Finegan, Jack (1946), Light From the Ancient Past (Princeton, NJ: Princeton University).
Foster, R.C. (1971), Studies in the Life of Christ (Grand Rapids: Baker Book House).
Lightfoot, J.B. (1953 Reprint), Paul’s Epistle to the Philippians (Grand Rapids: Zondervan).

jueves, 31 de mayo de 2012

Un Alegado fracaso en el ministerio de Jesús


Tanto Mateo como Marcos dicen que Jesús dejó la región cercana al mar de Galilea y que fue a “su pueblo” (Mat. 13:54; Mr. 6:1). Indudablemente esto hace referencia a los alrededores de Nazareth, la ciudad en la que se crió Jesús. En relación con la visita del Señor a esta región Marcos registra una curiosa declaración: “Y no pudo hacer allí ningún milagro…” (6:5).

Frecuentemente los modernos “sanadores cristianos” apelan a este texto para explicar su propia incapacidad para efectuar milagros auténticos. “Algunas personas”, alegan ellos, “no tienen suficiente fe como para ser sanados”. ¿Cómo explica este pasaje el estudiante concienzudo de la Biblia? Debemos enfocar nuestra atención en varios aspectos importantes:

1.       La Biblia inequívocamente enseña que Jesús poseía el poder para efectuar milagros. Sus capacidades milagrosas habían sido profetizadas en el Antiguo Testamento (Isa. 35:5-6), éstas asombraron a Sus discípulos (Mat. 14:33) y confundieron a sus enemigos (Jn. 11:47). Él ejerció poder divino sobre la enfermedad (Jn. 9:1ss), sobre las leyes de la naturaleza (Jn. 6:19), sobre objetos materiales (Jn. 2:1ss), sobre el mundo demoníaco (Mat. 12:22), y aun sobre la misma muerte (Jn. 11:43-44). Además, hay ejemplos claros donde se realizaron milagros en favor de quienes no tenían fe en Él (comp. Lc. 7:11ss). ¿Cuánta fe puede tener un cadáver?

En vista de este amplio alcance de habilidades milagrosas, es difícilmente concebible que a Jesús le fallara el poder en esta ocasión. El estudiante probado debe buscar otra explicación razonable. Y el contexto remoto del episodio la provee.

2.       Una comparación de Marcos 6:5 con Mateo 13:58 (un texto paralelo) traerá la solución ante nosotros. Donde Marcos registra que Cristo “no pudo hacer ningún milagro allí”, Mateo simplemente declara lo siguiente: “Y no hizo muchos milagros allí a causa de la incredulidad de ellos”. Tanto Mateo como Marcos declaran el mismo hecho básico; sin embargo, el lenguaje que emplean respectivamente es ligeramente diferente.

El problema aparente está en la expresión de Marcos, “no pudo”. La fraseología griega es ouk edunato— una manera de hablar ocasionalmente empleada en el Nuevo Testamento para connotar la idea de que alguien, por alguna razón, elige no hacer algo — aunque técnicamente tiene la capacidad para hacerlo.

Considere estos ejemplos. En una de sus parábolas, Jesús nos cuenta de un hombre que recibió una invitación para una gran cena. Por razones propias (aunque injustificadas), él declinó dicha invitación diciendo: “Me he casado, y por eso no puedo [ou dunamai] ir” (Lc. 14:20). ¡Tener esposa difícilmente representa una imposibilidad!

En una de sus epístolas, el apóstol Juan escribe: “Ninguno que es nacido de Dios practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede [ou dunamai] pecar, porque es nacido de Dios” (1 Jn. 3:9). El apóstol no está afirmando que es imposible que un hijo de Dios peque (comp. 1 Jn. 1:8-9; 2:1-2); en cambio, está diciendo que cuando la verdad divina hace su residencia en el corazón, uno se determinará a no involucrarse en una habitual y persistente vida de pecado. El término “no puede” se usa como un imperativo moral.

3.       Esta es claramente la circunstancia que se desarrolló en la región de Nazaret. Había una razón por la que Jesús limitó sus demostraciones milagrosas delante de sus vecinos.

Primero, observe que el Señor efectuó algunos milagros en ese territorio. Aun Marcos dice específicamente, “sólo sanó a unos pocos enfermos sobre los cuales puso sus manos”. Por lo tanto, Su poder no era el problema.

Segundo, hay un énfasis en la tozuda y deliberada incredulidad de los judíos de esta área. El escritor inspirado nota que Jesús estaba “sorprendido” de tal incredulidad. En el texto griego el término “incredulidad” es precedido por un artículo definido, literalmente, “la incredulidad”, es decir, una profunda incredulidad de un nivel atroz. Mateo claramente describe que Jesús se contuvo de realizar muchos milagros allí “a causa de” la incredulidad de ellos (13:58).

LA RESPUESTA A LOS CRÍTICOS
Pero los críticos de la Biblia sienten que el problema no está resuelto. Ellos señalan que el propósito mismo de las señales milagrosas era producir una creencia. Por lo tanto, esta circunstancia proveyó el ambiente ideal en el cual Jesús podía manifestar su poder, convirtiendo así incrédulos en creyentes.

Sin embargo, esta objeción pasa por alto un elemento muy importante en relación con la manera en la que Dios trata con los seres humanos. El Señor ha concedido al hombre el poder de escoger. El don de la voluntad es intrínseco en aquellos que han sido hechos a la imagen del Creador. Sin embargo, la manera en la que se utiliza ese don de “elección” se determina por la condición del corazón (mente) de la persona. En una de sus parábolas, Cristo describió a la persona que tiene un corazón “recto y bueno” (Lc. 8:15). Un milagro convencerá al no-creyente— quien informado es lo suficientemente honesto como para evaluar la evidencia (comp. Mr. 9:24). Por otro lado, si alguien es fundamentalmente deshonesto, nada lo convencerá (comp. Lc. 16:31).

Cuando Jesús vino a la región de su antigua comunidad, se encontró con la resistencia de corazones endurecidos. En efecto, muchas personas decían: “¿De dónde sacó toda esa sabiduría y el poder para realizar semejantes milagros?». Y se burlaban: «Es un simple carpintero, hijo de María y hermano de Santiago, José, Judas y Simón. Y sus hermanas viven aquí mismo entre nosotros». Se sentían profundamente ofendidos y se negaron a creer en él” (Nueva Traducción Viviente [NTV]). (Vea Mat. 13:54ss; Mr. 6:1ss). Tanto Mateo como Marcos dicen que estas personas estaban “ofendidas” a causa de lo que hacía el Señor.

Por lo tanto, al discernir esta disposición hostil, el Salvador decidió limitar su actividad entre ellos. No había necesidad de echar “perlas” a los cerdos. Sin importar lo que hiciera, Él no recibiría ningún tipo de “honra” ¡ni de parte de sus propios vecinos! (Mat. 13:57; Mr. 6:4). Un erudito ha resumido muy bien el asunto:

[Jesús] percibió que era moralmente imposible ejercer su poder benefactor  a favor de ellos en vista de su incredulidad (Mat. 13:58). Ésta cerró la puerta ante la operación de Su poder. Rehusó forzarse por aquellos que no lo quieren (D.E. Hiebert, The Gospel of Mark, Greenville, SC: Bob Jones University, 1994, p. 156).

Otro escritor comenta:

Dios y su Hijo hubiesen podido hacer algo, pero habían decidido limitarse a Sí mismos debido a la respuesta humana… Jesús no era de esa clase de hacedores de milagros cuyo propósito principal es impresionar a su audiencia [sin tomar en cuenta la naturaleza de su disposición] (James Brooks, Mark – The New American Commentary, Nashville: Broadman, 1991, p. 100).

CONCLUSIÓN
Por consiguiente, cuando se toman en consideración todos los hechos, uno debe concluir que no hay problema alguno con la narración bíblica. El problema reside en el corazón de aquellos que buscan una falla en la vida de Cristo para así evitar someterse a Él. Ω